Eva Duarte de Perón / Evita (Argentina 1919 - 1952)  


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María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

Nuestro País

EVA PERONA

Una profunda recesión económica se extiende por el país al declararse la Primera Guerra. Finalizada ésta la depresión económica se agravó. Un estudio en el ámbito comercial pone de manifiesto que, de los 23 rubros de actividad sobre los que se produjeron quiebras, la mitad correspondía a bancos, agricultura, hacienda, industrias agrarias y almacenes de ramos generales de campaña. Es decir, que la crisis abarcó especialmente al área agropecuaria, cuyos mercados externos se resintieron a raíz de la guerra. Las empresas agrarias quebraron, lo que motivó el descenso del nivel de vida en el campo y arrastraron a la quiebra a numerosos comercios de ramos generales de campaña. Una gran brecha se abre entre las clases sociales. La oligarquía con su tendencia europeizante estaba integrada por un grupo de "elegidos" que podían imponer sus intereses -estrechamente ligados a las inversiones extranjeras- sobre las reales necesidades y beneficios del país. Su poder en las esferas gubernamentales tenía un único objetivo: salvar sus capitales agroganaderos; sin importar si esto implicaba la miseria y el hambre de obreros y peones de campo. En medio de la desocupación, del incremento de precios, la "mano de obra barata", los viajes a Europa de los miembros de la "sociedad" Argentina, las residencias que comenzaban a construirse en Barrio Norte, dos apellidos, de distintas extracciones sociales, se entrecruzan para convergir en la hacedora de los cambios que la patria estaba reclamando.

D'Ouart - Ibarjuren

D'ouart y no Duarte es el verdadero apellido de la familia. Contrariamente a lo que muchos creen, era natural de la zona vasco francesa, no de la vasconia española. Cuando el bisabuelo de Evita llegó al país lo anotaron como Duarte, castellanizando su forma. En Los Toldos, el apellido Ibarguren era bastante común; no así Ibarjuren, que era el modo en que firmaba la madre de Juana. Fue Juana la que lo corrigió e igualó al de todos los otros del lugar. En los papeles, a partir de entonces, comienza a aparecer como Ibarguren. La verdadera grafía, Ibarjuren, indica su origen galaico.

Los Toldos

Los Duarte eran una de las familias que integraban la "sociedad" de Chivilcoy, pueblo de la provincia de Buenos Aires. Eran hacendados y estaban emparentados con poderosas familias conservadoras de la zona. Juan Duarte, uno de ellos, se casó con Estela Grisolía, hija de otra de las familias más conocidas del lugar, ya que su padre era el intendente. Con ella tuvo tres hijas. Desconocidas razones personales lo llevaron a abandonar su hogar. Se va de Chivilcoy y se instala a unos treinta kilómetros de allí, en General Viamonte. Este pueblo había crecido alrededor de la Estación Los Toldos, inaugurada en 1893. En su momento se la llamó así por hallarse próxima a las tolderías del cacique Coliqueo. En su inicio legendario, fue un campamento en las guerras fronterizas. Juan Duarte se hace cargo del campo "La Unión", a veinte kilómetros de Los Toldos, como capataz de la familia Malcolm. "La Unión" prosperó bajo su administración; a raíz de eso mejoró su situación económica personal, recibía un porcentaje de las ganancias del campo y los propietarios de la finca le cedieron algunas parcelas de tierra, hecho que cambió su situación social, se lo comenzó a considerar un "estanciero".

En 1908, el prestigio del que gozaba en el lugar y sus conexiones políticas le permiten ser nombrado juez de paz. El sacerdote benedictino Meinrado Hux rememorando sobre él, da el siguiente testimonio: "¿Juan Duarte? Era un político conservador, que tenía mucha importancia en Los Toldos. Era una especie de encargado de la estancia "La Unión". En el patio de la estancia, los conservadores hacían mítines. En una de esas ocasiones, Duarte conoció a Juana Ibarguren, que era hija de un puestero. Duarte ya estaba casado, pero le gusté) la Juana y... hay quien dice que la compró al padre. Eran tiempos en que esas cosas pasaban. No era raro, lamentablemente, que un hombre eligiera mujer y no se casara".

La abuela de Juana había llegado a Los Toldos en la época de las campañas contra los indios. Había tenido una hija que se quedó en el lugar y convivió con un carrero, Joaquín Ibarjuren. De esta pareja nació Juana Ibarjuren, la Juana del relato del padre: Hux. Decir que ella era "una mujer hermosa, que tenía ojos oscuros, una sonrisa agradable, un porte distinguido y que gustaba vestir bien", parece una ingenuidad; sin embargo era así, todos los testimonios coinciden. Tendría unos quince años cuando conoció a Duarte y éste unos treinta.

No tiene importancia si la conquistó o la enamoró, lo cierto es que se inicia entre ellos una relación estable de la que nacen varios hijos: Blanca, en 1908, Elisa, 1910, Juan Ramón, en 1914, Erminda Luján, en 1916. Juana, adopta el apellido Duarte, ejemplo que posteriormente seguirán sus hijos. A pesar de que Juan no reconoce ninguno legalmente, durante este período se ocupa de su mujer y los niños, por que si bien no viven en forma estable en La Unión, junto a él, están cómodamente instalados en una casa de la calle mayor, tienen una criada y viven con holgura. Al iniciarse 1919, Juana tiene treinta y dos años y está nuevamente embarazada. En la madrugada del 7 de mayo, hallándose en la estancia, hace llamar a Juana Guaiquil, una india mapuche, para que la asista en el parto. A las cinco, cuando ya amanecía, nace una niña, morena y pequeña, se la llamó Eva María. Fermín Chavez apunta un dato que no parece en otras biografías; "Juan Duarte la anotó en el Registro Civil de Gral. Viamonte juntando allí como testigos a don José Lozano y don Juan Cobo conocidos vecinos del pueblo.

EVA PERON En Los Toldos se asegura que Juana Ibarguren inscribió a todos sus hijos con su apellido, por que Duarte nunca quiso reconocerlos. Pascual Lettieri, intendente de Los Toldos, corrobora el lugar de nacimiento: "Puedo afirmar que Eva Duarte nació aquí, mucha gente que conocí vio el acta de nacimiento en nuestro Registro Civil". Pero en el Registro Civil de Los Toldos la partida de nacimiento de Eva no existe. Hay varias versiones referidas a su pérdida. Una de ellas, quizás el testimonio que más se ajuste a la verdad, se publicó el día 20 de julio de 1965 en la sección Carta de Lectores de la revista Primera Plana. El firmante era el abogado Darío Rodríguez del Pino, hermano de Evaristo del Pino, jefe del Registro Civil de Los Toldos. Los fragmentos más significativos dicen textualmente: "Corrían los primeros meses de 1945, cuando un día se presentó al despacho del jefe del Registro Civil de Los Toldos una de las hermanas de nombre Elisa (...) Venía a pedir un testimonio de la partida de nacimiento de María Eva y otra a su nombre, haciendo constar que debía figurar con el apellido Duarte; contestó mi hermano que a nombre de ese apellido no había partida alguna, porque eran hijas adulterinas y, por lo tanto, sólo figuraban con el nombre de la madre. La peticionante le rogó que le hiciera ese gran favor que sería bien recompensado, pues María Eva se iba a casar con Perón y que éste sería presidente de la República (...) Con la exigencia de parte de la hermana de Eva María mi hermano Evaristo (por entonces jefe del Registro Civil de Los Toldos) vino a Buenos Aires, para informarme de su pedido y estando en casa se recibió otra carta de ella, ordenando se le extendiera ese documento. Personalmente, fuimos a ver al director general del Registro Civil de la Plata, y mi hermano le dijo que como funcionario no podía fraguar un instrumento público, dejando al criterio del director, por-si él lo quería otorgar. Cuando estábamos en esa conversación, yo le propuse que si esa persona que había hecho el pedido, o la que convivía con Perón, preguntaba por las partidas, le dijera que a su nombre no había asiento alguno y, por lo tanto, correspondía que hiciera una información sumaria. Y así quedó archivado el asunto (...). Cuando falleció la que era "Primera Dama" (...) mi hermano sacó el tomo correspondiente -para verificar la partida en presencia de un senador provincial- se encontró con que estaban tachados los nombres y comprendieron que se había cometido un delito, fue a ver donde correspondía estuviese el acta de nacimiento y burdamente habían arrancado las hojas, quedando trozos de ella adheridos al libro". Alguien se ocupó de sustraer ese documento y otro de alterar partidas de nacimiento, donde aparecen los cinco hermanos con el apellido Duarte y como oriundos de Junín. En cambio, lo que aún se conserva es la partida de bautismo que se encuentra en la iglesia Nuestra Señora del Pilar y consta en el libro 14 de bautismos, folio 495. "En veinte y uno del mes de noviembre del año mil novecientos diez y nueve, el Pbro. Carmelo Micone bautizó a Eva María, que nació el 7 del mes de mayo del año mil novecientos diez y nueve, hija natural de don Juan Duarte, natural del país, y de Doña Juana Ibarguren, natural del país, domiciliados en este partido, siendo sus padrinos Don Antonio Ochotorena y Doña Paz Mitochorena. El capellán encargado Pbro. Micone".

EVA PERON Fue el sacerdote Hernán Benítez -con el tiempo amigo, confesor y estrechísimo colaborador de Evita ­quien señaló el acta referida como único documento fidedigno. En 1920 a Juana se le plantea una nueva situación con la que debe enfrentarse: Juan Duarte abandona su "familia de Los Toldos" y regresa definitivamente con Estela Grisolía. Nada se puede precisar sobre las razones que lo llevaron a este abandono. Este cambio de suerte la obliga a buscar otras formas de resolver las necesidades de su familia, que ahora ofrece un cuadro de absoluta orfandad y desamparo. Ya le es imposible mantener la casa de la calle mayor y debe mudarse. Elías Bechara Roucos recuerda: "Nosotros, mi familia y yo vivíamos enfrente de la casa de ellos, en la calle Liniers, y la que hoy es calle Intendente Lettieri (...) bueno, doña Juana, se tuvo que mudar. Fue a parar a una casa cerca de la estación, donde estaban los galpones. Después de eso, recién después se instalaron en la casa de la calle Francia". Don Elías alude a la vivienda de la calle Francia 1021, de aspecto rural, que aún se mantiene en pie a pesar del precario de su construcción, y ubicada actualmente en los suburbios. Las comodidades con que contaba la familia constaban de dos habitaciones, un cobertizo en la parte posterior, que cumplía las funciones de cocina, y un patio. Juana fue objeto constante de rechazo social. Su antiguo vínculo con Juan Duarte le acarreaba una controvertida reputación. Fueron penosos y marginados esos años en que trabajaba como costurera para las familias del pueblo. Chismes y murmuraciones generaban su "pasado" y belleza.

Algunas de esas versiones rayaban en el insulto y eran propias de ese pequeño infierno que suele contaminar a las poblaciones de campaña del tipo de Los Toldos de entonces, o de Junín; pero quienes realmente la conocieron, en esas localidades, insisten en que era respetable, y que esas interpretaciones se divulgaron cuando Evita ya había adquirido trascendencia política. Sin embargo, Juana no se amedrentó y logró empleara Juan como dependiente en una tienda y, por intermedio de antiguos amigos de Duarte, que pertenecían al partido conservador, encontrar para Elisa un puesto como auxiliar en la oficina de Correos. Blanca, la mayor de las hijas, estudiaba en la Escuela Normal Provincial. A pesar de la situación económica, logró cubrir las necesidades de la familia y mantenerla dignamente. Juana "en ningún momento permitía a ninguna de sus cuatro hijas el más, mínimo descuido en el aseo; y les enseñó a cuidar de sí mismas, a comportarse según las muchachitas que eran", escribió Erminda en su libro Mi hermana Evita. El 8 de enero de 1926 muere Juan Duarte en un accidente automovilístico cerca de Chivilcoy. La noticia llega a Los Toldos y Juana decide asistir con su hijos al entierro. Todos de riguroso luto se encaminan al velatorio. Blanca tenía dieciocho años, Elisa dieciséis, Juan doce, Erminda diez y Eva seis.

JUANA IBARGUREN 1955 EXILIADA EN CHILE En la puerta son reconocidas por las hijas legítimas de Duarte las que se niegan a permitirles el acceso al recinto. Debe intervenir Luis Grisolía quien calma a sus sobrinas y logra que autoricen a verlo unos instantes. Luego de rezar una breve oración frente al padre, deben salir nuevamente y acompañar al cortejo en último lugar. Tampoco en el cementerio se les permite acercarse. Nuevamente últimos vuelven al pueblo y regresan compungidos a Los Toldos. El altercado con respecto a quiénes eran y por qué habían ido, que se produjo en la puerta del velorio, puso de manifiesto para Evita, la situación marginal de la familia y descubrió cómo la veían los demás. Todo este episodio insólito estaba acorde con la "moralína" que imperaba en las costumbres de una época felizmente superada. En 1970, Perón le hablaba a Pavón Pereyra en Madrid y evocando a Evita expresó: "Ella era un ser especial, era de una enorme belleza interior, era hija del amor". En 1927 Evita comenzó a cursar el primer grado del ciclo primario en una escuela ubicada en la calle Mitre 182. Asistía junto con su hermana Erminda, a la que llamaban "Chicha".

Evita era pequeña y menuda, tenía cabello negro y abundante, ojos castaños y llamativos; quizás era un poco callada y a veces parecía alejada, pero no era retraída. Su intuición la llevaba a presentir lo que la gente deseaba o sentía. Todos los testimonios convergen en un punto: la sensibilidad de ella. No es de extrañar que esta predisposición la llevara a padecer las situaciones de abandono, humillación y rechazo más intensamente que el resto de la familia. Elías Bechara Roucos tenía un Chevrolet 26 y llevaba a Evita y a su hermana los días de lluvia. El la recuerda así: "Evita era la más chica. También la más compradora, cantaba todo el tiempo. Tanto que si un día no cantaba yo le preguntaba: "Qué te pasa estás alunada?". Siempre venía contenta. Era una chica linda, decidida y amable, muy buena, muy despierta. Ya en esa época decía que iba a ser artista". En el año `28 inicia su segundo grado; pero es aplazada y debe récursarlo en el '29. Sus intereses escolares se centraban en la música y el canto. A esta época pertenece el relato de la primera comunión que Erminda cuenta en su libro: "Después de la ceremonia en la iglesia de Nuestra Señora del Pilar, te sacaron una fotografía, y cuando vimos la muestra nos conmovió lo bien que habías salido". Lamentablemente la estrechez económica de la familia no permitió adquirirla. Otro relato de Erminda nos muestra no sólo los apremios familiares, sino también, los esfuerzos de doña Juana empeñados en contentar la infancia de su hija. " A los Reyes Magos se les podía pedir un juguete bellísimo. El cielo no es mezquino. La expectativa te arreboló; estabas encendida como si se te acabara de ofrecer una posibilidad única. Pero, no vacilaste; era lo que querías tener, y lo pediste con fervor; una muñeca de gran tamaño. La noche de aquel lejano 5 de enero dormiste sin reposo; seguramente el corazón te latía con fuerza. A la mañana siguiente corriste y la viste. Quizás te habrá producido el asombro de una aparición. Era altísima y realmente bella. Pero tenía una pierna rota. Mamá te explicó enseguida que la muñeca se había caído de uno de los camellos, y de ahí su mutilación.

¿Es que los Reyes Magos andan mirando una estrella sin mirar al suelo? ¡Qué extraño! (...) Lo que no explicó nuestra madre es que había adquirido la muñeca casi por nada, sólo unas monedas. Justamente a causa de la rotura". Los problemas sociopolíticos que vivía el país en el `30 afectan directamente a la familia. Por esa causa, Juana, pidió una entrevista con el nuevo intendente, para asegurar el trabajo de Elisa en el correo. Lettieri, del partido radical, le confirmó que Elisa no podía seguir en el puesto, por que se lo había asignado un adversario político; ante la desesperación de la mujer, le sugirió la posibilidad de trasladarla. Juana supo sacar provecho de la situación adversa y le pidió el pase a Junín. A los pocos días ya tenía el traslado para su hija. Al estar asegurado el puesto de Elisa, que era la única de la familia que aportaba un ingreso fijo, alquilan un camión al que suben todo el mobiliario y pertenencias y dejan General Viamonte.

En Junín

La década del '30, en Junín, revitaliza a la familia y le trae nuevas posibilidades. Hay que mencionar a dos familias que ayudaron mucho a la madre de Evita cuando se instaló allí. Una de ellas fue la del Dr. Díaz; la otra, la de los Colton. Blanca se recibe de maestra y comienza a ejercer. Juan consigue la representación para la venta, en toda la zona de esa región bonaerense, de JABON RADICAL y cera para pisos LA ROSA. Las hijas menores siguen asistiendo a la escuela. El trabajo de los tres hijos permite a Juana dejar la costura y dedicarse a otra actividad. Instalada en la casa de la calle Lavalle 219, improvisa un pequeño comedor en una pequeña habitación que da al exterior. Allí concurrían tres parroquianos o "huéspedes "como los designa la "viuda de Duarte" en el contrato. Ellos eran: José Alvarez Rodríguez, don Pepe, rector del Colegio Nacional y periodista de la localidad; su hermano, justo, que ejerce la profesión de abogado en el pueblo y el comandante Arrieta, que estaba al mando del Distrito Militar de guarnición de Junín.

EVA PERON Los archivos de la Escuela N° 1 Catalina Larralt de Estrugamou de Junín, consignan que el 11 de agosto de 1930 se le concedió el pase de General Viamonte a una alumna de nombre Eva María Duarte. Estos mismos ficheros indican que la niña completó el tercer grado en la Escuela N° 1, o sea que la familia se había instalado en esa ciudad a mediados de 1930, poco antes del golpe de estado de Uriburu. Mientras tanto, Evita seguía asistiendo al colegio. El senador Madariaga, electo por Corrientes, relata una anécdota que está registrada en el Libro de Sesiones del Congreso. Un día Evita llegó al colegio con un crespón negro. Suponiendo que había fallecido un familiar cercano, la llamaron a dirección con el propósito de decirle que se podía retirar. Allí, la niña explicó que su duelo era por la muerte de Hipólito Yrigoyen. Todos se quedaron sorprendidos, había sido la única alumna de todo el establecimiento que había tenido ese gesto. En la escuela tenía pocas amigas, a pesar de que la mayoría de las compañeras la admiraban. El desprecio social la había acompañado hasta ]unín. Se comentaban sin fundamento cosas de su madre, la "viuda Duarte", y las familias respetables habían prohibido a sus hijas que entablaran amistad con ella. "En aquellos años todo eso de llamarse Duarte pero ser Ibarguren años", cuenta Elsa Hilda Sabella, su mejor amiga a los doce años. El pueblo tenía estipulada su rutina social. Los días de semana se trabajaba o se estudiaba. Los domingos, durante la mañana, se asistía a misa y, por la tarde, las jovencitas de Junín recorrían la calle Rivadavia, paseándola para arriba y para abajo, volviendo a mirar lo que tantas veces ya habían visto en los negocios. Como no se les permitía entrar a los bares, al oscurecer volvían a sus casas. A la noche, en el Roxy y en el Crystal Palace, se estrenaba alguna película, la entrada costaba ochenta centavos, y las chicas no asistían. En cambio los martes que la entrada sólo se abonaba treinta centavos, se veían las colas de adolescentes frente a las puertas de los cines. La ficción cinematográfica seducía a las chicas de Junín que acudían a ver las películas americanas, en las que el amor al estilo romántico de d Hollywood hacía olvidar la rutina y la mezquindad del pueblo en que vivían.

Sintonía, Mundo Argentino, Antena, y Radiolandia eran la certificación de que ese mundo soñado existía. Estas revistas llegaban a Junín y las muchachas las adquirían, de ellas sacaban modelos para sus vestidos, copiaban sus peinados, trataban de imitar con sus modestos recursos y posibilidades lo que ahí veían. Muchas de las que asistían a las funciones del Crystal Palace ó compraban las revistas, íntimamente deseaban convertirse en actriz o en estrella de cine para alcanzar esos mundos sofisticados con los que seguramente soñarían de noche; pero, como ser actriz era un estigma social y la gente se burlaba o trataba. Peyorativamente a esas mujerzuelas, todas callaban. Evita que estaría harta de esos prejuicios sociales con los que constantemente tenía que enfrentarse, no tenía tapujos en manifestar su vocación cada vez que podía, abundantes testimonios confirman este hecho. El deseo de Evita era trascender el anonimato, ese anonimato que llegaba hasta su ilegitimidad, íntimamente desearía un reconocimiento social que compensase todos esos años de sufrimientos. Posteriormente, Evita en "La Razón de mi Vida", tratando de explicarse esos años reflexiona diciendo que a medida que avanzaba en su vida, el problema de la injusticia, que comenzó a obsesionarla de chica, la invadía cada día más. Y que quizá para evadirse de sí misma y olvidarse de su obsesión, se entregó intensamente a su extraña y profunda vocación artística. ¿Se trataba de un recurso de evasión? Quizá Evita ya vivía obsesionada por afirmar su verdadera y genuina personalidad. La que no constaba en los papeles, la que reconocería la Historia escrita con letras mayúsculas.

Esta página se ha podido realizar gracias a los artículos aparecidos en la obra "Evita. La mujer del siglo" en su fascículo número 2. Aquí puedes leer otra explicación de los comienzos de la vida de Eva Duarte.



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