María Eva Duarte de Perón. Viaje a España de 1947 en La Vanguardia  


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María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

LA VANGUARDIA Y EVA PERON

La Vanguardia Española del martes 24 de junio de 1947. Títulos y artículo de la página 7

Trabajadores de España: Quiero, ante todo, transmitiros desde el fondo de mi corazón el reconocimiento por la acogida que el pueblo y el Gobierno de España han tenido para conmigo. He visitado vuestras ciudades, he estado frente a las tumbas que resumen la grandeza de vuestro pasado y, paralelamente, he sentido la afección y el extraordinario calor humano que ha rodeado mi llegada a cada lugar de esta hermosa tierra. Acepto estos homenajes, acepto esas muestras de cariño y de entusiasmo. Acepto ese fervor porque revela de manera decisiva el singular aprecio que sentís por la República Argentina, mi patria. De ahí vine a traeros un mensaje de paz y de trabajo y habéis facilitado mi misión volcando el corazón en cada gesto, en cada actitud, en cada acto. No podía esperarse menos de este pueblo ennoblecido por el brillo de los siglos y el esplendor de la belleza natural. No podía ser otra cosa esta sincera y leal demostración de comprensión de las masas populares españolas que hoy -en el marco prodigioso de esta multitud- cierran la despedida de una simple mujer argentina representante de otro gran país de labor.

Estrecho simbólicamente en uno de vosotros la mano gigantesca de los millones de obreros de España, de quienes me despido en nombre del Presidente de los argentinos, líder, razón y base del Movimiento de de liberación espiritual y material de nuestra patria. Quiero ser la embajadora de la humanidad de nuestros "descamisados" , pero también he querido ser la embajadora de su orgullo de clase que ha superado el odio y la inseguridad de la vida para acometer con singular determinación la estructura de un ideal nuevo. Ellos debían estar conmigo aquí, rubricando este maravilloso final de mi visita, que ha contado en cada recepción con el calor espontáneo y anónimo del pueblo español, y la finísima gentileza individual y colectiva de las autoridades, a partir de la primera de ellas, , que es el Generalísimo Franco y su esposa. A ellos mi gratitud; a ellos, mi palabra conmovida por las emociones de España.

Conocéis ya nuestra obra y su espíritu orientador. Nosotros hemos obtenido el triunfo más bello que puede obtener un país: el de ensanchar y dignificar la vida del trabajador, el de aumentar sus posibilidades de retribución, el de facilitar su acceso directo a las más altas posiciones públicas y regir desde allí al gobierno en el sentido de su perfeccionamiento y su elevación cada día más decisiva y consolidada en leyes, declaraciones y cuerpos jurídicos de profundo sentido humano. Gobierno de y para los trabajadores, el nuestro es el triunfo del pueblo. Hemos surgido desde abajo, desde el seno indefinido de la masa que sufre y labra la grandeza elemental de las patrias. Hemos descubierto esa veta franca y maciza del pueblo, y nuestros "descamisados", al imponer en elecciones inmaculadas el nombre del líder Perón, no han hecho sino dar a esa profunda revolución , la determinación de un nombre que todo lo llena y lo justifica en acción constructiva. Perón es el símbolo nacional de un sistema de fuerzas nuevas, ahincadas en las verdades socialcristianas, que ha hecho posible, en poco tiempo, elevar la condición humana de nuestra población y ponerla a servir junta al capital en condiciones prácticamente igualitarias.

En la Argentina de hoy, la Argentina de Perón, no existe la palabra "expoliación", ni la palabra "olvido", ni la palabra "desconfianza". Todo en nosotros y en torno de nosotros palpita y trepida; los "Derechos del Trabajador", nuestra enérgica y vitalísima carta fundamental de labor, presiden la marcha del Plan Quinquenal de Trabajo. El pueblo ha dado su fecundidad creadora, su fe, su sentido de la responsabilidad y su optimismo. Perón, el codificador y el artífice del país nuevo, ha puesto en uno y otro su voluntad, su dinámica y su intuición del fruto maravilloso que puede aguardarnos. De allí ha surgido nuestra voluntad y nuestro credo práctico.

"Mejor que decir, es hacer, y mejor que prometer es realizar", ha dicho nuestro Presidente, y sus obras testifican que cumple su palabra. En la Argentina no queremos demasiados ricos, demasiados pobres, lo que queremos es sentido de la justicia social, acceso de todos a todas las posiciones y libertad de producir y comerciar. La tierra no es un bien de renta, sino un bien de trabajo; y Perón dará la tierra a quien por años ha estado inclinado sobre ella, sometido a su dura ley. Nosotros somos el país de la llaneza y la energía, regido por un hombre que todo lo antepone al bien de su pueblo, y a todo se anticipa con agudo y realista sentido de la verdad. Perón está haciendo antes que prometiendo, el país renovado, justo, vitalizado y concreto que necesitábamos los argentinos. Estamos haciendo del país una potencia comercial, porque interpretamos que no hay posibilidad de perfeccionamiento social sin una redención económica integral que nos permita ser más y poseer más, para poder dar más. Porque ante todo es el hombre y la familia el fin que perseguimos. No queremos menos graneros, ni menos rodeos, ni meros bancos rígidos e inaccesibles, si paralelamente no crece y se desarrolla esa maravillosa raíz de la creación que es la persona humana como artesano, como brazo, como factor de paz y de promoción universal. Nuestra suprema finalidad no es la de hacer de la Argentina el refugio del egoísmo internacional, sino el principio fecundo de la generosidad nacional.

Como mujer que viene de la entraña de su pueblo, como amiga y consultora diaria de millones de "descamisados", como representante de una sociedad basada en lo mejor de lo humano, como esposa, en fin, del primer trabajador argentino, os digo con humildad y con fervor: "Sólo queremos hacer que la vida y el bienestar sean posibles para el mayor número de argentinos". Este fue el mensaje que os traje trasunto de un pueblo enérgico, sincero y dócil al dictado de los mejores sentimientos cristianos. De ese pueblo también, y de esa mujer que os habla, y de aquel hombre amigo que a la distancia os quiere, serán estas palabras de despedida: "Dejo parte de mi corazón en España. Lo dejo para vosotros, obreros madrileños, cigarreras sevillanas; agricultores, pescadores, trabajadores de Cataluña, de Aragón, del país todo. Los dejo, sí, a vosotros. Este puente de hermandad inaugurado con mi paso por esta tierra de trabajo, no quedará interrumpido. Que sepan todos los obreros de España que mientras en nuestros trigales haya una espiga, esa espiga será repartida con ellos en una solidaria expresión de cristiandad, de paz, y de justicia social.

Pensad vosotros que en la República Argentina el general Perón nada promete y todo lo da, haciendo el milagro de que en nuestro país haya menos pobres y menos ricos.

Y retribuyendo la finísima gentileza del Caudillo y de su pueblo, diré adiós con este sólo grito, repetido y voceado, pero tan recio y sonoro como el metal de una espada: ¡Viva España!

Las palabras de la primera dama argentina fueron subrayadas con repetidos aplausos y su discurso lo interrumpieron repetidas veces los clamorosos aplausos y vítores de los asistentes.

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