PERON Y EVA
PERON Y EVA. UNIDOS EN LA VIDA Y EN LA MUERTE. Fritz Straeffer. Producciones Editoriales. Barcelona, 1975. 273 páginas.
La Argentina de hoy, sangriente y dislocada por el parto feroz y vigoroso de una nueva sociedad, que busca ansiosamente las mejores realizaciones de la justicia social, tiene sus orígenes, asombrosamente, en una historia de amor; porque fue el amor sincero, la fe mutua y la creencia de un destino común para todo un pueblo lo que fundió los corazones de dos seres maravillosos, genieales y predestinados por la Historia a alcanzar las cimas de la popularidad, el poder, la fama, la gloria y, desde luego, el sacrificio. Nos referimos, naturalmente, a EVA y a JUAN DOMINGO PERON, matrimonio que alumbró con valentía e infinito cariño a sus hijos "descamisados" para arrancar a la Argentina de secular inmovilismo, corrupción y arbitrariedades, y alinearla entre los países más pujantes y respetados de Latinoamérica. EVA y JUAN DOMINGO PERON es la historia misma de una nación en marcha, a la búsqueda de su peculiar destino. Pero, por encima de cualquier otra consideración, es una auténtica, fascinante y magistral historia de amor, desarrollada fielmente por un biógrafo tan prestigioso como FRITZ STRAEFFER, cuya indiscutible documentación unida a la excelencia de sus cualidades literarias convierten "PERON Y EVA" en una obra imprescindible para el lector amante de la verdad.
Texto procedente de las solapas del propio libro, escrito por la editorial.
La vida y la leyenda de Eva Duarte serían un misterio indescifrable, si no hubiesen florecido en medio de un drama político poco cruento y al lado de un hombre que participaba directamente en ese drama: Juan Domingo Perón.
En efecto: pocas, muy pocas veces nos encontramos, entre los personajes que moldean la historia, una pareja que proviniendo de lugares y estratos sociales tan dispares, que tras realizar trabajos tan sumamente diferentes, que después de perseguir metas desiguales, se encuentren, unifiquen sus caminos y luchen a través de un trabajo perfectamente sincronizado, por el logro de unas nuevas metas comunes a ambos.
Este es el gran milagro del matrimonio Perón.
Si analizamos, y así lo haremos, la trayectoria personal de cada uno de ellos antes de su primer encuentro, podremos comprobar todo cuanto acabamos de decir. Ella provenía del interior, de una familia poobre y sin padre legal, aunque sí conocido. Tenía ambiciones, ciertas dotes de actriz y alguna simpatía. Ansias de triunfo y poco más. El, hijo de una acomodada familia de hacendados, había ingresado en el ejército a la edad de quince años; pasó parte de su adolescencia en la Patagonia, aprendiendo a montar a caballo y tomando contacto con la gente de su pueblo, con sus descamisados; llevaba una carrera militar brillante, pero no fulgurante. No ansiaba, por tanto, ni el triunfo ni las riquezas. ¿El poder quizás?.
No es éste el momento de responder a tal pregunta, sino tan sólo el de comparar las fundamentales diferencias que existían entre los futuros cónyuges en el momento de conocerse.
Sin embargo, y a partir de ese instante, algo cambió. El, hasta entonces un militar de los más antiguos, que sólo intervenía en política cuando le llamaban -y, eso sí, le llamaban muchas veces-, optó por tomar sus propias decisiones y por actuar de acuerdo con sus propias ideas: de ahí saldría, ya que no la base, sí el gran edificio del justicialismo. Ella, olvidándose de sus aspiraciones artísticas, se dedicó de lleno a secundar los planes de su esposo a través de la Secretaría de Trabajo y Previsión dependiente del Ministerio de Bienestar social.
Un cambio absoluto en lo fundamental y algo menos tajante en lo simplemente externo: las costumbres de la farándula estaban muy arraigadas en Eva Duarte, y ello la arrastraba -los arrastraba, sería mejor decir- a mantener reuniones con artistas amigos prácticamente cada noche. Allí, en esas tertulias, se dialogaba y cantaba hasta bien entrada la madrugada. Era, seguramente, la única circunstancia de su existencia que la unía a su vida anterior, a aquella vida de anhelos insatisfechos y deseos frustrados que ya había quedado atrás para siempre.
Juan Domingo Perón y Eva Duarte, gobernante carismático donde los haya el primero; mujer dulce, apacible y comprensiva la segunda, marcaron toda una época en la política de su país; en la vida social y reivindicativa de la Argentina.
Fueron de una influencia tan sumamente profunda que todavía hoy, desaparecidos ambos, sigue determinando en muchos aspectos el régimen argentino.
Consiguieron una incidencia tal, que el justicialismo lleva camino de convertirse más que en un partido político, en algo consubstancial a todos los argentinos; en algo propio e intransferible de esa nación. Para resumirlo, en algo así como una tradición indestructible.
Texto procedente de la introducción del propio libro.
"PERON Y EVA" es la historia del General Juan Domingo Perón contada en forma de novela empezando por su viaje a Europa y terminando en la página 216 con el famoso acontecimiento del 17 de octubre. En la página siguiente, comienzo del capítulo XII, han pasado los años y nos encontramos en el 26 de junio de 1952, el día que murió Eva Perón. En lo que queda de libro hasta la página 273, la última, se producen varios saltos en el tiempo pasando a 1955 cuando fue derrocado Juan Domingo Perón y a 1973 cuando regresó de nuevo a su patria tras los 18 años de exilio. La apararición de Eva Duarte, aunque no se le resta importancia en ningún momento, es más bien secundaria pues el libro se centra principalmente en los movimientos de Perón hasta llegar al poder. Cerramos esta página con el EPILOGO del libro:
EPILOGO
Ha muerto un hombre. Ha nacido un mito.
O, mejor, ha continuado; porque Juan Domingo Perón, desde siempre, desde su primer mandato, ha aparecido ante la opición pública como un ser fuera de lo corriente, angelical para unos, diabólico para otros...
En cualquier caso un ser con las características necesarias para convertirse en leyenda.
¿Bueno? ¿Malo? ¿Regular?
La perspectiva histórica -veinte años son pocos para juzgar- no nos aclarará mucho. Pero sí el ángulo humano. Cuando un hombre moviliza las masas como él; cuando, en favor de los humildes, se enfrenta a las instituciones más poderosas; cuando un pueblo pide su vuelta y dieciocho años de golpes y más golpes no sirven para borrar su recuerdo; cuando sucede todo esto... ¿puede alguien negar el amor de un pueblo hacia un líder? Y cuando un país se rinde así a un gobernante, ¿no hay que pensar en una gestión positiva para la mayoría? Recordemos una frase de Perón cuando, exilado en Paraguay, le comentaron que Lonardi había informado al pueblo de que tenía siete coches en propiedad.
-¿Siete? -exclamó Perón-. Entonces me han robado uno, porque tenía ocho.
Y, a continuación, explicó quienes le habían regalado los automóviles y qué instituciones sociales los utilizaban.
Era sincero, no cabe duda. Sabía fustigar a los oligarcas y luego, ante la general sorpresa, vestirse de "tenue" elegantísima -etiquetarse, que decía él- y mezclarse entre ellos para continuar censurándolos.
Y eso gustaba al pueblo. Y gustaba más si sus actos personales iban, encima, acompañados de una política consecuente con ellos: las socializaciones y nacionalizaciones.
Perón se enfrentó, primero, al ejército y al capital. Y les venció en dos ocasiones.
Luego quiso domar a la Iglesia. Y perdió el primer "round".
Pero sólo el primero.
Porque, casi dieciocho años después, el pueblo lograba su regreso.
¿Bueno? ¿Malo? ¿Regular?
Respetado, temido y amado. Eso fue Perón.
Respetado por la gran mayoría de sus compañeros.
Temido por los oligarcas.
Y amado por un pueblo que hoy, casi un año después de su muerte, sigue cubriendo de rosas frescas su sepulcro.
Introducción
Eva Duarte 1919-1943
Eva Perón 1944-1947
Evita 1947-1952
Cronología básica
Eva Duarte de Perón
Retrato de Eva Perón
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