DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


Eva Ibarguren EVA IBARGUREN EVA DUARTE EVA PERON EVA PERON EVA PERON EVA PERON

María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

Visión óptima con Internet Explorer

HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

*     *     *

De Sergio Wischñevsky, profesor de Historia de la Universidad de Buenos Aires ( UBA ):

El amor y la devoción que los sectores populares sentían por Evita no se apagaron el 26 de julio de 1952, cuando luego de una larga agonía finalmente se anunció por radio, en cadena nacional, que Evita " ingresaba en la inmortalidad ". La movilización popular que tuvo lugar para despedir sus restos no tenía precedentes ni volvió a repetirse en semejante magnitud, en las décadas que transcurrieron desde entonces.

Sin embargo, también estaban los que la odiaban y le temían. Ese odio visceral que no es fácil de definir, ese odio que se enquistó en las elites sociales de la Argentina y también en sectores de la clase media. Tal vez por lo que representaba el peronismo en tanto impulsor de la irreverencia plebeya, tal vez porque ella era mujer, lo cierto es que podemos recorrer un interesante abanico de actores realmente irritados. Y lo más asombroso es que esa irritación nos puede resultar familiar, cercana, vigente.

El escritor Ezequiel Martínez Estrada escribe en 1956, un año después del derrocamiento de Perón: " Ella era una sublimación de lo torpe, ruin, abyecto, infame, vengativo, ofídico, y el pueblo vio que encarnaba los atributos de los dioses infernales ". Sin molestarse en esgrimir ningún argumento, el dos veces presidente de la Sociedad Argentina de Escritores prosigue con su diatriba: " Su resentimiento contra el género humano, propio de la actriz de terceros papeles, se conformó con descargarse contra un objeto concreto: la oligarquía, o el público de los teatros céntricos "; " Esta mujer tenía no sólo la desvergüenza de la mujer pública en la cama, sino la intrepidez de la mujer pública en el escenario. Era además, una farsante capaz de representar cualquier papel, incluso el de dama honorable "; " Abofeteaba a jueces, militares, ministros y senadores, porque ella, que había sido una pobre cortesana de departamento de una pieza, había llegado a ser la matrona nacional ".

Un año antes, en noviembre de 1955, Román Lombille le dedicó un libro: Eva, la predestinada, en donde en pretendidos análisis sociológicos sobre su persona se pueden leer frases como la siguiente: " Los recuerdos de su oscuro pasado en pensiones de cabaret - girls la transforman y le arrancan la máscara de bondad y generosidad, para mostrar el verdadero rostro sanguinoliento y horrible que hay en ella ... "

Y eso que estos son los intelectuales.

En 1950, el distinguido miembro del patriciado criollo Pereyra Iraola califica a la entonces primera dama como: " Esa yegua ", frente a un nutrido grupo de concurrentes en un discurso en la Exposición Rural que provoca la hilaridad campestre.

A poco de asumir Perón la presidencia ya había recibido una buena cantidad de comentarios hirientes respecto de su vestimenta, su pasado, su manera de hablar. La Sociedad de Beneficencia, una tradicional fundación creada por las familias patricias de Buenos Aires, habitualmente confería el título de presidenta honoraria a la primera dama. En el caso de Evita adujeron que en razón de su juventud se veían obligadas a negarle dicho honor. A lo que ella, ofendida, respondió: " Si no me aceptan a mí, pueden nombrar a mi madre ".

Tal vez uno de los documentos más ilustrativos de lo que no se le perdonaba a Eva Duarte es la acusación de ser excesivamente generosa con los pobres. En el informe realizado por la comisión que investigó a la Fundación que ella presidía después del derrocamiento de Perón en 1955 se decía: " Desde el punto de vista material la atención a los menores era múltiple y casi suntuosa. Puede decirse, incluso, que era excesiva. Aves y pescados se incluían en los variados menús diarios ... ".

Para los cultores de la beneficencia una cosa era preocuparse por los pobres y otra muy distinta querer que las condiciones de vida sean más igualitarias. Los pobres son buenos, siempre y cuando no quieran dejar de serlo, no pretendan ser lo que no son. Tener más de lo que les corresponde.

El pecado de original de Eva Duarte de Perón fue traspasar algunos límites que en un solo acto le valieron el amor y el odio. Sin embargo, su práctica, que ella calificaba como una política, " no de limosna, no de ayuda, sino de estricta justicia ", bastó para convertirla en depositaria de un odio profundo. Ese odio, seguramente no exento de una cuota de temor, se manifestó crudamente entonces y ha vuelto a aparecer muchas veces en nuestra historia. Dilucidar las fuentes de donde emana no es una tarea ociosa ni reservada sólo para historiadores.

*     *     *

De Ida Kreutzer, amiga de Eva Perón:

Las escaleras del Palacio Unzué comunicaban los dormitorios con el primer piso.

Evita y general Perón jugaban carreras, cada uno por una baranda, para llegar a la planta baja. Al final debían pegar un saltito para esquivar el acabado torneado de la balaustrada.

Como Evita se quejaba de que Perón le hacía trampita, ponían a Atilio Renzi, el intendente de la residencia, para controlar con un reloj la marca de cada uno.

Renzi contaba que realmente el General era más rápido que Evita, pero como él la quería tanto, para beneficiarla ponía excusas: " El General se tiró antes, ganó Evita ", y ella se ponía tan contenta como un niño.

*     *     *

De Héctor Daniel Vargas, periodista:

Si leemos qué afirma Eva Duarte sobre su desempeño el 17 de Octubre de 1945, no hay ningún texto donde se atribuya un papel protagónico.

Cuando ella se refirió a esa jornada, hizo mención de su soledad y del accionar del pueblo trabajador y de Perón. En sus testimonios, honradamente reconoce lo que vivió. En los días previos hizo todo cuanto le fue posible para pedir por la liberación del hombre que amaba, el coronel Perón. Habló con abogados amigos, con gremialistas y no alcanzó a llegar a funcionarios de alto nivel del Gobierno.

No cabe duda de que tuvo conocimiento de los planes esenciales para la movilización de los trabajadores, en reuniones con amigos y colaboradores de Perón, pero aún no tenía el prestigio - que sí alcanzó años después - como para generar una acción eficaz y decisiva para el reclamo popular. Ese día 17 no participó con el relieve que se le ha atribuido. Resulta fácil probar cómo se le adjudica un desempeño activo a medida que transcurren los años con el crecimiento de su personalidad política y se consolida con la construcción mítica que de ella se hizo a partir de su muerte.

No cabe duda de que acercándonos a los pasos de Eva Duarte desde el momento que Perón fue detenido hasta el 17 de Octubre de 1945, nos encontramos con una mujer movilizada por el amor, que lucha por superar su desamparo para resguardar la vida y estar junto al hombre que ama.

Sacar a Perón de la isla Martín García, porque la permanencia allí le hacía temer por su vida, fue su más urgente propósito. Sus actitudes eran por sobre todo fuertemente emotivas. Al punto tal que en principio ella no parece tener en cuenta suficientemente la magnitud de los intereses políticos que se entramaron por entonces, ni siquiera medir la significación que el confinamiento de Perón tenía para los trabajadores. Lo cierto es que no integró el grupo de personas que, a través de la Secretaría de Trabajo o desde las mismas filas sindicales, impulsó la movilización. Sus contactos fueron esporádicos y desde su sentimiento de mujer que no se resignaba a la prisión del coronel.

Ese día 17 de Octubre de 1945 significó para Evita no sólo el reencuentro con el hombre que amaba sino también una modificación importante en su relación con él. Aquella jornada le brindó la posibilidad de realizar su máxima felicidad. Perón, desde Martín García, le había ofrecido casamiento. Pocos días después, la promesa se cumplió.

*     *     *

De Juana Ibarguren Núnez ( 1894 - 1971 ), hija de Petrona Núñez Prigotto y de Joaquín Ibarguren, madre de Evita:

" No descansaré en vida hasta conocer dónde están los restos de mi adorada hija Evita. Nunca pierdo las esperanzas. Mis hijas y yo reclamamos un derecho. No sé nada en concreto.

Los miembros del gabinete del extinto presidente Lonardi me habían asegurado que le darían cristiana sepultura, pero cuando ya iban a cumplir con su cometido, fueron desalojados de la Casa de Gobierno por un golpe militar encabezado por el general Aramburu. Un día, en 1957, lo fui a ver. Me preguntó por qué antes no lo había entrevistado y le señalé que no se me daban las seguridades necesarias. Yo quería que me informara qué había ocurrido con el cadáver de mi hija. El se paró y me dijo: " Por mi honor de general de la Nación le juro que los restos de su hija han recibido cristiana sepultura. Yo le aseguro que Ud. tendrá dentro de cinco días toda la documentación sobre los pasos que se han dado y donde descansan los restos mortales ".

Pasaron los años y todavía estoy esperando esa documentación.

Otro tanto me ocurrió con el presidente Arturo Frondizi. Primero me dijo que estaban en Europa y luego que no sabía absolutamente nada.

Si es preciso dragar el Río de la Plata, que se haga. He de prestar toda mi buena voluntad.

Mi actitud, no quiero, de ninguna manera, que se interprete con un sentido político, sino como la actitud de una madre que vive atormentada por la suerte corrida por los restos de su hija ".

Nota:

Juana Ibarguren falleció el 11 de febrero de 1971, meses antes de que fuera exhumado el cadáver de Evita en Milán, Italia, luego restituido a Perón en Madrid, España.

*     *     *

Del sacerdote Giulio Madurini, superior de la Compañía de San Pablo ( Obra Cardenal Ferrari ), Milán, Italia:

En el año 1955 fue derrocado Perón. Existía el peligro de que destruyeran el cadáver de Evita.

Francisco " Paco " Rotger, miembro de la Compañía de San Pablo se rebeló. " Nosotros los cristianos no podemos permitir que los restos de un ser humano sean maltratados ", expresó. Y Francisco Rotger pensó cómo llevarlo a un lugar seguro. Logró transferir el cuerpo de Evita de Buenos Aires a Milán. El cuerpo de Evita fue embarcado en el Conte Biancamano. Le pusieron el falso nombre de María Maggi de Magistris, nacida en Dálmine, ubicada entre Milán y Bérgamo, Italia, y fallecida en la ciudad de Rosario, Argentina, el 29 de febrero de 1951, en un accidente de automóvil. De esta manera la hicieron transportar con las lágrimas del caso a Milán para sepultarla. Ella ingresó al cementerio Maggiore, tumba 41, espacio 86, jardín H 1, ubicado en el barrio Mussoco, Milán, el día 13 de mayo de 1957 a las 15.40 horas.

Francisco Rotger interesó al que era entonces superior de la Compañía de San Pablo, don Giovanni Penco. El fue a recibir los documentos de transferencia del cadáver de María Maggi de Magistris que indicaban que debía ser sepultada en Milán y con ellos fue a Génova a recibir los restos. Una laica de la Compañía de San Pablo lo acompañó. Y a esa laica, Giuseppina Airoldi, se le confió la tarea de llevarle flores a su tumba y de rezar ante ella. Giusseppina era una mujer piadosa, una persona sensible, con votos de castidad, pobreza y obediencia.

Francisco Rotger salvó que el cuerpo de Evita fuera destruído. El Vaticano puede ser que lo supiera en forma indirecta pero no oficialmente. Cuando en 1971 fui a Madrid para restituir el cuerpo de Evita a Perón, al regresar llamé por teléfono al secretario del Papa Pablo VI, a don Giovanni Macchi, y le dije lo que había hecho. Don Macchi me preguntó si le podía asegurar que Pío XII no sabía nada. Le respondí en forma negativa. Don Macchi hizo después una conferencia de prensa en la que aseguró que Pío XII no sabía nada del asunto.

Pasaron los años desde aquel 13 de mayo de 1957 hasta que un día vino a verme Paco Rotger y me dijo que el general Agustín Lanusse era presidente de la República Argentina. Lanusse había llamado a Rotger y le había dicho que quería restituir el cuerpo de Evita a su viudo para hacer un gesto de reconciliación nacional. Que se ocupara del asunto. Rotger vino a verme aquí, a Villa Clerici, en las afueras de Milán, en la mañana de un domingo de agosto de 1971. Me preguntó si estaba dispuesto a ayudar a la gente que iba a venir de Buenos Aires para recuperar el cadáver de Evita y entregárselo a Perón en Madrid, y le respondí que sí.

A fines de agosto de 1971, me llamaron por teléfono dos señores que habían llegado desde la Argentina. Uno era el coronel Héctor Cabanillas, el otro un ayudante suyo, el suboficial Manuel Sorolla, que figuraba con el nombre falso de Carlos Maggi, como hermano de la difunta. Nos encontramos y los acompañé para realizar todos los trámites necesarios para el transporte del cuerpo a Madrid, España.

A fines de agosto asistí personalmente, una mañana, a la exhumación del cuerpo de Evita en el cementerio Maggiore.

El cadáver no estaba vestido y en buen estado. Los operarios del cementerio estaban sorprendidos y emocionados. Para calmarlos les dije que estaba embalsamado. Luego se cerró el féretro y se lo llevó hasta una cámara mortuoria para transferir el cuerpo a otro féretro.

Cabanillas me indicó que me preparara para partir del aeropuerto de Linate rumbo a Barajas, el aeropuerto de Madrid. El cadáver, en su nuevo féretro, viajaba por un furgón de la empresa funeraria Fuseti, acompañado por el ayudante de Cabanillas. Varias veces llamó el ayudante a Cabanillas por teléfono para informarle que todo marchaba bien. El coronel Cabanillas le indicó al ayudante que apenas fuera atravesada la frontera española se le cambiara la chapa del féretro que indicaba María Maggi de Magistris por el nombre verdadero de María Eva Duarte de Perón. Esa chapa de bronce la lleva el ayudante. Por lo que me acuerdo, ingresaron al sur de Barcelona, España, el ayudante de Cabanillas envió al chofer a un bar y cambió la chapa.

A las 18.30 de la tarde del día 2 de septiembre de 1971 llegamos Cabanillas y yo a Madrid, y a eso de las 19.00 horas a la casa de Perón, en Puerta de Hierro, en Navalmanzanos 5. Cuando entramos vino a recibirnos amablemente Isabel, la esposa de Perón. Luego vino Perón que nos recibió muy cordialmente. Hablaba Perón muy bien el italiano. Nos ofreció una cerveza. El cuerpo de Evita estaba en la sala de al lado, que había llegado unas horas antes. Perón firmó los documentos de restitución, también el embajador argentino, el brigadier Jorge Rojas Silveyra, firmó el coronel Héctor Cabanillas y firmé yo, pero con mi segundo nombre, que es Alessandro, y con apellido Angeli. Luego le entregué a Perón el gran rosario de oro que el Papa Pío XII le había regalado a Evita cuando ella lo visitó, durante su gira por Europa. El rosario me lo dio Cabanillas para que se lo entregara a Perón. A Perón lo vi muy emocionado y muy agradecido cuando le di el gran rosario. Me sorprendió hablando en piamontés. El embajador argentino se retiró antes que nosotros de la casa. En total estuvimos allí unas tres horas.

No volví a ver a Perón. Tenía muchas ganas de volver a verlo. Sabía que había regresado a la Argentina y que era presidente de la República. Llegué a la Argentina el 1º de julio de 1974, Perón falleció ese día.

Nota:

Para conocer más interesantes datos sobre el tema, consultar el excelente libro titulado Secreto de Confesión, del periodista Sergio Rubín, editorial Lohlé Lumen, Buenos Aires, 206 páginas, con ilustraciones y fotografías, año 2002.

El cuerpo de Eva Perón descansa en el Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires, en la bóveda de la Familia Duarte. Para ver imágenes, usar, por favor, el navegador mozilla firefox y clickear aquí

*     *     *

De Giuseppina ( " la Tía Pina " ) Airoldi ( 1910 - 1984 ), laica consagrada del Instituto La Casa, centro de ayuda de la Compañía de San Pablo, que se ocupó de la tumba de María Maggi de Magistris del cementerio Maggiore de Milán, Italia, durante 14 años:

El padre Giovanni Penco, de la Compañía de San Pablo, me pidió, en mayo de 1957, que lo acompañara a Génova a recibir un féretro que contenía a una señora italiana fallecida en la Argentina para ser depositado en el cementerio Maggiore. Y que me ocupara de llevarle flores a la tumba y de rezar ante ella.

Con el paso de los años comencé a intuir que en la sepultura no descansaba una señora italiana fallecida en Argentina sino otra persona. Por eso cuando supe que había sido Evita la destinataria de mi cariño y mis flores mi alegría fue inmensa.

*     *     *

Del suboficial Manuel Sorolla, miembro del SIE ( Servicio de Inteligencia del Ejército ) y ayudante del coronel Héctor Eduardo Cabanillas, que trasladó con un chofer el cuerpo de Eva Perón, de Milán a Madrid:

Cumplí con una orden institucional del Ejército.

A fines de 1956, cuando el general Pedro Eugenio Aramburu le dice al coronel Héctor Cabanillas: " Esta es una orden superior. El Ejército tiene que preservar el cuerpo de Eva Perón a cualquier precio y esconderlo ". Entonces, Cabanillas empieza a pensar cómo llevar todo a cabo y lo decide junto a Hamilton Alberto Díaz, que era un oficial de menor graduación que él. Los tres trabajamos juntos en el SIE.

Cabanillas reemplazó en el SIE al teniente coronel Carlos Moori Koenig. Por decisión de Aramburu. Moori Koenig era todo un personaje. Estaba enamorado de Eva Perón. La idolatraba y al mismo tiempo la odiaba.

Hubo quien quiso orinarla. Pero eso no se permitió. En realidad, nadie sabía qué realmente hacer con el cadáver. Unos querían hacerla desaparecer, otros querían quemarla. Tanto es así que se le cortó un dedo para ver si se quemaba, y realmente se quemaba. No sé quien lo hizo.

El cadáver estuvo primero en el SIE, luego fue llevado a distintos lugares, al edificio de Obras Sanitarias en la avenida Córdoba, a la casa del mayor Eduardo Arandía, se lo ubicó detrás de la pantalla del cine Rialto, Córdoba y Lavalleja, hoy demolido, y en una casa que el SIE alquilaba en la calle Sucre. Deambuló por Buenos Aires.

El entonces coronel Alejandro Agustín Lanusse, jefe de Granaderos, estaba enterado porque Aramburu se lo había dicho. Entonces, él, que conocía al padre Francisco Rotger, su confesor, - un hombre con muchos contactos en las Fuerzas Armadas - le pregunta qué se podía hacer con el cadáver. Y el padre Rotger habló con sus contactos en Italia y entonces la llevamos allí por intermedio de la Compañía de San Pablo.

Viajamos Hamilton Díaz y yo. El fue con el falso nombre de Giorgio Magistris, como el viudo. Yo fui con él como control, sin cambiar mi identidad. Posteriormente, en 1971, sí viajé como hermano de la supuesta María Maggi de Magistris.

No recuerdo cuánto duró el viaje. Primero tocamos Brasil, luego España y finalmente Italia. En el puerto de Génova nos esperaba el padre Giovanni Penco. Unas monjitas hicieron todos los trámites para el entierro. Hamilton Díaz fue al cementerio con ellas. Yo permanecí en un hotel.

No se volvió a hablar más del tema. En el Ejército nadie lo sabía. Cabanillas tenía los papeles en una caja fuerte. El tema empezaba y terminaba con Cabanillas y él nunca se lo transmitió a nadie.

Pero, en mayo de 1970, cuando Montoneros secuestra a Aramburu, exige la devolución del cadáver de Eva Perón. Cabanillas urgentemente lo va a ver a Lanusse y le dice: " Si Ud. necesita regresar a Eva Perón yo lo puedo hacer porque tengo todos los documentos ". Pero ... lo mataron a Aramburu y el tema se acabó. Hasta que llega el momento en que Lanusse le dice a Cabanillas que hay que devolverle a Perón el cadáver de su esposa.

Cabanillas me dijo: " Sorolla, hay que hacer aparecer el cadáver de nuevo. Y vamos a buscarlo ". Viajamos separados. Yo me fui a Milán y él, un día después, a Roma, porque ahí estaba el padre Giulio Madurini, que había recibido la cuestión como herencia del padre Penco. Demoró un día en contestarnos. Nos dijo que sí, hicimos todos los trámites y la desenterramos. Con Cabanillas estábamos aterrorizados. ¿ Y si el cajón está lleno de piedras ? ¿ Y si después de 14 años está vacío ? ¿ Qué le decimos entonces a Perón ?

La documentación la había hecho la SIDE ( Secretaría de Inteligencia de Estado ). Era perfecta. Tenía pasaporte, documento de identidad y una partida de nacimiento hecha por un juez en la Argentina. Y aun así, los tres empleados del cementerio Maggiore de Milán que estaban ahí no nos dejaban abrir el cajón. Decían que no se podía. Terminé convenciéndolos con la excusa de que yo le había prometido a ella en vida que cuando se muriera le iba a poner una manta que había hecho nuestra madre. Entonces abrieron el cajón. Y ahí estaba ella, entera. Los empleados del cementario empezaron a gritar " ¡ Miracolo ! ¡ Miracolo ! " y con Cabanillas empezamos a repartir unas liras para que se callaran.

Salimos de Milán en una furgoneta Citroën, contratada a una empresa fúnebre. Ibamos sólo el chofer - un muchacho que se llamaba Roberto Germani - y yo con el cadáver. Fuimos por el sur de Francia hasta llegar a Perpignán, a 5 kilómetros de la frontera. En la frontera española le saqué al cajón la chapa que tenía el nombre María Maggi de Magistris y le coloqué la que decía María Eva Duarte de Perón. Unos 20 kilómetros antes de llegar a Madrid nos metimos en un bosquecito y la cambiamos de furgón. Así fuimos hasta Madrid donde me esperaba Cabanillas. Yo me bajé con mi valija. De ahí me fui al aeropuerto y él se fue con el cadáver de Eva. Un día despues llegué a Buenos Aires y todos los diarios tenían la noticia en la tapa.

Cabanillas le puso al cadáver el rosario que había guardado de cuando la habían llevado a Milán. Y yo la mortaja, porque la que le habían puesto en su momento en la CGT, estaba muy gastada, muy sucia. Pensar que siendo un antiperonista confeso terminé vistiendo a Eva Perón en el cementerio de Milán.

Y punto.

Nota:

Para conocer más, leer el interesantísimo libro del periodista Sergio Rubín titulado Secreto de Confesión, editorial Lohlé Lumen, Buenos Aires, 206 páginas, con numerosas fotografías, año 2002.

*     *     *

De Jorge Aulicino, poeta, escritor y periodista:

Los que investigaron los episodios sobre la desaparición del cadáver de Evita de su santuario en la CGT en noviembre de 1955 coinciden en que la voluntad del gobierno de facto era enterrarlo. El teniente coronel Carlos Moori Koenig no logra hacerlo, en medio de un clima de guerra psicológica que lo enloquece y que Héctor Cabanillas confirma. Cuando el coronel Cabanillas se hizo cargo del SIE, a fines de 1956 - un año más tarde de que el cuerpo fuera retirado de la CGT -, supo que en efecto el cajón estaba en el SIE.

Nombrado jefe del SIE, Cabanillas recibe instrucciones para mandar el cuerpo al exterior, en una operación concertada por el gobierno del general Pedro Eugenio Aramburu con la orden religiosa de los paulinos. El oficial Hamilton Díaz se hizo cargo de supervisar el viaje en el barco Conte Biancamano.

Cabanillas juró que ni su mujer sabía dónde estaba Evita. Junto con Hamilton Díaz, y los superiores de los paulinos, fue de los escasos custodios del secreto. Aramburu le dió la orden de que enviara el cadáver de Eva Perón a un cementerio cristiano para que, llegado el momento, se lo entregara al deudo que correspondiera, cuando la situación política se hubiese calmado.

El jefe de la Casa Militar en 1956, el capitán de navío Francisco Manrique, afirmó que el general Aramburu no quiso conocer el paradero del cuerpo.

En 1971, mediante una nota fechada el 16 de agosto, el presidente de facto general Alejandro Agustín Lanusse ( 1971 - 1973 ) le indica en lenguaje informal al embajador en España, brigadier Jorge Rojas Silveyra, sobre " un trabajo de " Lalo " Cabanillas que va a realizar contando para ello con mi aprobación y deseo de éxito ".

Quince días más tarde el embajador se entrevista con Juan Domingo Perón en Madrid para pagarle el adelanto de las pensiones que le correspondían como ex presidente de la Nación, y que nunca había cobrado. Formaba parte de los pasos previos del llamado GAN ( Gran Acuerdo Nacional ). Al despedirse, el embajador le dijo brevemente: " Señor, no salga de Madrid esta semana, porque de un día para el otro le vamos a devolver el cadáver de su esposa ".

El 2 de septiembre de 1971 se le entrega a Perón en Madrid el cuerpo de Evita.

El 17 de noviembre de 1974 el cuerpo de Eva regresó a la Argentina, cuando Perón ya había fallecido y gobernaba María Estela Martínez de Perón.

Evita reposó en la quinta de Olivos hasta su traslado, 22 de octubre de 1976, por la dictadura militar de 1976, al cementerio de la Recoleta.

Nota:

Desde su secuestro de la CGT por un comando militar, noviembre de 1955, hasta su regreso a la Argentina, en 1974, pasaron 19 años. 14 años estuvo Evita en el cementerio de Milán ( desde 1957 hasta 1971 ). Y 24 años pasaron desde su fallecimiento ( 1952 ) hasta su reposo en el cementerio de la Recoleta ( 1976 ).

Para ver imágenes del Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires, y el Panteón de la Familia Duarte, usar, por favor, el navegador mozilla firefox y clickear aquí

*     *     *

De Lucas Luchilo, Pedro Saccaggio, Lucio Schwarzberg, Leticia Prislei, Juan Suriano y Marcelo Ternavasio, docentes y escritores, autores del libro Historia 3 - El mundo contemporáneo ( Desde comienzos del siglo XIX hasta nuestros días ), editorial Santillana S.A., Buenos Aires, 298 páginas, con ilustraciones numerosas, año 1996:

El 4 de junio de 1943, un golpe militar encabezado por el general Arturo Rawson derrocó al presidente Ramón Castillo e inició una nueva etapa en la vida política argentina.

En poco tiempo, los generales Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Julián Farrell se sucedieron en la Presidencia de la Nación. La figura clave de estos gobiernos fue el hombre que desempeñaba el cargo de secretario de Trabajo y Previsión, el coronel Juan Domingo Perón. El proceso de industrialización ocurrido en nuestro país había producido un crecimiento significativo de la clase obrera que no se había reflejado en mejores condiciones de vida y trabajo. Desde su cargo, Perón adoptó una serie de medidas que beneficiaron a los trabajadores y llevó a cabo una eficaz organización del movimiento sindical con el fin de convertirlo en una estructura de apoyo a su liderazgo.

En octubre de 1945, Perón fue destituído de su cargo y encarcelado, en un intento del gobierno militar por detener su carrera política. Pero una gran manifestación popular realizada el 17 de octubre logró que Perón fuera liberado.

El gobierno peronista favoreció la participación política y social de sectores antes excluídos.

En el plano político, se extendieron los derechos electorales a las mujeres. Por su parte, sindicalistas y algunos industriales pasaron a formar parte de los equipos de gobierno.

En el plano social, el peronismo implicó la constitución de la clase obrera organizada como el sujeto de la " revolución peronista ". Este reconocimiento se dio en la legislación y en la redistribución del ingreso en favor de los asalariados.

Durante el transcurso de los gobiernos peronistas se produjo una transformación profunda de la concepción y del papel concreto del Estado en la vida social. Ya en la década del ´30, los efectos de la crisis económica mundial habían obligado al Estado argentino a intervenir más activamente en la vida económica. El gobierno militar surgido en 1943 amplió la esfera de intervención estatal a través de su política laboral e industrial. Pero el cambio definitivo se produjo durante el gobierno de Perón.

El Estado peronista permitió una mayor participación de los asalariados en el ingreso nacional e incrementó el gasto social en vivienda, educación y salud; también mantuvo alto el presupuesto de las Fuerzas Armadas y de seguridad.

Otras de las características del Estado peronista fueron el control de la actividad económica y su política de nacionalizaciones. Se nacionalizaron el Banco Central y varias empresas de servicios públicos, como los ferrocarriles ingleses y los teléfonos norteamericanos. Al mismo tiempo, se crearon empresas como Gas del Estado, Agua y Energía y Aerolíneas Argentinas.

La situación de la Argentina durante la posguerra tuvo características excepcionales. La reservas de divisas y los altos precios de las exportaciones argentinas favorecieron la política económica y social del gobierno. Uno de los principales objetivos de éste era el mantenimiento del pleno empleo. El medio principal para lograrlo fue el crecimiento industrial que, a su vez, requería la ampliación del mercado interno. Las condiciones favorables de la economía argentina en la inmediata posguerra permitieron una mejor redistribución del ingreso y, como consecuencia, la ampliación del consumo.

Un importantísimo apoyo para el gobierno peronista fue María Eva Duarte de Perón, Evita, la esposa del Presidente. De origen humilde, amplió los alcances de la política social del peronismo con obras que beneficiaron a los sectores populares.

Hacia finales de la década del ´40, las condiciones económicas excepcionales para la Argentina comenzaron a dar muestras de agotamiento. Esto obligó al gobierno a cambiar el rumbo económico, decisión que demoró hasta 1952. Así, el Segundo Plan Quinquenal contemplaba la restricción del consumo interno, subsidios a los productores rurales, un intento de fortalecer las industrias básicas, y la limitación del poder sindical y el congelamiento de los convenios colectivos de trabajo.

Además, en contra del nacionalismo económico que el peronismo había convertido en una de sus banderas, se abrió la economía al capital extranjero. Un ejemplo, fue el otorgamiento de una concesión petrolera en Santa Cruz a la empresa Standard Oil.

A pesar de triunfar en las elecciones de 1952 con el 60 % de los votos, el gobierno peronista comenzaba a mostrar signos de debilitamiento, que se agudizaron con la muerte de Evita. Además, el deterioro de la situación económica fue acompañado por un endurecimiento del régimen, que intensificó la persecución de los opositores.

En 1955, la escena política estaba dominada por el conflicto del gobierno con la Iglesia y con la oposición. En medio de ese clima se comenzó a delinear un golpe de Estado. En septiembre, una revolución encabezada por el general Eduardo Lonardi derrocó a Perón.

Nota:

La historiadora, docente, periodista y escritora Araceli Bellota expresa que:

Eva Perón fue la primera mujer en desempeñar un rol protagónico en la política nacional. Ella fue la primera en desempeñar un rol de gravitación en la vida de los argentinos, acostumbrados a ver a las señoras de los presidentes ejercer un papel meramente social y, como mucho, caritativo, como presidentas de la Sociedad de Beneficencia.

Sin embargo, Evita decidió hacer otra cosa y ella misma lo explica en La razón de mi vida:

" Pude ser una mujer de Presidente como lo fueron otras. Es un papel sencillo y agradable: trabajo de los días de fiesta, trabajo de recibir honores, de " engalanarse " para representar según un protocolo que es casi lo mismo que pude hacer antes, y creo que más o menos bien, en el teatro o en el cine. No nací para eso. Por el contrario, siempre hubo en mi alma un franco repudio para con esa clase de teatro ".

Desde el comienzo de sus relaciones, tanto Juan Domingo Perón como Eva, desdeñaron las convenciones. El, viudo, con 49 años, oficial de alta graduación en el Ejército, vicepresidente de la Nación y ministro de Guerra, no se preocupó por ocultar que convivía en concubinato con una mujer 24 años menor que él quien, además, era actriz, una profesión muy mal vista en el ambiente castrense.

Luego, en 1945 legalizaron el matrimonio y un año más tarde Perón asumió la presidencia de la Nación, tampoco tuvo inconvenientes en darle a su esposa un rol inédito hasta entonces.

Sin embargo, Evita no realizó su trabajo como funcionaria del Estado y en el mismo libro, señala:

" Yo no tengo ningún sueldo. No soy funcionario del gobierno bajo ningún aspecto. Soy libre, absolutamente libre. Así lo he querido yo. Muchas veces el mismo General ha querido añadirme a su gobierno como colaboradora oficial. Quiero seguir siendo libre y creo que es lo mejor; para él, para todos y también para mí ".

Pero consciente de que para actuar en política es necesario construir un espacio de poder, no dudó en hacerlo con el resultado de que la misma CGT le propuso la candidatura a la vicepresidencia para las elecciones de 1951, aunque después renunció al ofrecimiento. Las Fuerzas Armadas de ninguna manera estaban dispuestos a admitir que una mujer, y mucho menos Evita, quedara en la primera línea sucesoria de la Presidencia, y a ella ni se le ocurrió la posibilidad de boicotear la revolución justicialista por ambiciones personales. Su tarea en la Fundación de Ayuda Social fue ciclópea. Tenía apenas 29 años cuando comenzó con esta obra que en poco tiempo cubrió el territorio del país, llegando hasta los lugares más remotos, y en una época en la que no existían los medios de gestión y de comunicación actuales. Recibió la crítica de la oposición, que la acusaba de coaccionar para obtener donaciones. Y es probable, pero los resultados fueron incontrastables: 19 hogares - escuela, 21 hospitales, 181 provedurías, el Hogar de la Empleada, la Ciudad Infantil, hogares de ancianos y de tránsito, y hasta 20 países recibieron ayuda de víveres, medicinas y ropa.

Evita actuó sólo 7 años en la vida pública en los que marcó la historia, entre otras razones, porque nunca confundió el sitio en el que debía estar: siempre del lado de los más postergados.

*     *     *

Del Dr. Orlando Enrique Sella, abogado, escribano, escritor, autor del libro Derechos políticos de la mujer - Su protagonista Manuel Graña Etcheverry - Ley de igualdad o Ley Riutort, editorial Del Copista, Córdoba, Argentina, 508 páginas, año 2008:

El peronismo siempre ha adolecido de un defecto: no reconocer en vida a quienes contribuyeron al logro de los grandes objetivos del Movimiento más importante de América Latina. Manuel " Manolo " Graña Etcheverry fue protagonista de la histórica jornada del 9 de septiembre de 1947, día en que se sanciona y aprueba la Ley Nº 13.010. El reconocimiento cabe también para aquella maravillosa mujer a quien tanto le debemos los argentinos, Eva Perón, quien fue el nervio motor que impulsó en el Congreso de la Nación el tratamiento de aquella ley que era un compromiso del gobierno constitucional del general Perón, surgido de los comicios del 24 de febrero de 1946.

Evita y Perón fueron capaces de concretar la única revolución que hubo en la Argentina, una revolución en las ideas, una revolución de paz, una revolución que se sintetizó en obras; antes de Perón te decían que " hay que educar al soberano " y el soberano no tenía escuela para ello. Perón nos dejó a todos una doctrina, una filosofía, una manera de ser que lo ha trascendido más allá de la muerte. Evita hizo de su vida un verdadero holocausto, porque dio su vida por la causa del peronismo. Tenía los días contados y sin embargo se dedicó a los que más necesitaban, a los niños, a los ancianos, y a la mujer ...

*     *     *

De María Rita Figueira, guionista, periodista y escritora, autora del libro Los ladridos de la historia - Retratos de personajes célebres a través de sus perros, editorial Sudamericana S.A., Buenos Aires, 336 páginas, año 2009:

La argentinidad posee tres emblemas imposibles de soslayar, más allá de desacuerdos y devociones.

Uno es el dogo argentino, el otro es el peronismo, y el tercero, el tango. El orden es caprichoso, como la elección de estos íconos, pero son un imán para adentrarse en su esencia.

En el año 1946 - con el motor peronista ya puesto en marcha - el letrista José María Contursi escribió unos versos cargados de emotividad: " Con mi perro ".

Tango y peronismo se llevaron de maravillas. La primera estrofa termina con una frase sensible, " Voy más cansao que mi perro que es la sombra de mi sombra ". Pero las palabras que llaman la atención son: " Me lo dejaron cachorro y a mi lado se hizo perro ".

Luego, el gran bandoneonista Anibal " Pichuco " Troilo le puso música y fue milonga.

El ambiente de tangos supo de perros y de autores adeptos al movimiento peronista. Entendieron que el tanguero suele nacer para sufrir y nadie lo pudo entender más que un perro, ni consolar más que Perón y Evita.

En la República Argentina, una sorprendente figura influyó en los destinos del país de manera excluyente: Juan Domingo Perón, el General. Propició a través de sus presidencias y de su carisma que en cada Registro Civil anotaran el " Juan Domingo " a miles de recién nacidos. La gente quería una huella peronista en su descendencia. Actualmente, hombres de toda edad llevan su nombre.

Y hay mujeres llamadas " María Eva " en homenaje a María Eva Duarte de Perón, Evita, la segunda esposa del General. Ambos, más allá de las ideologías y pesares, son figuras eternas. La década del ´40 tiene la cara de Perón y Evita.

A esta bella e indomable mujer se la denominaba de mil maneras y eso equivalía a elogios e insultos de similar tenor. Algunos " la Perona ", otros, con lágrimas de devoción y agradecimiento: " la dama de la esperanza ".

La tarea de Evita resultaba infatigable, como si el vigor que le templaba el alma se canalizara en amenazar a los enemigos y arropar a sus protegidos que hubiesen dado la vida por ella. Para Eva Perón la indiferencia jamás existió.

A las 8 de la mañana, tras pocas horas destinadas a descansar, comenzaba su jornada. Salía de la Residencia Presidencial rumbo a la Fundación que presidía y que llevaba su nombre, como casi todas las obras del gobierno. El de ella o el de su esposo.

Hasta las 11 horas, se repartía entre ese organismo y hogares - escuela, hogares de tránsito, Ciudad de los Niños, etc.

Antes del mediodía visitaba la Ciudad Infantil y a veces observaba con mucho cariño el Campeonato Infantil. Muchas veces amadrinaba niños de familias humildes y niñas llamadas Evita. Esa gente - de generación en generación - nunca pudo olvidar esos momentos. De un bando o del otro, Eva y Juan Domingo Perón han sido inolvidables.

A las 14 horas, en su despacho, atendía personalmente cientos de reclamos sociales y gremiales. La capacidad de trabajo de Evita asombraba a propios y extraños. Recién se retiraba a almorzar frugalmente a las 16 horas. Más allá de la medianoche cenaba de la misma manera que había dedicado al almuerzo y llegaba tardísimo - a veces en la madrugada - a la Residencia Presidencial, donde la aguardaba un Perón preocupado por el trajín de su mujer.

El cansancio de ambos, las preocupaciones, y lo que antes era estrés pero no se mencionaba así, llevaban a hacer suyo algún cable a tierra, alguna manera de distenderse. No era fácil. Evita y Perón habían hallado la manera de canalizar el agobio que da el poder absoluto: sus perritos caniches. Amaban a sus perritos con fidelidad, la misma que gran parte del pueblo tenía con ellos y viceversa.

Una raza identifica a la pareja: los famosos caniches. Aquellos que amaban a Perón y a Evita querían tener uno; los que odiaban al matrimonio detestaban a esa raza.

Tinolita era la preferida Evita. Monito era el mimado del General.

Las mascotas se mostraban muy " compañeras " entre sí, valga la alegoría. Jugaban y se cortejaban. A poco de fallecer " la abanderada de los humildes ", en 1952, Tinolita sufrió la pérdida y se volvió triste. Una colaboradora quiso cuidar de los caniches y optó por llevarse al machito, pero la hembrita no hubiese soportado otra ausencia. Quedaron juntos y tuvieron descendencia: el famoso dúo Canela y Negrita.

Al producirse la " Revolución Libertadora " en 1955, el casal quedó en la Argentina y allí pasó muchos años hasta el día de su muerte.

Merced a los trámites de colaboradores y adeptos, Perón en el exilio pudo reunirse con los dos perritos, Canela y Negrita.

Canela y Negrita tuvieron cachorros. En 1965 había tres generaciones de cachorros descendientes de un tronco común: Canela.

Como suele ocurrir con reyes y mandatarios, tan proclives a frecuentar y abastecer las cortes de aduladores, Perón elogiaba esas criaturas de hocico como trufas, en detrimento de los chupamedias que siempre lo acompañaron.

En 1973 Perón regresó a la Argentina con sus caniches. La vuelta del anciano líder a su patria fue uno de los acontecimientos más destacados de la historia política argentina. El ambiente estaba convulsionado y muchos vieron en el ex presidente a un factor aglutinante. Gran parte de la sociedad lo recibió con la esperanza propia de un país emotivo, pero perezozo a la hora de reflexiones.

Canelita y Puchi, caniches de Perón, sufrieron la partida del General en 1974, aunque lograron longevidad hasta aproximadamente el año 1980.

Nota:

Para ver imagen de Evita con Tinolita, usar, por favor, el navegador mozilla firefox y clickear aquí

*     *     *

Del Lic. Diego Valenzuela, magister en Historia, docente universitario, conferencista, periodista, escritor, autor del libro Enigmas de la historia argentina, editorial Sudamericana S.A., Buenos Aires, 288 páginas, año 2010:

La Revolución Francesa proclamó la igualdad política para todos los seres humanos, pero " olvidó incluir a las mujeres. Hombre, ¿ eres capaz de ser justo ? Una mujer te hace esta pregunta ", escribió en el comienzo de un conocido panfleto de 1791 Olympe de Gouges, autora teatral y escritora, activista revolucionaria y responsable de la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana.

Olympe era hija de un carnicero y una lavandera, pero aun así entró en la historia grande como una de las primeras feministas. Desde su escrito pidió por el derecho femenino al voto, por la educación, por el acceso a cargos públicos y a la propiedad privada, por el derecho al divorcio y hasta por el simple hecho de que las mujeres pudieran hablar en público. Enfrentada con Maximilien Robespierre y Jean - Paul Marat, cayó presa y fue guillotinada en 1793 durante el terror jacobino. En 1804 el Código Civil napoleónico negó los derechos civiles a las mujeres.

Dos siglos atrás, las mujeres vivían recluídas en lo doméstico. Su papel estaba limitado a ser madres y esposas esforzadas, y por lo tanto no eran aceptadas en terrenos como la política, el periodismo o la literatura. Sólo algunas se animaban a desafiar los cánones de su tiempo o buscaban artilugios para estar presentes en lo público. La condición femenina en el siglo XIX implicaba, desde la base, una inferioridad jurídica: " En ese siglo la mujer sufre un gran atraso - explica Dora Barrancos, directora del Instituto de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA -. Si bien la Revolución Francesa había mostrado voces interesantes reclamando por los derechos de las mujeres, algo que se expandió en la Ilustración, no hay que olvidar que entre las que terminaron en la guillotina estuvo Olympe de Gouges, quien proclamó los derechos femeninos ".

¿ Por qué significa el siglo XIX un retroceso ? Simplemente porque en momentos históricos anteriores las mujeres fueron mejor tratadas por las leyes, pero desde el código francés de 1804 volvieron varios casilleros atrás. Hoy nos puede parecer imposible de aceptar que la mujer fuera considerada entonces un ser ingobernable, impredecible y biológicamente inferior. El célebre Código Civil de Dalmacio Vélez Sarsfield es, en este sentido, la normativa que cristaliza la desigualdad y la imagen de la mujer como una persona incapaz. El artículo 55 declaraba la incapacidad relativa de la mujer casada y el artículo 57, inciso 4, la ponía bajo la representación del marido. Las mujeres casadas no podían suscribir contratos sin el aval del esposo, y tampoco podían administrar o disponer de sus bienes propios.

En consecuencia, una mujer era tratada como un niño o un discapacitado. La historiadora Mirta Lobato describe así el clima de la época: " En el siglo XIX, la cuestión familiar reforzará la idea de minoridad de la mujer, que era dependiente del varón adulto ". Hasta se le negaban ciertos derechos como votar, firmar un contrato, heredar, ya que se las consideraba irracionales, personas que podían ser presas fácilmente de las pasiones.

En cambio, el hombre era considerado un ser racional y confiable. El esquema tradicional de aquel momento histórico se traduce así en una división de tareas: la mujer se desempeña en el ámbito privado, y el hombre, en el ámbito público, lo que incluía la opinión, el gobierno, el trabajo, todas actividades vedadas a la mujer.

Por supuesto, hubo notables excepciones a este papel secundario al que estaba condenada la mujer, como Mariquita Sánchez, influyente desde sus salones, Encarnación Ezcurra, mujer de Juan Manuel de Rosas y una de sus espadas políticas. Las mujeres de los hombres importantes del siglo fundacional argentino se hicieron notar, aunque la atmósfera social no les abriera los brazos. " Al leer las cartas de Guadalupe Cuenca, la esposa de Mariano Moreno, se advierte cómo se mete en política para acompañarlo. Lo mismo ocurre con Carmen Puch de Güemes, quien le dice a su marido que ha mandado dos bomberos que en realidad son dos espías. Ni hablar de Encarnación Ezcurra, a mi entender la que alcanzó el mayor poder hasta el advenimiento de Eva Perón ", apunta la historiadora Lucía Gálvez.

El 9 de septiembre de 1947 el Congreso de la Nación Argentina aprueba la ley de voto femenino, impulsada especialmente por Evita.

Respecto de países como Brasil o Uruguay, el sufragio llega tarde a las mujeres argentinas como resultado de una larga lucha que había empezado a fines del siglo XIX. No debe olvidarse el trabajo del Centro Feminista fundado en 1905 por Elvira Rawson de Dellepiane, la Comisión Pro Sufragio Femenino de 1907, la Unión Feminista Nacional impulsada por Alicia Moreau de Justo o el Partido Feminista Nacional, fundado en 1919 por Julieta Lanteri, el cual organizó un simulacro de votación femenina el 7 de marzo de 1920 ( pusieron mesas, urnas y sufragaron más de cuatro mil mujeres, con el objetivo de crear conciencia en la opinión pública ).

Para los conservadores de las primeras décadas del siglo XX el voto femenino representaba una injerencia en los derechos privados masculinos y una forma de alterar el orden familiar. Se objetaba a la mujer como votante porque se la consideraba sensible y emocional y, por consiguiente, no capacitada para ejercer el derecho a votar. Por otra parte, se temía que el sufragio femenino pusiera en riesgo la supuesta armonía del hogar.

No faltaron mujeres luchadoras ni proyectos de ley antes de la innovación peronista. Silvana Palermo, historiadora de la Universidad Nacional de General Sarmiento, nos recuerda que " durante la primera presidencia radical se presentaron seis proyectos a favor del sufragio femenino, y algunos le daban a la mujer igualdad política con el hombre ". La mayoría admitía el voto sólo de las mujeres alfabetas, o de las que tuvieran título universitario, pero el proyecto que fue más lejos resultó el del senador socialista Mario Bravo, que promovía la igualdad plena entre hombre y mujer, considerando inconstitucional que no se dejara votar a las mujeres. En la pacata década del ´30, este proyecto avanzó en Diputados pero se trabó en el Senado. No estaba lista aún la Argentina para permitirse una audacia de ese calibre.

*     *     *

Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.

Anterior

Siguiente


Indice de historias, anécdotas y testimonios


Aquí puedes ver otras páginas realizadas por mí sobre:

Eva Perón    Documentos gráficos de Evita    Documentos gráficos de Evita (II)    Superman (moderna)    The Spanish Superman Homepage    Superman expandido    Superman Returns    Supergirl de Peter David    Superman en España    The Man of Steel    The Great Superman Thematic Museum    Legion of Super-Heroes    Smallville    Flash Gordon y Jungle Jim Sunday 1934-1944    Dan Dare. Pilot of the Future    Prince Valiant Sundays 1037-1956    Tarzan    The Heart of Juliet Jones    El Eternauta    El Hombre Enmascarado (The Phantom)    El Guerrero del Antifaz    Pantera y Pequeño Pantera Negra    Los Diez Mandamientos    El mundo de Suzie Wong    La ciudad de Jaca en imágenes    La ciudad de Amposta en imágenes    Ava Gardner    Kylie Minogue     Kim Wilde     Hurts     Coreano para españoles    Página índice de todas mis páginas


DOLORS CABRERA GUILLENDOLORS CABRERA GUILLENDOLORS CABRERA GUILLEN

Esta página está dedicada a mi esposa Dolors Cabrera Guillén, fallecida por cáncer el día 12 de marzo de 2007 a las 18.50 y por seguir su última voluntad, ya que conociéndome, antes de morir, me hizo prometerle que no abandonaría la realización de mis páginas web.

Homenaje a Dolors Cabrera Guillén


(C) Copyright   Mariano Bayona Estradera 1999 - 2016