EVA PERON EN EL BRONCE
Cuando leí el libro de Tomás Eloy Martínez, "Santa Evita", me llamó mucho la atención un punto del capítulo 8 "UNA MUJER ALCANZA SU ETERNIDAD". Se trata de un capítulo que analiza los elementos que constituyeron el mito de Evita. Los voy a citar (en el libro se analizan uno por uno), para luego detenerme en el último de ellos:
1º) Ascendió como un meteoro desde el anonimato de pequeños papeles en la radio hasta un trono en el que ninguna mujer se había sentado: el de Benefactora de los Humildes y Jefa Espiritual de la Nación.
2º) Murió joven, como los otros grandes mitos argentinos del siglo: a los treinta y tres años.
3º) Fue el Robin Hood de los años 40.
4º) Perón la amaba con locura.
5º) Para mucha gente, tocar a Evita era tocar el cielo.
6º) Lo que podría llamarse "relato de los dones" (hace referencia a los regalos que hacía Evita a los desamparados).
7º) El Monumento inconcluso. Este sí lo transfiero completo pues es el que me llamó la atención. Dice así:
En julio de 1951, Evita concibió la idea de un Monumento al Descamisado. Quería que fuera el más alto, el más pesado, el más costoso del mundo, y que se viera desde lejos, como la torre Eiffel. Así se lo dijo a la diputada Celina Rodríguez de Martínez Paiva, quien debía presentar el proyecto en el congreso: "La obra debe servir para que los peronistas se entusiasmen y desahoguen sus emociones eternamente, aun cuando ninguno de nosotros esté vivo".
A fines de aquel año, Evita aprobó la maqueta. La figura central un trabajador musculoso de sesenta metros, se alzaría sobre un pedestal de setenta y siete. Alrededor habría una enorme plaza, tres veces más amplia que el Campo de Marte, rodeada por las estatuas del Amor, de la Justicia Social, de los Niños Unicos Privilegiados y de los Derechos de la Ancianidad. En el centro del monumento se construiría un sarcófago como el de Napoleón en Invalides, pero de plata, con una imagen yacente en relieve. La inmensa estructura, que duplicaba casi el tamaño de la estatua de la Libertad, debía emplazarse en un espacio abierto entre la facultad de derecho y la residencia presidencial. Evita estaba tan entusiasmda con la maqueta que ordenó cambiar la figura del trabajador musculoso por la de ella misma. El congreso se apresuró a sancionar la idea veinte días antes de que muriese, y la propia Evita alude en su testamento a esa ilusión de eternidad: "Así yo me sentiré siempre cerca de mi pueblo y seguiré siendo el puente de amor tendido entre los descamisados y Perón".
Después de los funerales, la euforia del monumento se fue apagando. Comenzaron a excavarse los cimientos con expresiva lentitud. Al caer Perón, sólo había un enorme foso, que las nuevas autoridades rellenaron en una noche. Para disimular el espacio vacío, se improvisaron fuentes luminosas y juegos infantiles. Pero la memoria fúnebre de Evita no se ha movido de ese lugar. La enorme plaza sigue vacía, con su ensalmo intacto. A fines de 1974, José López Rega, ex cabo de policía y maestro de ciencias ocultas de la tercera esposa de Perón -que era entonces presidente de la República-, intentó erigir en el mismo sitio un Altar de la Patria que serviría para reconciliar a las almas enemigas. Volvieron a excavarse los cimientos, pero las adversidades de la historia -como en la ocasión anterior- interrumpieron las obras. (Alude a la muerte de Perón).
De tarde en tarde Evita reaparece allí, sobre las ramas de un lapacho. Los descamisados adivinan su luz, oyen tremolar su vestido, reconocen el murmullo de su voz ronca y agitada, descubren la servidumbre de sus luces en el más allá y los trajines de sus nervios y, mientras encienden velas de promesa en el sitio donde tendría que haber reposado su catafalco, la interrogan sobre el porvenir. Ella responde con elipsis, variaciones de negro, nublamientos de la luz, anunciando que los tiempos futuros serán sombríos. Como siempre han sido sombríos, la credulidad de los devotos está asegurada. Evita es infalible.
Decía que este punto me llamó poderosamente la atención porque habiendo visitado hace años la Estatua de la Libertad, en la bahía de New York, ahora me imaginaba una estatua de Evita encima de su pedestal y el doble de alto que la de la Libertad. Era una imagen que se formó en mi mente que me impresionó.
Traté de buscar en los otros libros que he citado en esta página web, el pasaje donde se hablara del proyecto de este gran Monumento pero no encontré ninguna referencia en ninguno de ellos. Sin embargo, era algo que me seguía llamando poderosamente la atención.
Hace unos días, con motivo de la celebración de "La Feria del libro viejo y de
ocasión" que tiene lugar en Barcelona cada año, consistente en tenderetes que
ponen las librerías en el Paseo de Gracia, una de las avenidas más anchas de Barcelona,
salimos de casa con la intención de recorrer los tenderetes a ver si encontrábamos algún libro
sobre Eva Perón. En el recorrido de subida, o sea desde la Plaza
de Catalunya hacia la montaña del Tibidabo, preguntamos en todos y cada uno
de los tenderetes por libros sobre Eva Perón o sobre el Peronismo, pero la
respuesta siempre era "no".
Cuando llegamos al final de esa acera, cruzamos el Paseo de Gracia y
empezamos a bajar por la otra en dirección de regreso hacia la Plaza de Catalunya.
También la respuesta era siempre que no, hasta que casi a punto de
terminar, en un tenderete en el que a mi me parecía que
no habría nada y ya no iba a mirar, mi mujer hizo la pregunta: "¿Tiene libros sobre Eva Perón?".
La persona que atendía sacó un enorme libro de 516
páginas con gruesas tapas de cartulina, con la imagen clásica de Eva Perón en relieve, y aunque estaba algo usado y era bastante caro, lo compramos.
Mi sorpresa fue enorme pues todo el libro está dedicado, a hablar
sobre Eva Perón, sus obras, lo amada que es por toda la nación y lo apropiado de erigirle un monumento. Se trata de discursos peronistas
en un ciento por ciento, pronunciados por 54 diputados y 30 senadores; o sea, que hay 84 discursos, acreditados cada uno de ellos a quien lo pronuncia y encaminados a razonar y justificar que se promulgue la ley por la cual se ha de erigir un Monumento a Eva Perón. No es un libro cualquiera editado por una editorial,
sino que está publicado por el propio Gobierno Peronista en 1952. Además
contiene la sanción de la ley 14.124 que promulga la construcción del monumento a Eva Perón.
Si lo deseas, puedes ver esta misma página con otro aspecto aquí: "Eva Perón en el Bronce"
También puedes leer uno de los discursos aquí: Discurso
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