DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


Eva Ibarguren EVA IBARGUREN EVA DUARTE EVA PERON EVA PERON EVA PERON EVA PERON

María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

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De la Dra. María Laura San Martino de Dromi, doctora en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Cuyo, profesora de Historia del Derecho de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica Argentina, escritora, autora del libro Argentina Contemporánea, ediciones Ciudad Argentina, 1.572 páginas, año 1996:

  " El domingo 24 de febrero de 1946 marcó el futuro del país ", dijo cincuenta años después el diario " La Nación ", precisamente en su nota política del sábado 24 de febrero de 1996. Han pasado décadas de las elecciones que llevaron constitucionalmente al peronismo al poder, por primera vez.

Aquel entonces era el albor de un tiempo nuevo, la posibilidad concreta de " recuperar una democracia perdida " el 6 de septiembre de 1930, con el derrocamiento de Hipólito Yrigoyen y la instalación  -  como práctica seudoconstitucional  -  del " golpismo " como ruta de acceso al poder.

Las elecciones de 1946 ratifican en las urnas al naciente peronismo y demuestran que el 17 de octubre de 1945 no había sido un día más en la historia del país. El " 17 de octubre " se convertirá, con legítimos títulos, en el día " de la lealtad ", de la fidelidad, de la fe testimonial del incipiente peronismo. El 17 de octubre de 1945 marca el comienzo de la institucionalización del poder real de Perón, ascendiendo a la más alta investidura de la República. El 18 de octubre " The Times " resumía la jornada del 17 de octubre en Buenos Aires en grandes títulos que decían: " Full power to Perón " ( " Todo el poder a Perón " ).

Pero el 17 de octubre demostró también que un cambio profundo se había operado en el ámbito social y político. Un nuevo grupo de poder, con conciencia de protagonismo, había emergido en el escenario político después de un largo proceso: los trabajadores, quienes reclaman su cuota de participación, ya no sólo a nivel de las reivindicaciones propias, sino en las decisiones políticas superiores.

A partir de aquí, los gremios adictos al gobierno estructuran el Partido Laborista, el cual surge sin duda alguna, de la base sindical, de la unidad de los gremios nucleados en la CGT N° 1, los autónomos, los sindicatos paralelos, los que habían dado vida a la CGT N° 2 y que mantenían estrecha vinculación con el comunismo y el socialismo, y también los sindicatos que habían integrado la Unión Sindical Argentina. El Partido Laborista es el producto de la toma de conciencia del movimiento obrero, es la respuesta a la necesidad de unirse y consolidarse en una fuerza política nacional. Desde aquel 17 de octubre todo se aceleró. El 22 de octubre Perón se casa con María Eva Duarte, su compañera de ruta en la auténtica revolución de y por la justicia social.

El 14 de noviembre de 1945 nace la Unión Democrática integrada por radicales, socialistas, comunistas, demócratas progresistas con el apoyo del Partido Conservador. Perón, decidido a legitimar su poder, con el bautismo electoral, da su mejor golpe político el 21 de noviembre de 1945 al instaurar el aguinaldo, el cual fue muy bien recibido por los trabajadores.

El 12 de febrero de 1946 fue otra fecha clave, el Departamento de Estado norteamericano da a conocer su Libro Azul, un durísimo informe sobre las actividades nazis en la Argentina, escrito bajo la influencia evidente del ex - embajador en Buenos Aires, Spruille Braden, y dirigido directamente a arrojar sospechas sobre Perón.

Viejo estratega, el coronel no perdió tiempo y en respuesta lanzó aquel grito de guerra político: " Braden o Perón ". La antinomia se había instalado como definitoria y el éxito peronista como definitivo. Era crónica de un resultado anunciado. Aquel 24 de febrero, algo más de 3.000.000 de argentinos eran convocados a elegir en las urnas entre José Tamborini - Enrique Mosca ( la fórmula de la Unión Democrática ) y el binomio Juan Domingo Perón - Hortensio Quijano ( del Partido Laborista ). El 88 % del padrón electoral acudió a la cita.

El 24 de febrero de 1946 Juan Domingo Perón ingresa definitivamente en la historia argentina. Su ascendente carrera política lo llevó de coronel a la Presidencia de la Nación, para ser actor fundamental del reparto de poder en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX.

La antinomia electoral del 24 de febrero le daba el triunfo político al coronel Perón. Un demoroso escrutinio dio el resultado definitivo el 6 de abril, cuarenta y un día después de la elección. Perón conseguía 304 electores; Tamborini y Mosca 72 electores. En realidad, Perón se había asegurado la mayoría cuando se adjudicó la Capital Federal, bajo el régimen electoral de " distritos únicos y totales ", y quien ganaba se llevaba " todo ". Los votos fueron 1.527.231 para Perón - Quijano, 1.107.155 para Tamborini - Mosca. El país cambiaba definitivamente la fisonomía. Tras la derrota del régimen militar llegaba el olor a " pueblo " y el ritmo de " multitudes " para mover y " movilizar " a la Argentina.

El peronismo siempre llegó al poder por el voto popular democrático y sin que hubiera proscripción de otros partidos políticos, y cada vez que fue desalojado del poder se debió a actos de fuerza antidemocráticos.

Nota:

Los docentes e historiadores Patricia Moglia, Fabián Sislián y Mónica Alabart, en su libro Pensar la historia, editorial Plus Ultra, con numerosas ilustraciones, 464 páginas, año 1997, expresan que:

Uno de los aspectos más sorprendentes de las dictaduras militares que se desarrollaron en Argentina y en América Latina, lo constituye el hecho de que todas ellas se ejercieron elaborando un discurso en el cual se decía preparar las condiciones para el ejercicio de la " verdadera democracia ", aun cuando para ello se debieran anular algunas o todas las premisas de la misma. Los dictadores accedían al poder diciendo proteger la democracia, amenazada por la crisis económica y las protestas sociales. En nombre de la democracia, los gobiernos dictatoriales violaban todos sus principios, despreciaban la voluntad de las mayorías y anulaban o reemplazaban las Constituciones. En la mayoría de los casos, cuando la Constitución lo permitía, los dictadores se hacían reelegir regularmente, mediante el fraude o la represión de los opositores; en caso contrario, anulaban la Constitución o designaban a algún testaferro.

De mano de las dictaduras militares la violación de los derechos humanos no es un fenómeno reciente en Argentina y en América Latina, pero los niveles alcanzados de partir de la década de los setenta no tienen equivalentes en su historia, si se exceptúa el proceso de conquista y colonización, durante los siglos XV y XVI.

Si bien la pobreza, el desempleo, el analfabetismo, la mortalidad infantil y el hambre, han estado presentes durante todo el siglo XX, estos problemas sociales alcanzaron niveles sin precedentes bajo los gobiernos dictatoriales de las últimas décadas del siglo XX.

La dictaduras militares y los grupos de poder económico que las impulsaron y las sostuvieron, llevaron adelante la transformación de las economías apelando a la represión y a la violencia sobre la población. Esta represión consistió, fundamentalmente, en la detención, la desaparición y el asesinato de los opositores al gobierno, incluso de muchos que no lo eran. Por otra parte, se eliminó todo derecho a la defensa en juicio y la tortura se transformó en el método corriente para la obtención de información sobre la actividad de los opositores.

Por medio del terrorismo estatal se buscó generalizar el miedo entre la población. La amenaza y el uso permanente de la fuerza alcanzó a toda la sociedad: obreros, estudiantes, empresarios, adolescentes, niños, ancianos, deportistas, intelectuales y discapacitados. Todos se transformaron en posibles víctimas.

A pesar de las diferencias que presentaban las dictaduras militares poseían una forma política común, caracterizada por la supresión de la mayor parte de los derechos civiles, políticos y sociales. Las Fuerzas Armadas se consideraron como la institución que representaba los valores de la nacionalidad y que tenía la misión de " salvar " a la sociedad de los males que la afectaban. Se disolvieron los partidos políticos, o se suspendió su actividad, y las Fuerzas Armadas controlaron todos los recursos de poder.

Una de las más pesadas herencias dejadas por la dictadura militar, tanto en Argentina como en otros países de América Latina, la constituyen los desaparecidos. A diferencia de lo ocurrido con los detenidos y encarcelados, la mayoría de los secuestrados eran encerrados en centros clandestinos de detención, de los cuales se los trasladaba para ser asesinados. A partir de su secuestro, los familiares que comenzaban a solicitar informes a las autoridades, creyéndolos prisioneros en alguna cárcel del país, encontraban que los miembros de las Fuerzas Armadas siempre negaban tener conocimiento de estas personas y de lo que les había ocurrido.

El drama de los desaparecidos es aún hoy una herida abierta en las sociedades que lo padecieron y que sólo puede cerrar la justicia.

El gobierno de facto que se abatió sobre la sociedad argentina a partir del 24 de marzo de 1976, poseía todos los elementos que caracterizan a una dictadura y, además, algunos rasgos que la diferenciaron de las que sufrió el país en años anteriores.

El plan económico impulsado por los principales grupos económicos del país y aplicado durante la mayor parte de la dictadura instaurada en 1976, se conoce como " el plan de Martínez de Hoz ", por el nombre del ministro de Economía que lo instrumentó desde su cargo, hasta 1981. Más que combatir la inflación ( aumento permanente y generalizado de los precios de todos los bienes de una economía ) y la caída de todas las actividades productivas, ocurridas durante los años del tercer gobierno peronista, este plan apuntó desde un comienzo a provocar un cambio básico en el funcionamiento de la economía argentina.

Se buscó concentrar la producción en algunas pocas empresas que estuvieran en condiciones de competir en el mercado mundial, aun cuando para ello hubiera que dejar a un lado la vigencia de todos los derechos laborales obtenidos por los trabajadores o provocar el cierre de muchas de las pequeñas industrias de capital nacional.

Los salarios de los trabajadores cayeron notablemente junto con los puestos de trabajo y se multiplicó el monto de la deuda externa. La política económica de la dictadura destruyó el sistema productivo argentino, quitando el apoyo estatal a los productores nacionales, al mismo tiempo que facilitó y creó las condiciones para el ingreso masivo de los productos importados, frente a los cuales los elaborados en el país no pudieron competir.

La aplicación del plan económico de la dictadura militar fue posible mediante la disolución y prohibición de las actividades de las principales organizaciones de los trabajadores, de los pequeños y medianos empresarios, de los estudiantes, etc., la suspensión de la actividad de los partidos políticos y el avasallamiento de todos y cada uno de los derechos de los ciudadanos, el secuestro, la desaparición y el asesinato de decenas de miles de personas.

La dictadura, a la que los militares denominaron " Proceso de Reorganización Nacional ", desató sobre la población una brutal y sistemática represión, de una magnitud nunca antes vista en el país.

El gobierno era ejercido por una Junta de militares ( constituida por un miembro de cada una de las Fuerzas Armadas: Ejército, Marina y Aviación ) que llegó a establecer la pena de muerte, que nunca aplicó oficialmente, sino de forma clandestina. La represión incluyó el secuestro, la organización de sitios clandestinos de detención y la desaparición y el asesinato de entre 20.000 y 30.000 personas.

En algunos casos, el silencio de muchos sectores de la población, respondía al sistema de terror aplicado desde el poder; en otros casos, las desapariciones y la violencia estatal eran justificadas con la frase: " por algo será ", indiferente a los derechos y a la dignidad humana.

No obstante, un grupo de madres, y demás familiares de desaparecidos y de presos políticos levantó su voz para denunciar, tanto en el país como en el extranjero, los crímenes de la dictadura.

Durante la última dictadura militar, en la ciudad de La Plata fue secuestrado un grupo de estudiantes secundarios que participaban en una movilización con el objetivo de obtener el " boleto escolar ". La noche del 16 de setiembre de 1976, que se conoce con el nombre de " La noche de los lápices ", los militares dispusieron un " operativo ", tal como designaban a sus acciones represivas, consistente en el secuestro y en la desaparición de siete estudiantes, de los cuales sólo uno logró salvar su vida y recuperar la libertad. Al cabo de la dictadura, su testimonio, entre otros, sirvió para juzgar a quienes usurparon el gobierno.

La enorme crisis económica, motivada en gran medida por la politica de apertura de la economía ( eliminación de todos los obstáculos arancelarios para la importación de productos industrializados ), el proceso desindustrializador que ésta ocasionó y las crecientes denuncias sobre violaciones de los derechos humanos caracterizaron a la dictadura hacia 1982. En los primeros meses de ese año, dejando a un lado el miedo, la población desafió a la dictadura y se movilizó a la Plaza de Mayo, en una jornada de huelga. La manifestación del 30 de marzo, convocada por la Confederación General del Trabajo ( CGT ), fue duramente reprimida por la policía.

El 2 de abril de 1982, por orden del comandante de la Junta Militar que gobernaba el país, el general Leopoldo Fortunato Galtieri, las Fuerzas Armadas ocuparon las Islas Malvinas, en posesión de Gran Bretaña desde el siglo XIX.

El tema de la soberanía en las Islas se venía discutiendo en los organismos internacionales, logrando la posición argentina numerosos apoyos. Frente a la ocupación militar, los países europeos y Estados Unidos condenaron la acción argentina, que sólo recibió el apoyo de los países de América Latina. Gran Bretaña envió una escuadra hacia las Islas.

Durante el conflicto, los ingleses  -  con la información brindada por los satélites norteamericanos  -  hundieron una nave argentina que se hallaba fuera de la zona de guerra. En la acción murieron centenares de soldados. Por otra parte, fueron numerosas las muestras de corrupción con los fondos recaudados para apoyar la guerra. También existieron denuncias de malos tratos por parte de algunos oficiales hacia los soldados. El 14 de junio de 1982, las fuerzas argentinas se rindieron ante la potencia de la armada británica, dado que existían diferencias notables entre el armamento y la capacidad de combate entre ambas fuerzas ( a excepción, quizá, de los aviadores argentinos ).

La aventura militar terminó con una aplastante derrota y la muerte de miles de soldados conscriptos, la mayoría de ellos mal equipados y con escaso entrenamiento. La derrota militar acentuó la crisis de la dictadura, que fue profundizada por la creciente movilización de la sociedad, impulsada por los partidos políticos y por las agrupaciones de defensa de los derechos humanos, en reclamo por las violaciones de dichos derechos y por el retorno de las formas democráticas de gobierno. Frente a esta presión, y absolutamente derrotada por su propia incapacidad, a comienzos de 1983 la Junta Militar fijó fecha para las elecciones.

En este contexto, la movilización social fue apuntalada por las revelaciones que comenzó a hacer la prensa, sobre los crímenes y la generalizada corrupción durante la dictadura. Un clima de amplia participación acompañó la retirada de los militares del gobierno.

Las elecciones del 30 de octubre de 1983 fueron vividas como un acontecimiento excepcional. Aproximadamente un millón de personas concurrieron a cada uno de los actos de cierre de la campaña electoral de los partidos peronista y radical.

En las elecciones se impuso la Unión Cívica Radical, cuyo candidato, Raúl Alfonsín, obtuvo el 52 % de los votos.

Se inició así un período de democratización política, que se fue consolidando y permitió que en el año 1989, por primera vez desde 1930, un presidente electo traspasara el cargo a otro, también elegido democráticamente, Carlos Saúl Menem, del Partido Justicialista.

Los organismos de defensa de los derechos humanos se convirtieron en uno de los principales actores de la lucha contra la dictadura militar. Si bien algunos de ellos existían desde la década del 30 ( como la Liga Argentina por los Derechos del Hombre ), el movimiento por los derechos humanos cobró mayor importancia en la década del 70. En 1975 durante el gobierno de Isabel Perón, se creó la Asamblea por los Derechos Humanos  -  integrada por miembros de diversos partidos políticos y dirigentes sociales de variadas ideologías  -, con el objeto de hacer frente a las violaciones de los derechos humanos que cometían algunos miembros del gobierno.

A partir del inicio de la última dictadura, y frente a las masivas detenciones, torturas y desapariciones de personas, se conformó en 1976, la organización de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por razones políticas y, un año después, las Asociaciones Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Ambas, iniciaron su actividad reclamando la aparición con vida de sus hijos desaparecidos y de sus nietos nacidos en cautiverio. Lo hacían, y lo hacen aún hoy, todos los jueves en la plaza que les dio su nombre. Reconocidas en la mayor parte del mundo, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo han sufrido en el país la represión de los dictadores y la falta de justicia.

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Del Dr. Juan Fernando Segovia, doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales, investigador del CONICET ( Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas ), profesor de Historia de las Ideas Políticas y del Doctorado de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Mendoza, escritor, en el capítulo El pensamiento político ( 1943 - 1983 ) del libro Nueva Historia de la Nación Argentina, de la Academia Nacional de la Historia, Tomo VII, editorial Planeta S.A.I.C., Buenos Aires, 560 páginas, profusamente ilustrado, año 2001: 

En el peronismo, la ayuda a los necesitados se convirtió en justicia social, cuestión de Estado: ni Estado abstencionista ni sindicalismo revolucionario, sino " dirección racional " de la ayuda popular a través del Estado. La Doctrina Peronista recoge esta idea central de Perón como supresión de la lucha de clases, suplantándola por " un acuerdo justo entre obreros y patrones, al amparo de la justicia que emane del Estado ".

La justicia social poseyó dentro del discurso peronista un sentido renovado: fue una justicia sectorial, debida a una clase social postergada, que impulsaba una política distribucionista de ingresos y beneficios; fue también misión del Estado y de la sociedad el procurarla, no el producto de las voluntades individuales; y, finalmente desplazó los términos del debate de la esfera política a la social, no sólo en el sentido de darle una dimensión social a la ciudadanía, sino además en el de otorgar a la legitimidad política un fundamento material que le venía del servicio al pueblo. Perón solía decir que la justicia social implicaba tres grandes tareas: la elevación de la cultura social de las masas, la dignificación del trabajo y la humanización del capital; advertía que la orientación de esta justicia respondía a un nuevo concepto de Estado en el que el trabajo y la dignidad del trabajador eran elementos fundamentales de la nacionalidad. Los modelos podían ser la experiencia inglesa laborista o el New Deal de Franklin Delano Roosevelt; en todo caso, un Estado social en camino al de bienestar. Por ello el Estado apoyaba las reivindicaciones de los trabajadores, redistribuía la riqueza, dirimía conflictos laborales y, por sobre todas las cosas, procuraba intervenir en todos los problemas sociales y económicos cuando el sistema de libre iniciativa pusiera en peligro los intereses nacionales o generara injusticias o desigualdades. Esta idea escondía una función de disciplinamiento de las masas, porque la justicia social debía ser organizada y no dejada a la anarquía espontánea de ellas; así se entiende la admiración con la que el historiador Manuel Gálvez definió la política social de Perón: " en forma avanzada, dentro del orden, desde arriba y rápidamente ".

Para la concepción peronista, la pobreza no era asunto privado sino cuestión pública, relativa al orden social que debía imponer el Estado, reconociendo los derechos sociales. La liberación integral de los trabajadores y la igualdad social pasan indefectiblemente por el Estado, es decir por Perón, a través de un proceso de centralización de la asistencia y la seguridad sociales. En este juego, la figura de Evita desempeñó un papel fundamental: " abanderada del pueblo ", ella se proclamó " plenipotenciaria espiritual de todos los humildes de mi patria ". Con lo cual venía a ratificarse la desinstitucionalización de la legitimidad: ya no pasaba por los corredores de la vetusta estructura de poder, sino por la dinámica de la consaguinidad, del sentimiento compartido y del lenguaje común que poseían Evita, Perón y el pueblo.

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De Miguel Angel Jubany, poeta y ensayista, compositor, asesor e historiador del tango, fundador de la Academia Nacional de Tango de Rosario, autor del libro Tango - Un lugar en el mundo para nuestra cultura, con prólogos de Horacio Ferrer y José Gobello, editorial de la UNR ( Universidad Nacional de Rosario ), Rosario, 310 páginas, con ilustraciones y fotografìas, año 2003:

De acuerdo al Censo Nacional de 1914 y al historiador y economista Ricardo Ortiz, la estratificación social se daba según el ascenso de sectores medios que provenían de los descendientes de inmigrantes y de la movilidad social interna.

Ricardo Ortiz establece la siguiente diferenciación:

Terratenientes y banqueros, altos funcionarios, grandes comerciantes, etc.: 3,1 %.

Productores agropecuarios, industriales, empleados de la administración pública, profesionales liberales, etc.: 13,6 %.

Pequeños productores agropecuarios, pequeños comerciantes, pequeños industriales, artesanos, etc.: 28 %.

Proletarios y semiproletarios: 55,1 %.

Respecto a esta última franja, es de recordar que por aquellos años se iban constituyendo movimientos sindicales como la FOA ( Federación Obrera Argentina ), en 1901, con control ácrata, que en 1905 adhiere a los postulados del comunismo anárquico. En 1914, la corriente sindicalista que se agrupa en FORA ( Federación Obrera Regional Argentina ), responde a los principios del anarco - sindicalismo. Ya sobre 1922 el socialismo reformista comienza a prevalecer sobre las tendencias anarquistas en el movimiento obrero del país.

Ya entonces el movimiento obrero tenía una larga tradición dentro de un país tan joven. En 1857 se había fundado la Sociedad Tipográfica Bonaerense, de definido tono proudhoniano, y también la Sociedad de Zapateros, de igual tendencia. Ambas de carácter mutual, no pueden ser consideradas aún sindicatos. La huelga organizada en 1879 por la Unión Tipográfica Bonaerense, por habérsele reducido los salarios a sus afiliados, da lugar al primer convenio colectivo de trabajo en la Argentina.

A partir de ese momento la huelga será la herramienta de la larga lucha por la conquista de la reivindicaciones obreras.

Se crearon, en 1881 el Sindicato de Empleados de Comercio; en 1882 la Sociedad Obrera de Albañiles, y ese mismo año, la Unión Obrera de Sastres y la Unión de Oficiales Yeseros.

La llegada al país de Errico Malatesta en 1885 permite la creación de una organización del anarquismo alrededor de su figura y propicia la aparición de sociedades de carpinteros, ebanistas y anexos. En 1887, los socialistas fundan la " Fraternidad ". En 1890 se funda el Comité Internacional Obrero, cuya finalidad era organizar el acto del 1º de Mayo, editar un periódico, y redactar un petitorio para enviar al Congreso de la Nación. En 1891, desde la Federación de los Trabajadores de la Región Argentina, de manera análoga a los partidos obreros europeos, se comienza a propugnar la jornada de trabajo de 8 horas y un descanso semanal de 36 horas corridas.

En 1902 el gobierno responde con la sanción de una ley, cuya autoría pertenece a Miguel Cané, el recordado autor de " Juvenilia ": la Ley de Residencia ( ley 4.144 ) que permite la deportación, sin formación de causa alguna, de los inmigrantes considerados peligrosos, y que es utilizada contra los principales activistas y dirigentes extranjeros.

En 1904 la conmemoración del 1º de Mayo da lugar a una fuerte represión policial. Anarquistas y socialistas habían dividido las aguas. Los anarquistas habían emitido una declaración en la que dejaban sentadas sus diferencias con el socialismo, ya que ellos " no celebran la fiesta del trabajo, porque consideran al trabajo en las condiciones actuales, una esclavitud de la clase proletaria ". La represión sobre los anarquistas lleva al socialista Alfredo Lorenzo Palacios a manifestar en el Congreso de la Nación que los obreros han sido asesinados a mansalva por la espalda.

La situación es de tal gravedad que el historiador y político Joaquín Víctor González, que integra el ala progresista del conservadorismo, presenta un proyecto de un Código de Trabajo que se inspira en el informe del médico Juan Bialet Massé, redactado en colaboración con Enrique del Valle Ibarlucea, José Ingenieros y Leopoldo Lugones. El informe denuncia la explotación, los horarios inadecuados de labor, las tareas insalubres, etc., y Bialet Massé finaliza diciendo: " Renuncio a traer a este informe los numerosos cuadros de miseria que he visto en los conventillos y fuera de ellos ".

En 1909, nuevamente el 1° de Mayo habrá de ser motivo de serios enfrentamientos. Los actos organizados en Plaza Lorea y Plaza Colón por anarquistas y socialistas culminan en una pretendida confluencia de las muchedumbres, lo que da lugar a una feroz represión. Al frente de las fuerzas se encontraba el coronel Ramón Lorenzo Falcón. El anarquista Simón Radowitzky habrá de terminar con la vida del militar y será condenado a reclusión perpetua.

El movimiento obrero se inclinaba por el anarquismo, en tanto el socialismo no lograba despertar una adhesión mayoritaria, tal vez por el tipo de desarrollo de las fuerzas productivas que por entonces caracterizaba al país. La errónea posición ideológica de la dirigencia surgía de querer trasladar las experiencias sindicales de Europa, de manera poco menos que idéntica, a la realidad del país. Habrá de ser entonces, el yrigoyenismo quien exprese al proletariado nacional.

Allá por 1910 ( año del centenario ), además de la situación económico - social, encontramos, según datos del historiador Ernesto Palacios, que además de las pequeñas chacras la casi totalidad del pequeño comercio estaba en manos de extranjeros, principalmente italianos y españoles, y el gran comercio en manos de ingleses, franceses y alemanes. Por entonces sólo la tercera parte de los chacareros distribuidos por todo el país eran propietarios; los restantes eran meros arrendatarios, a quienes el pago de los alquileres les insumía la mayor parte de sus ganancias.

Aquel poderoso país de la 5ta. o 6ta. posición en el concierto mundial, de la dorada fábula, pagaba a niños menores y a mujeres el salario de 1 peso o menos, cuando el kilo de pan costaba 30 centavos. El país que deslumbraba al mundo con sus carnes y sus cereales presentaba los índices más altos de excepción al servicio militar por desnutrición y anemia.

Conjugar este mosaico diverso de intereses y criterios no era en absoluto fácil.

Los tangos que reflejan esta situación revelan, de una manera u otra, la forma en que el pueblo la sufría. Las letras muestran explícitamente este estado de cosas.

Muestran ese trabajar desde que el día comenzaba hasta avanzada la noche, más allá de la anécdota sentimental.

En los versos de Ovidio Cátulo González Castillo, " Caminito del taller ", de 1925, podemos encontrar casi una continuidad, dentro de este tema:

" ¡ Pobre costurerita ! Ayer, cuando pasaste,

envuelta en una racha de tos seca y tenaz,

como una hoja al viento, la impresión me dejaste

de que aquella, tu marcha, no se acababa más.

Caminito al conchabo, caminito a la muerte,

bajo el fardo de ropa que llevas a coser,

quién sabe si otro día como éste podré verte,

pobre costurerita, caminito del taller ".

El tango persiste en este asunto y en el mismo final que aguarda a la protagonista. Indudablemente no todas las costureritas morían de tuberculosis, pero por aquellos años sí sabemos que el mal hacía estragos entre los que, mal alimentados y viviendo en deplorables condiciones, eran fáciles víctimas del flagelo.

En la obra de José de Grandis, " Cotorrita de la suerte ", con letra de Alfredo del Franco, 1927, volvemos a encontrarnos con la misma cuestión:

" Cómo tose la obrerita por la noche,

tose y sufre por el cruel presentimiento

de su vida que se extingue, y el tormento

no abandona a su tierno corazón.

La obrerita juguetona, pizpireta,

la que diera a su casita la alegría,

la que vive largas horas de agonía

porque sabe que a su mal no hay salvación ".

La alternativa estaba.

El tono de reproche que encierran los primeros versos del tango " Margot ", de Celedonio Flores, 1919, revelan, más allá de la situación en que ha caído la mujer, el grado de pobreza del que se trataba de escapar: " Se te embroca desde lejos, pelandruna abacanada,

que has nacido en la miseria de un convento de arrabal ...

Pa ' poder parar la olla con pobreza franciscana,

en el triste conventillo alumbrao a kerosén ".

O del mismo Celedonio Flores, en " Mano a mano ", 1920 :

" ... cuando vos pobre percanta,

gambeteabas la pobreza en la casa de pensión ".

En " Buenos Aires " de Manuel Romero, 1923:

" Y a la salida de la milonga

se oye una nena pidiendo pan,

por algo es que el gotán

siempre solloza una pena ".

En " Talán ... talán ", de Alberto Vacarezza, 1924:

" Talán, talán, talán ...

sigue el tranvía por Tucumán.

Del acoplado en un banco

muy pensativo viaja don Juan,

un criollo viejo que hace treinta años

en las estibas se gana el pan ".

Otra obra de Celedonio Flores, " Gorriones ", de 1926, da cuenta del clima que proviene del ambiente de miseria y privaciones descripto y donde, sin embargo, aunque tristemente, se juega con la idea de superación:

" Nosotros cantamos con nuestra miseria

el himno a los libres del verso sonoro

sin tenerle envidia al canto de histeria

del pobre canario de la jaula de oro.

Nos queman las alas las luces del centro;

por eso el suburbio tranquilo buscamos

y cuando una pena nos talla por dentro

cantamos más tristes pero igual cantamos ".

Esta otra obra, con letra y música de Dante Linyera, que pareciera ser la continuación de la de Flores, también habla del dolor de un gorrión arrabalero, el canillita ( vendedor callejero de diarios ). El tango es " Pajarito ", de 1930:

" Pajarito

no te olvides que con el grito

Prensa, Mundo y La Nación,

por la urbanas arterias,

vas cantando tus miserias

de gorrión.

Canillita chocarrero,

refranero

poeta del callejero

corazón;

mientras tu mamita vela,

canta y vuela,

sólo la asiste y consuela

tu canción.

Mientras ganas tus centavos,

canta bravo,

la canción de los esclavos,

la canción

que en las urbanas arterias

callejeras

vengarás un día tus miserias

de gorrión ".

De 1926 es, también " Qué vachaché ", tango que pertenece en letra y música a Enrique Santos Discépolo:

" Lo que hace falta es empacar mucha moneda,

vender el alma, rifar el corazón.

Tirar la poca decencia que te queda.

Plata, plata, plata ... y plata otra vez ...

Así es posible que morfés todos los días,

tengas amigos, casa, nombre ... lo que quiera vos,

el verdadero amor se ahogó en la sopa,

la panza es reina y el dinero Dios ".

Una cruda ironía campea en todo el tema. Pone en boca de la mujer la cínica filosofía que impone el momento, mientras Discépolo define a la obra como de guiñada.

" Yira Yira ". El autor vuelve sobre el tema pero ya en un tono desesperado, con la angustia que despierta la falta total de solidaridad social. La indiferencia de quienes se encuentran totalmente lanzados al " sálvese quien pueda " que la crisis impone. Corre el fatídico año 1930:

" Cuando la suerte que es grela,

fayando y fayando

te largue parao ...

Cuando estés bien en la vía,

sin rumbo desesperao ...

Cuando no tengas ni fe,

ni yerba de ayer

secándose al sol ...

Cuando rajés los tamangos

buscando ese mango

que te haga morfar ...

La indiferencia del mundo

que es sordo y es mudo

recién sentirás.

Cuando manyés que a tu lado

se prueban la ropa

que vas a dejar ...

te acordarás de este otario

que un día cansado,

se puso a ladrar ".

En " Por qué canto así ", de 1929, Celedonio Flores parece agotar el tema. Penetra hondo y filosamente en la cuestión social. Su letra es de clara denuncia y su tono, de bronca y desesperación. Lleva música de José Razzano. Julio Sosa fue quien más hizo por su difusión años más tarde, recitando los versos sobre el fondo musical de " La Cumparsita ". La orquesta de Leopoldo Federico le ponía marco. Este binomio, cantor - orquesta, eran la excepción que mantenía la vigencia de nuestro tango por aquella época en que medios y grabadoras lo ignoraban. Cantando, con su música original, lo grabó Edmundo Rivero con el acompañamiento de Mario Demarco:

" Porque cuando pibe me acunaba en tangos

la canción materna pa´ llamar el sueño,

y escuché el rezongo de los bandoneones

bajo el emparrado de mi patio pobre.

Porque ví el desfile de las inclemencias

con mis pobres ojos llorosos y abiertos,

y en la pobre pieza de mis buenos viejos

cantó la pobreza su canción de Invierno.

Y yo me hice en tangos,

me fui modelando en odio, en tristeza ...

En las amarguras que da la pobreza ...

En llanto de madres,

en las rebeldías del que es fuerte y tiene

que cruzar los brazos

cuando el hambre viene ...

Y yo me hice en tangos.

porque es bravo, fuerte,

tiene olor a vida,

tiene gusto a muerte ... ".

Nunca más justo y oportuno que reproducir la opinión de Horacio Ferrer respecto al tema y al poeta que estamos tratando:

" Pero obras como " Sentencia ", o " Pan ", " Mala entraña ", " Audacia ", comportan - en conjunto - un verdadero ensayo sobre los sectores más despojados de la comunidad a través de descripciones de personajes y ambientes perfectamente logrados ".

A Francisco García Jiménez le bastan dos versos de su " Barrio pobre " para decirnos de la situación del lugar y de sus habitantes. De 1929 y con música de Vicente Belvedere:

" Barrio ... de mis sueños más ardientes.

Pobre ... cual la ropa de tus gentes ".

Marambio Catán, en su " Acquaforte ", 1931, es otro ejemplo; el autor quizá sólo trate de dar una referencia tangencial, pero se transformó en una cita obligada:

" Un viejo verde, que gasta su dinero

emborrachando a Lulú con su champán,

hoy le negó el aumento a un pobre obrero

que le pidió un pedazo más de pan ".

Enríque Cadícamo, con " Al mundo le falta un tornillo ", aporta una sugestiva crónica del año 1932. Lleva música de José María Aguilar:

" Todo el mundo está en la estufa,

Triste, amargao, sin garufa,

neurasténico y cortao ...

Se acabaron los robustos ...

y hasta yo que daba gusto

¡ cuatro kilos he bajao !

Hoy no hay guita ni de asalto

y el puchero está tan alto

que hay que usar un trampolín ...

si habrá crisis, bronca y hambre

que el que compra diez de fiambre

hoy se morfa hasta el piolín ... ".

La falta de trabajo, la dimensión brutal de la crisis, se ve reflejada en los patéticos versos de Celedonio Flores en su tango " Pan " de 1932 ( plena crisis ), que lleva música de Eduardo " Chon " Pereyra:

" Sus pibes no lloran por llorar

ni piden masitas,

ni dulces, ni chiches, ¡ Señor !

Sus pibes se mueren de frío

y lloran hambrientos de pan.

La abuela se queja de dolor,

doliente reproche que ofende a su hombría.

También su mujer,

escuálida y flaca,

en una mirada

toda la tragedia le ha dado a entender.

¿ Trabajar ? ¿ Adónde ? Extender la mano

pidiendo al que pasa limosna ¿ por qué ?

Recibir la afrenta de un " perdone, hermano "

él que es fuerte y tiene valor y altivez ...

Se durmieron todos. Cachó la barreta,

se puso la gorra dispuesto a robar.

Un vidrio, unos gritos, ¡ Auxilio ! ... ¡ Carreras !,

un hombre que llora y un cacho de pan ".

La huelga aparece reflejada en este tango de Mario Battistella con música de Enrique Delfino. No sólo pinta la situación del trabajador, sino también la respuesta represiva por parte de quienes detentan el poder. " Al pie de la Santa Cruz ", data de 1933:

" Declaran la huelga,

hay hambre en las casas,

es mucho el trabajo

y poco el jornal.

Y en ese entrevero

de lucha sangrienta

se venga de un hombre

la ley patronal.

Los pies engrillados,

cruzó la planchada ...

La esposa lo mira,

quisiera gritar,

Y el pibe inocente

que lleva en los brazos

le dice llorando:

" Yo quiero a papá ".

También de 1933 es el tango de Arquímides Arci, " Consejo de oro ", y le pertenece en letra y música:

" Yo era un purretito cuando murió mi viejo;

fue tanta la miseria que mi viejita y yo

comíamos llorando el pan amargo y duro

que en horas de miseria mi mano mendigó.

Mi pobre viejecita, lavando la ropa ajena,

quebraba su espinazo al pie del piletón

por míseras monedas con que calmaba apenas

las crueles amarguras de nuestra situación ".

A través del tono melodramático de sus versos, se puede inferir fácilmente la falta de leyes sociales que cubrieran a estos seres que, queda de manifiesto, no contaban con ningún tipo de protección legal ni social.

Hasta los versos de Alfredo Le Pera, " como al pasar ", trasuntan, a manera de paisaje, el ambiente y las condiciones del arrabal. Un tango de 1934 que lleva música de Carlos Gardel, " Arrabal amargo ", sintetiza:

" Arrabal amargo

metido en mi vida

como la condena

de una maldición.

Tus sombras torturan

mis horas de sueño.

Tu noche se encierra

en mi corazón.

Con ella a mi lado

no vi tus tristezas,

tu barro y miserias,

ella era mi luz ... ".

También de 1934 son los reveladores versos de " Quien más, quien menos ", de Enrique Santos Discépolo. La terrible realidad acaba con los sueños:

... " Novia querida, novia del ayer

qué ganas tengo de llorar nuestra niñez,

quien más quien menos pa´ mal comer

somos la mueca de lo que soñamos ser ".

Dura y difícil época es la que se inicia con el crack financiero de 1929 en la bolsa de Nueva York. El efecto dominó que desata se propaga a los confines del mundo. Argentina no es la excepción; muy por el contrario, el carácter dependiente de su economía la tornaba, una vez más, muy frágil y expuesta. El cimbronazo se haría sentir en toda su magnitud en los años sucesivos.

El 6 de septiembre de 1930, el general José Félix Uriburu derrocó al gobierno de Hipólito Yrigoyen. Comenzaba una época conocida históricamente como " La década infame ".

El país se vio sumergido en una crisis que se expresaba con desocupación, hambre, suicidios, quebrantos, fraude patriótico, estafas y situaciones que comprometían el comercio exterior y a sus beneficiarios directos, obligados a pactar con los centros de poder en condiciones de la mayor ignominia.

En ese tiempo el hombre se queda solo de toda soledad y, según el historiador y filósofo Raúl Scalabrini Ortiz, espera.

Enrique Santos Discépolo lograría reflejar el momento con un profético tango que mantendrá su vigencia, " Cambalache ", prohibido en Argentina durante todos los golpes de Estado. Gustavo Martínez Zuviría, ministro de Educación, prohibió el lunfardo y los voseos del tango. Tal medida fue derogada por el presidente Juan Domingo Perón, luego de una entrevista con Discépolo. Fue compuesto para la película " Alma de bandoneón ", estrenada en 1935:

" Que el mundo fue y será una porquería,

ya lo sé ...

¡ En el quinientos seis

y en el dos mil también !

Que siempre ha habido chorros,

maquiavelos y estafaos,

contentos y amargaos,

valores y dublé ...

Pero que el siglo XX

es un despliegue

de maldá insolente

ya no hay quien lo niegue.

Vivimos revolcaos en un merengue

y en mismo lodo

todos manoseaos ...

Hoy resulta que es lo mismo

ser derecho que traidor,

¡ Ignorante, sabio, chorro,

generoso o estafador !

¡ Todo es igual !

¡ Nada es mejor !

Lo mismo un burro

que un gran profesor.

No hay aplazaos ni escalafón,

los inmorales nos han igualao.

Si uno vive en la impostura

y otro roba en su ambición,

¡ da lo mismo que sea cura,

colchonero, Rey de Bastos,

caradura o polizón ! ...

¡ Qué falta de respeto,

qué atropello a la razón !

¡ cualquiera es un señor !

¡ cualquiera es un ladrón !

Mezclao con Stavisky

va Don Bosco y La Mignón,

Don Chicho y Napoleón,

Carnera y San Martín ...

Igual que la vidriera irrespetuosa de los cambalaches

se ha mezclao la vida,

y herida por un sable sin remaches

ves llorar la Biblia

junto a un calefón ...

¡ Siglo XX, cambalache, problemático y febril ! ...

El que no llora no mama y el que no afana es un gil.

¡ Dale nomás !

¡ Dale que va !

¡ Que allá en el Horno nos vamo a encontrar !

¡ No pienses más,

sentate a un lao,

que a nadie importa

si naciste honrao !

Es lo mismo el que labura

noche y día como un buey,

que el que vive de los otros,

que el que mata, que el que cura,

o está fuera de la ley.

*     *     *

De Oscar del Priore, locutor y conductor radial, miembro fundador de la Academia Nacional del Tango, erudito en el tema, musicógrafo, productor discográfico, escritor, autor del libro El Tango - De Villoldo a Piazzolla y después, ediciones Manantial S.R.L., Buenos Aires, 190 páginas, con numerosas fotografías e ilustraciones, año 1999:

En el año 1953 viajó a Buenos Aires Ranko Fujisawa, la más famosa cantante japonesa de tangos, como turista, pero en Buenos Aires fue invitada a cantar, y lo hizo acompañada por el mismísimo maestro Aníbal Troilo en el Teatro Discépolo, y ante la atenta presencia del presidente Juan Domingo Perón. Ranko volvería a Buenos Aires varias veces más.

En 1954 viaja a Japón la primera orquesta argentina e inicia una caravana que integrarán con el tiempo varios de los más prestigiosos artistas argentinos. El primero fue Juan Canaro, hermano de Francisco, con su orquesta, los cantantes María de la Fuente y Héctor Insúa y los bailarines Julia y Lalo Bello. La hermosa historia del amor japonés por el tango continúa en la actualidad, con la permanente actuación de artistas argentinos en ese país.

Hay una gran afición tanguera en Japón. Existen clubes de tangos, los artistas argentinos son permanentemente contratados para actuar y la edición de discos de tango es allí mayor que en la Argentina. Un fenómeno de no fácil comprensión, que una cultura tan singular como la japonesa tenga una afinidad tan grande con una música como el tango.

Cuentan que en el año 1920 un aristócrata japonés, el barón Tsunami Megata, viajó a Francia, donde conoció el tango al escuchar la orquesta de Manuel Pizarro, un argentino que se hallaba en París. El barón Megata aprendió a bailar el tango, volvió a Japón y llevó la novedad: varios discos y lo que había aprendido. Enseguida sus amigos se interesaron por el tango, y fue Megata quien enseñó a bailarlo y se preocupó por la edición o importación de discos de tango en el lejano país. Sus andanzas han quedado plasmadas en unos versos que escribió el poeta Luis Alposta, que con música de Edmundo Rivero se transformaron en un tango que ha sido grabado y editado en Japón.

 

*     *     *

De Makiko Yamamoto, aristócrata japonesa, descendiente de samurai y nieta de un almirante de la Marina Imperial que fue dos veces primer ministro de Japón, traductora del libro La razón de mi vida al idioma japonés:

Llegué a la Argentina a principios de la década del ´50, muy fascinada por la figura de Eva Perón. De allí que me propusiera traducir al japonés La razón de mi vida, la autobiografía de Evita.

Desde mi remota tierra natal, siempre observé con admiración la obra maravillosa del general Perón y su esposa Evita, y me vine aquí impulsada con el irresistible deseo de apreciarla con mis propios ojos.

Soy oriunda de Kagoshima, Kyushu, en el sur de Japón, y llegué a la Argentina acompañada por mi hijo Mamoru.

El tango era otra de las razones de mi cariño por la Argentina. Escuchando grabaciones discográficas que llegaban a Tokio había aprendido lo poco que sabía del idioma español al llegar a Buenos Aires. Una noche, en una sala de la Galería Güemes de la calle Florida, conocí al violoncelista Ricardo Francia, integrante de la orquesta del cantante Héctor Pacheco, voz consagrada por Osvaldo Fresedo, y nos hicimos muy amigos.

Mi mayor anhelo fue traducir La razón de mi vida al idioma de mi país. A fuerza de perseverar en mis esfuerzos y con la ayuda de un periodista del periódico La Plata Hochi, el diario de la colectividad japonesa en la Argentina, capítulo tras capítulo, llegué a volcar toda la emoción de mi espíritu vivamente impresionado por la grandeza del alma de Evita.

*     *     *

De Horacio Salas, poeta, ensayista, conferencista, condecorado por el gobierno de Francia con la Orden de Caballero de las Artes y las Letras, escritor, autor del libro titulado El Tango, editorial Planeta S.A.I.C., Buenos Aires, 386 páginas, año 1995:

Más que un cantor, Alberto Castillo ( Alberto Salvador De Lucca, 1914 - 2002 ) es un símbolo. Acaso sin proponérselo, buscó una ubicación en la que no importaba tanto su capacidad vocal como su carácter emblemático. Aunque cantaba desde 1934, durante sus años de estudiante de medicina ( obtuvo el título de médico, para después especializarse en ginecología ), su debut profesional se produjo en 1939, al ser contratado por la orquesta Los Indios, capitaneada por el odontólogo y pianista Ricardo Tanturi. Los advertidos encontraron en Alberto Castillo una voz de buena afinación y un tono cachador, zumbón, un arrastre en el fraseo y una exageración gestual que lo alejaba de los estereotipos al uso, y lo miraron con simpatía. Al menos era distinto del cúmulo de imitadores de Carlos Gardel que proliferaban desde el accidente de Medellín. Al desvincularse de Ricardo Tanturi en 1944 para formar su propio conjunto, dirigido sucesivamente por Emilio Balcarce, Enrique Alessio y Angel Condercuri, Castillo encontró su manera definitiva. Recargó trazos, remarcó los aspectos distintivos de su vestuario, y luego, al convertirse en actor cinematográfico, subrayó los aspectos de su fonética conversacional, como antes lo había hecho Carlos Gardel al acentuar las cadencias arrabaleras de su discurso.

Castillo asumió un rol paradigmático. En lugar de pretender reflejar la realidad, mostrarse como un universitario que cantaba, y consecuentemente, en el mejor de los casos, atildar su vestuario de acuerdo con los cánones burgueses, eligió el camino del desclasamiento. Se " disfrazó ". Vistió trajes azules de telas brillantes, con anchas solapas cruzadas que llegaban casi hasta los hombros, el nudo de la corbata cuadrado y ancho, en contraposición a las pautas de la elegancia que lo aconsejaban ajustado y angosto. El saco desbocado hacia atrás y un pañuelo sobresaliendo exageradamente del bolsillo. El pantalón de cintura alta y anchas botamangas completaba el atuendo, que era más desafío que vestimenta. Desde otro ángulo, el boxeador José María Gatica se exhibía de manera parecida en abierta oposición a las normas del buen gusto pequeño - burgués. Era ropa emparentada con la moda que había inventado el dibujante Guillermo Divito en las páginas de la revista " Rico Tipo ". Desde la oligarquía, el plumín del creador de historietas famosas como El otro yo del Dr. Merengue o Falluteli remarcaba trazos como si tratase de un espejo deformante y caricaturesco. En la vereda de enfrente, tanto Castillo como Gatica asumían el papel de prototipos de los marginales que habían producido el 17 de octubre de 1945. Y aunque en realidad nadie se vestía como ellos, al llevar el vestuario al grotesco transformaban el desparpajo en agresión.

En el cantor esta tendencia se advierte en un simple repaso de sus letras. Castillo se burla de la burguesía y de las medidas pautas de los sectores medios. El proletariado y los marginales que llegan al poder junto con el ascenso del peronismo ya no necesitan imitar a otra clase para disimular el origen. Por el contrario, están orgullosos de ellos mismos.

A comienzos del siglo XX los visitantes extranjeros se asombraban del cuidado que ponían los obreros para no parecerlo. Federico Rahola y Trémols, político, industrial y economista español, anotaba en su Impresiones de un viaje a la América del Sud, Tipografía " La Académica " de Serra Hermanos y Russell, 487 páginas, aparecido en Barcelona en 1904: " Los obreros con ser muchos, no usan indumentaria especial que los hace resaltar en las vías de las otras ciudades. La población ofrece un tipo marcadamente burgués ". De la misma manera señala James Scobie en Buenos Aires - Del centro a los barrios ( 1870 - 1910 ), editorial Solar - Hachette, Buenos Aires, 368 páginas, año 1977, que los coches obreros que se acoplaban a los tranvías del inicio de la jornada y de la tarde para el regreso de los trabajadores a los barrios y en los que se cobraba medio pasaje prácticamente vacíos, porque muy pocos aceptaban su estrato proletario.

A mediados de la década del 40 los trabajadores, en vez de disimular su condición de tales, revalorizan su sitio en la sociedad. Cuando el antiperonismo bautiza " cabecitas negras " a los inmigrantes del interior, por el color de su cabello y de su piel, en lugar de sentirse agredidos reivindican la ofensa con orgullo de su origen. Evita Perón, que comprende la relación verbal, devuelve el calificativo despectivo y aquellos que para la " gente fina " eran los " grasas ", en el discurso de la que sus seguidores llaman " la Abanderada de los obreros ", se transforman en el cariñoso " mis queridos grasitas ".

A despecho de su paso por las aulas universitarias, de haber llegado a ser M´ hijo el doctor, al decir del dramaturgo Florencio Sánchez, Castillo prefiere ser un ídolo, el representante de una clase que hasta ese momento había estado marginada y comienza a emerger. Pero lo hace desde el sitio del observador intuitivo, no desde el del militante político, que no lo es.

La posición servil ante la oligarquía se advierte hasta en los títulos de los tangos de la Guardia Vieja, o en el elogio a la patota de niños bien que significa el tango " La indiada ", que llegó a entonar Carlos Gardel, o en " Viejo coche ", donde un play boy del Centenario evoca su generosidad con el cochero y explica:

  De mis pichas te pasaba

aquellas que ya no usaba.

Toda ropa de valor.

Si una fija me corría

muchas veces, si podía,

te llevaba un ganador.

Donde quiera que paraba

a tomar te convidaba

a mi lado un copetín ...

  O el elogio a la elegancia del Payo Roqué escrito por Cadícamo:

Dicen que fue allá por su juventud

un gran señor del Buenos Aires de ayer

que engalanó las puertas del Jockey Club

y en el ojal, siempre llevaba un clavel.

Apellido distinguido, gran señor en las reuniones,

por su pinta suspiraban y conquistaba los corazones.

  Estos ejemplos encuentran su contrapartida en buena parte de los temas que integran el repertorio de Alberto Castillo.

Frente a la obsecuencia, opta por la burla, en " Así se baila el tango " de Elizardo Martínez Vilas y Elías Randal, 1942 ):

¡ Qué saben los pitucos, lamidos y shushetas !

¡ Qué saben lo que es tango, qué saben de compás !.

Aquí está la elegancia. ¡ Qué pinta ! ¡ Qué silueta !

¡ Qué porte ! ¡ Qué arrogancia ! ¡ Qué clase pa´ bailar !

  Castillo recalca sus gestos al extremo de aferrarse al micrófono, que hasta ese momento era un parante estático que nadie se atrevía a quitar de su sitio. En él, los ademanes son desplantes; para enfatizar ciertos temas, hace bocina con las manos, pero en lugar de rodear la boca con las palmas, como el gesto corriente, lo hace con el dorso cruzando el rostro, con lo cual el ademán resulta caricaturesco. Llega a imitar el saludo de Juan Domingo Perón desde los balcones de la Plaza de Mayo, pero en vez de alzar los brazos en un gesto amplio, que compromete todo el cuerpo, reduce su ámbito gestual y se limita a enmarcar su cara con los dorsos de las manos. Además, y como para que no haya dudas sobre su adscripción al proletariado, recurre ( lo cual no implica necesaria adhesión al gobierno ) como característica de sus presentaciones a una cuarteta definitoria:

Yo soy parte de mi pueblo

y le debo lo que soy.

Hablo con su mismo verbo

canto con su misma voz.

Y así mientras se lo tilda de " arrabalero ", " chabacano " o " payaso ", él se convierte en verdadero ídolo.

No faltan los que buscan un modelo foráneo y lo comparan con Al Jolson, protagonista de la primera película sonora, El cantor de jazz, quien se disfrazaba de negro para sus presentaciones, pintándose el rostro y enfundándose guantes blancos. Ambos  -  es verdad  -  practican un arrastre alejado de las pautas de la " gente fina ", y sus exagerados ademanes los relacionan; ambos asumen un rol ajeno, y se han convertido en ídolos de sectores sumergidos de sus respectivas sociedades.

La historias que canta Alberto Castillo, tanto las nuevas composiciones como las que exhuma entre antiguos tangos, parecen tener un común denominador: nacionalismo, asunción de su carácter clasista y fanatismo tanguero, lo que quedaría englobado en su enfrentamiento con la burguesía, de la que no vacila en burlarse. El tango es bueno en la medida en que es la música preferida por el pueblo, y sus ídolos lo son no sólo por sus virtudes intrínsecas, sino también porque han sido elegidos popularmente. Lo cual de paso es narcisismo y autojustificación del lugar que ostenta en las preferencias populares.

En las letras que adopta para su repertorio, Castillo elogia al tango por ser un producto nacional, por su riqueza temática y por la pluralidad de enfoques que permite su estructura. Lo puntualiza. " Pa´que se callen ", tango de José María Suñé y Raúl Kaplún, 1942 :

Que bailen, los que vienen a bailar.

Que escuchen, lo que quieran escuchar ...

Pa´todos hay un tango acompasado

pretencioso y retobado

reinando en mi ciudad.

  Y sigue más adelante:

  Pa´que se callen los que andan divulgando

que el tango es triste, que es danza y son del fango.

Pa´que se callen, le voy pasando el dato:

el tango es danza triste, pero es canción de rango.

Pa´que se callen le mando en dos por cuatro

esta cadencia viril que se hace tango.

Si son sensibles, verán que no es del fango

aquel que envuelve en tangos su corazón.

Como una definición rescata los viejos versos de Francisco García Jiménez:

Barrio, barrio pobre, estoy contigo ...

Barrio de mis sueños más ardientes.

Pobre, cual ropa de tu gente,

para mí, guardabas toda la riqueza,

y lloviznaba la tristeza,

cuando te dí mi último adiós.

  En cambio, en " Che Pituca ", de Rogelio Ferreyra y Enrique Cadícamo, 1930, le canta a una:

  Niña bien de apellido con ritornello,

que tenés zenza grupo figuración,

que parecés por todo su venticelo,

la sucursal del Banco de la Nación.

Que estás comprometida con Albertito,

un elegante yatchman del Tigre Club,

que tiene un par de anchoas por bigotito,

y pa´ batir ¡ araca ! dice mondiú.

Che Pituca, quien tuviera la alegría,

de tener una alcancía, como la de tu papá,

y un anillo, con la piedra incandescente

de esos que usa indiferente

pa´entrecasa tu mamá.

para concluir con una resentida profecía:

  Che Pituca, no derrochés los canarios,

que a tu viejo el millonario, lo voy a ver al final,

con la bandera a media asta,

cuidando coches a " nasta " 

en alguna diagonal.

  En este caso a Castillo ni siquiera le preocupa utilizar un lenguaje arcaico. Cuando él graba este tema, a mediados de la década del 50 ya no existían los coches de tracción animal, y los " canarios ", como se denominaba desde comienzos del siglo XX a los billetes de 100 pesos ( por su coloración amarilla ) también habían dejado de circular hacía tiempo. Pero el anacronismo era válido en la medida en que le servía como instrumento de agresión clasista.

El mismo esquema se reitera no ya en lo social sino en lo geográfico, en " Aquí hace falta un tango ", Teddy Peiró, 1950, cuando tras enumerar los motivos de su deslumbramiento por Nueva York ( letreros enormes que ocupan diez pisos, casas que tienen mil metros de altura, o más irónicamente: te inventan de todo para hacer más fiaca: aquí todo marcha a electricidad ), no puede con su nostalgia y como una manera de superarla y al mismo tiempo de reafirmar su identidad, opina que:

  Sin embargo, hermano, para serte franco,

le falta una cosa a esta gran ciudad ...  

Aquí hace falta, hermano,

algo de Buenos Aires.

Aquí hace falta un tango,

pero un tango, me entendés.

Hacéme la gauchada,

te lo suplico, hermano,

mandame " Mano a mano "

grabado por Gardel.

  En los años 50, Castillo introdujo la variante de presentarse con un grupo de negros candomberos que bailaban y lo acompañaban con el sonido de los parches cada vez que entonaba un tema del folclore americano en su versión rioplatense. En estas interpretaciones, sus movimientos pélvicos de vaivén eran muy festejados por el público, y provocaban las quejas de los puritanos.

A pesar de que Alberto Castillo había filmado varias películas fuertemente taquilleras  -  Adiós Pampa mía ( 1946 ), El tango vuelve a París ( 1948 ), Un tropezón cualquiera da en la vida ( 1949 ) ( las tres dirigidas por Manuel Romero ) y Alma de bohemio y Por cuatro días locos, realizadas por Julio Saraceni en 1949 y 1953 respectivamente  -, su arraigo popular comenzó a languidecer hacia mediados de la década del 50, en coincidencia con la caída del régimen peronista. Acaso su éxito se cortó de forma abrupta, igual que el proyecto político del cual era un reflejo. Trunco el desarrollo del modelo social que los había engendrado, también quedaban truncos sus productos. Alberto Castillo había sido  -  acaso sin deliberación  -  uno de los más típicos. El retorno al poder de la " gente fina y educada " habría de cerrar las puertas a los modelos extravertidos, eufóricos, groseros, de la década anterior. Junto con el peronismo había que desterrar sus formas. Una clase insegura como la pequeña burguesía no podía soportar a quienes en lugar de ocultar su estrato social ostentaran su clase con orgullo e instituyeran sus propios modelos. En ese contexto Alberto Castillo no podía subsistir como paradigma.

Tiempo después, en 1993, un casi octogenario y retirado Alberto Castillo vuelve a grabar su éxito " Siga el baile " junto al grupo de ska " Los Auténticos Decadentes ", ganándose a la juventud de fines del siglo XX, tal como lo había conseguido con la de la década del 40.

Alberto Castillo falleció el 23 de julio de 2002 y su cuerpo reposa en el Cementerio de la Chacarita, Buenos Aires.

Julio Sosa. Uruguayo, nacido en la localidad de Las Piedras en el año 1926.

Llegó a Buenos Aires en 1949, tras una fugaz vinculación con la orquesta de Joaquín Do Reyes se presentó en la agrupación de Enrique Mario Francini y Armando Pontier. En 1953 pasó a la de Francisco Rotundo; dos años después volvió a cantar con Pontier, ya separado de Francini, y en 1958 se convirtió en solista con el apoyo orquestal de Leopoldo Federico. Su ascensión fue rápida y se encontraba en el pico más alto de su notoriedad cuando murió al estrellarse su coche contra un semáforo en la zona norte de Buenos Aires, 26 de noviembre de 1964. Tenía solamente 38 años de edad. El impresionante cortejo fúnebre, que recordó al del propio Carlos Gardel, mostró su arraigo popular.

Julio Sosa encarnó, antes del renacimiento tanguero de fines de los 60 protagonizado por Edmundo Rivero, Roberto Goyeneche y Astor Piazzolla, un adelanto de lo que habría de ocurrir en los años siguientes. El público seguía en busca de una voz diferente y se encandiló con el acento recio de un cantor que sabía adecuarse tanto a los versos dramáticos como a los humorísticos. Julio Sosa significaba el rescate de los viejos valores varoniles del tango, del personaje que sufre sin quejas aunque el saldo sea desfavorable.

Así buscó protagonistas signados por experiencias vitales. En " Tarde ", letra y música de José Canet, 1947:

  De cada amor que tuve tengo heridas,

heridas que no cierran y sangran todavía.

Error de haber vivido ciegamente,

buscando inútilmente la dicha de mis días.

Tarde me dí cuenta que al final,

se vive igual mintiendo.

Tarde comprendí que mi ilusión,

se marchitó queriendo ...

  O en " La gayola ", de Armando Tagini y Rafael Tuegols, 1927:

Me encerraron muchos años en la sórdida gayola

y una tarde me libraron ... pa´mi bien ... o pa´mi mal ...

Fui vagando por las calles y rodé como una bola ...

Por tomar un plato ´e sopa ¡ cuantas veces hice cola ! ...

Las auroras me encontraron atorrando en un umbral.

  Otros éxitos de esa línea fueron " Viejo smoking ", de Celedonio Flores y Guillermo Barbieri, 1930, y " Amurado " de José De Grandis y Pedro Maffia - Pedro Laurenz, 1927:

¡ Si me viera ! ¡ Estoy tan viejo !

¡ Tengo blanca la cabeza  ! 

¿ Será acaso la tristeza

de mi negra soledad ?

Debe ser, porque me cruzan

tan fuleros berretines 

que voy por los cafetines

a buscar felicidad.

  En el aspecto político, así como Alberto Castillo había sido el cantor emblemático del peronismo en el poder, Julio Sosa fue el arquetipo de dicho movimiento durante la proscripción. Aunque su ideología no era explícita: se traducía en gestos, en guiños, en complicidades silenciosas. Le bastaba, por ejemplo, con levantar los brazos e imitar la sonrisa del líder justicialista exiliado en el momento en que entonaba un viejo tema de Enrique Cadícamo y José María Aguilar, " Al mundo le falta un tornillo ", 1933, para que el público estallara en aplausos:

Al mundo le falta un tornillo,

¡ que venga un mecánico,

pa´ ver si lo puede arreglar !

  Había un acuerdo tácito entre cantor y seguidores y ese entendimiento fue el que provocó que una multitud con pancartas y cantos partidarios, acompañara su cadáver al cementerio de la Chacarita.

No era excesivamente afinado, y las orquestaciones de Leopoldo Federico estaban destinadas a su exclusivo lucimiento. Pero Julio Sosa no necesitaba más. Había exhumado viejos tangos de los años 20, se había atrevido a cantar las melodías de Carlos Gardel y dosificaba sus entregas con algunas creaciones de la generación del 40. Sus seguidores buscaban una voz y un tango que no pretendieran moverse de los cánones clásicos. Sosa cumplió brindando un estilo sin complicaciones formales. La temática se adecuaba a la melancolía, al concepto del honor y de la virilidad de los antiguos hombres del suburbio.

Julio Sosa fue el último cantor al viejo estilo. Con su muerte, en forma rezagada, también se cerraba una época.

 

*     *     *

De Omar Bello, periodista, filósofo y publicista:

    " El día antes de morir, Juancito vino a buscarla a la noche para llevársela, pero Marta no quiso dejar a su madre sola. El le decía que tenía que irse del país, que no podía esperar ... ". Quien cuenta estas dramáticas alternativas de la última noche de Juan Duarte es Edith Ysetta, amiga y confidente de Marta Luisa Mazzolini, la que fuera la pareja oficial de Juancito, el hermano de Evita.

La película " Ay, Juancito " ( Héctor Olivera, año 2004 ) y casi todos los textos que cuentan la biografía de Juan Duarte se encargan de resaltar su perfil de tarambana y amante de la vida licenciosa y que incluyó sonados romances; entre los más famosos aquellos que tuvo con las actrices Fanny Navarro y Elina Colomer. Sin embargo, el hombre que apareció muerto nueve meses después del fallecimiento de su hermana Evita, tuvo una novia a la que recurrió en busca de ayuda la noche anterior a su muerte. A pesar de sus múltiples affaires con figuras del espectáculo y vedettes, que le valieron el apodo de " Lux " ( porque 9 de cada 10 estrellas salían con él ), Juan Duarte nunca se separó de Marta Luisa Mazzolini; mujer que, a los ojos de Evita, era su verdadera noviecita y futura esposa.

El sobrino de Marta, Edgardo Mazzolini, recuerda que su tía y Evita fueron grandes amigas; todavía recuerda las caricias que, siendo un nene, la esposa de Perón le dedicó en el famoso despacho donde atendía a los necesitados.

Las razones por las que Marta permaneció en la oscuridad durante décadas son simples: su cerrada negativa a hablar sobre Juan. No sólo se negó sistemáticamente a dar entrevistas, ella era muy reservada con su propia familia. Tan así fue que no es fácil conseguir un testimonio o  una foto de ella. Junín, la ciudad en la que Evita vivió su adolescencia y de la cual partió hacia Buenos Aires, guarda muchos misterios relacionados a los Duarte.

Edith Ysetta habló porque, ya fallecida su gran amiga Marta, se sintió liberada y consideró que esa gran historia de amor merecía ser conocida por todos:

                                                                                                                                                                                                " A Marta, Juan le había hecho el primer chalet de la avenida San Martín ( una de las principales de Junín ). Después de la muerte de su madre, terminé comprándoselo a Marta, esa casa había quedado grande para ella. La casa tenía muchísimas fotos de Evita. Hace poco tiempo se secó el tilo de la vereda, que fue el primer tilo de la avenida. Originalmente tuvo tres frentes, los lotes linderos también fueron de Juancito en un momento. Después se vendieron ".

Muchos viejos pobladores de Junín aseguran que, a partir de la muerte de Evita, la visitas de Juan a la ciudad se fueron espaciando: todos coinciden en que se lo veía muy desmejorado. Esos nueve meses que Juancito sobrevivió a su hermana resultaron un verdadero calvario para él. Acorralado por una sífilis avanzada y descuidada, según aseguran sus biógrafos, convertido en un símbolo de la corrupción, y rechazado por el propio Perón quién llegó a decir por radio: " Aunque sea mi propio padre irá preso, porque robar al pueblo es traicionar a la Patria ", Juan Duarte entró en una espiral de decadencia imparable.

" Con el tiempo yo le pregunté a Marta por qué no se había ido con él si lo había esperado toda la vida. Su respuesta fue que no podía abandonar a su madre de un día para el otro ", asegura Edith.

Ahora bien, ¿ se suicidó o fue asesinado ? Aunque para la historia oficial se trató de un suicidio, el imaginario popular y " la Libertadora " le atribuyeron su muerte al general Perón. Las confesiones de Marta Luisa Mazzolini son trascendentes porque hablan de un Juan Duarte desesperado. Independientemente de que todos los suicidios son misteriosos, la pregunta es:

¿ Por qué un hombre que está pensando en matarse viaja trescientos kilómetros para pedirle a su novia que lo ayude. La imagen de un Juancito recorriendo la distancia que separa a Junín de Buenos Aires en busca de su amada no coincide demasiado con el estereotipo del tarambana acabado que se pega un tiro en la soledad de su casa. En una de esas, las palabras que dijo doña Juana, la madre de Evita y Juancito, en el entierro de su hijo, sean algo más que una metáfora: " ¡ Asesinos ! Me han matado a otro de mis hijos ".

Al hablar con los vecinos de Junín que todavía viven y conocen la historia, es evidente que mucho de lo que se cuenta de la familia Duarte, especialmente de Juan, está tergiversado. Lejos de ser un chico de campo que se encandiló con las luces de la gran ciudad, Juancito era desde muy joven un hombre de mundo que, a pesar de sus magros ingresos como corredor de una empresa de jabones, vestía y trataba de vivir a la manera de un dandy.

Edgardo Mazzolini asegura que el día de la muerte de Juan Duarte fue terrible para su tía; Marta viajó a Buenos Aires pensando que su novio estaba enfermo, recién al llegar le avisaron de su deceso.

" Marta era muy bella, tenía un hermoso cabello platinado y no se casó nunca ... ", sigue Edith. La que alguna vez fue considerada la mujer más bonita de Junín, pasó el resto de su extensa vida recordando a su gran amor y, en cierto sentido, acosada por el remordimiento. ¿ Qué hubiera pasado si esa noche dejaba todo y se iba con él ? ¿ Lo hubiera salvado ? Se trata de una cruz pesada que no le desearíamos ni a nuestro peor enemigo.

Si no se suicidó, ¿ quién o quiénes pudieron haberlo matado ? Las suposiciones son varias. Desde el mismísimo Perón o gente de su entorno, hasta sus enemigos que quisieron " tirarle un muerto " al peronismo cuando éste comenzaba a decaer.

Lo único concreto es que esa visita nocturna a su verdadero amor pone un manto de duda real sobre el destino de Juan Duarte; personaje que, al igual que su hermana Evita, sufrió vejaciones después de muerto: su cadáver fue decapitado por la llamada " Revolución Libertadora ", y su cabeza exhibida sobre una bandeja a manera de prueba del crimen; la actriz Fanny Navarro habría sido interrogada ante la cabeza de Juancito; crueldad que la empujó a la locura.

Para redondear el perfil novelesco de toda esta saga que forma parte de lo más oscuro y turbio de nuestra historia contemporánea, María Luisa Mazzolini, imitando a las heroínas románticas, pidió ser enterrada con una foto de Juan Duarte en su cajón. Habían pasado más de 50 años y Marta aún lo seguía amando a Juancito.

*     *     *

Del Lic. Gustavo Marangoni, licenciado en Ciencias Políticas y vicepresidente del Banco Provincia de Buenos Aires:

  La mayoría de los seres humanos aspiramos a una " vida tranquila ". Ambicionamos la felicidad de las pequeñas cosas intentando no alejarnos demasiado de las convenciones, de lo " socialmente correcto ". Buscamos lo conocido porque queremos encontrar previsibilidad, seguridad, reconocimiento. Procuramos desechar riesgos, construir certidumbres, progresar por senderos ya caminados, adaptarnos sin exponer demasiado lo que consideramos valioso.

Sin embargo, la sociedad en que vivimos, la historia que transitamos, aquello que nos ayudó a ser lo que somos, no fue construido por personas comunes. La paradoja está en que necesitamos individuos extraordinarios para avanzar y fundar nuevas realidades que creen el marco adecuado para desarrollar nuestros sueños más modestos.

También requerimos modelos para admirar, para interpretar, para debatir al calor de sus vidas nuestras propias pasiones. En la Argentina de hoy, Evita nos sigue ayudando vitalmente en esas tareas. Su legado nos interpela, nos expone las luces y sombras colectivas y personales. Porque Evita fue, a la vez, común y extraordinaria. ¿ Cómo explicar sino que esa hija bastarda, actriz a fuerza de voluntad más que de talento, enamorada de un coronel políticamente incorrecto, intrusa en una estructura de poder hegemonizada por hombres, sensible hacia el sufrimiento ajeno hasta el agotamiento, haya alcanzado en pocos años la categoría mítica reservada sólo para unos pocos ?

Quizás la explicación pase por su coraje y pasión para romper con las estructuras. Comenzó como una chica común, buscando la fama que la salvara y terminó como una mujer extraordinaria, salvando a millones.

La historia la había sacado a bailar y ella decidió aceptar. Tímidamente al comienzo, frenéticamente después. Así se creó un personaje que por típico y original fue ganando proyección universal. Trascendió lo individual para fundirse en lo social, encarnando la transformación de una época. La vida le dobló la apuesta y ella aceptó, convirtiéndose en un verdadero huracán dispuesto a no dejar rastros de la " normalidad " anterior. Esa " normalidad " pacata, mezquina, soberbia, altanera, racista, mediocre y, fundamentalmente, injusta.

Los cambios nunca son prolijos. También se tiñen de ciertas arbitrariedades que son anecdóticas comparadas con las otras arbitrariedades, las de los dueños, hasta entonces, del país, de los que sólo veían ( ven ) normalidad en sus excesos y tenían siempre a mano la condena brutal para cualquier reivindicación de sus víctimas. Y encima, para colmo, la rebelión venía de pollera.

Evita no conoció barreras ni límites. Ni viva ni muerta. Luego del 26 de julio de 1952 supo encabezar marchas con el pelo suelto, como también observar reuniones sindicales mirando el horizonte, con rodete y sonrisa eterna.

Por ello, Evita está presente. Nos sigue convocando a revisar nuestras conductas, nos guía, nos cuestiona la comodidad, nos identifica, nos continúa señalando que su mito, recordado globalmente, tuvo su origen en el sueño de una chica de Junín.

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Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.

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