Visiones / Opiniones sobre Eva Duarte de Perón


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María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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DETALLE FRONTAL CARTA DE SIR JOHN BALFOUR

Almuerzo a bordo del "EVA PERON" el 27 de mayo de 1950

Llegué a bordo del "EVA PERON" a las 12 p.m. y encontré que el Vice-Presidente, los miembros del Gabinete y la Corte Suprema y un número de altos cargos oficiales y dirigentes y otros personajes, estaban reunidos en el vestíbulo del barco. No estaban invitadas ninguna de las esposas. Los jefes de otras misiones extranjeras fueron preguntados por la ceremonia del año pasado cuando "el PRESIDENTE PERON" llegó a Buenos Aires en su primer viaje. En esta ocasión no estaba presente ningún diplomático a excepción mía.

2. La pareja Presidencial, que entró en el vestíbulo a las 12,15 p.m., estaba de muy buen humor. El General Perón saludó a varios de los presentes con sonrisas y abrazos, mientras los primeros invitados rodeaban a la Señora para recibir sus agradecimientos por sus felicitaciones por el espléndido barco que llevaba su nombre. El principal adorno del vestíbulo era un gran retrato teatralmente pintado de la Señora en traje de noche de color dorado. Habiendo llamado la atención por el gran cuadro por parte de sus admiradores, ella y el Presidente lo miraron con admiración.

3. Entonces se sirvió un excelente Jerez, señalándome que la botella llevaba una etiqueta inglesa y el Presidente comentó con una sonrisita: "Ya veis que incluso el mejor vino español procede de Inglaterra". Se rió aún más cuando demostró pena porque la botella no contenía whisky escocés importado. Mientras, la banda del barco tocaba la marcha de la Juventud Peronista con sus recurrentes: "Perón, Perón, Perón, que grande sos; Mi General cuanto valés; Perón, Perón, gran conductor; Sos el primer trabajador". La audiencia cantaba la marcha dirigida por la Señora que entonaba las palabras con el placer de una colegiala de vacaciones. Mientras las cámaras fotográficas disparaban, permanecí lo más callado posible. La marcha fue seguida por dos tangos cantados por artistas muy conocidos en Buenos Aires a los que el Presidente saludó como viejos amigos.

4. Uno de los argentinos presentes era el Diputado Colomb, un oportunista sin principios y compinche de la Señora Perón, propietario del difamatorio y frecuentemente antibritánico diario "Epoca". Encontrándonos hablando juntos, la Señora observó con una sonrisa: "Estoy sorprendida de que ustedes dos se lleven tan bien, considerando sus diferencias de opinión respecto a la comida".

5. Los primeros invitados repararon entonces en el salón comedor del barco donde se estaba sirviendo un suntuoso almuerzo. Me encontré sentado en la cabeza de la mesa a la derecha de la Señora Perón y con el viejo Vice-Presidente a mi otro lado como vecino. El Presidente se sentó a la izquierda de su esposa. La mesa estaba profusamente decorada con flores y con banderines inaugurales. Los ceniceros de cristal, enfrente de cada invitado, llevaban inscritos fragmentos de los discursos de Presidente y de su esposa. La Señora llamó mi atención sobre el que estaba enfrente mío que llevaba inscrito el dicho de Perón: "La fuerza de la nación es su gente". El Vice-Presidente se dirigió hacia la Señora y le dijo: "Voy a robar del barco mi cenicero que lleva inscrita su espléndida frase: "El Estado existe para promover la Justicia Social".

6. Al principio del almuerzo un camarero trajo una hoja de papel para que la Señora leyera lo que estaba escrito en ella cosa que hizo con evidente agrado y después se la pasó al Presidente. Después me la pasó a mí diciendo: "¿No es esto encantador?". Resultó ser una rima exuberante y técnicamente incompetente, elogiando a la Señora y al barco que llevaba su nombre -escrita por un pasajero masculino que había llegado esa mañana en el primer viaje del lujoso barco. Mostré los versos al Vice-Presidente quien, después de leerlos, le dijo a la Señora: "Estos tributos de humildes y desconocidos compatriotas son lo mejor de todo".

7. No era fácil mantener una conversación sostenida con la Señora, no sólo porque de tanto en tanto venían otros invitados a saludarla, sino también por ella misma que cada vez que me decía algo que le gustaba, se lo repetía al Presidente y al Vice-Presidente. Empecé diciéndole que había visitado Mendoza y que había quedado encantado con esa ciudad. "Sí", dijo ella, "es una buena ciudad proletaria. ¿Ha visto mis trabajos de Ayuda Social allí?", me preguntó. Me abstuve de contarle que mi esposa había sido informada por la esposa del Vice-Gobernador de Mendoza que no había nada que ver allí en el sentido de trabajo social exceptuando innumerables edificios de escuelas y hospitales. En vez de eso le señalé que había quedado impresionado por el lugar donde estaban esos edificios, a la entrada del parque de la ciudad. "Tengo una red de estos sitios a lo largo del país", dijo ella, "debería verla". Le conté que había visitado edificios de escuelas y hospitales en Córdoba y Salta y que había inspeccionado totalmente una escuela en Jujuy.

8. La Señora dijo entonces que en muy poco tiempo se iba a abrir una Ciudad Universitaria en Córdoba. Sería la mayor del mundo en su clase con capacidad para cinco mil estudiantes. (Cuando visité Córdoba el pasado julio , las autoridades universitarias me dijeron que el trabajo en ese lugar acababa de empezar). No respondió cuando le dije que en Tucumán también aspiraban a construir una Ciudad Universitaria que, según decían allí, sería la mayor de Sudamérica.

9. Con una mirada de admiración reverente en su cara, la Señora me preguntó qué opinaba de Perón. Sin esperar mi respuesta, continuó diciendo que ella misma no era más que una humilde "agitadora Peronista" que estaba realizando su pequeña, pero la mejor que podía, contribución al gran líder del país en beneficio de mucha gente de la Argentina. "Aquí en Argentina", observó, "estamos construyendo el mejor sistema de Seguridad Social del mundo". Le repliqué con una sonrisa que nosotros en Gran Bretaña también estábamos muy orgullosos de nuestros sistemas de seguridad social que se habían desarrollado a lo largo de numerosos años. Las pensiones para las personas de edad habían sido introducidas en Gran Bretaña desde 1910; nuestro sistema de asistencia médica nacional era un modelo para otros países; de hecho, dije, creo que sin vanagloriarme de eso, gracias a su temprano comienzo, Gran Bretaña se podría decir que estaba en cabeza de Argentina en el campo de la seguridad social. "Estamos de acuerdo en decir", replicó amablemente y se giró hacia el Presidente para confirmar lo que decía, "que nuestros sistemas son iguales" y añadió "admito que los de Dinamarca y Suecia son más avanzados que los nuestros".

10. Quizás con la sensación de que podía haber ofendido mis sentimientos patrióticos, dijo: "Soy una gran admiradora de Inglaterra; se lo puedo asegurar que lo soy. Son ustedes gente tan civilizada. ¿No son civilizados los ingleses?" apeló al Presidente quien jovialmente asintió "pero no debes olvidar a los escoceses, querida. Mi abuela escocesa era tan austera que rehusó fotografiarse en vida. La primera fotografía que le hicieron fue después de muerta". "Ya lo tiene", continuo la Señora, "Reyes y Reinas maravillosas, la Reina Victoria por ejemplo, la Reina Isabel a quien una vez representé y la Princesa Isabel se ve una persona tan elegante".

11. En ese momento reparé en una caja de fósforos al lado de mi plato con una reproducción en su cubierta de la Señora con un inmenso sombrero. "Mire", dijo ella cuando atraje su atención sobre ello, "los brazos de Argentina están en el lado opuesto". ¿Me haría una firma? Y lo hizo: "Eva Perón - Descamisada Peronista".

12. "Vd. debe", le dije, "sentir su posición de responsabilidad como una gran carga". "Responsabilidad", respondió con aire de sincera sorpresa, "pero si no soy nada. Soy la última criada de la cocina. Soy la que le pela las patatas al chef ¿verdad?" preguntó a Perón. "Pero Vd. tiene toda la responsabilidad de la Ayuda Social", persistí, "y seguramente Vd es una de las más duras trabajadoras del país. Cuénteme cómo pasa uno de sus días". "Bueno", replicó ella, "Me levanto a las 6 en punto de la mañana y no me acuesto hasta las 3 de la madrugada. El Presidente se acuesta a las diez de la noche y se levanta a las 5 de la mañana. Mi trabajo empieza a las 7 a.m. cuando recibo representaciones de los sindicatos y otras instituciones. Hasta las 3 p.m., cuando almuerzo, estoy ocupada con ellos. Desde las 4 p.m. hasta la noche estoy ocupada con la Ayuda Social. Ceno a las 10 p.m. y trabajo después de cenar hasta que me acuesto".

13. "La gente cree", continuó diciendo, "que la mayor parte de mi tiempo está dedicado a la Ayuda Social, pero no es así. El trabajo relacionado con los Sindicatos es mi principal tarea; después de eso viene mi trabajo político entre las mujeres y entonces vienen mis deberes con la Ayuda Social".

14. "Pero a este ritmo se va a matar a sí misma", exclamé, "¿No descansa nunca?" "Sí, los domingos", me contestó, "pero lo puedo manejar todo porque sólo tengo 29 años; y en cualquier caso sólo estaremos hasta 1952". "¿Me lo quiere explicar?, le dije. "¿El Presidente no aspira a ser reelegido?". "Sí", me contestó (con más convicción de la que pude juzgar). "¿Pero quién va a llevar entonces las riendas del país?", inquirí. "Nadie", me contestó con un gesto de su mano. "¿Qué se proponen hacer Vd. y el Presidente?". "Descansar", replicó.

15. Cogiendo su bolso de mano extrajo su lápiz de labios y mientras se lo aplicaba observó, ligeramente animada: "Amo la lucha. Si no existiera la lucha la inventaría. Si no hubiera encontrado a Perón hubiera sido una revolucionaria fuera de las barricadas golpeando en el cuello a los oligarcas". En este punto de la conversación hizo señas por debajo de la mesa y Berlenghi, el Ministro del Interior, se puso rápidamente a su lado. "Le acabo de decir al embajador", exclamó con los ojos brillando de placer, "que si no fuera por Perón hubiera sido una revolucionaria que hubiera golpeado en el cuello a los oligarcas". El Ministro sonrió obsequioso y con aprobación. "Berlenghi, Freire (Ministro de Bienestar Social) y yo", dijo, "somos muy buenos amigos. Siempre trabajamos los tres juntos".

16. Giré la conversación acerca de la belleza del barco. "Cómo es que", me preguntó, "los directivos de Vickers rehusaron mi petición con los tres representantes de los trabajadores que habían construido el barco, para retrasar el almuerzo a cuando fuera lanzado. Creo que hubieran podido hacerlo". "¿Cuándo hizo la petición?", le inquirí, "seguramente no telegrafío hasta muy cerca de la hora del lanzamiento cuando ya no lo podían cambiar. "Sí, así es", añadió cordialmente, "el tema no tiene realmente importancia". Y para tranquilizarme, expresó de nuevo su admiración por lo británico. En este punto el Ministro de Transporte se levantó para dar un discurso y nuestra conversación llegó a su final.

17. Cuando la Señora siguió al Señor Castro delante del micrófono me sorprendí del cambio que se dio en ella. Mientras que en la conversación privada da la impresión de timidez y habla con voz suave, su forma como oradora pública es dura e intransigente y sus ojos se ponen pequeños y brillantes,

18. Aparte de expresar su gran placer por encontrarse en compañía de amigos y Peronistas, la Señora hizo poca referencia a la ocasión. Pareció repetir un mensaje aprendido por rutina, como una grabadora reservada para cosas de importancia secundaria. Hubo muchísimas alusiones a "nuestro gran líder Perón" y a las maravillas que había traído al pueblo argentino. . Las palabras "esta hora histórica por la que nuestro país está pasando" fueron repetidas no menos de tres veces; hubo la denuncia habitual de "la corrupción y decadencia oligárquica" y referencias a "nuestros queridos descamisados" acompañadas por una descripción de sí misma como una humilde mujer satisfecha de colaborar un poco en la causa del Peronismo. La distinguida audiencia aplaudió mostrando gran entusiasmo. Cuando la pareja presidencial después del almuerzo salieron hacia la plancha de desembarco fueron aclamados con gran vocerío por los espectadores que la esperaban en los muelles donde se dirigieron hacia su automóvil.

19. El comentario de la Señora acerca de la importancia que atribuía a su trabajo relacionado con los Sindicatos fue ilustrado el 29 de mayo cuando, en compañía de representantes de Confederación General del Trabajo, dejó Buenos Aires para visitar las ramas sindicales de Rosario. Regresó a Buenos aires el 30 de mayo y lo abandonó inmediatamente para ir a San Juan y estar presente como la primera oficial del duelo en el entierro del gobernador de esa provincia. El Gabinete entero y representantes de la CGT se reunieron en asamblea en la estación para esperarla a su regreso. El 4 de junio realizó visitas a Tucumán, Jujuy y Catamarca donde se organizaron varias ceremonias en su honor bajo los suspicios de la CGT e inauguró hogares para niños y hospitales.

20. En Rosario, donde su programa incluía una recepción en el cuartel general de las mujeres Peronistas y en un hospital denominado por ella misma, recibió un cheque de 360.000 pesos de los trabajadores de los Sindicatos de Tranvías de la ciudad como contribución a la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón. Quizás habría que añadir que en el debate de la Cámara de Diputados del 1º de junio sobre la renuncia de algunos diputados Radicales para ocupar sus asientos, que la fecha había espirado bajo la antigua constitución y se propuso una moción para que sus salarios fueran destinados a la Fundación.

J.B.
2 de junio de 1950

Relato de Sir John Balfour describiendo su asistencia al Almuerzo realizado a bordo del barco "Eva Perón" y relatando la conversación que mantuvo con "la Señora". Este relato es mencionado en el artículo escrito por Neil Tweedie



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