Visiones / Opiniones sobre Eva Duarte de Perón


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María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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Evita, la ”Estrella egomaniaca de su propia pantomima política”

By Neil Tweedie

SIR JOHN BALFOUR El desprecio con el que Eva Perón fue cogida por parte de los diplomáticos británicos se nota en los ficheros presentados ayer por el “Foreign Office” caracterizándola como una corrupta egomaniaca presidiendo un régimen de pantomima.

Sir John Balfour, el embajador británico de Buenos Aires en 1950, se andó con pocos rodeos en sus decididamente no diplomáticos despachos acerca de la esposa de Juan Perón, el presidente de la Argentina, cuyo culto a su personalidad todavía perdura.

Los ficheros también divulgan la consternación causada en las capitales europeas por el insaciable apetito de honores de la Primera Dama de 29 años de edad. Solamente quería las más altas recompensas, dejando a los gobiernos la decisión de acceder o no a sus peticiones.

Las opiniones del embajador británico acerca del régimen peronista y de la mujer que tiraba de las cuerdas, están contenidas en un relato de una comida realizada el 27 de mayo de 1950 a bordo del SS Eva Perón, construido en Inglaterra, para celebrar la puesta en servicio del barco.

Sir John estaba sentado al lado de la Primera Dama debajo de un gran retrato que la mostraba vestida con un traje de noche de color dorado. La guarnición era espléndida y el jerez, aparentemente, excelente. Los ceniceros que adornaban las mesas llevaban inscritos fragmentos de discursos del presidente y de su esposa.

El embajador (educado en Eton y Oxford) estaba poco convencido de las afirmaciones de la Señora de Perón cuando decía: "No soy nada. Solo la última criada de la cocina".

En un despacho enviado seis días después a la atención de Ernest Bevin, el Secretario de Asuntos Exteriores, Sir John escribió que, como su marido, la Señora Perón había caído rendida ante las alabanzas de sus seguidores siempre corroidos en corazón y mente por reglas autocríticas.

Sus indudables logros y su pretendida humildad eran contrarestados e invalidados por otras consideraciones.

"Pródigos gastos y propaganda demagógica con el ojo puesto en la recogida de votos, gratuita concesión de favores sin el correspondiente intento de inculcar en los receptores un sentido de responsabilidad cívica, llamadas vindicativas a la clase odiada, el crecimiento de la corrupción entre los burócratas, el enriquecimiento de personas en puestos elevados por motivos dudosos y sobre todo la proyección de la política nacional con técnicas de vodevil, por no decir, pantomima, por una mujer que hasta su encuentro con Perón, no había tenido otro conocimiento de la vida pública más que el obtenido siendo una actriz menor o estrella de cine. Todo esto ha conferido a los hechos de la señora y de sus numerosos satélites un aire de autointerés y extravagante frivolidad que es de mal agüero para el futuro", dice con rabia Sir John.

"Argentina es un país latino americano adolescente y su adolescencia es vanagloriosa, autoafirmativa, con una vanidad nacional infantil. En este sentido, la técnica de vodevil de la señora, su propia personificación de adolescente latino americana, ejerce una poderosa atracción emocional hacia los numerosos sectores de compatriotas que ella tiene, como si hubiera sido ascendida del pozo al escaño o como si tuviera un privilegio no acostumbrado en el establo".

La analogía teatral continúa: "No obstante, a pesar del éxito espectacular que la primera actriz ha logrado con sus antiguos mosqueteros, su propia representación, incluso también la del compañero presidencial a quien ella debe su carrera, es como si durara tanto que las entradas se pudieran adquirir en la taquilla oficial a precios populares".

"Por así decirlo, hay algo como de ensueño y atemporal en todo esta engañosa puesta en escena"

Los maestros de Sir John en Whitehall lo juzgaron como "un análisis muy intereante de una peligrosa pero extraordinaria mujer".

Como Sir John, encontraron difícil de creer que los Perón se fueran tranquilamente al retiro en 1952, como Evita había sostenido en el banquete. De hecho Perón sería reelegido en 1951 antes de que su régimen, cada vez más autoritario, fuera derrocado en 1955.

El tamaño del ego de Evita llegó a ser cada vez más irritante que las mandarinas.

En octubre, los ministros del extranjero europeos fueron asediados con peticiones de los embajadores argentinos para que se le fueran concedidos los más altos honores nacionales.

Primero fueron los belgas. Intentaron escaparse ofreciéndole una orden de tipo menor que fue rápidamente rehusada. Sin embargo, el embajador belga recomendó a su gobierno que cediera.

Después le tocó el turno a los holandeses. Los ingleses les aconsejaron en contra. Sir John informó a Whitehall que la señora podía intentar un truco similar en Londres "Seguro que ha pensado en pedir la Orden de Garter", dijo.

El 16 de octubre George Labouchere del Departamente Norteamericano de Asuntos Exteriores escribió a Sir John informándole que los suecos estaban siendo inquiridos para que le concedieran su más alto honor, la Orden de Serafina.

Labouchere escribió: "Deduzco que el ministro sueco de Asuntos Exteriores habrá aclarado que la Orden de Serafina sólo se concede a la realeza".

"El embajador argentino fue lo suficientemente inocente al responder que eso estaba bien ya que después de todo la señora era en cierto sentido real"

El 25 de octubre, el "Foreign Office" reportó: "Las ambiciones de Evita son evidentemente ilimitadas". Las siguientes tentativas se realizaron en Noruega, Dinamarca y el Vaticano.

Pero incluso en los momentos más altos de poder Eva Perón mostraba signos de enfermedad. En enero de 1950, Sir John hizo advertencias acerca de la salud de la Primera Dama.

Un funcionario de edad recalcó de manera poco caritativa: "Sea cual sea la verdad de estos rumores sólo algo bueno puede resultar de este prolongado maleficio de enfermiza salud".

En 1952, Eva Perón murió de cáncer.

Argentina puede haberla llorado pero los diplomáticos de Su Majestad no.

Traducción del inglés al castellano de un reportaje periodístico que me fue enviado por un periodista holándes, fotocopiado. Lamentablemente no figura el nombre del periódico ni la fecha, pero fue durante los días en que se dieron a conocer públicamente los escritos de Sin John Balfour en el año 2001 que hasta hace poco habían sido considerados Top Secret.



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