DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


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María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

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De Sandra Raggio, docente, investigadora y escritora, en el capítulo Los años de la dictadura militar ( 1976 - 1983 ), en el libro titulado La última dictadura militar en Argentina - Entre el pasado y el presente, de la colección Educación y Memoria, autores Mariana Amieva, Gabriela Arreseygor, María Dolores Béjar, Verónica Delgado, Raúl Finkel, Carlos Gassmann, Margarita Jarque, Martín Legarralde, Margarita Merbilháa, Ana Príncipi, Sergio Pujol, Sandra Raggio, Geraldine Rogers y Samanta Salvatori, con colaboración de Mercedes Maiztegui, Homo Sapiens Ediciones, Rosario, incluye ilustraciones, 312 páginas, año 2009:

El golpe del 24 de marzo de 1976 fue el último de la larga secuencia que caracterizó a la dinámica política argentina del siglo XX. Sin embargo, el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional se distingue de sus antecesores, entre tantos factores, por la duración, por los alcances de las transformaciones que produjo y, sobre todo, por la magnitud y ferocidad de la represión política desplegada. Ninguno de ellos podría comprenderse sin un análisis profundo, en varios aspectos aún pendiente, de por lo menos los veinte años que lo precedieron: la dinámica y naturaleza del peculiar sistema político argentino, signado por la inestabilidad institucional, las dificultades para definir un modelo de desarrollo económico sostenido, superando el movimiento pendular de la economía, y la fuerte beligerancia entre los diferentes grupos sociales por imponer una dirección del proceso en función de sus objetivos e intereses, sin lograrlo. A fines de los sesenta, hubo una novedad: la activación y radicalización política de amplios sectores de la sociedad que se expresó en la aparición de las organizaciones armadas revolucionarias y de núcleos sindicales combativos, tanto de extracción peronista como marxista. Hacia 1976, estos rasgos compondrían un cuadro dramático.

La escena previa del golpe estuvo signada por una agudización de la conflictividad social, la intensificación de la violencia política, el descalabro económico y la profunda debilidad del gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón. El siniestro estado de situación que surgía de esta confluencia de factores, indudablemente entrelazados, explica la sensación de alivio con que buena parte la población recibió la noticia del golpe, aunque faltaran menos de siete meses para las elecciones. La idea del " caos " y el " vacío de poder " se habían impuesto, y fueron una fuente importante de legitimación de la ruptura constitucional producida por el asalto al poder de los militares. Pero el golpe no fue una respuesta desesperada a la crisis, sino un proyecto golpista que se consumaba. La construcción de este clima fue parte de su preparación.

Apenas pasada la medianoche del 23 de marzo de 1976, María Estela Martínez de Perón partía de la Casa Rosada en helicóptero rumbo a la residencia de Olivos. Nunca llegó a destino. Aterrizaron en Aeroparque, casi a la 1 de la madrugada. Con la excusa de un desperfecto mecánico, disuadieron a los 5 pasajeros de la nave a descender: la presidenta de la Nación, su secretario personal, su edecán y custodios. Minutos después, a solas, el general José Rogelio Villarreal le comunicaba el arresto a la viuda de Perón.

Las Fuerzas Armadas se habían hecho cargo del poder.

En menos de una hora, comenzó la toma del control del país. Se ocuparon los edificios públicos, los medios de comunicación, los sindicatos, las sedes de los partidos políticos. Se realizaron millares de detenciones de dirigentes políticos, sindicales y militantes de las más variadas extracciones políticas.

Más tarde, por los medios masivos de comunicación, se leyó el primer comunicado de la Junta Militar, integrada por los comandantes generales de las tres Fuerzas Armadas: el teniente general Jorge Rafael Videla ( Ejército ), el brigadier Orlando Ramón Agosti ( Fuerza Aérea ) y el almirante Emilio Eduardo Massera ( Armada ).

El 31 de marzo se publicó en el Boletín Oficial el " Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional ", que sentó las bases constituyentes del nuevo régimen. La Junta Militar, " órgano supremo de la Nación ", gobernaría al país, a través del presidente por ella designado, quien, a su vez, designaría a los gobernadores de todas las provincias. La Junta Militar nombraría a los miembros de la Corte Suprema. Las funciones legislativas fueron delegadas al presidente con la asistencia de la Comisión de Asesoramiento Legislativo ( CAL ), compuesta por tres oficiales superiores de cada una de las tres fuerzas. Esta división tripartita del poder entre las fuerzas sería un elemento distintivo del Proceso de Reorganización Nacional, que buscaba comprometer al conjunto de las Fuerzas Armadas en el proyecto y evitar la centralización del poder en una figura particular. No obstante, el Ejército concentraría la mayor cuota de poder. Jorge Rafael Videla asumió como presidente de la Nación el 29 de marzo de 1976.

Los objetivos enunciados eran terminar con el desorden y la corrupción, normalizar el funcionamiento de la economía y exterminar a la subversión, sustentando el fin último de reinstalar " una auténtica democracia ". Para ello se decretó la suspensión de toda actividad política partidaria, estudiantil o sindical, se prohibieron las huelgas y las negociaciones colectivas, se anuló la libertad de prensa y, por supuesto, se continuó con el Estado de Sitio implantado durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón en 1974.

¿ Quienes apoyaron el golpe ? Editoriales de los diarios manifestaron su conformidad. También lo hicieron la mayoría de las dirigencias partidarias. Entre los más efusivos, se encontraban el Partido Federal ( PF ) de Francisco Manrique, el Movimiento de Integración y Desarrollo ( MID ), conducido por Rogelio Frigerio y Arturo Frondizi, el Partido Demócrata Progresista ( PDP ) y varios de los provinciales nucleados en la Fuerza Federalista Popular ( FUFEPO ). También expresaron sus expectativas positivas las organizaciones empresarias, como la Asociación Permanente de Entidades Empresarias ( APEGE ), la Asociación de Bancos Argentinos ( ADEBA ), la Sociedad Rural Argentina ( SRA ) y la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa ( CARBAP ).

Pero las Fuerzas Armadas no sólo contaron con el beneplácito de amplios sectores civiles, sino que algunos de ellos constituyeron la coalición golpista que coordinó acciones e ideas por lo menos desde mediados de 1975. El núcleo civil relevante fue la tecnocracia liberal, ligada a la alta burguesía, cuyo representante era sin dudas el economista, político y abogado José Alfredo Martínez de Hoz, quien ocuparía la cartera de Economía hasta el año 1981.

Lo liberales compartían con las Fuerzas armadas su rechazo a las experiencias populistas y desarrollistas que habían dominado en el pasado, y veían en esta nueva empresa política la oportunidad para desplegar sus tantas veces relegados proyectos sustentados en la idea del libre mercado y la desregulación de la economía, superando las trabas impuestas por un Estado intervencionista que había beneficiado a los sectores industriales mediante un crecimiento al que denominaban como " ficticio ". Tal como sostiene Marcelo Cavarozzi, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Berkeley, California, la dictadura militar prometía erradicar a aquellos elementos que habían obstaculizado la prosecución de su ideario: la subversión y todo activismo político del sector popular, la sociedad política populista expresada en el peronismo, los sindicatos y el Estado tutelar y el sector industrial urbano que había crecido a la sombra de éste. Liberalismo económico y autoritarismo político se conjurarían para producir en el país una de las más cruentas y profundas transformaciones de su historia.

Pocos días después del golpe, Martínez de Hoz presentó públicamente el autodenominado " Programa de Recuperación, Saneamiento y Expansión de la Economía Argentina ". El punto más enfatizado sería " la lucha contra la inflación " ante una opinión pública afectada por los terribles incrementos de precios en la última etapa de gobierno de " Isabelita ".

Las medidas impuestas con urgencia muestran la intencionalidad y profundidad de los cambios perseguidos: el congelamiento salarial, la supresión del sistema de control de precios y un incremento del tipo de cambio mediante un cronograma mensual de devaluación. La conjunción de las dos primeras implicó una pérdida de un tercio del salario real, ya que la inflación ascendió al 54, 2 %, lo que produjo una fuerte y rápida regresión en el patrón de distribución de ingresos.

El programa siguió con la apertura de la economía, promoviendo una liberación del mercado externo discriminatoria y asimétrica que liberó de aranceles aduaneros a algunas ramas de actividad exponiéndolas a la competencia de los productos extranjeros, al mismo tiempo que protegió a ciertos grupos oligopólicos garantizándoles una alta rentabilidad. Entre las medidas se incluyó la anulación de las retenciones a las exportaciones agroganaderas.

La reforma financiera de 1977 completó el plan. Se desregularon los flujos internacionales de capital, se liberalizaron las tasas de interés, se le dio garantía estatal del cien por ciento a los depósitos bancarios y se promovió la privatización de las carteras de créditos a través de las entidades financieras privadas. Con la política cambiaria implementada en 1978, mediante la fijación de un cronograma de devaluación gradual del tipo de cambio, la famosa " tablita ", y la apertura irrestricta del mercado de capitales, se profundizó el modelo de valorización financiera.

Si bien el ministro seguiría a cargo de la cartera económica hasta 1981, la crisis financiera de 1980, cuyo mayor exponente fue la quiebra del Banco de Intercambio Regional ( BIR ), anunció el fracaso de los objetivos enunciados en el Programa. La inflación no menguaba, la recesión comenzaba a hacerse notar y las críticas se multiplicaban tanto hacia adentro de la corporación militar como en la opinión pública. En 1981, la inflación ascendió al 131 %, la recesión fue del 6,5 %, y el déficit público alcanzó los 18 puntos. No obstante, los resultados de este cóctel de recetas liberales ya habían producido sus efectos, a los que la crisis y las medidas adoptadas para calmarla no hicieron sino agravar.

El Programa golpeó duramente a la pequeña y mediana emprea ligada al mercado interno, atrapada ante la agresiva competencia externa y un mercado del crédito altamente especulativo que les impidió la modernización exigida y, los que se animaron, agonizaron en el intento. La concentración del capital en los grandes grupos trasnacionales fue su contracara. La aventura financiera especulativa le ganó terreno a la inversión productiva. El meteórico crecimiento del endeudamiento externo fue la llave del nuevo patrón de acumulación capitalista. La deuda saltó de 8.000.000.000 de dólares en 1975 a 45.000.000.000 de dólares en 1983.

Como afirma Hugo Nochteff, investigador del CONICET en el área de Economía y Master en Ciencias Sociales, fue la dictadura la que " quebró las bases y relaciones sociales, institucionales y productivas que habían sustentado y en gran medida definido a la economía argentina a lo largo de casi toda su época de industrialización ... Los principales efectos de las acciones políticas, sociales, económicas y represivas de la dictadura militar fueron ... el fortalecimiento del capital concentrado; la prevalencia de las ganancias financieras sobre las productivas; la concentración del poder económico; la reducción a la mitad del techo salarial de largo plazo y el gran salto de nivel y de tasa de crecimiento del endeudamiento externo ".

El carácter aperturista de la economía que se impuso a partir del golpe de 1976, provocó un duro impacto en la estructura económico - social del país y generó ciertas tendencias que imprimieron profundos cambios en el mercado de trabajo.

Si entre 1950 y 1975, la Argentina se caracterizaba por tener un mercado laboral que la diferenciaba de los países en vías de desarrollo de la región - estaba más integrado, tenía una mayor presencia del trabajo asalariado, bajos niveles de subocupación, menos polarización en los ingresos, y sobre todo, presentaba un escaso grado de subutilización de la mano de obra -, a partir de 1976 fue paulatinamente igualando a sus vecinos.

Las condiciones laborales empeoraron. Las tendencias principales estuvieron definidas por la expansión del desempleo, el crecimiento de la informalidad, la acentuación de la tercerización acompañada por la desindustrialización, la disminución del empleo asalariado, la reducción de los sueldos y una paulatina acentuación de la brecha salarial. El aumento de la inflación a partir de 1981 consolidó la tendencia decreciente del salario.

Sin embargo, en contraste con el mercado en los noventa, la destrucción del empleo en el sector industrial, producto de la incapacidad local para competir con productos extranjeros, fue compensada con el aumento de la actividad cuentapropista y el crecimiento del sector terciario, comercial y financiero, y de la construcción.

Estas profundas transformaciones operadas en el seno de la estructura económico - social argentina no hubieran sido posibles sin las medidas represivas y disciplinamiento social que se desplegaron a la par.

El fracaso del Plan Martínez de Hoz y el fin de la presidencia de Videla, si bien marca una inflexión visible en el Proceso de Reorganización Nacional, no deja de ser sólo un punto de condensación de las constantes disputas internas dentro del régimen y las dificultades de éste por cumplir con sus objetivos fundacionales. Los temas que provocaron las fricciones más beligerantes fueron, a lo largo del período, la política económica, las políticas de apertura y de acercamiento con los partidos políticos moderados y la política exterior ( el conflicto por el Canal de Beagle con Chile y la visita de la CIDH ( Comisión Interamericana de Derechos Humanos ), entre otros.

La división tripartita de cargos y funciones si bien había intentado atenuar la hegemonía del Ejército dentro de la constelación militar e instalar la idea de poder compartido, lejos estuvo de disolverla. A tal punto que las disidencias y pujas de poder más relevantes se desplegaron en el seno mismo de la fuerza de tierra. Diferían en sus modos de pensar la relación con los sectores civiles, los alcances de la " refundación de la Nación ", y sobre todo, la forma y el tiempo en que los militares debían dar por concluida su misión, y en este caso, cuál sería su rol en " tiempos de paz ".

La división entre " duros " y " blandos " dentro del Ejército es una primera distinción que generalmente se establece. El primero lo constituían los Comandantes de los Cuerpos del Ejército, involucrados activamente en la puesta en marcha de la represión, los llamados " señores de la guerra ". Los " señores de la guerra " solían inquietarse ante los más tenues intentos de diálogo político. El grupo de " duros ", comandado por el general Ramón Genaro Díaz Bessone, pensaba en el poder con mayor perpetuidad y no imaginaba una transición sino por etapas, donde gradualmente se procedería a una " transferencia del poder ", pero siempre tutelado por las Fuerzas Armadas. En el grupo de " blandos ", más político, se encontraban los generales Albano Harguindeguy, Leopoldo Fortunato Galtieri, Roberto Viola y Jorge Rafael Videla. La cuestión que enfrentaba a estos grupos era sobre los plazos para dar concluída la etapa fundacional e instalar la " auténtica democracia ".

El general Roberto Viola era quien pensaba que una vez alcanzada ciertas metas, la derrota de la subversión, el saneamiento de la economía, el aggiornamiento de los políticos al nuevo orden y el disciplinamiento de las fuerzas sindicales, debía abrirse paso a una transición escalonada que culminara en elecciones. El general Videla sintetizaría la propuesta en la idea de trabajar hacia una " convergencia cívico - militar ".

Un tercer grupo lo constituyó la Armada, comandada por el almirante Emilio Eduardo Massera, quien concibió un plan político propio en competencia feroz con el general Videla. Confrontación que lo llevó a establecer alianza con los " duros ", con quienes no compartía la visión del futuro, pero que le eran funcionales a su estrategia personal. El marino imaginaba factible una legitimación popular del Proceso de Reorganización Nacional que culminara en una salida política que lo tuviera a él como líder. Hacia la consecución de sus objetivos, estableció diálogos con la derecha peronista y otros sectores políticos y llegó a conformar su propio partido. La Escuela de Mecánica de la Armada ( ESMA ) fue el centro de sus operaciones, donde llegó a constituir un staff de " asesores " con los militantes secuestrados.

No obstante, los escarceos por el poder, exacerbados por un fraccionamiento del mando tanto en la distribución de los espacios de decisión dentro del Estado como también en la división territorial para la implementación de la " guerra contra la subversión ", no tuvieron bandos tan claros y permanentes, sino que se entrecruzaron con las querellas propias de un poder " feudalizado " donde cada quien peleaba su propia batalla a partir de intereses individuales, corporativos o facciosos. Las políticas económicas de Martínez de Hoz fueron un parte aguas que no replicó al detalle las divisiones mencionadas. El general Díaz Bessone se encontraba entre los más acérrimos opositores, y otro " duro " como el general Ibérico Saint Jean no dejaba de elogiar las medidas impuestas. El almirante Massera, en su disputa de poder dentro de la Junta con el general Videla, criticaba las medidas en torno a la cuestión salarial como discurso demagógico en su expectativa de conformar una alternativa política con base en el consenso popular. Por otra parte, las pretensiones privatizadoras de los cuadros liberales también fueron motivo de airada oposición de los funcionarios castrenses, cercanos al general Viola, al frente de Fabricaciones Militares que se negaban a una retracción del Estado en el área productiva. El general Viola mismo mantuvo ciertas reservas ante los resultados surgidos de la aplicación del plan económico. Los que brindaron un apoyo firme y estable al ministro Martínez de Hoz durante toda su gestión fueron Videla, Harguindeguy y Galtieri.

Las confrontaciones llegaron a ser feroces, y no dispensaron en aplicar los métodos de la " guerra contra la subversión " contra los adversarios internos. Las desapariciones del embajador Héctor Hidalgo Solá y de la diplomática Elena Holberg se inscriben en esta trama de intrigas en el seno de la cúpula militar. Detrás de estos crímenes estuvo la mano del Almirante para socavar el poder de Videla.

El clima de tensión no cesó nunca, aunque el transcurso de los acontecimientos iría produciendo nuevas controversias, alineamientos y fracturas. La sucesión del general Videla en la presidencia de la Nación desató intrigas y tensiones que, aunque culminaron en la esperada designación del general Viola, recrudecieron las tormentas internas. Electo por el período 1981 - 1984, un golpe palaciego lo desplazó del poder antes de que cumpliera un año en su cargo. El general Leopoldo Fortunato Galtieri, el hombre del Ejército promovido a la Junta por el mismo general Viola, lo desplazaba del poder.

No obstante, a pesar de tantas fisuras, el régimen tuvo su punto de fusión: la " lucha contra la subversión ".

Durante su corta presidencia, el general Roberto Viola intentó acelerar el paso hacia la apertura política con iniciativas tendientes a mejorar la relación del gobierno militar con la sociedad civil. Por un lado, promovió una redefinición de la política económica orientada hacia los sectores de la producción y no del financiero. Un gabinete de corte más civil y " más pluralista " y una política dialoguista con los partidos y sindicatos completaron la estrategia.

En julio de 1981, se constituyó la Multipartidaria conformada por el Partido Justicialista, la Unión Cívica Radical, el MID, el Partido Intransigente y la Democracia Cristiana. Ese mismo año, comenzó a reorganizarse la CGT con Saúl Ubaldini a la cabeza.

Los movimientos hacia la apertura y la activación de la sociedad civil agudizaron las tensiones internas de un régimen que había perdido el rumbo y había ganado por las pujas intestinas que, como fuerzas centrífugas, impedían la reacomodación hacia una dirección compartida. El fin de la " guerra contra la subversión " los dejó sin ese objetivo común que los ligaba. El ex ministro del Interior, general Albano Harguindeguy, ahora asesor de la presidencia puesto por los " duros ", intentaba desempolvar el proyecto del MON ( Movimiento de Opinión Nacional ) - una vieja iniciativa que apenas llegó a nacer durante la presidencia del general Videla -, como un posible partido militar que protagonizara la transición, para confrontar con la alternativa motorizada por los generales Roberto Viola y Horacio Liendo , que veían una salida negociada con los dos partidos mayoritarios: PJ ( Partido Justicialista ) y UCR ( Unión Cívica Radical ).

En diciembre de 1981, el intento fue clausurado por el golpe enbezado por el general Leopoldo Fortunato Galtieri, su antiguo hombre de confianza convertido en un " duro " que pretendía retomar a las " fuentes del proceso ". El nombramiento del economista y abogado Roberto Alemann en el Ministerio de Economía fue una señal clara. Sin embargo, el proceso de apertura seguía su propio curso. La percepción de un régimen sin futuro incentivó la recuperación del espacio público y la movilización política y social continuó in crescendo.

El 30 de marzo de 1982, la CGT lanzó un paro nacional con movilización. La multitudinaria manifestación terminó en una fuerte represión, con cientos de detenidos.

Pocos días después, el 2 de abril de 1982, el gobierno retomó la iniciativa declarando la Guerra de Malvinas. La operación de la toma de las Islas tuvo dos objetivos: restituir la legitimidad del régimen autoritario y cimentar la cohesión interna. Ni bien iniciadas las operaciones, los objetivos parecieron cumplirse. La sociedad en su conjunto reivindicó la iniciativa militar, la dirigencia política y sindical se sumó a la ofensiva de recuperación de la soberanía nacional, el frente interno pareció calmarse ante una nueva meta que les devolvía ese punto de fusión perdido. El 10 de abril más de 100.000 personas convocadas por el gobierno se movilizaron a Plaza de Mayo en apoyo de la guerra.

La estrategia de la toma de las Islas se sustentó en la convicción de que los ingleses no responderían a la agresión y, si eso sucedía, en que los Estados Unidos apoyarían la postura argentina. Nada de eso ocurrió. Fue así que las tropas argentinas, mal preparadas y con armas y equipos lamentables, se enfrentaron a las tropas británicas altamente entrenadas y tecnificadas. El saldo es conocido, cientos de soldados perdieron la vida en las Islas y los mares del sur. Mientras en el continente los argentinos recibían a través de los medios masivos de comunicación las falsas noticias sobre las victorias obtenidas, en el campo de batalla, el hambre, el frío y el desbande de los soldados conscriptos eran los datos ciertos de la derrota.

El 14 de junio de 1982, la Argentina presentó su rendición. La aventura en el Atlántico Sur había concluído. El régimen perdió toda posibilidad de reconstruir el consenso social social y las disputas internas eclosionaron. Tras el alejamiento de Galtieri, la sucesión presidencial no pudo resolverse fácilmente. Los conflictos inter - armas se intensificaron a un punto tal que la Fuerza Aérea y la Armada abandonaron la Junta. El general Reynaldo Benito Bignone asumió la presidencia de la Nación en medio de la desintegración del régimen autoritario. Los soldados sobrevivientes retornaron del frente por la noche, ante el silencio e indiferencia de esa misma sociedad que poco tiempo antes los había vivado como héroes.

A partir de entonces, se inició el proceso de transición hacia la democracia, donde la Multipartidaria y el gobierno de facto pugnaron por una apertura negociada. Los principales partidos buscaban pactar una salida electoral que garantizara el fin del intervencionismo militar y de los condicionamientos de las Fuerzas Armadas en el futuro, como también la gobernabilidad, atemperando las fuertes demandas de una sociedad cada vez más movilizada. Los militares, por su parte, intentaron asegurarse de que no se realizara revisión alguna de lo actuado, y así pagar los menores costos de una retirada apresurada. A pesar del diálogo propuesto como forma de avanzar hacia las elecciones, la relación estuvo lejos de un trato armónico. La cruenta represión desatada en la movilización de la Multipartidaria, el 16 de diciembre de 1982, da cuenta de lo difícil del proceso y de las resistencias de los militares a abandonar el poder.

A estos dos actores claves de la apertura, deben sumárseles el movimiento de Derechos Humanos y el movimiento obrero. Ambos también tuvieron un fuerte protagonismo, intentando incluir en la agenda de transición sus propias demandas.

Finalmente, el 30 de octubre de 1983, se realizaron las elecciones. Ganó el candidato radical, Raúl Alfonsín, dejando atrás la idea de un peronismo imbatible en las urnas. Se inició una nueva etapa para la sociedad argentina impregnada aún de las experiencias dramáticas vividas en esos tiempos, con el desafío de construir una sociedad democrática luego de tantos años de fuerte conflictividad y violencia.

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De Jorge Alberto Campana, escritor e investigador, autor del libro titulado Dr. Ramón Carrillo - Primer Ministro de Salud Pública y Asistencia Social de la República Argentina ( 1946 - 1954 ), de la serie Hombres destacados de la Historia Argentina, editado por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe, Argentina, año 2002:

Todo país organizado, que pueda vivir en democracia, basa su accionar en premisas fundamentales; éstas generalmente se encuentran bien estipuladas en sus Constituciones: la igualdad ante la ley, la salud, la seguridad, la cultura y la educación, valores mínimos que se tratan de cumplir de una manera u otra, con más o menos aciertos. La capacidad de sus dirigentes para lograrlo determina ante el pueblo el éxito de sus gestiones.

Hacia 1940 el pueblo argentino era gobernado en municipios, provincias y aún en el orden nacional, por los ganadores de elecciones claramente fraudulentas, hecho que impedía el acceso al gobierno de representantes de partidos de carácter popular. El presidente Roberto Marcelino Ortiz trató de corregir este desorden y tomó algunas medidas, como la intervención de las provincias de Catamarca y de Buenos Aires, dando el claro desarrollo antidemocrático de las elecciones celebradas en las mismas. Esta determinación hizo renacer en el pueblo esperanzas de un cambio de actitud política, pero quiso el destino que el presidente Ortiz debiera renunciar al quedar ciego como resulta de una seria dolencia ( diabetes ), dejando la presidencia a cargo del vicepresidente, Dr. Ramón Castillo, partidario de la tradición fraudulenta en la política y que, llegado el momento, promovió, para sucederlo, a hombres como Robustiano Patrón Costas, magnate de la industria azucarera, que sólo aseguraban más de lo mismo.

Esto desembocó en un golpe militar que derrocó al gobierno establecido, gobernó al país desde 1943 a 1946 y finalmente entregó el poder al ganador de una reñida contienda política, el coronel Juan Domingo Perón. Este gobierno marcó en la historia política Argentina una bisagra que divide a nuestra historia en " un antes y un después ", dado el carácter netamente revolucionario de su accionar.

Era la época en que culminaba también la espantosa Segunda Guerra Mundial, se transformaba la mayoría de los mapas de los países que habían combatido de uno u otro lado, se dividía el mundo entre oriente comunista y occidente liberal capitalista, tenía principio la llamada guerra fría y comenzaba en la Argentina una política popular denominada Justicialista, conducida hasta su muerte por Perón.

En la década del 40, la medicina comenzaba a transformarse sustancialmente gracias al avance de la ciencia. Más allá de que todavía se colocaban ventosas, cataplasmas, sanguijuelas, ungüentos " maravillosos ", y los partos eran atendidos por matronas, se tenía sólo un incipiente conocimiento del verdadero sentido de la asepsia. La expectativa de vida del argentino era de menos de 55 años para habitantes de las grandes urbes y sólo 33 años para los trabajadores sujetos a tareas de esclavitud, como los de La Forestal y los cosecheros de distintas provincias argentinas.

El gobierno no tenía Ministerio ni Subsecretaría de Salud Pública, lo que más o menos implicaba declarar no poseer una política al respecto. Los hospitales, en su mayoría públicos, los orfanatos, los asilos de ancianos, los leprosarios, los internados para dementes crónicos y otras casas de salud dependían generalmente de instituciones caritativas organizadas por damas que los sostenían con colectas públicas realizadas en forma permanente. El gobierno subsidiaba algunas veces estas obras que trataban de paliar la falta de una política concreta por parte de municipios, provincias y Estado nacional.

La salud no era prioritaria. Una vez enferma la persona por alguno de los males incurables ( que eran muchos en ese momento ), se buscaba dónde internarlo y ayudarlo a bien morir; ésto, claro, en las ciudades más o menos desarrolladas, porque en los pueblos alejados eran más frecuentes las curaciones caseras, los yuyos tradicionales, los ungüentos, las lociones y toda una gama de ofertas que siempre encontraban al experto o experta capaz de prepararlo y aplicarlo. En la población de San Antonio de los Cobres, capital de la antigua Gobernación de Los Andes, después de una encuesta realizada, se demostró que el número de camas disponibles para enfermos arrojaba estadísticamente cero. Para mayor claridad, no había en esta localidad ni un dispensario médico que cubriera las mínimas necesidades de atención.

El gobierno que iba a asumir por una gran mayoría de votos, predicando una necesaria justicia social, se propuso cambiar revolucionariamente esta situación y logró antes de hacerse cargo, que se creara la Secretaría de Estado de Salud Pública con rango de Ministerio, en reemplazo del antiguo Departamento Nacional de Higiene.

A los pocos días de asumir la Presidencia de la Nación, Juan Domingo Perón confirmó en este cargo al Dr. Ramón Carrillo, quien lo acompañaría durante nueve años al frente de esta cartera, es decir, toda su presidencia y gran parte de la segunda, siendo un excepcional colaborador de la Fundación Eva Perón.

Ramón Carrillo nació el 7 de marzo de 1906 en Santiago del Estero, en aquel entonces pequeña y pueblerina ciudad. Su casa, de adobe, quedaba a dos cuadras de la plaza principal. Era el mayor de 11 hermanos. Estudió en la Escuela Normal de esa ciudad donde cumplió aceleradamente la etapa de la escuela primaria, cursando libres el 5º y 6º grados, e ingresó a los 12 años de edad a la Escuela Nacional, donde se reveló como un brillante alumno y egresó a los 16 años con el título de Bachiller, otorgado con medalla de oro. Sólo tenía 15 años cuando publicó una monografía sobre " Felipe Ibarra " y otro trabajo literario denominado " Glosa de los servidores humildes ", con los cuales no sólo ganó premios sino que demostró su naciente inquietud social.

En 1924, ya en Buenos Aires, comenzó sus estudios de medicina en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires y, con sólo tres años de estudio, por concurso fue designado practicante del Hospital Nacional de Clínica Quirúrgica donde tuvo como primer maestro en cirugía al afamado Dr. José Arce. Colaboró con el Dr. Manuel Balado, profesional especializado en Estados Unidos en los adelantos en la neurocirugía.

Complementó esta etapa de practicanato con la elaboración de trabajos científicos acerca de la especialidad que ya no abandonaría durante toda su carrera médica, la cirugía del sistema nervioso. Algunas de estas investigaciones fueron el primer material conocido en el país sobre la materia.

En 1929 se recibió de médico con medalla de oro. Nuevos trabajos científicos de su autoría obtuvieron menciones y premios; uno de ellos, el más importante en aquel momento, fue el correspondiente al Concurso Nacional de Ciencias de 1938.

Paralelamente, su capacidad y entusiasmo por los estudios sociales lo llevó a lograr una sólida formación cultural y política de acentuado carácter humanista. Su interés por la literatura lo acercó a los centros literarios de Buenos Aires. Así frecuentó las obras de Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones y los hermanos Discépolo, y estableció una estrecha amistad con Homero Manzi.

Al conocer la poesía de José Pedroni se conmovió con el sentido profundamente humano de su obra. En sus escritos vio reflejada fielmente la figura de sus pobres comprovincianos, arrieros, ladrilleros, leñadores, gauchos empobrecidos y casi vencidos en sus ilusiones que padecían una larga espera por algo mejor, buscando con mirada triste, al fin del camino suyo pero ajeno, aunque más no fuera un poco de esperanza.

Esta situación de sometimiento de los trabajadores al poder económico extranjero era objeto de atención para agrupaciones de pensadores y luchadores que, desde distintas ideologías, deseaban revertirla y coincidían en el reclamo de justicia para el pueblo.

Fue precisamente en una de esas agrupaciones, el incipiente Nacionalismo Argentino, donde Ramón Carrillo abrevó sus primeros embates políticos.

Esa actividad lo relacionó con dirigentes de dicha corriente en todo el país y, nos importa a nosotros los santafesinos, estableció contacto en su momento con los doctores Alberto Pagani Lanza de la ciudad de Santa Fe y Juan Lo Celso de la ciudad de Rosario, médicos como él, que en su trato diario con el pueblo, practicando su profesión, conocían muy bien las dolorosas carencias que éste sufría y ante las cuales no eran insensibles.

Recientemente recibido y en premio por la magnífica carrera realizada recibió una Beca de la Universidad de Buenos Aires para perfeccionarse en Europa. Desde París, llegó a Amsterdam, Holanda, donde se encontraba el núcleo de investigación más importante en su especialidad en aquel momento. Iniciado en lo que para él era una novedad, el trabajo quirúrgico en equipo, aprendió de excelentes profesores y científicos los adelantos más importantes de la época, trabajando codo a codo con especialistas alemanes, británicos y estadounidenses.

Después de esta experiencia continuó sus estudios de perfeccionamiento en París, y en 1933 volvió a Buenos Aires, con una amplitud de conocimientos que lo hizo calificar como el más brillante en su especialidad, hecho que determinó que se le confiara de inmediato la organización de un laboratorio especializado en el Instituto de Clínica Quirúrgica.

El año de su regreso al país fue también el año más crudo de la denominada " década infame ". Ante la situación social, Ramón Carrillo adhirió a un nacionalismo que ya se encontraba organizado para combatir la dependencia económica, científica y cultural en la que se hallaba sumergida la Argentina.

El duro trabajo que se impuso no le permitía atender un consultorio particular y dedicó la mayor parte de su tiempo en esos años a la investigación y la docencia.

En 1939, al hacerse cargo del servicio de Neurología en el Hospital Militar, tomó contacto con las historias clínicas de miles de jóvenes argentinos llamados a prestar servicio militar y pudo comprobar los altos grados de incapacidad de la población originaria de las provincias y gobernaciones pobres y olvidadas.

A los 36 años de edad ganó por concurso la cátedra de profesor titular de Neurocirugía. Creo necesario reproducir al menos algunos párrafos de su discurso al abrir su primera clase frente al alumnado:

" Vosotros desinteresados en las contiendas, limpios de los estigmas de las ambiciones, caeréis con sorpresa en las encrucijadas; el tiempo os despeñará del mundo de los sueños a los ásperos caminos de la vida; entonces los más nobles sentimientos se pervierten en el vaso impuro del corazón humano, si un ideal altruista de ciencia y de trabajo no lo embalsama, purificándolo del mal de las codicias y de la convicción materialista de que la vida es un botín legítimo del más fuerte ".

" Debe ser el neurocirujano un hombre capaz de ocultar su triste destino al que ya no espera nada manteniéndole el último destello de una ilusión. Cualquier espíritu noble estará con Santo Tomás: es preferible un sentimiento que consuela a una verdad que ilumina ...".

Tal era su formación en el momento de la revolución de 1943. Adhirió a los sectores que querían mantener la neutralidad argentina en la guerra que se estaba desarrollando en Europa, por considerar que se trataba de " un conflicto ajeno a los intereses del país " y pidió que se revisaran urgentemente las políticas que en lo económico y social mantenían a la nación en una postergación injusta por la dependencia extranjera de los valores nacionales.

Muchos fueron los alumnos que formó Carrillo como neurólogos y neurocirujanos. Uno de ellos, el Dr. Raúl Matera, expresó en una oportunidad: " Creía en el país y quería entrañablemente a su pueblo. Amaba a Santiago del Estero, su patria chica, y a la Argentina, su patria grande. Era capaz de hablar horas enteras del paisaje y de los hombres de su tierra. Quería un país de argentinos para todos los argentinos ".

" Fue maestro: enseñaba y formaba; estaba siempre junto a sus discípulos para estimularlos y ayudarlos en los momentos de desaliento, pero lo hacía sin que su mano izquierda se enterara de lo que había dado su mano derecha ".

Este es, reduciendo en pocas palabras, el inmenso caudal de saber y dar del hombre que el gobierno recién elegido convirtiera en el primer Ministro de Salud Pública de la República Argentina.

Cuando murió su padre en Santiago del Estero, poco a poco fue trayendo a sus hermanos a Buenos Aires para que estudiaran medicina, cosa que hicieron varios de ellos.

Al poco tiempo de hacerse cargo de la Secretaría de Estado de Salud Pública Nacional, contrajo enlace con doña Isabel Susana Pomar con la que tuvo cuatro hijos y quien lo acompañó en los momentos más difíciles de su accionar político.

Desde la muerte de su esposo, se ha convertido en una eficaz pregonera de la obra realizada por el Dr. Ramón Carrillo, dando numerosas conferencias y suministrando datos y antecedentes a quienes han querido escribir sobre su vida ejemplar.

La historia de Ramón Carrillo fue la de un científico, ya célebre por su capacidad, que supo defender el derecho a la salud del pueblo a través de una revolucionaria transformación del sistema sanitario en la Argentina, con una planificación tan acertada que fue sin retaceos copiada por muchos otros países que padecían el mismo problema.

Las teorías sanitarias del Dr. Carrillo, que contaron con el aval total del Presidente electo, Juan Domingo Perón, quedaron claramente asentadas en el Primer Plan Quinquenal que ese gobierno se trazó como meta inicial para lograr grandes transformaciones.

Las ideas centrales parten de tres conceptos fundamentales:

1°) Todos los hombres tienen igual derecho a la vida y a la sanidad.

2°) No puede haber política sanitaria sin política social.

3°) De nada sirven las conquistas de la técnica médica si estas no pueden llegar al pueblo por medio de dispositivos adecuados.

El Dr. Carrillo fue desarrollando estas ideas en un voluminoso libro llamado " Teoría del Hospital ", en el que dejó asentados sus pensamientos y proyectos. La exposición de sus ideas alcanza una importancia tan relevante que trasciende los límites del país y alcanzan el ámbito internacional.

Veamos algunos de estos conceptos para poder acercarnos a sus propuestas. Dice Carrillo:

" Mientas los médicos sigamos viendo enfermedades y olvidemos al enfermo como unidad psicológica y social, seremos simples zapateros remendones de la personalidad humana. El hombre, desde los más oscuros orígenes de la especie, inicia la conquista del mundo. Esta empresa de conquista y dominación del mundo exterior, determina el proceso de la civilización. Pero ésa no es la única lucha del hombre ni la más trascendental. Pronto comprendió que debía luchar también contra sus propias pasiones primarias y alcanzar las altas instancias del espíritu. Y así tenemos la otra gran empresa humana: La empresa de la cultura ".

" Cultura y civilización son las coordenadas que determinan fundamentalmente las actitudes del hombre ante Dios y ante el Universo. Pero para librar esta guerra de dos frentes, el hombre necesita una cuidadosa preparación, que lo instrumente eficientemente. Necesita, ante todo, de la salud. La salud no es en sí misma y por sí misma, el bienestar, pero sí es una condición ineludible del bienestar ".

" En lugar del aterrorizado hombre de las cavernas, el hombre de hoy ha hecho sus esclavos a la electricidad y a la fuerza nuclear y será pronto el empresario de las fuerzas del mar y del sol. Estamos frente a un poder catastrófico que puede ser peligroso para el hombre mismo. La civilización vuela en aviones y cohetes, mientras que la cultura recorre todavía a pie los caminos del mundo. El hombre actual ha perdido la buena costumbre de la reflexión y de la meditación. Llegará a la luna antes de haber extirpado de sí mismo algunos resabios bárbaros que lo empujan a la guerra y a la destrucción. A la destrucción de su propia obra. ¡ Tremenda y trágica paradoja ! ". ( Teoría del Hospital, Tomo I ).

Es bueno recordar que en 1969 se realizó el primer alunizaje.

Muchas veces Carrillo repitió que la salud no constituye un fin en sí mismo " ... " ni para el individuo ni para la sociedad, sino una condición de vida plena, y no se puede vivir plenamente si el trabajo es una carga, si la casa es una cueva y si la salud es una prestación más del trabajador ".

A veces no se puede comprender cómo un científico de su prestigio, un docente obligado a su cátedra formadora, desde su puesto de Ministro, el primer Ministro de Salud de la Argentina, pudo llevar adelante tan inmensa y tenaz tarea.

En 1946 preocupó a Carrillo el lanzamiento periodístico en todo el mundo de una noticia que aseguraba haberse descubierto en Francia un suero rejuvenecedor. Como científico se sintió tentado a guardar silencio, esperar, ver resultados, pero en su carácter de Ministro decidió sin titubeos aclarar la situación frente a la opinión pública. Por tal motivo dictó una conferencia en la que instaba a no hacerse eco de la novedad hasta que fuera confirmada por el Instituto Pasteur de Francia, al cual manifestaba reverencia y admiración. La conferencia puso orden en un revuelo provocado por la noticias difundidas que volvían a plantearle al hombre las mismas inquietudes de la época en que por medio de la alquimia buscaba la eternidad.

Esta conferencia, facilitada por la esposa del Dr. Carrillo, fue reeditada en 1993 por el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, en su serie " Los grandes hombres y los grandes temas ".

En ella divide su exposición en distintos aspectos, y en un planteo general del tema desarrolla:

a ) El sentido biológico y universal de la vejez.

b ) La prolongación de la vida celular y de los tejidos.

c ) Histo - Química de la vejez y una serie de tratamientos netamente científicos.

" El hombre - dice Alexis Carrell - nunca se cansará de buscar la inmortalidad. No la alcanzará porque está ligado por ciertas leyes de su constitución orgánica. Podrá quizá conseguir el retardo y aún la inversión - en cierta medida - del avance inexorable del tiempo fisiológico, pero nunca vencerá a la muerte. La muerte es el precio que ha de pagar por su cerebro y su personalidad. Pero algún día la medicina le enseñará que la vejez, libre de enfermedades corporales, no es temible. La mayor parte de nuestras desgracias no se deben a la vejez, sino a la enfermedad " ... " La ciencia no fue curandera ni milagrera, sino descubridora. Y ningún descubrimiento puede lograrse, dentro del orden de la naturaleza, que signifique un quebrantamiento de sus leyes fundamentales. La naturaleza no se traiciona nunca, ni puede ser traicionada por sus propias creaciones, una de las cuales fue el propio hombre, cuyo genio, por grande que sea, no es más sobrenatural que la laboriosidad de las hormigas, la astuta pasividad de la planta o la ley de los graves ".

Y finalizando su conferencia destinada a desmitificar a los vendedores de pócimas y brebajes curalotodo, expresa:

" Aún si fuera posible prolongar indefinidamente la vida y la juventud, ese resultado no sería deseable. Es necesario y es conveniente que una generación deje el lugar a la otra; que los seres que han cumplido su ciclo vital, desaparezcan y sean sustituidos por nuevos seres; que toda la vida, en todas sus manifestaciones, se renueve, como se renuevan las culturas, las civilizaciones y el universo entero con sus constelaciones y sus archipiélagos de estrellas, muchas de las cuales lucen todavía a los ojos de los hombres, pero hace millones y millones de siglos se han extinguido en el cielo. Lo que el hombre necesita no es vivir sempiternamente, sino aprender a vivir y sobre todo aprender a morir. Y aprender a morir significa la aceptación viril de la muerte, no como un hecho luctuoso, sino como un hecho fecundo y venturoso, un retornar a Dios que nos ha creado, a cuyo seno debemos reintegrarnos despojados del miedo y de la vanidad que entristece y acobardan al hombre en la tierra, y previa la redención, en nosotros mismos, de la Redención por él consumada ".

El Dr. Carrillo escribió y preparó detenidamente cada una de sus muchas conferencias, clases magistrales, artículos periodísticos y libros.

Asimismo le correspondió preparar los mensajes oficiales y planes de gobierno, como los presentados sobre Salud en el primero y segundo Plan Quinquenal, obras que contenían la planificación a ejecutar por el gobierno en las distintas áreas de su quehacer.

" Teoría del Hospital ", que abarca 5 tomos ( el tercero está divido en 1ª y 2 ª parte, es una obra que destaca cómo en su primer ministerio - 1946 a 1952 - logró crear una conciencia sanitaria:

" Se produjo una acción en el sentido de hacer comprender que la salud pública - como función de estado - no es una mera cuestión de hospitales. Que si bien el hospital satisface una necesidad inmediata y la resuelve, el programa general de salud debe tender a que cada vez sea menos necesario el hospital. Hospitales numerosos y siempre llenos señalan un fracaso en la técnica de Salud Pública.

Carrillo, a continuación, advierte que el plan que tiene previsto, en su segunda etapa 1952 - 1958 generará defensas " contra los factores directos e indirectos de enfermedad, especialmente la lucha social sobre las enfermedades que afectan a un gran número de personas, y en esa lucha el hospital es solamente un agente complementario ".

Precisamente, durante este período, el mundo entero contempla aliviado el avance científico en algunas ramas de la medicina. Ya en 1944 Selkman Waksman hizo conocer su extraordinario descubrimiento, la estreptomicina, antibiótico que permitió un remedio efectivo contra la casi incurable tuberculosis que hacía estragos incontrolables en la población.

En 1941 la ciencia resuelve aplicar los descubrimientos del Dr. Alexander Fleming usando la penicilina para curar las enfermedades venéreas, que se extendían con mayor rapidez a causa de la tremenda guerra que se estaba desarrollando en el mundo. Fleming recibió el premio Nobel de Medicina en 1945.

En 1943, el método creado por el Dr. George Papanicolau para la detención precoz del cáncer femenino se comienza a aplicar de inmediato e implica un avance trascendente en la lucha contra este mal.

En el mismo año, el canadiense Oswald Avery da a conocer su teoría científica de que el ADN porta el código genético de la vida. También en 1943 se funda la Asociación de lucha contra la parálisis infantil, y en 1955, Jonas Salk descubre la vacuna contra esta temible enfermedad.

En 1946 el premio Nobel de Física fue otorgado al Dr. Percy Bridgman por su trabajo sobre alta presión arterial; el premio Nobel de Química fue dado a James Batcheller Sumner y su equipo por los estudios sobre proteínas; el premio Nobel de Medicina a Hermann Müller por sus estudios sobre los efectos de los Rayos X, y en 1947 el argentino Bernardo Houssay recibe este premio por sus descubrimientos sobre la glándula pituitaria.

Estos y muchos más son los avances de la ciencia en esta década. A pesar de ello, la mayor parte del pueblo no había sido beneficiado con tales avances. El presidente de la Nación, el general Perón, expresa en uno de sus discursos: " Argentina es un país de toros gordos y peones desnutridos " ( 1946 ).

Mientras en 1948 Enrique Santos Discépolo hacía conocer " Cafetín de Buenos Aires ", Homero Manzi creaba " Sur ", Leopoldo Marechal publicaba " Adán Buenosayres " y Ernesto Sábato " El Túnel ", el científico Dr. Ramón Carrillo, desde su ministerio de Salud Pública, trabajaba incansablemente para transformar todo el sistema sanitario del país, tratando de lograr que estos adelantos de la ciencia llegaran al hombre argentino.

" Ha llegado el momento de preguntarse si así como hemos agregado años a la vida, no es este el momento de agregar vida a los años . He aquí el nuevo planteo de la medicina ". Desde este pensamiento, por Ley Nº 13.019 logró crear el Instituto Pro - longevidad, que luego derivaría en el Instituto " Pro - Vida ", organismo que brindaría a la medicina argentina investigaciones y estudios que, más allá de las acciones sobre medicina preventiva, concretarían la esperanza de vivir más, y ese más, vivirlo bien. Carrillo hizo propias las palabras de Goethe, cuando profetiza que " las arterias latirán con una fuerza vital nuevamente adquirida, para saludar el crepúsculo y tender hacia la existencia más alta del hombre ". Entre los muchos departamentos de estudios e investigación de este Instituto, se iniciaron los estudios de Clínica Geriátrica.

La acción ministerial desarrollada por el Dr. Carrillo abarca todos los campos de la política sanitaria, por lo que alcanza a una modificación de los planes de estudio en la carrera de Medicina y al dictado de normas que regulan el ejercicio profesional. Comienzan a crearse especialidades y en poco tiempo surgen los primeros egresados como médicos sanitaristas, auxiliares radiólogos, administradores hospitalarios e inspectores sanitarios.

A partir de dos temas que lo preocupaban, el incremento de las posibilidades de formación para los estudiantes y de perfeccionamiento post - grado para los médicos, determinó que se organizaran Congresos y Cursos de perfeccionamiento nacionales y extranjeros en distintos puntos del país, muchos de los cuales alcanzaron tal relevancia que contribuyeron a colocar a la Argentina en un nivel de prestigio en el consenso mundial.

El pensamiento que orientó la política del Dr. Ramón Carrillo se refleja en estas palabras: " La medicina moderna tiende cada vez más a ocuparse de la salud y de los sanos, y su objetivo fundamental no es ya la enfermedad y los enfermos, sino - retomando el viejo aforismo hipocrático - evitar estar enfermo o por lo menos evitar que el estar enfermo sea un hecho más frecuente que el estar sano, y orienta su acción no hacia los factores directos de la enfermedad, los gérmenes microbianos, sino hacia los factores indirectos, la miseria y la ignorancia, en el entendimiento de que los componentes sociales, la mala vivienda, la mala alimentación y los salarios bajos, tienen tanta o más trascendencia en el estado sanitario de un pueblo, que la constelación más virulenta de agentes biológicos ".

Y en estas palabras que transcribiré se podrá comprender cabalmente la idea que sobre una Nación tenía este hombre profundamente humanista:

" La Nación no reside exclusivamente en nuestros campos, en nuestros cereales, en nuestros maizales; ni reside en la pureza de la sangre de nuestro ganado, ni en los depósitos bancarios ni en las industrias cada vez más pujantes, ni en tantas otras cosas materiales de las que estamos orgullosos. Aceptaría que nuestra Nación está en gran parte en nuestra geografía, en nuestra historia, en nuestros emblemas y tradiciones. Pero ni siquiera podríamos hacer residir la Nación en las ciudades, por bellas que fueran, en los monumentos, en las plazas, porque todo nace y termina en última instancia, en una sóla cosa: en el hombre y más específicamente en el hombre argentino, que fue capaz de fertilizar esos campos, de criar ese ganado tan puro, de levantar esas ciudades, hacer la historia y crear los emblemas y tradiciones. En ese hombre está la verdadera riqueza, la verdadera Nación ".

El Dr. Ramón Carrillo estuvo al frente de la salud pública nacional durante ocho años, entre 1946 y 1954, en el primer mandato presidencial del general Perón y parte del segundo. Fue en este último año que, sin detener su constante actividad, comenzó a quejarse de fuertes dolores de cabeza que fueron el anuncio de una enfermedad cerebral que lo obligó a guardar reposo y que sería incurable: hipertensión arterial maligna. Finalmente pidió licencia en sus cátedras y presentó su renuncia al cargo que tan brillantemente había ocupado, para viajar a Estados Unidos con el fin de hacerse atender por especialistas en la enfermedad que lo aquejaba.

El 15 de octubre de 1954 partió en barco y vio Buenos Aires por última vez. Lo acompañaron su esposa, Isabel Susana Pomar de Carrillo, y sus cuatro hijos. En el puerto, su madre, hermanos y algunos amigos, lo despidieron con la tristeza de quienes saben o intuyen que ya no volverán a verse.

Desde su humilde casa en Nueva York contemplaron los acontecimientos que se desataban en Buenos Aires y determinaban la caída del general Perón. El gobierno de la llamada " Revolución Libertadora " le confiscó sus dos propiedades, sus cuadros y sus libros, que permanecieron interdictos por más de 10 años. Su hermana, que ejerció su defensa en Buenos Aires, demostró que sus deudas eran iguales a su patrimonio. Este hombre, que durante 10 años como funcionario había manejado más de 5.000.000.000 de pesos, estaba en la pobreza.

De regreso a Sudamérica, y sin poder ingresar a su país, aceptó un puesto médico en una empresa norteamericana en Brasil, " Hanna Mineralization and Company ", a 100 kilómetros de la ciudad de Belem do Pará, que se encuentra en el centro infernal de la selva brasileña.

El Dr. Ramón Carrillo, que en el ejercicio libre de su profesión, por su prestigio pudo llegar a ser muy rico, murió pobre, muy pobre y entristecido, el 20 de diciembre de 1956. Pocos días antes, su esposa había recibido un telegrama anunciando que se lo había designado profesor de la Universidad de Porto Alegre.

Su esposa, familiares, amigos e instituciones científicas y gremiales, que se propusieron reivindicar su nombre, gestionaron la formación de una " Comisión de Homenaje a Ramón Carrillo " y obtuvieron el primer reconocimiento oficial a sus méritos, en su provincia, Santiago del Estero, en la que el gobernador Carlos Jensen impuso el nombre de Carrillo al Hospital Regional de la ciudad capital de esa provincia.

En 1972 sus restos fueron traídos a Buenos Aires en un avión de las Fuerza Aérea Argentina y recién 16 años más tarde se cumplió su voluntad de yacer bajo la tierra de su provincia natal. Su madre, doña Salomé Gómez Carrillo, que contaba en ese momento con 88 años de edad, lo despidió como a un hijo que ha triunfado por su inteligencia, por su bondad, por sus creencias y su humildad, sobre los dolores de la enfermedad y la ingratitud de sus enemigos.

Sólo un estudio profundo, laborioso y detenido de su vida y su accionar puede contener no sólo lo mucho que hizo por la salud en nuestro país sino una cabal apreciación de sus positivos resultados.

Para conocer imágenes del Dr. Ramón Carrillo, clickear, por favor, aquí

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De Mario Lacava, Julio César Rondina y Pericles Dentesano, profesores de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad del Litoral, coautores del libro titulado Historia II, editado por el Instituto del Litoral de Estudios Nacionales, Santa Fe, Argentina, con mapas e ilustraciones, 250 páginas, año 1989:

Mención aparte merece uno de los hechos más importantes del primer gobierno peronista, la consagración del derecho al voto de la mujer argentina.

Fruto principal de la lucha de Eva Perón, este derecho que otorgaba a la mitad de la población el derecho a elegir su gobierno y gozar de los mismos derechos electorales que el hombre, coronó las trascendentes conquistas que la mujer argentina había logrado con su incorporación a nuevas fuentes de trabajo, con el logro de sueldos dignos y de conquistas sociales hasta ese momento desconocidas. A pesar de la oposición de los partidos políticos y de sectores retrógrados, se logró el 9 de septiembre de 1947 la sanción de la ley Nº 13.010 que estableció a partir de ese momento: " Las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos ".

*     *     *

De María Susana Césari, secretaria de Actas y Afiliaciones de de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina ( UTHGRA ):

Desde el fondo de la historia aún resuena en nuestra memoria la voz de aquella mujer extraordinaria, María Eva Duarte de Perón, Evita, cuando desde los balcones de la Casa de Gobierno, en aquel momento de septiembre de 1947, nos decía:

" Mujeres de mi patria, recibo en este instante de manos del gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos, y la recibo ante vosotras, con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria.

Aquí está, hermanas mías, resumido en una letra apretada de pocos artículos una historia larga de luchas, tropiezos y esperanzas ".

Esas mismas palabras llenan el aire de todo el país, allí donde se encuentre una mujer se harán una con la dignidad, la libertad, la ciudadanía y el amor proyectado hacia un futuro más pleno.

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De Honorio Alberto Díaz, abogado, docente universitario, historiador, escritor, autor del libro titulado Historia y Contrahistoria - Liberales, nacionalistas y marxistas en la historiografía argentina, editorial Plexo Libros, Buenos Aires, 96 páginas, año 2001:

Para Robert Potash el régimen peronista fue regresivo y represivo. Peter Waldmann encuentra entre 1943 y 1955 nada menos que 4 tipos de peronismo. Joseph Page afirma que Perón creó un populismo autoritario alcanzando una notoria estatura política que se debe más a la mediocridad de sus adversarios que a su propia valía. Alain Rouquié presenta al conductor justicialista como un típico fascista impulsado al reformismo por temor al comunismo. Robert Crassweller se muestra más sincero, pues tras una prolongada travesía por los enigmas argentinos, termina reconociendo sus dificultades para comprender al caudillo y al movimiento. David Rock sostiene que el peronismo es una síntesis peculiar del fascismo europeo y el nacionalismo reaccionario vernáculo.

El caso de Eva Perón resulta paradigmático. Su notable presencia en el país, que la convirtió en una mujer reconocida en todo el mundo, provoca un esfuerzo de deformación mayor.

Obras de lo más variadas, géneros diversos, son utilizados para desgajar a Evita de sus reales circunstancias históricas. En óperas, películas cinematográficas, piezas teatrales, y demás expresiones creativas, deja de ser el nexo más importante entre Perón y los trabajadores, motor clave de la transformación peronista, para convertirse en una santa sacrificada o en una prostituta afortunada que coloca el poder obtenido al servicio de su resentimiento. Mientras tanto, esa producción extranjera resulta avalada por el más descarnado " evitismo " local, forma singular de criticar a Perón desde la izquierda que instaurara David Viñas y que tanta complacencia obtuviera en las filas del antiperonismo de derecha.

Esta situación preocupa a quienes conciben a la labor cultural como una manera de apuñalamiento de la identidad nacional. " No se trata aquí de chauvinismo - opina Miguel Angel Scenna - ni de hipernacionalismo. Bienvenido sea el investigador extranjero, pero que al menos el estudioso argentino cuente con los mismos medios, oportunidades y apoyos que ellos; que el Estado y la Universidad brinden aquí el aval que se da desde allá, y que nuestro investigador, o los equipos universitarios, estén en condiciones de examinar las investigaciones del historiador ajeno a nuestro medio, para poder corregirlas si es menester. Ya que el peligro real se encuentra en una hermenéutica distorsionada, asentada sobre una sólida heurística, y es en la interpretación donde reside el riesgo. Desde ya no quiero decir que el historiador extranjero venga a formular adrede una interpretación en su favor. Nada de eso, pero por simple conformación humana su interpretación correrá dentro de las pautas de su escala de valores, y ésa le será dada siempre por su medio, su educación y nacionalidad. Contra lo que creen muchos antinacionalistas de aquí, en Estados Unidos reina un orgulloso y arrogante nacionalismo, fruto de su posición especial de privilegio. Se sienten la culminación y el máximo logro de los siglos, es humano que así sea; pero a la vez trae aparejada la certeza de que sus interpretaciones son las únicas viables y razonables, válidas para su país y el resto de la Tierra ".

Si el cadáver de Evita ha encontrado morada, no cesaron todavía los asedios contra su vida. Los restos de Perón fueron dañados en una oportunidad, pero cotidianamente se lanza a correr una nueva historia para mutilar su trayectoria. Los jóvenes tienen mucho que realizar para desbaratar todas esas versiones destinadas a tergiversar la memoria de los argentinos en el vasto plan de la colonización pedagógica.

También el pasado más reciente necesita y merece ser estudiado para reintegrar la gran praxis donde el conocimiento del ayer contribuye a la develación de la realidad presente y a la cavilación del futuro más próximo. A la investigación y enseñanza de la historia se sumará la pesquisa e interpretación de la producción historiográfica, en procura de una auténtica conciencia histórica, prerrequisito de la conciencia nacional que propende a la soberanía plena y de la conciencia social que anhela la erradicación de la injusticia.

Por sobre las cuestiones instrumentales, emergen decisiones cruciales. Menéndez Pelayo afirmaba enfáticamente que " nada envejece tanto como un libro de historia ". Aducía con ello a la necesaria superación del saber histórico y al ineludible imperativo que tiene cada generación de dar una versión propia de la vida de la patria. La misma, indudablemente, estará impregnada de la problemática y de las inquietudes de su tiempo de gestación. Este sello de contemporaneidad no la resentirá, sino que, por el contrario, le asignará el valor de singularidad que se requiere para distinguir cada promoción.

Toda camada de historiadores se enfrenta a una versión consumada de la dramática nacional. Si decide acatar esa historia acríticamente disfrutará de la calidez que brinda el sistema a quienes comparten la interpretación consagrada, sin poder evitar la sensación de frustración que engendra la esterilidad. Si resuelve acometer la empresa de contribuir a una nueva concepción construyendo una contrahistoria, deberá atravesar los escalofríos de la intemperie durante jornadas inquietantes. Pero el entusiasmo del emprendimiento creativo le permitirá percibir en cada tiniebla el anuncio de una alborada.

La crítica de la historia, entendida como versión ideológica consagrada a favor del régimen imperante, implica recobrar plenamente la dimensión problematizadora de la disciplina atenta a las implicancias culturales y sociales, sin apartarse de los rigores científicos de una labor implacable. La contrahistoria denuncia la falsa neutralidad axiológica del historiador imperturbado ante la crisis que somete al país a la postración económica y a la subordinación cultural. No desea convertirse en un instrumento más para la convalidación de la opresión. De ese modo pierde un carácter meramente adversativo para adquirir una positividad superadora. El renacer de una historiografía reveladora y movilizadora será una fase más del reencuentro de los intelectuales argentinos con su pueblo en la gestación de la cultura autónoma al servicio de la emancipación nacional y social.

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De Hugo Orlando Quevedo, historiador y escritor, en Crisis interna, triunfo y caída del Justicialismo, Tomo III, 248 páginas, de la obra de tres volúmenes El Partido Peronista en La Rioja, editorial Marcos Lerner, Córdoba, Argentina, profusamente ilustrado, año 1994:

Una nota periodística del diario El Independiente, de la provincia de La Rioja, da cuenta que el 28 de agosto de 1975 al procederse a la limpieza de un sótano del local del Departamento Central de la Policía de la Provincia aparecieron cuatro bustos de Eva Perón que habían sido incautados en setiembre de 1955 por el entonces Jefe General de la Policía de la autodenominada " Revolución Libertadora ", el mayor Argentino Peracca. Lo interesante y curioso es que cuando cambiaban sucesivamente de local, eran también llevados los cuatro bustos.

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Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.

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