DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


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María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

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De Guillermo García, docente y escritor, en el capítulo La educación popular en Argentina, del libro titulado Ensayos argentinos, tomo número 68, colección La historia popular, editorial CEAL ( Centro Editor de América Latina ), Buenos Aires, 118 páginas, año 1971:

En educación el peronismo ( 1946 - 1955 ) no propuso cambios sustanciales del sistema, aunque en verdad lo requería la situación del país - franco proceso de industrialización, ascenso social y político de los trabajadores - y la doctrina del movimiento - antioligárquica y antiimperialista -. Se limitó a crear instituciones y escuelas y a permitir el acceso a las mismas a los sectores populares. Así, se establecieron o reglamentaron escuelas en los talleres y fábricas para los aprendices y se creó la Universidad Obrera para la formación de técnicos.

Perón concebía su política como una conciliación de clases para el logro inmediato de la industrialización y la independencia económica, y a la vez como una forma de contención del comunismo y demás formas extremas. Esto no era demasiado congruente porque el obrero o trabajador argentino no se identificó con las izquierdas tradicionales, ni fue influido de modo decisivo; era precisamente al peronismo a quien correspondía entonces darle la ideología y propuestas de acción revolucionarias que, en nombre de ese antiextremismo, no le dio. El peronismo, como doctrina, a pesar de expresar una revolución auténtica no fue revolucionario.

Estas limitaciones contribuyeron a su caída y a la restauración de la oligarquía a la que había expropiado el poder político pero no el económico, y se manifestaron en lo educativo en esa carencia de un programa de transformaciones cualitativas del sistema, la política educacional peronista se limitó a emplear a las escuelas y las universidades para un proselitismo innecesario, como, por ejemplo, colocar los retratos de Perón y de Evita en los textos de lectura.

La oligarquía, luego de 1955, no pudo conservar el poder por medio del " fraude patriótico " y se conformó con proscribir al peronismo. El poder oligárquico - militar se reservó el derecho de veto. Se recayó en los planteos, en los golpes, en los cambios de gabinete, en la inflación ... , en fin, en todo aquello que fue pretexto para tomar el poder.

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De la Enciclopedia del Mundo Durvan, 36 tomos, con prólogo general de Julián Marías ( 1914 - 2005 ), doctor en Filosofía, académico de la Real Academia Española, sociólogo, conferencista, ensayista y escritor, miembro del Instituto Internacional de Filosofía, ediciones Durvan S.A., Bilbao, España, excepcional enciclopedia profusamente ilustrada, año 1994, en el tomo 24:

María Eva Duarte de Perón ( 1919 - 1952 ), dama argentina, esposa de Juan Domingo Perón, conocida popularmente como Evita, nació en Los Toldos, cerca de Buenos Aires, y murió en Buenos Aires.

Conocida actriz antes de contraer matrimonio ( 1945 ), ejerció poderosa influencia en los asuntos del Estado desde la Secretaría de Trabajo y Previsión principalmente en materia social, laboral y educativa. Su obra autobiográfica es La razón de mi vida ( 1951 ). En dicho año figuró como candidata a la vicepresidencia de la Nación en la candidatura encabezada por su esposo, pero retiró su nombre debido a razones de salud y a la oposición del Ejército, falleciendo de cáncer al año siguiente.

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De Héctor Oliboni, escritor:

En el año 1892, apareció en un diario de EE.UU. un artículo, firmado por Max Plessner, que debió significar para los lectores de la época la visión fantasiosa de un loco. Su autor afirmaba que, con el tiempo, se transmitirían por el aire todo tipo de espectáculos, mediante algo que él denominaba " telectroscopio ".

Después de muchos esfuerzos y de años de espera, con el escalonamiento de descubrimientos técnicos de diverso origen, se concretó la profecía de Plessner.

A ninguna persona en particular se le puede acreditar el invento de la televisión. Los trabajos de los pioneros en radio - Hertz, Fleming, Edison y De Forest - fueron también esenciales para los progresos del nuevo medio. En 1928 se otorgó en Estados Unidos la primera licencia para una estación experimental de T.V. operada por la General Electric. La primera emisión regular de programas fue lanzada por la British Broadcasting Corporation en 1936. Pocos años después debió suspender estas transmisiones por causa de la guerra. Los especialistas en ingeniería electrónica y las industrias manufactureras fueron destinadas a la producción bélica. Para satisfacer las demandas del país se crearon numerosas industrias electrónicas, y se adiestró a cientos de hombres en esta nueva expresión de la física moderna. La paz trajo indirectamente el éxito de la Televisión.

Los propietarios de las fábricas montadas para satisfacer las necesidades de la guerra, se encontraron de pronto con grandes instalaciones improductivas, ya que el mercado de la radio no era suficiente para mantenerlas. Lo mismo ocurriría con el factor humano: centenares de personas especializadas en el campo electrónico quedaban sin tarea específica.

Con esa clarividencia y lucidez que tienen los norteamericanos cuando se trata de producir dólares se impusieron a exprimir sus metalizados cerebros para encontrar la solución al asunto, ya que desgraciadamente el negocio de la guerra se acababa. Llegaron a la conclusión que esa " cosa " llamada televisión los podía sacar del apuro. De esta manera se libró la gran batalla, y se impuso la T.V. en el mundo entero.

Según el diario argentino La Opinión, del 24 de setiembre de 1971, en un artículo conmemorativo de la iniciación de la televisión en la República Argentina " La historia más o menos oficial, más o menos emotiva, asegura que Jaime Yankelevich - introductor de la televisión comercial en la Argentina - decidió fundar LR 3, Radio Belgrano Canal 7 en homenaje a Miguel, un hijo de él, muerto, que en vida había sido un entusiasta del nuevo medio ". Después de desechar por poco creíble este lacrimógeno motivo el articulista agrega: " Yankelevich - de regreso de un viaje por los Estados Unidos, en donde conoció de cerca el negocio el negocio de la Televisión yanqui en pleno desarrollo - transmitió al presidente Perón con entusiasmo las ventajas de su implantación en la Argentina. Perón recogió ese entusiasmo, pero solamente la posterior intervención de Evita consolidó definitivamente las gestiones de instalación:

" Sí, sí, todo es muy lindo, pero quiero que televisen el próximo acto del 17 de octubre ", expresó Evita luego de escucharlo ".

Según el diario, voló Yankelevich a Estados Unidos a fines de 1950 a traer los equipos. Parece ser que compró uno destartalado, pero según los yanquis el único que estaba listo. Embarcó entonces don Jaime un equipo Standard Electric de banda alta para canales numerados de 7 a 13, un transmisor con 5 kilómetros de alcance de antena y poder de 42 kilovatios en la modulación. Todo este equipo más el traslado y la instalación requiriron 25.000.000 de pesos. La antena, como todos sabemos, se colocó en el edificio más alto de la ciudad en esa época, el Ministerio de Obras Públicas, en la avenida 9 de Julio. Los estudios se instalaron en Radio Belgrano primero, y más tarde en el Palais de Glace.

El 20 de septiembre de 1951 comenzaron las pruebas de imagen y finalmente el domingo 24 se captaron en los aparatos instalados en las vidrieras de varias casas comerciales las primeras imágenes de la emisión inaugural de la Televisión Argentina.

Y como Evita lo había querido, el 17 de octubre de 1951, a la hora del crepúsculo, con su cabello tirante y prolijo, pero debilitada por el cáncer, ella expresó en el inicio de la era de la Televisión Argentina:

" Yo no valgo por lo que hice, yo no valgo por lo que he renunciado, yo no valgo por lo que soy ni por lo que tengo. Yo tengo una sola cosa que vale, la tengo en mi corazón. Es el cariño del general Perón, y el cariño de mi pueblo ... "

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De Enrique Widmann - Miguel, miembro fundador de la Asociación de la Prensa Española en Argentina, en su interesantísimo trabajo de investigación periodística titulado Eva Perón en España:

Durante su permanencia en España, María Eva Duarte de Perón, por encargo expreso del presidente Perón, solicitó la busqueda de los restos de los padres del general José de San Martín, enterrados en tierra española.

Los restos de don Juan de San Martín ( nativo de Cervatos de la Cueza, Palencia ), padre del Libertador de América, fueron hallados en tierra andaluza, en la cripta de la Iglesia de Santiago, de Málaga, tras un intenso y encomiable trabajo de búsqueda realizado por los archiveros españoles, partiendo de versiones sobre el deceso del mismo en la capital malagueña. Fueron examinados minuciosamente los archivos parroquiales, el archivo municipal y finalmente el de protocolos, leyendo legajos de los que nadie, hasta entonces, se había ocupado, hasta encontrar en el último citado no sólo el dato que se buscaba, sino también otros de interés, como unos poderes otorgados por el capitán don José de San Martín y otro documento, concediendo seis reales de vellón para la manutención del entonces cadete del regimiento de Murcia, número 6, de facción en Málaga.

Así se llegó al emocionante final de dar con la lápida de mármol en la que, en letras doradas, podía leerse " Aquí yace el señor don Juan de San Martín, que falleció el día 4 de de diciembre del año 1796 ".

En la misma Iglesia de Santiago, en Málaga, fueron hallados los restos de doña Gregoria Matorras del Ser ( originaria de Paredes de la Nava, Palencia ) madre del general José de San Martín.

El 5 de agosto de 1947 los restos fueron embarcados en el crucero La Argentina, anclado en el puerto de Guetaria ( Guipúzcoa ). Antes de zarpar, la nave fue visitada por el Generalísimo Franco.

El 23 de noviembre el buque escuela llegó a Buenos Aires, entrando a puerto con la bandera a media asta. Las cenizas de los padres del Libertador, colocadas en dos arquetas de acero de Toledo con los escudos de Argentina y de España, volvían así a la tierra que los viera unirse en matrimonio el 1 de octubre de 1770.

Nota:

En este enlace se puede descargar en formato PDF ( portable document format ) el notable trabajo del Sr. Enrique Widmann - Miguel sobre Eva Perón en España:

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De Oscar Troncoso, investigador histórico, periodista y escritor:

El radicalismo y el peronismo fueron, sin discusión, los movimientos más populares que cubrieron todo el siglo XX en la Argentina.

En mi caso, como asesor histórico de Editorial Abril en los tres tomos de fascículos titulados Perón, el Hombre del destino, tuve ocasión de comprobar cómo, no obstante el espíritu crítico de los jovenes redactores, esa pieza se transformó en una pieza más de la mitología peronista por la actitud del director de la obra, Enrique Pavón Pereyra, biógrafo oficial del creador del justicialismo.

Durante los nueve años de sus dos primeras presidencias, Perón había volcado una parte del presupuesto nacional en el cuidadoso armado de la posteridad, estableciendo hitos, enalteciendo o ensalzando su figura y la su difunta segunda esposa, ( en calles, escuelas, libros de lectura, pueblos, ciudades, provincias y hospitales ), con la intención de mantener indefinidamente en el tiempo el recuerdo del régimen. Esa mitología y el aluvión de interpretaciones posteriores fueron acumulando una abundante bibliografía que, a pesar de su número, arrojaba poca luz sobre los orígenes, desarrollo y caída de ese movimiento político y social.

Hugo Gambini con sus artículos aparecidos en la revista Primera Plana bajo el título genérico de Historia del Peronismo había acumulado una invalorable experiencia décadas atrás, lo que le facilitó el encuentro con los colaboradores directos que acompañaron al líder justicialista. Aquellos diálogos se habían producido en una situación muy especial. Eran los años sesenta y ellos pensaron que Perón jamás regresaría al país; menos aún que ocuparía otra vez la presidencia de la República Argentina y eso les permitía decir libremente todo lo que pensaban de aquel gobierno del que habían formado parte.

Esos antecedentes y la perspectiva de la investigación sistemática guiaron a Hugo Gambini, el autor de Historia del Peronismo - La obsecuencia ( 1952 - 1955 ), Editorial Planeta, Buenos Aires, 448 páginas, año 2002, como así también en el volúmen anterior, Historia del Peronismo - El poder total ( 1943 - 1955 ).

Gambini recrea con verismo el tiempo histórico y la situación mundial, el intento de una doctrina nacional con ingredientes militaristas de ideólogos europeos, los entretelones de la reelección de Perón, la muerte de Evita y su asombroso velorio, el viraje económico, los artistas excluídos, los presos políticos y gremiales, el inesperado conflicto con la Iglesia Católica, y los últimos meses que desembocan en el derrocamiento militar y la pasividad civil de partidarios y adversarios.

El estilo periodístico y la solvencia documental, conjugan un apasionante relato con definiciones, ironías, y las explicaciones discordantes en las que colaboraban - oportuno es recordarlo - no pocas aberraciones de los opositores al peronismo.

El libro cumple con " la fascinante búsqueda del pasado " que destaca en el prólogo y también con el esfuerzo de " instalar la verdad histórica por encima de las leyendas ".

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Del Lic. Diego Barros, docente, investigador, editor y escritor:

La presencia de Eva Perón en todos los actos de adhesión al gobierno es ineludible desde 1947, cuando pronuncia su primer discurso desde los balcones de la Casa Rosada. En dicha oportunidad, le toca, nada más y nada menos, que anunciar ante la multitud la consagración del voto de las mujeres. Sostuvo en esa oportunidad:

" Mujeres de mi patria, recibo en este instante, de manos del gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sientiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria. Aquí está, hermanas mías, reunidas en la letra apretada de pocos artículos, una larga historia de lucha, tropiezos y esperanzas ". La historia de las mujeres argentinas tendrá un antes y un después en ese acto.

Ese mismo año, Evita es enviada por el gobierno nacional en gira por varios países europeos. Ese viaje - durante el cual Eva se mostró vestida con lujosos trajes y joyas - fue criticado duramente por la oposición, que comenzaba a ver en " esa mujer inculta " un peligroso elemento político. Por el contrario, para sus seguidores, Eva era una excelente representante de la Argentina - y del justicialismo - ante el mundo.

Como cierre de sus proyectos de integración de la mujer al movimiento justicialista, Eva es también quien motoriza la fundación del Partido Peronista Femenino en junio de 1949, la denominada " cuarta rama " del movimiento.

Desde la Fundación Eva Perón, la esposa del presidente de la Nación encara la mayor parte de sus acciones tendientes a beneficiar a los sectores más humildes. Servicios médicos, vacaciones en hoteles y, viviendas, entre otros, son algunos de los beneficios a los que los grupos más desposeídos acceden por primera vez.

Para ellos, la justicia social que pregona el peronismo, es una realidad en manos de Evita.

De allí en más, todo estará teñido de las figuras de Perón y de Evita: obras públicas, calles y avenidas llevarán sus nombres, sus retratos y bustos florecerán por todas partes y en aulas, los libros de textos enseñaran a leer a los niños teniendo a los nombres y apellidos del matrimonio como palabras clave.

La oposición, cada vez con menos contemplaciones, atacará esta realidad como expresión de una impronta totalitaria y demagógica del régimen y a partir de allí la intolerancia entre peronistas y antiperonistas será moneda corriente. Y Evita, con su discurso muchas veces provocador y agresivo, será quien encenderá las mechas de la " contra " como gusta llamar a los políticos de la oposición.

En 1949, Evita padecía fuertes hemorragias y anemia, atribuídas, en ese entonces, al excesivo trabajo que llevaba adelante cotidianamente. Sin embargo no sería así. Evita padecía cáncer de útero. Ella misma se resistía a hacerse análisis, siempre anteponiendo sus tareas al cuidado de su propia salud. El franco deterioro de su estado físico comienza a exhibirse hacia 1951 y coincide también con el deterioro de la economía argentina, centrado fundamentalmente en el crecimiento de la inflación y en la consecuente respuesta adversa de los sindicalistas, que reaccionan, aunque de manera tibia, enfrentándose al propio gobierno.

En ese marco comienza a hablarse de la posibilidad de que, ante la inminencia de las elecciones presidenciales previstas para noviembre de 1951, Evita ocupe el segundo término de la fórmula presidencial. Con ese cometido, la CGT convoca para el 22 de agosto a una reunión masiva en la Avda. 9 de Julio y la Avda. Belgrano, frente al Ministerio de Obras Públicas, para proponer lo que se denomina " la fórmula de la Patria ". Eva, que sabe que está enferma y encuentra resistencias en algunos sectores del gobierno a su propia candidatura, intenta renunciar públicamente a su postulación: " Compañeros, yo no renuncio a mi puesto de lucha, renuncio a los honores ", sostiene en el acto. Sus seguidores insisten y ella pospone su decisión algunos días. Finalmente, el 31 de agosto anuncia su renuncia por la cadena de radiodifusión nacional.

Pasan los días y su salud se deteriora más y más. El 17 de octubre, en Plaza de Mayo, pronuncia su penúltimo discurso. Es intervenida quirúrgicamente el 5 de noviembre de 1951, y vota por única vez el 11 de noviembre en el hospital donde está internada. Sacando fuerzas que ya no tiene, decide participar del acto del 1° de mayo del año siguiente y pronuncia, desde los balcones de la Casa de Gobierno, su último discurso. Una larga agonía se inicia y medio país reza por su salud. Tal como sostuvo el escueto parte oficial, el 26 de julio de 1952, " a las 20 y 25 minutos, Eva Perón entró en la inmortalidad ". Terminaba su vida pero se iniciaba un largo y multitudinario velatorio que se extendió por dos semanas y que ya nadie, dentro o fuera del país, podrá negar que se trató de una de las movilizaciones sociales más impactantes de la historia contemporánea.

El cuerpo de Evita - embalsamado por expreso pedido del gobierno - fue objeto de la veneración más desenfrenada pero también del odio más siniestro que recuerde nuestra historia. En todo caso, mucho más importante que su propio cuerpo, el legado de Eva Perón sea el aporte que - tal vez alcanzado por medios discutibles - hizo para que los sectores más humildes accedieran a una vida más digna.

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De Marcos Novaro, doctor en Filosofía, licenciado en Sociología, profesor y escritor, y Vicente Palermo, doctor en Ciencias Políticas, sociólogo, profesor y escritor, autores del libro Historia Argentina - La Dictadura Militar ( 1976 - 1983 ) - Del golpe de Estado a la restauración democrática, editorial Paidós S.A.C.I.F., Buenos Aires, 576 páginas, con ilustraciones y fotografías, año 2003:

El 30 de octubre de 1983, al derrotar en la urnas al peronismo por primera vez en la historia, el Dr. Raúl Alfonsín cumplía, a su manera, uno de los sueños del " Proceso de Reorganización Nacional ".

Jaime Luis Enrique Perriaux, abogado e intelectual, el ideólogo de la dictadura del general Jorge Rafael Videla, había escrito en 1977, en su plan político para el régimen: " Perón murió físicamente en 1974, pero todavía no se ha producido su muerte política, que es esencial. Y ella sólo se obtendrá cuando, en elecciones limpias, se derrote categóricamente al peronismo ". El sueño de Perriaux, como el de otros procesistas, era que esa derrota la consumara una fuerza afín al régimen, el MON ( Movimiento de Opinión Nacional ) en alguna de sus variantes. No imaginaban que la pudiera lograr el radicalismo, al que consideraban un mero apéndice del populismo peronista. Un líder como Alfonsín, con un programa y una coalición que, que si bien había atraído el apoyo de sectores conservadores, era predominantemente progresista en lo político y cultural, y desarrollista, si no francamente populista, en lo económico, estaba completamente fuera de sus planes, y contradecía sus expectativas respecto del nuevo orden en aspectos esnciales. Ante todo porque, si era cierto que, como proclamaban Alfonsín, otros políticos e, incluso militares como el general Reynaldo Benito Bignone, la nueva democracia sería lo suficientemente ordenada como para detener el péndulo cívico - militar, lo haría en condiciones que poco tenían que ver con las que había imaginado el Proceso. Era la desaparición total del poder militar lo que hacía verosímil, y a la postre haría factible, la sobrevivencia de la democracia. En ello, más que en ninguna otra cosa, se revelaba la profundidad de la frustración del intento del Proceso de fundar un nuevo orden. Pero, a la vez, también evidenciaba el alcance de los cambios que él había operado para que no fuera posible restaurar lo que hasta entonces había sido la política de masas.

El derrumbe del poder militar estaba acompañado del de las condiciones que, según el diagnóstico castrense, habían generado el desorden populista: la centralidad de las industrias protegidas, la capacidad de presión de los sindicatos garantizada por empleos estables y plena ocupación, la extendida asistencia e intervención del Estado. Con todo esto, estos actores empresarios, sindicales y estatales sobrevivirían al poder militar, reteniendo, al menos, parte de su poder político y capacidad de presión. Y sabrían hacerlos pesar aun en las nóveles y poco hospitalarias condiciones económicas y sociales que daban marco al nuevo régimen. Más aún, el marco que dieron a la transición el retiro desordenado del poder militar y la deslegitimación de sus apuestas programáticas, rehabilitaría las banderas populistas, tanto dentro como fuera de los partidos mayoritarios. La democracia naciente, de este modo, debería convivir con fuerzas que, si bien ya no eran suficientemente potentes para imponerse, lo serían para bloquear reformas que pudieran afectar sus intereses.

Muchos de los que votaron a Alfonsín lo hicieron sin duda para evitar que volvieran los sindicatos, los montoneros, los paros, la inflación rampante. Y muchos de quienes vivieron su triunfo como una última derrota que la dictadura macabramente imponía al pueblo para demostrarle que las anteriores no habían sido en balde ( y que la democracia no podría repararlas de la noche a la mañana ), entendieron, no sin razón, que con ella se cerraba definitivamente un ciclo político protagonizado por las masas movilizadas en torno a un peronismo clasista y combativo.

En cuanto al peronismo, estaba lejos de ser un sueño perdido. La derrota lo colocaba de modo inapelable ante su crisis interna, de liderazgo, orientaciones y reglas. Crisis de la cual durante años, tercamente, había hecho lo posible para no darse por enterado, y que ahora afectaba de lleno su propia identidad; muchos peronistas simplemente no podían entender cómo la Nación podía derrotar a la Nación misma y el peronismo ser minoría.

La democracia heredaba un país con pesadas hipotecas económicas y fiscales, repleto de víctimas de las más diversas condiciones, y un aparato estatal que, lejos del rol subsidiario proclamado, intervenía activamente sobre todo en asignación de los costos de la crisis.

Las autoridades democráticas tendrían, además, absolutamente interdicto el camino de crear orden utilizando la fuerza legítima. Las Fuerzas Armadas y de seguridad no serían un recurso disponible, ni siquiera como amenaza que permitiera equilibrar las cosas frente a los grupos de presión. Con la derrota electoral del peronismo, habían perdido sus últimos potenciales aliados políticos mínimamente relevantes. El aislamiento y la paranoia de los que había nacido la vocación mesiánica que animó al proyecto procesista daban así su fruto envenenado. Eran auténticos parias. En los últimos días de la Junta Militar, los comandantes intentarían aún que algo de su poder autónomo perdurara, digitando ascensos, retiros y destinos para el año siguiente. Pero Alfonsín se negó a aceptarlos a libro cerrado y advirtió que ya no se toleraría que las cúpulas militares designaran a sus sucesores.

El fracaso militar tenía efectos hasta más problemáticos sobre el resto del aparato estatal, no sólo por sus costos, sino porque su develamiento sería más lento y complejo de interpretar que los que se advertían sobre el cuerpo social; de modo que el problema del Estado seguiría siendo por años un asunto difícil de encarar, y mucho más difícil de resolver. El Proceso había sido un régimen eminentemente estatal: careciendo de bases sociales organizadas y de un partido o fuerza política propia había consistido, ante todo, en un poder encaramado en el Estado y que utilizó el Estado para una variedad amplísima de fines. Y el fracaso resonante de esos planes de " transformación desde el Estado " significaría que su quiebra fuera simultánea en varios órdenes. La más profunda, sin duda, era la legalidad del poder, porque si bien el Proceso había sido un régimen estatal, y produjo más leyes que cualquier gobierno militar o civil en la historia, había sido cualquier cosa menos legal. El terrorismo de Estado, como ha sucedido en los experimentos totalitarios, conjugado con la fragmentación institucional interna, logró corroer hasta sus mismas raíces la noción de legalidad. Y eso repercutió en todos los órdenes de acción del gobierno: en sus planes políticos, económicos y culturales, el régimen había pretendido ser dueño de vidas y haciendas, llevando el arbitrio y el faccionismo hasta el extremo burdo y estéril del capricho, desmantelando los principios elementales de la administración burocrática.

La estabilidad y el orden, objetivos proclamados como irrenunciables del Proceso, que debían concretarse en políticas e instituciones perdurables ( tanto en el campo económico, como en el político y cultural ), nunca fueron más lejanos que en el ocaso del régimen. El desorden que signó la transición actuó, en lo inmediato, en un doble sentido a favor de los políticos democráticos. Ellos, en particular Alfonsín, pudieron presentarse al mismo tiempo como garantes del orden y fundadores de una nueva era, protagonistas de un cambio radical e irreversible que habría de ser bisagra en la historia del país. La promesa de " cien años de democracia " no podía sino conmover a una ciudadanía harta de vivir en la incertidumbre y en la improvisación de sucesivos gobiernos y régimenes. Y, de este modo, la transición daría continuidad a la idea de que el país era " decidible "; esto es, que estaba disponible para ser organizado desde el poder, que contaba con riquezas inexplotadas para sostener un proyecto que se propusiera efectivamente reorganizar la vida social. Así, cuando el Proceso legaba un Estado destruido, entregaba la posta también de un mito estatal que probaba ser capaz de sobrevivir al agotamiento de los recursos que antaño parecían inagotables. La paradoja a la que quedaría sujeta la democracia emergente consistiría en que, a partir de este mito, las expectativas de reparación de la sociedad recargarían muy rápidamente las posibilidades de un Estado quebrado. Si las democracias casi nunca han tenido facilidad, sobre todo en sus etapas iniciales, para crear recursos estatales ( son más bien régimenes que logran instalarse cuando pueden utilizar recursos estatales heredados o les basta reproducir los existentes ), en el caso de la nueva democracia argentina la dificultad sería doble. Y, a su vez, ella estaría incrementada por la extendida creencia de que la democracia debía democratizar relaciones de autoridad preexistentes, más que reconstruirlas.

De los saldos destructivos que el régimen dejaba tras sí, sin duda el de las víctimas del terrorismo de Estado era el más trágico y doloroso. Los horrores de la represión ilegal cargarán por años las espaldas de la democracia con el peso de lo imperdonable: el de aquello que, más que de ser olvidado, corre el riesgo de jamás poder superado. La presencia del horror contaminaría todas las esferas de la vida social, debilitándolas, tiñiéndolas de desconfianza e ilegitimidad. La " lucha antisubversiva ", significó, ante todo, la definitiva clausura que el historiador Tulio Halperín Donghi denominó " guerra civil larvada ", y que habiendo permanecido larvada derivó en una escalada de violencia cuando ya los proyectos revolucionarios y el movimiento social que los había impulsado se encontraban derrotados y desarticulados. Podría decirse que con el regreso de Juan Domingo Perón al poder o, más precisamente, tras la masacre de Ezeiza en 1972, las posibilidades concretas de desarrollo de esa lucha en términos de una guerra civil se habían clausurado. Y que el plan represivo del Proceso tuvo en vista, más que restablecer el orden y cerrar el clima de guerra, mantenerlo abierto el tiempo necesario para permitir el uso intenso y extenso del terror en la reorganización de la vida social y política. Ese uso del terror como instrumento fundacional le confiere al régimen su filiación totalitaria, que se vela detrás de nociones equívocas como las de " excesos " y " guerra sucia ". De modo que no debería llamar la atención que el resultado de la represión estuviera lejos del " restablecimiento del orden "; ése no era el objetivo perseguido. El régimen logró, sí, una parte esencial de lo que ansiaba, que era la eliminación de algunos de los contendientes en los conflictos por el poder y la legitimidad. Pero a un costo tan alto en vidas humanas como en términos de los bienes supuestamente conquistados, el poder y la legitimidad. Tras completar su plan, el Proceso se enfrentó al dilema que el mismo conllevaba y que no podía resolver: ¿ con quiénes firmar la paz, si el enemigo había sido aniquilado, y los civiles, partidos, sindicatos, etc., debían comportarse siempre y en todo lugar como aliados del bando vencedor para no serlo del enemigo ? Encerrado en la lógica totalitaria de su " plan antisubversivo ", el régimen fue consumiendo su tiempo hasta que ya sólo pudo intentar escapar de sí mismo.

¿ Cómo pudo el Proceso llegar tan lejos en sus esfuerzos de destrucción, y al mismo tiempo concretar tan poco en la proclamada refundación ? Ello no puede entenderse si no se atiende a la desproporción existente entre los consensos negativos y los propositivos con los que trabajó. Los militares habían estado masivamente a favor del plan antisubversivo y de la represión aplicada en forma más difusa sobre la política y la vida cultural y social. En el mismo sentido, aunque en un grado menor, compartieron el objetivo de desmontar el modelo populista. Pero no fueron capaces de concebir soluciones institucionales ni económicas que dieran un nuevo cauce al país. Y éste no era sólo un problema de los militares, dado que los civiles que más entusiasta y prolongadamente los acompañaron, los empresarios, los partidos, la prensa de derecha y la jerarquía católica, hicieron lo suyo para que el régimen perseverara por caminos que terminaron agotando sus fuerzas. De otro modo no puede entenderse que, hasta bien avanzado el año 1981, cuando la crisis económica ya era imparable y el aislamiento y el descrédito del régimen eran muy amplios, tantos grupos tan bien informados apoyaran el retorno a los principios y objetivos iniciales del régimen, insistiendo en excluir a los " partidos responsables del caos " y en darle continuidad al esquema del poder inicial. Ninguna evidencia de crisis podía bastar para desalentar a estos grupos, cuya fe en el régimen se asentaba en una convicción ideológica tan firme como el terror que despertaba la mera posibilidad del fracaso o de una apertura que retrotrajera la situación a la época anterior. En alguna medida pesaba para que fuera así, tanto entre los militares como entre los civiles, la convicción de que se había ido ya demasiado lejos para intentar transigir, concertar o negociar. Por delante sólo había dos posibilidades, la victoria total y completa, o el derrumbe y la vergüenza. Así, a medida que se aislaban de grupos sociales más amplios, el régimen y su entorno ideológico más fiel se convencieron de que el único camino seguro era el que persistía en ignorar todo lo que pudiera suceder en el mundo exterior. Claro que también debió existir en el campo social exterior a dicho núcleo una disposición que hiciera posible, si no el acompañamiento, al menos la tolerancia a esa actitud. En ese sentido, no fue tan decisivo el entusiasmo de los argentinos con la invasión de Malvinas como toda la indiferencia y más o menos cínica tolerancia que existió antes de ella, así como la rapidez de vértigo con que estas formas acomodaticias de acompañamiento se disiparon, para convertirse en insolente reproche, cuando el gobierno del Proceso quedó en manos de militares algo más componedores.

El congelamiento y el silencio en que había quedado sumida la vida pública tras el golpe, así como la ambigüedad entre la prohibición y la tolerancia en que los dirigentes políticos se habían movido, al menos como espectadores e interlocutores, en los años siguientes, y finalmente, lo vertiginoso del derrumbe y la apertura, colaboraron para que tanto los partidos como los grupos de interés pudieran echar mano a sus códigos, estilos y tradiciones heredados para poder actuar, reconocerse y hacerse entender en el momento en que se inició la transición. Si bien esos elementos fueron reelaborados en parte a partir de la experiencia apresuradamente dirigida del Proceso y, sobre todo, de la perspectiva que abría la novel vocación democrática nacida de su colapso, ello implicó precarios compromisos y equilibrios entre la continuidad y la ruptura, que condicionaron fuertemente las posibilidades de aprovechar plenamente las oportunidades de cambio que se abrían.

En primer lugar, la ausencia de una tradición política y cultural liberal democrática, arraigada en grupos sociales amplios, tanto populares como acomodados, y en memorias colectivas tanto de experiencias de oposición como de gestión de gobierno, determinaría que muy fácilmente se generaran en esos actores sociales y en los partidos tensiones y desajustes entre la genérica fe democrática y republicana adoptada y sus prácticas colectivas de agregación y defensa de intereses. En reacción al autoritarismo procesista resultarían reivindicadas, incluso, formas de acción y reglas de juego que tenían poco de democráticas y menos aún de republicanas. Con ello, la naciente política democrática tendería a ser extremadamente dependiente de ese credo genérico, y crónicamente deficitaria, en términos de recursos efectivos, para coordinar la acción colectiva de un modo consistente con sus reglas. En un escenario de crisis y creciente tensión entre grupos sociales y políticos, no tardaría en evidenciarse la dificultad de hallar mecanismos y disposiciones para componer una fórmula estable y sólida de gobierno. En cierto sentido, la implosión que experimentó el poder militar no le facilitó las cosas a las fuerzas democráticas porque, en ausencia de una amenaza clara y definida de reversión autoritaria o de imposición coactiva de condicionamientos a la apertura, los actores sociales y políticos no se vieron compelidos a colaborar entre sí, y más bien encontraron la oportunidad para incrementar sus demandas particulares y perseverar en los estilos de acción y de competencia que les eran más caros.

En segundo lugar, la disposición democrática se definiría por rechazo al autoritarismo, en virtud de una reivindicación de la sociedad " oprimida por la dictadura " frente a los instrumentos estatales de ejercicio de esa opresión. De este modo, la democracia resultó reivindicada, antes que como " gobierno democrático ", como estado de derecho, en términos de la garantía de derechos individuales y colectivos, sin que ello fuera acompañado por la correspondiente asunción de las responsabilidades y dificultades que le son inherentes; en algunos casos, sin siquiera conocerlas. La noción republicana de gobierno de la ley quedaba así peligrosamente sesgada cuando apenas comenzaba a enraizarse en un terreno poco firme y poco fértil. Ello se correspondió, de un modo llamativamente funcional, con la simultaneidad entre la recuperación de la democracia y el derecho y el debilitamiento extremo de las instituciones fundamentales del Estado. En este contexto, la explosión de optimismo que siguió a la posguerra no podría comprenderse sin tomar en cuenta hasta qué punto la democracia próxima y adviniente permitió estructurar un consenso de fuga, esencialmente negativo, que tanto sirvió para dar impulso a la transición como para mantener en suspenso las enormes dificultades que ella heredaba.

En este marco, con todo, el crédito que mereció el pluralismo político fue, ciertamente, toda una novedad para una cultura profundamente contaminada de intolerancia. El sueño unanimista que había animado a los generales del Proceso llevó a sus extremos una tradición muy cara y extendida en el país: la idea de una " comunión de valores " que vendría a ser el sostén último de la unidad nacional. Una tradición que permite explicar, al menos en parte, por qué hasta los jefes del Proceso se pudieron considerar a sí mismos ( y ser considerados por muchos otros ) republicanos y demócratas; ellos, simplemente interpretaban a su manera la extendida costumbre de los gobernantes de pretender que su ejercicio autoritario del poder respondía a las necesidades institucionales del momento. Con todo, lo cierto es que en 1983, una disposición que, más allá de sus ambigüedades, era inconfundiblemente pluralista y se extendía a muy amplios sectores sociales y políticos, ofreció a las expectativas de cambio, e incluso a sueños de regeneración y reparación de lo más variados e inalcanzables, un marco de tolerancia y un cauce institucional que prometía ser más permanente, estable y moderador de todo lo conocido por varias generaciones de argentinos.

Bajo ese signo de moderación y normalidad, Alfonsín se prestó a conducir al país hacia una definitiva organización democrática. Tenía por delante, sin duda, un camino tapizado de escollos y demasiadas demandas que satisfacer, aunque a muchos, la mayoría, la instauración de la democracia les bastaría para recuperar el gusto por las más elementales cosas de la vida. Ello alentaría un extendido optimismo en la sociedad. No tanto porque el discurso político anunciara grandes cambios, sino porque la vida cotidiana ya estaba renaciendo a pasos acelerados y no había por qué pensar que eso no trajera gozo y beneficios para todos.

La pesadilla terminaba y el regreso a la democracia alentaba algo más que esperanzas. Aunque demasiadas cosas no habrían de volver jamás. Por esos días, una mujer confesó que no podía dormir: noche tras noche se sentaba junto a la puerta para asegurarse de estar allí cuando su hijo regresara. La vida bajo el peso ominoso de la herencia del Proceso no sería nada fácil.

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De Argelia Griselda Reyes, hija del sindicalista histórico de la industria de la carne Cipriano Reyes, fundador del Partido Laborista:

Sin dudas, el 17 de octubre de 1945 fue un suceso extraordinario, apoteósico, nada visto hasta el momento.

Creo que la ciudad de Berisso quedó vacía ese día, los trabajadores de los frigoríficos encabezados por mi padre marcharon a la Plaza de Mayo por la liberación del coronel Perón.

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De Adrián Alberto Ascolani, historiador especializado en sindicalismo rural y agro pampeano, profesor de la Universidad Nacional de Rosario, investigador del CONICET, escritor, autor del libro El sindicalismo rural en la Argentina - De la resistencia clasista a la comunidad organizada ( 1928 - 1952 ), editado por la Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 391 páginas, año 2009:

El gobierno del general José Félix Uriburu ( 1930 - 1932 ) fue condescendiente con los agricultores, porque entendía que eran parte de la produción nacional, pero con los sectores sindicales fue feroz y el sindicalismo agrario quedó desmantelado.

Cuando el general Agustín Justo es presidente ( 1932 - 1938 ) aparece de nuevo el movimiento sindical. Surgen nuevamente los sindicatos rurales, que van transformándose porque la dirigencia anarquista pierde su fuerza y porque la crisis obliga a ciertas medidas que son más de cuidado del propio trabajo que para obtener mejoras en los salarios o en las condiciones de trabajo. La crisis y el viraje en las formas de organización y demandas sindicales crea un camino que luego el peronismo va a tomar como propio.

El peronismo no es una consecuencia de lo que se viene generando sino que tiene una capacidad ejecutiva y una voluntad de cambio que antes no estaban. Es un fenómeno diferente que sorprende a los mismos actores sociales rurales porque concede a través de la política oficial quizá más de lo que se había exigido a través de presiones sindicales. El campo vivió un fenómeno especial durante el peronismo; la Federación Agraria y los sindicatos rurales, en una perspectiva más moderada, pueden negociar con más facilidad que en los años 20 o en los 30 cuando las conducciones eran tan antagónicas. Al gobierno justicialista se le facilitan las cosas a través de una decisión oportuna: dar lugar en el poder a la decisión de estos sectores. Esta política tan favorable fue así hasta 1949; después hay un mayor cuidado en cuánto se avanza en el camino de la subdivisión de la tierra, pero el cooperativismo se alienta siempre hasta 1955.

Beneficiar a los trabajadores sin perjudicar a los arrendatarios y a otros propietarios rurales, evitando conflictos, fue la gran estrategia del peronismo.

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De la Dra. Liliana Ruth Feierstein, licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad de Buenos Aires, doctora en Filosofía por la Universidad Heinrich Heine de Alemania, docente, investigadora y escritora:

A fines de 1951, cuando fue inaugurada la " República de los Niños ", Evita no puedo asistir, estaba gravemente enferma y la muerte rondaba su cama. Pero, como el artista plástico Daniel Santoro expresa en su cuadro " Eva Perón concibe la República de los Niños ", este original proyecto fue su último deseo como madre simbólica de sus descamisaditos - autóctona expresión que tal vez esconda alguna reminiscencia de los sans culottes de la Revolución Francesa -, adaptados a la púdica tradición argentina.

El rol del peronismo en la construcción de la identidad argentina ha sido materia de innumerables debates - muchos de ellos centrados en las políticas educativas y de " tiempo libre " ( deporte, planes de vacaciones, colonias ) del régimen; no tan conocidas, sin embargo, son las políticas arquitectónicas del mismo. Si se trataba de modelar un país que portara el apellido de su presidente (en pocos casos un nombre propio se vuelve adjetivo y sustantivo: los argentinos deberían ser - y muchos desde entonces fueron - perón - istas ), qué material podía ser más maleable que los niños, " los únicos privilegiados " en esta " Nueva Argentina ". Se intentó así la confección de un futuro " a medida " hilvanando una generación a un proyecto donde convivían rasgos de justicia social, populismo y autoritarismo. En las escuelas estatales y en las actividades de la " Fundación Eva Perón " se politizó la infancia y con ella los espacios cotidianos de los chicos: íconos y rituales peronistas envueltos en un halo cuasi - religioso ocuparon cada lugar disponible. Los retratos de Perón y Evita comenzaron a multiplicarse en escuelas, hogares para chicos desprotegidos, clubes deportivos y colonias de vacaciones. El libro La razón de mi vida fue impuesto como lectura obligatoria en las aulas, mientras los más pequeños apredían a leer con la frase " Evita me ama ", donde Evita reemplazaba a todas las madres posibles; " Todos los niños de mi patria caben en mi corazón ", solía repetir la primera dama.

La obra de Evita en la Fundación, y en especial en relación a la infancia y la juventud fue de dimensiones colosales, en todos los sentidos de la palabra. Concretar todos estos planes implicaba, necesariamente, una política arquitectónica. Entre 1945 - 1955 se llevaron a cabo una inmensa cantidad de obras: desde escuelas y complejos turísticos ( Chapadmalal y Río Tercero, entre otros ) hasta hospitales y geriátricos. Esta verdadera ola constructiva dejó huellas en la identidad argentina, no sólo en la oposición entre lo " propio " y lo " foráneo ", sino entre oligarquía - proletariado, reflejando los ideales estéticos del peronismo y los espacios que éste diseñaba para los ciudadanos argentinos.

Evita planeó la mayoría de estos proyectos directamente, actuando desde la " Fundación Eva Perón ". Casi como un hada de los descamisados fue creando, como por un toque de varita mágica, aquí un hospital, allá un hogar para las trabajadoras. Ningún otro período de la historia argentina fue tan constructivo, al menos en lo que concierne a la cantidad de cemento. Sólo para mencionar algunas cifras: más de 4.000 escuelas y 500.000 departamentos fueron erigidos en esta década.

El eclecticismo de estilos arquitectónicos es sorprendente, hay algunos edificios monumentales, como la sede de la " Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón " ( donde hoy funciona la Faculdad de Ingeniería y, tras la " Revolución Libertadora " se derribaron las estatuas decorativas ). Estos convivían con una gran cantidad de proyectos racionalistas: el arquitecto Charles Le Corbusier había estado en esos años en Argentina, donde en 1949 construyó la " Casa Curuchet " en La Plata, dejando una influencia en los debates arquitectónicos locales. El racionalismo pretendía dar un toque moderno al ideal peronista, como se aprecia en los edificios " Movimiento ", " Buenos Aires " ( 1949 ) o la " Municipalidad de Córdoba " ( 1953 - 1962 ), así como en los trabajos que el renombrado arquitecto Amancio Williams realizó para el Estado, como los tres hospitales en la provincia de Corrientes en 1951. Como señala el arquitecto Alberto Petrina este pacífico electicismo de las formas da lugar a que, por ejemplo, en un libro de propaganda peronista, en una misma página convivan sin conflicto estilos arquitectónicos como el pintorequismo y el racionalismo.

El estilo favorito de Evita parece haber sido el " pintorequismo californiano " ( techos de tejas rojas, paredes blancas ) presente en casi todos los proyectos ligados a los niños y sus familias. Un estilo que despertaba un efecto de " cuento de hadas ", el que se ve reflejado en la edición especial de 1953 de las noticias cinematográficas Sucesos Argentinos titulada " Su obra de amor ", que tras la muerte de Evita la muestra literalmente convertida en un hada buena que en una atmósfera celestial reparte juguetes y construye obras para sus niños.

Este estilo se encuentra, por ejemplo en la " Ciudad de los Niños Amanda Allen " un complejo para huérfanos y niños de sectores carenciados. Situado en el barrio de Núñez, fue inaugurado el 14 de julio de 1949, con una capacidad para 300 niños: amplios dormitorios, jardines, y comedores decorados con murales de personajes y animales de cuentos infantiles. Se decía que era la obra más querida por Evita, quien se ocupaba personalmente desde las necesidades dietéticas de los distintos chicos hasta del guardarropa, que debía ser de la mejor calidad y ser completamente renovado cada seis meses. En su inauguración explicó que " En cien años el pueblo argentino sólo ha recibido las migajas que le caían de las mesas abundantes de la oligarquía, que primero lo explotaba y después para quedar en paz con su conciencia le tiraba las sobras de sus fiestas "; Evita consideraba este emprendimiento, así como el resto de sus proyectos, como un acto de justicia social.

Una construcción de rasgos similares albergaba a la " Ciudad de los Estudiantes Juan Domingo Perón ", residencia en el barrio de Belgrano para los jóvenes del interior que venían a estudiar a Buenos Aires, hoy convertida en un centro de rehabilitación. Inaugurada en octubre de 1951, ocupa cinco manzanas e incluía dormitorios, comedores, biblioteca y hasta una pileta de natación.

Las tejas y paredes blancas vuelven a encontrarse asimismo en los complejos turísticos para vacaciones, como Chapadmalal y Río Tercero así como en barrios enteros como, " 1º de Marzo ", " 17 de Octubre ", " Manuel Belgrano ", " Los Perales " y, el más grande todos ellos: " Ciudad Evita ".

" Ciudad Evita ", un barrio para trabajadores con una superficie de 30 kilómetros cuadrados, fue construido entre 1947 y 1955. Su planeamiento estaba inspirado en las ideas de la ciudad - jardín del urbanista inglés Ebenezer Howard. Las líneas californianas de las casas representan de alguna manera el sueño del American way of life y también, un estilo algo naïve, un toque personal de Evita que se encuentra en la mayoría de los proyectos de la Fundación. Tan " realista " como el estilo útopico de Ebenezer Howard, " Ciudad Evita " y los demás complejos de corte californiano expresan los valores e ideales estéticos de la clase media, sin ninguna ambición revolucionaria en la concepción de los espacios. Si bien en el aspecto social estas construcciones significaron la concreción de una utopía inmensa - " Ciudad Evita ", por ejemplo, le dió techo propio a 25.000 familias argentinas -, desde lo arquitectónico el escalímetro está utilizado sin imaginación ni vuelo: una especie de utopía doméstica.

En la historia de las utopías, incluso de las arquitectónicas, existieron proyectos muy audaces. En el contexto latinoamericano es interesante recordar que la publicación de Utopía de Thomas Moro fue casi contemporánea a la conquista de América. Desde entonces hubo muchos intentos de concretar ese tipo de ideales en los " nuevos " territorios: desde las misiones jesuíticas a las ciudades utópicas planeadas por Domingo Faustino Sarmiento ( " Argirópolis " ) o Simón Bolívar ( " Las Casas " ). En Argentina, uno de esos planes fue concretado en 1889, con la fundación de la " Ciudad de Julio Verne ", la " ciudad fantástica " de La Plata. Su diseño es absolutamente ecléctico, característica típica tanto de la historia de la arquitectura como del pensamiento argentino, probablemente originada en la fructífera diversidad de la inmigración. Este planeamiento tomó elementos arquitectónicos y urbanísticos de, entre otras ciudades, el París del Barón Haussmann, Versalles y Karlsruhe. Había antecedentes valiosos: el fantástico modelo de La Plata fue exhibido en el Pabellón Argentino de la Exposición de París en 1889 y ganó la medalla de plata de la misma. El ministro de Relaciones Exteriores de Francia le comentó al cónsul argentino: " Ustedes no dejan de asombrar al mundo ".

Probablemente sin conocer esta anécdota pero siguiendo la tradición de los proyectos utópicos argentinos que " asombrarían al mundo ", Evita concibe 60 años más tarde un proyecto revolucionario en las inmediaciones de la ciudad fantástica de La Plata: la " República de los Niños ", una ciudad en miniatura donde todos los edificios estarían construídos en la escala de un niño de 10 años, un proyecto único en su tiempo.

Los arquitectos Lima, Cuenca y Gallo concibieron un verdadero rompecabezas que en una superficie de 53 hectáreas combinaba un mundo de fantasía ( basado en los cuentos infantiles de Andersen y de los hermanos Grimm así como en las leyendas narradas por Tennyson y Mallory ) con un corazón de instituciones democráticas. Estas constituyen el Centro Cívico, formado por un Parlamento ( basado en el británico pero con una torre tomada del Palacio de la Signoria de Florencia ), un Palacio de Justicia en estilo gótico, una Casa de Gobierno e inclusive edificios para las tres Fuerzas Armadas ( ejército, aeronáutica y marina ); todo en tamaño infantil. No sólo el ámbito de lo político ( poderes ejecutivo, legislativo y judicial ) y militar están representadas, sino también las esferas de lo económico y lo religioso: una Iglesia católica construída en estilo normando, con vitrales en su interior y un Banco, inspirado en el Palacio Ducal de Venecia. Otros poderes y esferas de la vida socioeconómica están asimismo presentes: el cuarto poder representado en una radio para chicos con estudio propio ( Radio República ), y distribuídos en la gran superficie se encuentran entre otros un aeropuerto, una estación de tren, una granja con pequeños animales y un lago artificial al que se ingresa por una aduana. El barco que lo recorre, inspirado en las naves que atravesaban el Mississipi, se detiene en varias " estaciones " basadas en historias infantiles como Peter Pan, Caperucita Roja, Blancanieves y Pulgarcito. Este proyecto combina distintas esferas: la de la imaginación y el juego con la esfera política del gobierno y la justicia, y también la productiva en la granja, uno de los pilares de la economía argentina de aquel tiempo. Pese a la industrialización empujada por el peronismo en el país, en la " República de los Niños " no hay fábricas.

Desde el punto de vista arquitectónico, la " República de los Niños " constituye un proyecto audaz y absolutamente innovador para su tiempo: la democratización de los espacios al tamaño infantil y el rompecabezas que resulta en una arquitectura fantástica producto de la combinación de las más diversas herencias culturales: el Palacio de la Cultura está inspirado por el Taj Majal de la India en su fachada, mientras que adentro reproduce el Patio de Los Leones de la Alhambra de Granada, España, los rasgos góticos del Palacio de Justicia, el estilo anglosajón del Parlamento, las Fachwerkhäuser ( casas campesinas alemanas ) en las calles. Sin duda, la parte más impresionante de la construcción son los techos: " en ella están representados los techos más bellos del mundo: una parte de Alemania, de Suiza, de Italia; techos antiguos, difíciles de ejecutar ", recuerda su constructor Neif Aun.

La construcción comenzó en 1949 durante el gobierno de Domingo Mercante. Realizada por la empresa CAPRESA fue financiada con recursos provinciales y por el Instituto Inversor de la Provincia de Buenos Aires. Los trabajadores que participaron en su construcción, más de 1.600 personas, eran en su mayoría inmigrantes de las más distintas nacionalidades, por lo que no sólo el diseño sino la construcción misma de este rompecabezas cultural estuvo impregnado por una fructífera diversidad. La elección de los estilos arquitectónicos para los 35 edificios del complejo no fue sólo estética sino política: en ellos se quería convocar tradiciones con sus valores: la transparencia del sistema de administración legal de los países bajos ( Palacio de Justicia ), el modelo anglosajón de justicia ( Parlamento ) o los logros científicos y tecnológicos de las culturas árabes y el Oriente ( Palacio de Cultura ).

Este proyecto resulta también asombroso en su dimensión política. El programa estaba diseñado para que los chicos pudieran fundar una república cuasi real con sus propios diputados, jueces, policías y militares. Es cierto que para entonces ya había habido diversos intentos pedagógicos de construcción de democracias infantiles: el más conocido e interesante entre ellos fue llevado a cabo por el pedagogo y médico Janusz Korczak en los asilos de huérfanos que dirigía desde principios del siglo XX en Polonia y que incluían un Parlamento infantil y tribunales de justicia, pero probablemente Evita no conociera estas experiencias, que no estaban muy difundidas en Argentina.

El rumor histórico cuenta que el dibujante y productor cinematográfico Walt Disney quedó tan fascinado en su visita a la " República de los Niños ", que ésta se convirtió en el modelo para Disney World, lo cual parece muy evidente si se miran las fotos de ambos complejos. Pero Disney, por supuesto, sólo copió la parte del proyecto que construía un " mundo de fantasía " y no el concepto pedagógico - político del mismo. El nombre de la " República de los Niños " fue cambiando varias veces en las diversas dictaduras: primero se la rebautizó " País de los Niños " y luego " Ciudad de los Niños ": el componente republicano quedaría así disuelto en una denominación geográfica o urbanística.

Con el paso de los años el lugar el lugar fue abandonado y casi olvidado, funcionaba sólo como un parque de diversiones. En el año 2001, con motivo del 50 aniversario se llevó a cabo una renovación del predio; allí se reencontraron también los proyectos pedagógicos y se intenta desde entonces reconstruir en algo las pequeñas instituciones democráticas.

Queda abierta la pregunta de por qué un régimen acusado de totalitario como el peronismo llevó a cabo un proyecto tan innovador y revolucionario, para enseñar a los chicos la importancia de la democracia no sólo en los roles que allí jugarían sino también en la experiencia concreta de los espacios.

Evita murió en 1952 y en 1955 tuvo lugar la " Revolución Libertadora ". Sus cabecillas odiaban a Perón pero, sobre todo, odiaban a Evita. Por el decreto - ley N° 4.161 se prohibió desde la exhibición de sus fotografías o retratos hasta la mención de sus nombres e incluso, el de sus parientes.

¿ Y qué sobrevivió de los inmensos proyectos arquitectónicos de Evita ? Algunos de ellos están aún en pie, como los hospitales o los complejos vacacionales, muchos de los edificios fueron apropiados por el Ejército y reestructurados para cumplir otras funciones, como la " Ciudad Estudiantil ", y otros fueron completamente destruidos por el odio, como la " Ciudad Infantil Amanda Allen " en el barrio de Núñez, donde solamente quedaron unas ruinas.

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De Dolane Larson, escritora, investigadora, representante en los Estados Unidos de América de la Fundación de Investigaciones Históricas Evita Perón ( F.I.H.E.P. ):

La " Ciudad Infantil Amanda Allen " no era un parque de atracciones aunque alegró la vida de miles de niños.

Se llamaba así para honrar a una enfermera de la Fundación Eva Perón, fallecida en un accidente aéreo cuando volvía de socorrer las víctimas de un terremoto en Ecuador.

La construcción de la Ciudad Infantil continuó día y noche durante cinco meses y veinte días. Se terminó en un tiempo récord y fue inaugurada el 14 de julio de 1949, seguramente uno de los momentos más felices en la vida de Evita. Los noticieros cinematográficos en blanco y negro la muestran caminando, casi bailando el día de la inauguración, señalando todas las maravillas de la Ciudad Infantil a los invitados.

Las visitas que venían de otros países destacaban que era un instituto modelo, bien en avanzado de su época. Su meta era integrar los niños pobres y marginados a la sociedad, prepararlos para la escuela primaria y ayudarlos a integrarse por medio del juego ( utilizaba los métodos de la educadora, médica, psiquiatra, feminista, humanista y católica italiana María Montessori, que todavía vivía ).

Después del golpe de Estado de 1955, los niños residentes fueron desalojados y el establecimiento convertido en un jardín de infantes para los niños de clase media alta del barrio de Belgrano ( ciertamente no - necesitados ). El informe del 5 de diciembre de 1955 que justificó el desmantelamiento de la " Ciudad Infantil Amanda Allen " afirmó que: " La atención de los menores era múltiple y suntuosa. Aves y pescados se incluían en los variados menús diarios. Puede decirse, incluso que era excesiva, y nada ajustada a las normas de la sobriedad republicana que convenía, precisamente, para la formación austera de los niños ".

Más tarde fue convertida en sede del Instituto Nacional de Rehabilitación del Lisiado. Los edificios fueron posteriormente demolidos para construir una playa de estacionamiento.

Lo que pasó con la " Ciudad Infantil Amanda Allen " es simbólico de la destrucción de la obra de Evita.

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De la Dra. Sandra Carli, profesora de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, licenciada en Ciencias de la Educación, doctora en Educación de la UBA, investigadora del CONICET y escritora:

En la década del 30 la visión sobre la población infantil en la Argentina, como consta en la Nueva Argentina de Alejandro Bunge o en El Dolor Argentino de Alfredo Palacios, estaba imbuida por la problemática de la despoblación del país, con no pocas connotaciones eugenésicas. A una preocupación por el hambre y la pobreza que afectaban a la sociedad en su conjunto y en particular a los niños, cuestión denunciada en sus escritos por Julio Barcos y otros educadores de la época. Fue un núcleo central del debate de la década del 30 quién era el agente capaz de dar una respuesta eficaz a las necesidades de la población infantil, si la sociedad civil a través de sus asociaciones propias o el Estado a través de una intervención más protagónica en distintas áreas. No faltaron las voces que denunciaron el avance autoritario del Estado sobre las conciencias infantiles, pero invariablemente comenzaba a tomar forma lo que sería en pocos años el núcleo central de la experiencia peronista como es el papel de Estado como cuerpo de pertenencia imaginaria: la relación entre infancia y Estado - Nación se plasmaría en el lenguaje político y en la obra del gobierno.

La frase " Los únicos privilegiados son los niños " es emblemática en este sentido de la política dirigida a la población infantil que se puso en marcha durante los dos primeros gobiernos peronistas y que cristalizó en sus medidas y acciones políticas, buena parte de las cuestiones en debate y sin resolución de la década del 30. Esa frase, que se reiteró en los discursos públicos de Perón y Evita, condensó lo que podríamos denominar una " política de infancia " en tanto pieza central de la política estatal. Frase acuñada por Perón, repetida en sus numerosos discursos y por diversos funcionarios y en particular por Evita, e inscripta como slogan en objetos, lugares y eventos públicos, indicaba la aplicación de un principio de justicia distributiva contra los privilegios del pasado, pero su reiteración se articuló en forma más amplia con el imaginario del reconocimiento de derechos del niño que formó parte del período de entreguerras. Después de la Primera Guerra Mundial la sanción de decálogos de derechos del niño fue recurrente, adquiriendo una nueva dimensión en el marco de la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada por las Naciones Unidas en 1948. Sin embargo, en el caso del peronismo los derechos del niño quedaron subsumidos en los derechos de la familia en tanto órgano central de la sociedad. En 1949 la sanción de la nueva Constitución incluyó en el capítulo III los " Derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la educación y la cultura ", definiendo a la familia como núcleo primario y fundamental de la sociedad, que debía ser objeto de preferente protección por parte del Estado, y que comprendía la protección del matrimonio, de la unidad económica familiar, del bien de la familia y del madre y del niño.

El peronismo diseñó una verdadera política generacional que pretendía en el tiempo largo ser eficaz en la modulación de una nueva cultura política en gestación. En el primer gobierno se tomaron diversos tipos de medidas tendientes a dignificar desde el punto de vista social la situación infantil, en un intento por eliminar las flagrantes desigualdades existentes entre los niños de distintos sectores sociales. En el segundo gobierno las medidas se orientaron a " politizar " la relación con la niñez, hecho que se verifica en distintas áreas formando parte de la estrategia de afirmación doctrinaria del peronismo: en un acto en Plaza de Mayo, el 17 de octubre de 1950, Perón anunciaba que " en la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños " y esto pasó a formar parte de las " 20 verdades del Justicialismo Peronista ". Como señaló en alguna ocasión Perón, si el primer gobierno se había ganado con el voto de los hombres y el segundo con el de las mujeres, el tercero se ganaría con el voto de los niños.

Niños y jóvenes durante el peronismo fueron interpelados a formar parte de un orden político en gestación y fue Eva Perón la que, en su obra de gobierno y en sus discursos públicos, llevó adelante una radicalización de esa interpelación al postular que los niños más pobres serían las " vanguardias políticas del futuro ", como destacó en sus discursos públicos y en las páginas del diario Democracia.

En esa política de infancia del peronismo, en la que es posible identificar ecos y marcas del debate internacional pero también particularidades locales, la idea del bienestar infantil sintetizó el conjunto de acciones de gobierno que entre 1945 y 1955 se llevaron adelante. Una acción distributiva - hoy añorada - marcó la actuación del Estado en relación con la población infantil, produciendo el cierre del ciclo de la beneficencia privada y la inauguración de la asistencia social del Estado. La diferencias del peronismo y en particular de Eva Perón con la Sociedad de Beneficencia, que fue intervenida en 1946, formaban parte del choque entre concepciones privadas y estatales respecto de la atención al más pobre. Fueron el punto de partida para la creación de la Dirección Nacional de Asistencia Social en 1948, entre cuyas misiones estaba la " asistencia social integral " a la minoridad. La creación en el mismo año de la Fundación de Ayuda Social, en 1950 denominada Fundación Eva Perón, fue opacando la acción de la Dirección y alcanzó una notoria importancia tanto desde el punto de vista presupuestario como el conjunto de acciones que llevaría adelante. En el enfrentamiento entre Eva Perón y la Sociedad de Beneficencia se hicieron evidentes las miradas antagónicas de la infancia pobre: mientras la Sociedad convalidaba a través de políticas de caridad la desigualdad de posiciones sociales de los niños, Eva Perón pretendió con su política asistencial - con no pocos rasgos redentores - alterar esas posiciones colocando al niño pobre en condiciones de igualdad con otros niños. No solo colaboró en ello la mirada de la política asistencial en Europa, con la que tuvo contacto Perón entre 1939 y 1941, y Eva Perón en 1947, sino la propia historia de Evita que había vivido una infancia pobre y sin reconocimiento social, por ser hija natural de un estanciero. La intervención de la Sociedad de Beneficencia incluyó una serie de medidas tomadas en las instituciones bajo su dependencia orientadas a una mejor identificación de los niños, a la prohibición de signos utilizados ( uniformes y medallas, entre otros ) y a la apertura de los institutos de menores, que cristalizaban el deseo de la Primera dama de eliminar estigmas y exclusiones.

La construcción de hogares de tránsito, de escuelas de enfermeras, de la Ciudad Infantil y de la Ciudad Estudiantil, de colonias de vacaciones, de hogares para ancianos y clínicas de recuperación infantil, la edificación de miles de escuelas en todo el país y de policlínicos en el Gran Buenos Aires y las provincias del norte y del litoral, fueron algunas de las acciones más importantes que implicaron la llegada directa del Estado a la población infantil. Acciones que formaron parte de la ampliación notoria de las funciones estatales que se produce entre 1945 y 1950. Los Campeonatos Infantiles " Evita " que comenzaron en 1948, y los Campeonatos Juveniles Deportivos " Juan Domingo Perón " que se inauguraron en 1953, coronaron la acción estatal con un alcance sin precedentes, si tenemos en cuenta el salto de 100.000 niños inscriptos en 1953. Niños y jóvenes que a partir de su participación en los campeonatos recibían atención médica, ropa y calzado, y becas de estudio, entre otras.

La metáfora de la Nueva Argentina representó la aspiración de Perón de diseñar una comunidad organizada, un orden pensado desde un modelo orgánico de Estado - sociedad en el que se avanzaría hacia una nueva armonía cultural, y el niño fue una pieza paradigmática de esa construcción. El modelo de Estado intervencionista de Perón debía asistir al niño de la Nueva Argentina desde la crianza familiar hasta los estudios de la juventud, y debía dar lugar a una relación sin mediaciones entre líderes políticos y niños y jóvenes. Desde la infancia se ingresaba en la malla del Estado que en una sociedad democrática debía estar presente en el hogar y en el barrio, en la escuela y en el trabajo. Esta capilaridad del Estado y la política moduló la vida cotidiana infantil, disminuyendo la distancia que tenían los niños con la escena pública y dando lugar a diversos tipos de experiencias, que oscilaron entre la empatía o la adhesión y el rechazo o la distancia.

La Ciudad Infantil Amanda Allen inaugurada en la Capital Federal el 14 de julio de 1949, y la República de los Niños inaugurada en la ciudad de La Plata en 1951 simbolizaron esta aspiración de una Nueva Argentina capaz de producir otro orden social y cultural.

La Ciudad Infantil fue un experiencia emblemática en tanto cristalizó, más que ninguna otra, la intervención del Estado por el bienestar infantil de los niños pobres combinando asistencia y educación. Asistían niños de 2 a 6 años, algunos en calidad de internos y otros de externos. Fue también un producto de exportación de la obra peronista, un medio de difusión internacional de una obra de gobierno; testimonios de ello son las fotografías existentes que destacan una arquitectura hecha a medida del niño con instalaciones muy bien equipadas y atendidas por gran cantidad de personas. Los testimonios sobre esa experiencia destacan la preocupación estética para que la ciudad tuviera lujosas comodidades, las tensiones producidas entre maestras ( graduadas del Instituto del Profesorado Sara Eccleston ) y el resto del personal y las situaciones paradójicas que se generaban debido al contraste entre la pobreza de las familias de los niños y la disponibilidad ostentosa de recursos de la institución.

La República de los Niños fue inaugurada el 26 de noviembre de 1951 y constituyó un parque para el esparcimiento infantil y para el aprendizaje de los derechos y obligaciones sociales de la democracia. Considerada el primer parque temático de América Latina, fue visitada por Walt Disney e inspiró su Disney World.

Tanto la Ciudad Infantil como la República de los Niños fueron verdaderos escenarios que simbolizaron los ideales del peronismo, con sus estrategias formativas y asistenciales y con sus estrategias de propaganda. Ese niño que por derecho y deber del Estado merecía acceso y bienestar, sería en el futuro un " niño peronista ".

La intervención del Estado pretendía así llegar a las zonas más profundas de la formación infantil. A partir de la nueva reglamentación para la aprobación de libros de texto de 1951 los nuevos libros de lectura aprobados se ajustaron a los principios del Segundo Plan Quinquenal, correspondiente al período 1953 - 1957, en el que se pretendía instalar la orientación doctrinaria del peronismo, postulándose que la educación debía tener por objetivo " realizar la formación moral, intelectual y física del pueblo sobre la base de los principios fundamentales de la doctrina nacional peronista ".

Estos libros y otras publicaciones para niños generadas por la Dirección General de Relaciones Culturales y Difusión del Ministerio de Relaciones Exteriores, hicieron evidente la incorporación de contenidos políticos en la formación infantil como el interés de intervenir activamente en la producción de identificaciones políticas desde la infancia. En los libros de la década del 50, no están presentes sólo los próceres del pasado sino también Perón, Evita y su obra de gobierno. La reacción de algunos sectores contra la progresiva politización del discurso escolar y el aumento de la conflictividad política del segundo gobierno peronista ( 1952 - 1955 ) ante las rupturas de las alianzas iniciales con la Iglesia que permitieron el acceso de Perón al poder, convirtieron a la enseñanza y a la lectura en una batalla invisible.

La literatura, los testimonios autobiográficos, la fotografía, el cine, la pintura, nos acercan - sea a través de documentos históricos o de ficciones -, a las condiciones de vida de la niñez. En distintos soportes, la memoria de la infancia de las décadas del 40 y del 50 es a la vez notoriamente emotiva y mitificada, lo que permite por un lado dimensionar el cambio producido entonces en las condiciones de vida de los niños y por otro señalar que el peronismo construyó una verdadera puesta en escena para la niñez que se recuerda por experiencia directa, o que se reconstruye a partir de su transmisión a otras generaciones, o por su notoria ausencia o destrucción.

Los cuadros del pintor Daniel Santoro, nacido en 1954, son un material muy interesante para acercarse a la experiencia infantil durante el primer peronismo en tanto recrean esa imaginería de la infancia creada por el peronismo con su componente mágico y a la vez violento. Santoro revive en sus cuadros " ese vasto territorio que fue el Estado protector peronista ", a partir de la recreación de las imágenes de publicaciones para niños que circularon en la época, muchas de las cuales se encuentran en la Biblioteca Peronista del Congreso de la Nación, caracterizadas por la calidad gráfica y por las combionaciónes de estéticas. Si la exploración del universo icónico del peronismo muestra cómo el poder se hizo visible y omnipresente, los cuadros de Santoro despliegan la representación imaginaria de una época, la " promesa de felicidad del peronismo " según palabras del pintor. La ley Nº 4.161, del 5 de marzo de 1956 precisamente estableció la prohibición de elementos de afirmación ideológica o de propaganda peronista ( Boletín Oficial 9/3/1956 ) estableciendo en su artículo 1º la prohibición de utilizar con fines de afirmación ideológica peronista " imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas que pretendan tal carácter o pudieran ser tenidas por alguien como tales pertenecientes o empleados por los individuos representativos u organismos del peronismo ". Lo que prohibió este decreto fue un verdadero universo simbólico que impactó en la experiencia infantil que excedían las cuestiones de orden político - partidario, en tanto fue un universo simbólico afín con el imaginario infantil.

Los testimonios autobiográficos, que constituyen otra fuente inestimable para acercarnos a la memoria de infancia del peronismo, destacan el impacto de medidas vinculadas con el acceso a los beneficios básicos ( educación, alimentación y salud, entre otros ) y con la equiparación social de los niños. Testimonios diversos recuerdan a la movilización barrial para lograr que todo niño asistiera a la escuela, el reparto de juguetes, las primeras vacaciones familiares, el juego y el deporte en parques y plazas públicas y, la importancia de los clubes en los barrios. El acceso de todos los niños a beneficios comunes puso en crisis las diferencias sociales cristalizadas en ciertos hábitos familiares. Las políticas de infancia del peronismo implicaron una conmoción en el hasta entonces desigual reparto de derechos y privilegios de la niñez.

Pero en la memoria de la infancia están también presentes las huellas de los antagonismos políticos de la época, instalados entre familiares y vecinos, entre padres e hijos, y entre niños en el juego doméstico y cotidiano de la política, podríamos decir un componente de infelicidad provocado por la política. Antagonismos vinculados con la confrontación entre peronismo y antiperonismo y promovidos por las revistas infantiles como Mundo Peronista, creada en 1949, e iniciadora de un modelo de revista para niños que a diferencia de Billiken se centraba en el niño en sí. Pero también antagonismos políticos que dejaron sus huellas en la experiencia infantil a partir del impacto del golpe de 1955 que produce un corte traumático en las trayectorias familiares de vastos sectores sociales simpatizantes y a la vez beneficiados por las políticas peronistas.

Los niños en el peronismo y de los niños del peronismo se confunden en una década en la que se combinaron el acceso de vastos sectores sociales a los beneficios de la modernidad, a una justicia social para los niños y el aumento de las tensiones políticas entre distintos sectores, generaciones, hombres y mujeres. Tensiones que se distancian de esa aspiración peronista a una " fraternidad justicialista ", a convertir al país en una " gran familia ".

El mensaje de Eva Perón pronunciado en la Navidad de 1951, leído en su lecho de enferma y difundido por la Cadena Nacional de Radiodifusión, nos trae algo de esa aspiración, que prologa los conflictos que años después y en buena parte del siglo XX atravesaron al país:

" Yo sé que dentro de muchos años, cuando en esta misma noche los argentinos se dejen acariciar por el recuerdo y retornen sobre sus alas al pasado, llegarán a estos años de nuestra vida y dirán melancólicamente: entonces éramos más felices. Perón estaba con nosotros. Porque la verdad, la indudable verdad es que todos somos ahora más felices que antes de Perón. No tanto por los bienes materiales que poseemos, cuanto por la dignidad que nos dio con su esfuerzo infatigable. Si nuestra felicidad residiese solamente en las riquezas materiales, no tendríamos derecho a ser dichosos. Pero nos sentimos felices porque en el seno de la gran familia justicialista que formamos, todos somos hijos iguales de la misma Patria, con los mismos derechos y los mismos deberes ".

El primer peronismo materializó de manera inédita la idea de que los niños debían ser " hijos iguales de la misma Patria ", pero lo que estaba en juego era en todo caso la construcción de la patria para las generaciones adultas, teniendo en cuenta los consensos y disensos que la atravesaban en el presente y que la atravesarían en el futuro.

*     *     *

De Betty Elizalde, locutora y periodista radial, una de las voces femeninas más importantes de la radiofonía argentina:

Nací el 4 de enero de 1940. Soy hija de un trabajador bancario y de un ama de casa, y soñaba con ser trapecista.

En mi casa eran ultracatólicos, con una abuela española y una madre totalmente sometida a esa madre, una vieja cultísima pero muy rígida y severa. Todo era muy estricto, y yo era como una hoja al viento. Mi padre era un hombre de mucha sensibilidad, que tenía pasión por los intelectuales, y lamentó toda su vida haber llegado sólo hasta sexto grado.

Eran ellos fanáticamente peronistas. Por eso pasamos la vida solos; llegaban las fiestas y no podíamos juntarnos con el resto de la familia porque eran radicales, y las pocas veces que ocurría era tal el encontronazo que resolvieron no hacerlo más. Entonces las navidades, los años nuevos, me generaban dolor. Por eso cuido tanto el arbolito de Navidad con los regalos.

Fui de las que lloraron cuando murió Evita, como si fuera mi madre. Fue el primer cadáver que vi. La imagen que tengo de Evita en ese cajón es imborrable. Me acuerdo de sus manos, del rosario de cuentas transparentes, de su belleza ...

Nunca jugué a las muñecas porque me aburría, siempre fui varonera. No tenía bicicleta, y como la deseaba tanto, y los Reyes Magos no me la trajeron nunca, le escribí a la Fundación Eva Perón porque había leído que regalaba bicicletas. No me mandaron la bicicleta, no sé a quién se la habrán mandado, pero nunca dejaron de contestarme que me tendrían en cuenta para otra oportunidad. Y un día, décadas más tarde, me levanto y encuentro la bicicleta en el living, con una carta de mi marido que decía " para que te dejes de embromar con la bicicleta ".

La radio me atrapó a muy temprana edad. Me dije " voy a ser locutora ". Dejé la idea de estudiar medicina con toda la oposición de mi casa, fue casi una tragedia, durante seis meses no me habló nadie en casa. Los 50 pesos para estudiar en el ISER ( Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica ) me los dio mi tía.

Vengo de un gran entrenamiento porque trabajé con todas las democracias y todas las dictaduras. Yo digo que soy paraperiodista: he sorteado prohibiciones, les he hecho trampa a los militares del Proceso, en estupideces, claro. Me entretenía con " meterles el perro " con las listas de prohibidos, con la música, les cambiaba los títulos. Me di cuenta de que ellos tenían la lista de los prohibidos en música, pero no los escuchaban. Los que hemos trabajado todas estas décadas en los medios somos seres humanos que tratamos de zafar como pudimos, mientras otros han sido indignos y miserables. Yo siempre digo que la radio es como la puta de los medios, porque toda la disponibilidad económica publicitaria va a la TV, a los medios gráficos y el restito a la radio. De este modo las radios quedaron en manos de quien tiene dinero. Es el único trabajo donde hay que pagar.

Tengo un nombre y en la radio represento algo, hace mucho que trabajo. La gente me respeta, dirán: " esta vieja dama indigna ya es inimputable, dejémosla ". Si cuando tenía que llevar dinero a casa defendí estas cosas, a esta altura del partido mi marido un plato de fideos no me va a negar.

Mi marido es un tipo muy especial, que me ayudó mucho con su gran sentido del humor, en lugar de hacer interpretaciones psicoanalíticas. Me costó mucho reforzar mi autoestima, porque siempre sentí que no me querían. La radio es el lugar en que me siento sostenida, aun por los que me rechazan. Siento que en las circunstancias difíciles de la vida, siempre fue la radio la que me sostuvo.

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Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.

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