DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


Eva Ibarguren EVA IBARGUREN EVA DUARTE EVA PERON EVA PERON EVA PERON EVA PERON

María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

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De Mirta Zaida Lobato y Juan Suriano, doctores en Historia, profesores, escritores, autores de Nueva Historia Argentina, con profusas ilustraciones y Atlas Histórico, editorial Sudamericana, Buenos Aires, 529 páginas, año 2000:

Cuando el general Pedro Pablo Ramírez se hizo cargo del gobierno nacional ( 1943 - 1944 ) puso al frente de los ministerios de Guerra e Interior a los generales Edelmiro Farrell y Alberto Gilbert, ambos cercanos al GOU. A la vez, varios oficiales de la logia GOU ocupaban cargos en distintas secretarías de gobierno, entre quienes se destacaba el coronel Juan Domingo Perón ( 1895 - 1974 ) en la Secretaría de Guerra.

El gobierno de Ramírez estaba influido por el nacionalismo católico de derecha, el antiliberalismo y una visión autoritaria de la sociedad que era equiparada a un cuartel militar. Se disolvieron los partidos políticos, se implantó la enseñanza religiosa en las escuelas y se intervino la Universidad. Casi automáticamente la oposición equiparó al gobierno con el fascismo. Y esta asimilación se potenció ante la persistente y militante neutralidad gubernamental ante la guerra. Estados Unidos consideraba esta posición como una tácita adhesión al eje Berlín - Roma - Tokio; su secretario de Estado Cordell Hull presionó por todos los medios al gobierno. En enero de 1944 Ramírez no tuvo más remedio y rompió relaciones diplomáticas con Alemania y Japón. Al mes siguiente presentó la renuncia y el general Edelmiro Julián Farrell se convertía en el nuevo presidente de facto. Neutralista también, en marzo de de 1945 debió avanzar en el camino contrario a sus convicciones y declarar la guerra a Alemania como condición indispensable para ingresar en las Naciones Unidas.

Durante el gobierno de Farrell se produjo el rápido ascenso de Perón a las instancias más altas del poder. Se puso al frente de la vieja estructura del Departamento Nacional del Trabajo, convertido ahora en Secretaría, desde donde dio un fuerte impulso al moderno Estado interventor y árbitro de las relaciones obrero - patronales. Desde allí desarrolló una agresiva y dinámica política social, área donde había mucho para construir. Se rodeó de algunos oficiales amigos y convocó a los dirigentes sindicales no comunistas a colaborar. Si no todos, una buena parte de ellos participó activamente de la nueva política laboral.

Perón impulsó una amplia cantidad de medidas sociales que significaron sustanciales mejoras para los trabajadores: indemnización por accidentes laborales, sistema de vacaciones pagas, jubilaciones y pensiones y, en una de sus medidas más novedosas, se sancionó el Estatuto del Peón para regular las relaciones laborales entre los propietarios y trabajadores rurales. Esta política de seguridad social requería el apoyo de los militares y los empresarios. Perón intentaba convencerlos con el fantasma del comunismo y el malestar social. El pleno empleo, salarios dignos y protección laborales eran condiciones indispensables para llevar adelante una política de este tipo.

Si una parte del Ejército veía con simpatía la empresa de Perón, los empresarios, aunque algunos hayan colaborado activamente, no se mostraron seducidos debido a la estrecha identificación de Perón con los trabajadores en la etapa de su ascenso. A mediados de 1945 las cámaras de Industria y Comercio emitieron un manifiesto que atacaba duramente la política social.

Si la política social de Perón le generaba el apoyo de los trabajadores, los partidos de la oposición ( socialistas, radicales, comunistas, demócratas progresistas y algunos grupos conservadores ) exigían la vuelta de los militares a los cuarteles y la entrega del gobierno a la Corte Suprema. Estos partidos plasmaron su unidad en la Unión Democrática que, en septiembre de 1945, realizó una imponente manifestación opositora: la Marcha por la Libertad y la Constitución. Así, entre la presión política y los desencuentros militares, el 8 de octubre de ese año Perón renunció y fue detenido y enviado a Martín García.

El 17 de octubre la CGT convocó a una huelga general. Ese día una multitud de obreros procedentes del Gran Buenos Aires, La Plata y sus alrededores, confluyó en una gran concentración popular en Plaza de Mayo, los concurrentes no sólo requerían su liberación sino la restitución en el cargo. Perón recuperó la libertad y aumentó su poder político. A partir de aquí la clase obrera desempeñaría un rol de primordial importancia en la política nacional.

Ante la inminencia de las eleciones ( 24 de febrero de 1946 ), los sectores políticos que apoyaban a Perón conformaron una alianza integrada por el Partido Laborista, formado por dirigentes sindicales como el telefónico Luis Gay y el gremialista de la carne Cipriano Reyes; la Unión Cívica Radical - Junta Renovadora, una escisión del radicalismo, y el pequeño Partido Patriótico, conservador y nacionalista. La coalición eligió obviamente a Juan Domingo Perón como candidato a presidente, acompañado por Hortensio Quijano ( 1884 - 1952 ) de la UCR -JR como candidato a vice.

En la oposición a Perón se levantaba la Unión Democrática, que sobre el fin de 1945 proclamó a dos radicales alvearistas para integrar la fórmula: José Tamborini - Enrique Mosca. El apoyo de la Unión Industrial y la Sociedad Rural a la Unión Democrática fue un síntoma evidente de que el conflicto político se estaba convirtiendo en lucha social. Por otro lado, la intervención del secretario adjunto de Estado norteamericano, Spruille Braden, en oposición al peronismo le otorgaba a éste un fuerte cariz antiimperialista. Tanto la Unión Democrática como los sectores sociales que la apoyaban descontaban el triunfo opositor.

El 26 de febrero de 1946 la coalición peronista triunfó con 1.487.886 votos contra 1.207.080 de la oposición. La diferencia no era abismal, pero la brecha entre los sectores opositores y el peronismo se amplió durante el decenio que duró su gobierno. La Unión Democrática había triunfado en Córdoba, Corrientes, San Juan y San Luis, mientras que el peronismo lo hizo en las provincias restantes, incluída la Capital Federal.

A partir de esa fecha, Juan Domingo Perón gobernó durante dos períodos presidenciales consecutivos, lo cual le fue posible por la reforma constitucional de 1949; y su gestión se vio interrumpida por el golpe militar de 1955. Aunque las elecciones que dieron el triunfo al peronismo en 1951 dividen ambos momentos, los cambios políticos y económicos están asociados también a la crisis económica cuyas manifestaciones comenzaron a percibirse hacia 1950.

La novedad en este momento inicial del peronismo fue la conformación del Partido Laborista, en cuya declaración de principios se establecía la división entre el " pueblo " ( obreros, empleados, campesinos, profesionales, artistas, pequeños comerciantes, industriales y agricultores ) y la " minoría " de hacendados, industriales, banqueros, rentistas y " todas las variedades del capitalismo nacional y extranjero ". Los laboristas consideraban que su soporte fundamental eran los sindicatos, pero estaban abiertos a quienes sostuvieran sus principios. Apoyaban la democratización política y económica, el sufragio femenino, la reforma agraria, el fomento del cooperativismo, la participación obrera en las ganancias, la extensión del sistema jubilatorio a todos los trabajadores y la nacionalización de los servicios públicos y de los recursos minerales.

La Carta Orgánica del partido establecía una estructura interna democrática y que todos los funcionarios fueran elegidos por sus afiliados. Sus órganos de gobierno eran el Congreso ( bianual ), la Junta Electoral Nacional, como órgano deliberativo permanente, y el Comité Directivo Central, que funcionaba como ejecutivo colegiado. El Partido Laborista fue una herramienta importante en la movilización obrera y en la canalización del apoyo a Perón, pero su existencia fue breve y poco después de las elecciones de 1946 fue disuelto por orden del presidente. Fue un momento importante de las conflictivas relaciones establecidas por los antiguos dirigentes sindicales con Perón, quienes aspiraban a mantener su autonomía. El enfrentamiento tuvo su desenlace en el desplazamiento de Luis Gay como secretario general de la CGT en 1947, y ese mismo año las fuerzas políticas y sociales que habían apoyado a Perón incluyeron en su denominación al líder, convirtiéndose en Partido Peronista.

Una vez elegido por la mayoría del electorado masculino, Perón designó un gabinete que en cierta forma reflejaba a los sectores que lo habían apoyado: Miguel Miranda, un industrial, desempeñando un rol crucial en las políticas económicas del Estado peronista durante los dos primeros años; el fabricante de sombreros Rodolfo Lagomarsino fue designado en la importante Secretaría de Industria y Comercio; Angel Borlenghi en el Ministerio del Interior y Atilio Bramuglia en Relaciones Exteriores, que tenían fuertes conexiones con los sindicalistas. Complementaban el gabinete Juan Carlos Picazo Elordy en Agricultura, Belisario Gache Pirán en Justicia e Instrucción Pública, el contraalmirante Fidel Anadón en Marina y los generales Juan Pistarini y Humberto Sosa Molina en Obras Públicas y Guerra, respectivamente.

Desde el punto de vista político, Perón quería colocar al Estado por encima de los diversos factores sociales de poder y transformarlo en un mediador. Su gobierno puede dividirse en varias etapas. Entre 1946 y 1949 se perfeccionaron las estructuras de la dominación política y se resolvieron algunos de los problemas económicos y sociales que se venían arrastrando. El gobierno fomentó la organización de sectores socio - económicos que no contaban aún con un organismo encargado de defender sus intereses y empujó sus demandas ante el Estado. También procuró demostrar la responsabilidad estatal haciendo intervenir determinados organismos públicos en los conflictos sociales, con una función coordinadora y moderadora.

A partir de la aplicación de una política redistributiva, los salarios se incrementaron entre 1947 y 1949 y se aplicó una política social que completó la protección al trabajador en caso de enfermedad, accidente, embarazo o despido, se mejoró en forma permanente la asistencia a la ancianidad, se crearon cada vez más organismos asistenciales y culturales destinados a los estratos más bajos y se multiplicaron los centros de esparcimiento y descanso, lo mismo que el número de sindicatos.

Las instituciones y grupos sociales que se oponían a sus planes fueron desplazados. Limitó las competencias en el Congreso, privó a la Justicia de su autonomía, redujo en toda forma la influencia de los partidos opositores, se apoderó de casi todas las radioemisoras y periódicos y estableció un estricto control sobre las universidades.

Junto con la presencia del Líder creció la importancia y la influencia de su esposa Eva Perón ( 1919 - 1952 ). Al comenzar 1947 el diario Democracia se convirtió en un órgano de propaganda casi personal. Un área importante de su acción fue el trabajo articulado alrededor de la asistencia social. Se creó la Fundación de Ayuda Social, más conocida como la Fundación Eva Perón. Desde esta institución cuyos fondos se integraban con la ayuda estatal y las contribuciones de la CGT, se impulsaba la construcción de hospitales, se subsidiaban medicamentos para los más pobres, se organizaba la ayuda en alimentos, ropa y otros elementos. El trabajo de Eva Perón con los pobres la ayudó a transformarse en un símbolo de la época convirtiéndose en la " dama de la esperanza " o la " abanderada de los humildes ", cuya contracara más difundida por sus opositores fue la de la " mujer del látigo ".

En 1947 se produjo un acontecimiento fundamental en el plano del reconocimiento de los derechos políticos se sancionó la Ley 13.010 ( de voto femenino ) por la cual se reconocía a las mujeres argentinas los mismos derechos políticos que a los varones. Al poco tiempo el gobierno comenzó las tareas de aplicación de la nueva ley y al año siguiente se divulgaron las " Instrucciones para el empadronamiento general femenino ", donde figuraban los plazos de empadronamiento, los organismos ejecutores, los lugares donde se empadronaba y los documentos necesarios para hacerlo.

La movilización política de las mujeres dio sus frutos en las elecciones de noviembre de 1951, cuando el Partido Peronista obtuvo el 63,9 % de los sufragios femeninos. Las mujeres cubrieron los cargos en las mesas receptoras de votos, fueron presidentas de mesas y auxiliares y muchas militantes se desempeñaron como fiscales. En el Congreso de la Nación ingresaron alrededor de 23 diputadas y 6 senadoras. No sólo eran partidarias del peronismo, la ola participativa de las mujeres alcanzó a la Unión Cívica Radical, al Partido Socialista y al Partido Comunista, estos últimos con una tradición de militancia política femenina previa a su incorporación política masiva por vía del sufragio.

La reforma de la Constitución Nacional fue otro aspecto fundamental de esta etapa. Al finalizar el año 1948 se llamó a elecciones para convencionales constituyentes. En enero de 1949 se abrieron las sesiones de los convencionales, quienes revisaron la Constitución sancionada en 1853. Se efectuaron cambios profundos a la vieja Constitución liberal con la incorporación de los derechos sociales, se estableció la reelección del presidente ( uno de los aspectos más controvertidos ) y se suprimió el colegio electoral, permitiéndose así la elección directa de la máxima autoridad de la Nación.

La Constitución de 1949 contenía también otros elementos claramente asociados con el peronismo. El preámbulo reiteraba un lema de ese movimiento político: el establecimiento de una " nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana ". Se incorporó el Decálogo del Trabajador que establecía la plena vigencia de los derechos fundamentales de los trabajadores e incluía la declaración de la propiedad inalienable de la Nación sobre los recursos naturales, la nacionalización de los servicios públicos y la regulación del comercio externo. Se reconocía también la propiedad privada como un derecho natural pero limitado por su función social, reconocimiento que implicaba que el Estado podía expropiar negocios y tierras para asegurar su uso productivo y, de ese modo, beneficiar a la comunidad.

El segundo momento del gobierno se inicia a partir de 1949 cuando Perón introdujo modificaciones en su estrategia. Por un lado, acentuó la presión del control político sobre los factores sociopolíticos del poder y, al mismo tiempo, comenzó a darles más libertad de acción en los aspectos social y económico. Las huelgas que se produjeron como consecuencia de la puja por la redistribución del ingreso fueron reprimidas y, a medida que la prosperidad de la etapa 1946 - 1949 se fue desvaneciendo, se montó también un culto político a la personalidad del líder y su esposa. Con la desaparición de la prosperidad económica, en particular hacia 1950, y con el agotamiento de las reservas acumuladas durante la guerra, el gobierno se vio obligado a limitar en forma drástica la actividad económica estatal y a suprimir parte de las subvenciones que se otorgaban.

Las elecciones nacionales de 1951 dieron lugar a importantes tensiones alrededor de las candidaturas partidarias y la figura de Eva Perón estuvo en el centro de la tormenta. Apoyada por la CGT, aspiraba a la vicepresidencia pero contaba con la oposición del Ejército principalmente. Tras la renuncia de Eva Perón a su candidatura en un acto que ha quedado como parte fundamental de la liturgia del peronismo ( Cabildo Abierto de agosto de 1951 ), Perón fue acompañado otra vez por Hortensio Quijano.

Los comicios de ese año cambiaron el mapa electoral del país como consecuencia de las novedades introducidas por el gobierno. Por una parte, el padrón electoral se incrementó notablemente con la incorporación de las mujeres a la ciudadanía y la geografía electoral se amplió con la provincialización de los antiguos territorios de Chaco, Formosa, Misiones, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.

En las eleciones presidenciales de 1951 el peronismo ganó en todas las provincias; lo que variaba era el porcentaje de votos obtenidos. La provincia de Córdoba fue donde obtuvo el menor porcentaje de votantes y en el Chaco superó el 80 % de los sufragios emitidos. El Partido Peronista obtuvo 4.745.168 votos ( 62,49 % ) y la Unión Cívica Radical 2.415.750, lo que representaba el 31,81 % de los sufragios.

El siguiente gabinete integró la segunda presidencia de Perón ( 1952 - 1955 ): Ángel Gabriel Borlenghi en el Ministerio del Interior, Jerónimo Remorino en Relaciones Exteriores, Alfredo Gómez Morales en Asuntos Económicos, Pedro José Bonanni en Hacienda, Natalio Carvajal Palacios en Justicia, Ramón Carrillo en Salud Pública, José María Freire en Trabajo, Armando Méndez San Martín en Educación, Rafael Amundarain en Industria y el general de división José Humberto Sosa Molina en Defensa. La muerte de Quijano en 1952 obligó a realizar nuevas elecciones para designar vicepresidente, resultanto electo el contraalmirante Alberto Tessaire ( 1891 - 1963 ).

El nuevo período presidencial comenzaba también con la muerte de Eva Perón, ocurrida el 26 de julio de 1952. Para muchos, con ella desaparecía la figura que mejor encarnaba al peronismo y con su muerte entraba definitivamente en la mitología política argentina.

Las dificultades económicas derivadas de las tendencias de los precios internacionales y del comportamiento del sector agropecuario obligaron al gobierno a una mayor cautela frente a las exigencias de los diversos sectores. Las demandas y las acciones de la oposición fueron acompañadas de una mayor represión, que incluía el incendio de las sedes de algunos partidos así como la detención de varios opositores. La escasez de artículos esenciales fue seguida de las campañas de moralización, que incluían el encarcelamiento. En 1953 se daba inicio a la última etapa del gobierno peronista, durante la cual la acumulación de tensiones obligó a delinear una política conservadora con el objetivo de mantener las posiciones de poder. Los últimos años estuvieron marcados por el conflicto con la Iglesia y las tensiones con el Ejército.

La política económica del peronismo se caracterizó por la importancia asignada a la participación del Estado en la dirección y regulación de la economía. Se podría afirmar que la intervención estatal adquirió proporciones no conocidas antes entonces. Se impulsó una industrialización basada en el incremento de la demanda de bienes de consumo masivo en el mercado interno, la cual era generada a través del aumento del salario real. El modelo requería medidas redistributivas del ingreso que impulsaran la demanda internacional y la ocupación industrial. El principal mecanismo para lograr este objetivo fue la resignación de recursos para la producción a través de la acción estatal.

El Primer Plan Quinquenal ( 1946 ) expresaba el interés del gobierno por industrializar el país. El plan tenía proyectos sobre salud pública, inmigración y capacidad de transporte. También realizaba previsiones sobre industrialización y su costo, estimado en 6.600 millones, iba a ser cubierto mediante préstamos. Para lograr el cumplimiento del programa se crearon instituciones con el propósito de regular el comercio y se revisó la Ley de Bancos ( 1946 y 1949 ) con el objetivo de otorgar al Estado mayor libertad para implementar las políticas monetarias y de crédito.

El principal instrumento para materializar la política y regular el comercio exterior fue el Instituto Argentino para la Promoción y el Intercambio ( IAPI ), que ejercía el monopolio virtual de las exportaciones. Se encargaba de comprar a los productores a precios fijos y de revender a precios internacionales. Mediante el control de cambios y la fijación de los precios de las exportaciones para los productos primarios, el IAPI obtuvo los beneficios destinados a financiar el Plan Quinquenal.

La política del IAPI se basaba en una redistribución del ingreso del sector agrícola hacia el industrial. Los precios que se pagaban a los agricultores cubrían los costos y se hizo poco para mejorar la productividad mediante la mecanización, debido a los altos costos de las maquinarias importadas. La agricultura sufrió también el deterioro del sistema de transporte y la falta de almacenamiento adecuado. La reorientación de los ingresos de la agricultura a la industria tuvo como consecuencia una disminución del área sembrada, desalentada asimismo por la imposición de precios fijos para las cosechas.

En el período 1946 - 1952 la cría de ganado fue mas beneficiosa que la agricultura o la alternancia de acuerdo con las condiciones del mercado. El monto de carnes producidas aumentó, especialamente la vacuna, pero a pesar de la abundante oferta, disminuyeron las exportaciones de manera continua por el incremento del consumo y, al menos inicialmente ( 1945 - 1946 ), por las huelgas ocurridas en los frigoríficos. La sequía de 1949 - 1950 y los desacuerdos sobre las políticas de precios de la carne también afectaron las exportaciones y, en enero de 1952, se decretó que el 10 % de las cabezas sacrificadas debía ser destinado a la exportación y se limitó el consumo interno.

El punto más vulnerable de la economía argentina eran los precios internacionales y después de 1949, cuando éstos cayeron y se perdieron algunos mercados, la política oficial se invirtió. La situación del sector agrícola no mejoró en los años 1951 - 1952 por una sequía en la región cerealera y ello impactó aun más en los cambios impulsados por el gobierno.

El Segundo Plan Quinquenal ( 1952 ) buscaba corregir las dificultades y para ello postulaba aumentar la producción, una mayor austeridad en el consumo y el fomento del ahorro. En pocas palabras, se aspiraba a controlar a los trabajadores para maximizar su rendimiento, acrecentar el volumen de los saldos exportables, reducir las importaciones y frenar el gasto.

El IAPI obtuvo buenos beneficios en sus primeros años, en particular cuando los precios mundiales fueron altos, pero esta tendencia cambió después de 1950. La baja de los precios estaba favorecida por la política comercial de los Estados Unidos, que puso sus excedentes a disposición de los países europeos a través del European Recovery Program. Esto se reflejó en las pérdidas experimentadas por el IAPI pues los precios obtenidos eran menores que los pagados. Pero esas pérdidas eran sostenidas por créditos bancarios de las instituciones oficiales y de ese modo el peso del déficit comercial era solventado por toda la sociedad por medio de un proceso inflacionario.

Durante los 10 años en que gobernó Juan Domingo Perón la industria se desarrolló rápidamente. El mercado interno y la imposibilidad de importar mercaderías del extranjero, así como las políticas proteccionistas del gobierno, jugaron a su favor. La composición de la producción industrial se modificó: mientras entre 1946 y 1952 la industria de alimentos y bebidas declinó, creció la industria textil aunque el mayor porcentaje se registró en el sector metalúrgico. Incluso, se produjo un importante aumento de las exportaciones industriales.

El censo industrial de 1954 informaba sobre la existencia de 151.000 establecimientos fabriles, de los cuales alrededor de 73.000 ni siquiera tenían operarios. La concentración de la producción era muy alta pues unas pocas grandes empresas dominaban el mercado y la concentración geográfica continuó en la medida que la ciudad de Buenos Aires aportaba el 64 % de la producción fabril del país.

Pero el crecimiento industrial fue acompañado de redistribución del poder en las empresas, cuya base estaba en el poder de los sindicatos y en las comisiones de fábrica. El poder y la disciplina en las fábricas eran una fuente para las controversias y el resultado fue que los empresarios desistieron de invertir, lo que como contrapartida, alteraba las condiciones del crecimiento industrial. Las cámaras empresariales se quejaban de la disciplina industrial y comenzó a discutirse la forma de revertir la situación.

El gobierno trató de incrementar la producción industrial imponiendo un esfuerzo adicional a los trabajadores. Al comenzar 1955 se llevó a cabo el Congreso de la Productividad, durante el cual la Confederación General Empresaria ( CGE ) y la Confederación General de Trabajadores ( CGT ) se reunieron para debatir tres grandes temas: la productividad y el nivel de vida, los medios para elevar la productividad y las bases generales para un acuerdo entre las partes. El fundamento de esto era la necesidad de reformular las relaciones laborales, que se habían alterado profundamente a lo largo del decenio.

La industria recibió créditos del Banco Industrial y protección aduanera, divisas adquiridas a tipos preferenciales para equipamiento así como para la expansión del consumo. En este período el sector industrial cumplió un rol significativo en la creación del empleo urbano mediante la absorción del 37 % del aumento en la etapa intercensal de la fuerza de trabajo en las ciudades, que era a su vez el resultado de la expulsión de trabajadores desde el sector agropecuario y del crecimiento vegetativo de la población económicamente activa. Se manifestó también un fenómeno que se acentuaría en el futuro: la rápida expansión de la construcción y del sector terciario como mecanismo fundamental de creación de empleo en las áreas urbanas.

Durante todo el período también crecieron las empresas estatales, divididas entre aquellas compradas por el Estado y las creadas con un fin determinado. La compra de ferrocarriles, teléfonos, puertos y otras empresas de servicios no estaba definida previamente en el programa del peronismo y hubo mucho de improvisación. En 1946 se adquirieron los teléfonos, en 1948, los ferrocarriles, pero en ambos casos se plantearon problemas con la provisión de nuevos equipos y la necesaria renovación de materiales.

La compra de los ferrocarriles no implicó una reestructuración de las comunicaciones en el territorio. La red mantuvo el carácter radial con centro en Buenos Aires y una densa malla de ramales en la zona del litoral pampeano.

El gobierno creó también la Dirección Nacional de Industrias del Estado ( DINIE ), una especie de holding público que tomó a su cargo las filiales alemanas que habían sido confiscadas cuando se declaró, tardíamente, la guerra al Eje. De las empresas creadas por el Estado, la más notable fue Gas del Estado, que poco tiempo después de su formación abasteció de ese fluído al ámbito local con la extensión de la red domiciliaria urbana. Igual dinamismo mostró Agua y Energía y comenzó a construir diques que habían sido planeados en la década del veinte y que con sus inversiones estimuló el progreso de diversas zonas del país.

Las relaciones del gobierno argentino con los Estados Unidos fueron bastante conflictivas durante toda la época. Los roces se iniciaron con las presiones de Washington para que el país participara en la guerra aunque surgieron también por las divergencias en temas de comercio e inversión. En 1942 el gobierno norteamericano empezó el boicot a la Argentina, que duró hasta 1949. La medida establecía la prohibición de vender ciertos materiales considerados estratégicos, lo que afectó el desenvolvimiento económico nacional. La lista de prohibiciones incluía equipos para extraer petróleo, artículos de acero, armas, locomotoras, y durante largos períodos se restringió el envío de combustibles.

La política de los Estados Unidos obligó al país a producir en las peores condiciones, pues faltaban insumos básicos, equipos modernos y energía, e incluyó notas a Gran Bretaña ( octubre de 1945 ) en las cuales se solicitaba que se abstuvieran de comprar mercaderías argentinas. Cuando Perón consolidó su poder el conflicto con Washington siguió por varios años.

Precisamente, la presión estadounidense inclinó el gobierno hacia Gran Bretaña, pero ésta había perdido su pasada hegemonía. El gobierno argentino confiaba en su producción ganadera, las carnes eran una fuente importante de ingreso de divisas, pero el problema residía en que por la venta a Inglaterra se obtenía moneda inconvertible y por eso los créditos argentinos sólo podían utilizarse para comprar bienes británicos. La adquisición de los ferrocarriles fue una de las operaciones realizadas para usar esas divisas. La inclinación hacia Gran Bretaña se reflejó también en los tratados firmados en 1947 y 1949 para regular el comercio bilateral: la Argentina lograba con ellos una cuota para la carne argentina a cambio de comprar bienes británicos.

Hacia la etapa final, sobre todo cuando se incrementaron las dificultades económicas, se establecieron algunas medidas que buscaban atenuar el desequilibrio de la balanza comercial y despertar una actitud más benévola de los centros comerciales. En 1953 una nueva Ley de Radicación de Capitales aseguraba a los futuros inversores extranjeros la posibilidad de efectuar remesas de sus reservas y en 1954 - 1955 se adoptó una nueva política petrolera por medio de la concesión de áreas de explotación a empresas norteamericanas.

Los cambios afectaron el ritmo de crecimiento de las clases sociales. Durante esta etapa la clase media ( asalariada y autónoma ) aumentó por encima del crecimiento de la población económicamete activa ( 26,0 y 20,3 %, respectivamente ) y, en términos comparativos, el incremento de este sector fue superior al de la clase obrera. En cuanto al empleo, predominaban los asalariados, siguiéndoles en orden de importancia el estrato autónomo de la clase media.

Los obreros asalariados se encontraban ocupados en la industria, la construcción, el transporte y la administración, los asalariados de clase media, en la industria en primer lugar y en menor medida en la administración y los servicios sociales. Se verificó también la expansión de los trabajadores autónomos de la clase media con el resultado del aumento relativo de pequeños y medianos empresarios del comercio y la industria. Los " nuevos obreros " se concentraron en cambio en los servicios personales y de hogares.

Durante la etapa 1943 - 1955 las condiciones institucionales fueron favorables para los trabajadores, hecho que se tradujo en mejoras sustanciales del salario real aunque con oscilaciones. A partir de 1946 y hasta 1949 se alcanzaron los mejores índices salariales del período pues tanto los factores económicos como los institucionales ayudaban a su materialización. Pero en el período 1950 - 1952, aunque la situación institucional permaneció más o menos estable, los límites a la expansión del salario se relacionaron con el estancamiento económico, la recesión y el deterioro de los términos del intercambio. En consecuencia, el salario real experimentó una importante caída, así como disminuyó la participación de los trabajadores en el ingreso nacional. Entre 1953 y 1955, en cambio, y pese a las condiciones desfavorables del sector externo, la política del gobierno permitió una recuperación de los niveles salariales similares a los que tenían en 1950.

Durante el gobierno peronista entonces el nivel de vida de los obreros mejoró debido al aumento de los salarios reales y a la estructura de precios que estimuló el consumo. La intervención estatal, a través de las medidas de control del precio de los alquileres y alimentos, fue la causa principal de las mejoras.

A partir de 1946 se difundió un modelo de organización sindical cuyas raíces fueron introducidas en el período anterior. Los sindicatos por industria se habían organizado en varias ramas ( vestido, carne, construcción ) durante la década del treinta y no constituían una novedad. Sin embargo, nuevos elementos aparecieron en el período y ellos estaban relacionados con el papel del Estado que daba apoyo político y legal al nuevo modelo. Su intervención fue también decisiva en la implantación del sindicato único por actividad, ya sea en toda la industria o en una rama, lo cual garantizaba el monopolio de la representación a un solo sindicato por sector, bloqueando de esta manera la formación de sindicatos rivales y con ello la competencia entre las organizaciones.

En la primera época florecieron las comisiones internas, que durante la etapa anterior habían tenido un desarrollo raquítico, complejizando de este modo el modelo organizativo de los sindicatos. Las comisiones internas se multiplicaron al calor de la movilización de los trabajadores y constituyeron un elemento de presión y renovación dentro de la estructura sindical altamente centralizada.

El grado de centralización fue anulando la autonomía de las secciones locales. La intervención de las organizaciones obreras fue una práctica corriente, pues se buscaba colocarlas en el marco de las políticas gubernamentales. Pero las funciones de control no estaban ejercidas directamente por el Estado sino por la central obrera ( CGT ) y las organizaciones intermedias que actuaron como agentes del Estado.

Sin embargo, el problema era complejo y un sustento importante del régimen peronista lo constituían las bases obreras. De manera que para mantener la legitimidad de las organizaciones gremiales entre los trabajadores tuvieron que respaldar a los dirigentes capaces de demostrar que contaban con el apoyo de las mismas aunque fueran líderes opositores.

La constitución de la Confederación General del Trabajo como la única organización representativa de los trabajadores implicó también un complejo proceso pues, si bien es cierto que se había logrado la unificación del movimiento obrero, que tenía ya una larga tradición de conformación de organizaciones que competían entre sí, el proceso convergió en una creciente pérdida de autonomía de los sindicatos.

Para entender la relación de los sindicatos con la CGT es necesario pensar la función política de la central de los trabajadores que, durante el decenio peronista, fue cambiando sus funciones de coordinación de las políticas de sus miembros a las de mediación entre los sindicatos y el Estado para finalmente ejecutar las políticas gubernamentales en el movimiento sindical.

La importancia de la extensión de la actividad gremial a nuevos sectores y el apoyo brindado a los más viejos originó la expansión y la consolidación del sector laboral y de sus organizaciones.

El gobierno consideraba que la educación era una prioridad para combatir los vicios sociales y buscó romper con la tradición laica en materia educativa. Durante los momentos iniciales de la primera presidencia de Perón se diseñaron las prioridades de su gobierno en la materia. Una ley del Congreso ( 1947 ) legalizó el decreto por el cual se había introducido la enseñanza católica en las escuelas y se mantuvo el control de la Universidad con la eliminación de la autonomía y el principio del gobierno tripartito, que habían sido suspendidos por un decreto del gobierno militar. Se pensaba también que era un modo de eliminar un foco de oposición.

El gobierno aspiraba a una mayor centralización del sistema educativo y lo logró con la creación del Ministerio de Educación, separado del de Justicia, luego de la reforma de la Constitución. De este modo fueron mayores los esfuerzos que se realizaron para vincular la " doctrina " peronista con valores como la religión y el nacionalismo y, a partir del alejamiento del ministro Oscar Ivanissevich y su reemplazo por Armando Méndez San Martín, comenzaron a formularse políticas abiertas de adoctrinamiento para maestros y alumnos. Estos cambios constituían un intento, aunque gradual, de desplazar al catolicismo como religión de Estado y monopolizar el espacio simbólico y social, situación que favoreció el estallido del conflicto con la Iglesia Católica.

Las autoridades tenían también particular interés en privilegiar la educación técnica por dos motivos. Por un lado, la consideraban fundamental para sus planes de industrialización pues aportaría la mano de obra calificada que se necesitara; por otro, entendía a las escuelas técnicas como un elemento que ayudaría a alejar el peligro social y la atracción de " teorías y actitudes extrañas ".

En el plano cultural se planteó un claro antagonismo entre la cultura popular ( peronista ) y la cultura de elite que se asociaba a las tradiciones liberales. En la cultura popular se distinguían expresiones y formas diversas. Las transformaciones de las expresiones urbanas fue una de ellas y entre las más importantes se destacaban la movilización y participación política y sindical así como la organización de las mujeres y los jóvenes.

Las mejoras salariales impulsaban el consumo y los estadios deportivos, los bailes con orquestas y los de carnaval arrojaban recaudaciones sorprendentes. Deportistas profesionales fueron apoyados por el gobierno con grandes sumas de dinero y figuras como el corredor de autos Juan Manuel Fangio o el boxeador José María Gatica se convirtieron en los símbolos deportivos asociados con la Nación y el régimen mismo. Miles de personas se trasladaron de una provincia a otra, no solamente en busca de trabajo sino para disfrutar de la naturaleza y el tiempo libre. El turismo social promovido por gobierno y sindicatos ampliaba las fronteras para el goce y el placer. Fue una época de cambios y hasta comenzaron a reestructurarse las relaciones personales, aun las más íntimas como las sexuales, y se alteraron las jerarquías sociales.

El consumo popular se amplió y los medios de comunicación masivos como los diarios y revistas, la radio, el cine y el teatro ayudaban a integrar al proletariado recién llegado a las ciudades así como a incorporarlos al proyecto político del peronismo, aun sin proponérselo. Los intermediarios entre los productos culturales del pasado y las nuevas necesidades encontraron en ese mercado un espacio apropiado para la colocación de sus productos. En el plano musical, ritmos y tonadas de las diversas regiones del país se difundieron en los centros urbanos. El radioteatro reivindicó y actualizó algunos de los viejos moldes de la gauchesca y la utilización de saltos en la composición de la trama facilitaba la rápida identificación del auditorio así como la concentración de significados, que se realizaba de acuerdo con los rasgos del folletín, ayudaba a reivindicar la causa de los débiles y abnegados frente a los poderosos. Estas obras radiofónicas se representaban también en clubes, cine - teatros y modestas salas de barrio y en los pueblos.

El Estado fue el gran facilitador de acceso a estos bienes materiales y simbólicos y el promotor y protector de actividades culturales. Pero también hubo marginados; en la otra orilla se ubicaban los opositores, los intelectuales que, por voluntad o por la acción oficial, estaban excluídos y encontraban refugio en instituciones y propuestas culturales alternativas a las del Estado. Basta mencionar la importancia que cobró entonces la enseñanza en el Colegio Libre de Estudios Superiores, el significado intelectual de la revista Sur y la actividad desplegada por autores y actores nucleados en el " teatro independiente ".

La llegada de miles de personas del interior no sólo cambió el aspecto de la ciudad y sus zonas adyacentes; se configuró también la imagen de un nuevo tipo social, el " cabecita negra ", el " descamisado ", el pobre que invadía todos los espacios y cuya presencia abría una brecha para las expresiones de desprecio y el prejuicio. A las divisiones sociales y políticas se sumaba el conflicto cultural que dividía a la sociedad en dos frentes difíciles de conciliar.

Los vínculos del gobierno con las Fuerzas Armadas se establecieron de acuerdo con criterios institucionales y económicos. Desde el punto de vista institucional, las Fuerzas Armadas apoyaban a Perón porque era su obligación frente a la autoridad legítima, pero esa subordinación no implicaba que no tuvieran la posibilidad de influir ( por ejemplo, con la candidatura de Evita a la vicepresidencia de la Nación ). Las Fuerzas Armadas recibieron importantes beneficios económicos que mejoraron sensiblemente la situación de los oficiales. En 1951 el grueso del Ejército era todavía legalista y esto le permitió al gobierno sofocar el levantamiento de septiembre de ese año encabezado por el general Benjamín Menéndez. El presidente aprovechó la oportunidad para depurar los mandos militares de opositores.

Pero ese control no era tan efectivo: cuando se profundizaron las tensiones con la Iglesia y la oposición política encontró un espacio más amplio para actuar, las divergencias entre Perón y algunos sectores de las Fuerzas Armadas también se ensancharon.

Es cierto que inicialmente rigió una ley que establecía la enseñanza religiosa en las escuelas y que buena parte de la acción social del gobierno se hacía con el signo del catolicismo, pero pronto se harían visibles las divergencias. La creciente politización del aparato asistencial estaba en la raíz de las controversias tanto como el establecimiento del divorcio, la equiparación de hijos legítimos e " ilegítimos ", la legalización de los prostíbulos, la supresión de la enseñanza religiosa y la eliminación de las subvenciones a la enseñanza confesional, así como la acción de la oposición que se escudaba detrás de la denuncia de la postura " anti - cristiana " del régimen.

La transformación de la procesión de Corpus Christi en junio de 1955 en una manifestación de la oposición, el bombardeo del 16 de junio de 1955, que mató a numerosos ciudadanos, el levantamiento de la Marina que ametralló a la población civil reunida en la Plaza de Mayo, en pleno corazón de ciudad, así como el incendio de algunas iglesias del centro de Buenos Aires son las expresiones de las tensiones políticas más amplias y la muestra de los difíciles momentos que se vivían. Perón decidió que el gobierno se hiciera cargo de la restauración material de las iglesias y algunos funcionarios, los ministros del interior y de Educación así como el secretario de Prensa, debieron abandonar sus cargos. El gesto reconciliatorio se extendió a la oposición, a quien ahora se le permitiría responder públicamente por radio al oficialismo.

La actitud conciliatoria de Perón pronto reconocería su fracaso. El 16 de septiembre las Fuerzas Armadas iniciaban otro levantamiento militar, con epicentro en la ciudad de Córdoba.

El levantamiento militar encabezado por el general Eduardo Lonardi no pudo ser sofocado por las fuerzas leales al gobierno y la situación se complicó cuando se plegaron al alzamiento las tropas cuyanas. La Marina de Guerra también se plegó a la rebelión, amenazando bombardear los puertos como Mar del Plata, y a la misma Buenos Aires, si las fuerzas del gobierno no se rendían. El general Franklin Lucero anunció en nombre de las tropas gubernamentales que cesaba la resistencia y leyó un documento en el que Perón manifestaba su disposición al renunciamiento personal. Al día siguiente Perón se refugiaba en la embajada del Paraguay y las resistencias aisladas de los trabajadores, violentamente reprimidas, fueron insuficientes para salvar la revolución peronista. El 23 de setiembre de 1955 el general Lonardi ( 1896 - 1956 ) asumía el mando presidencial iniciando una nueva etapa.

Lonardi contó con el apoyo de todos los sectores de la oposición. Sin embargo, su breve gobierno provisional sólo concitaba la adhesión de los militares nacionalistas y de los grupos católicos, que no rechazaban los objetivos generales del justicialismo sino el personalismo de Perón y la corrupción generalizada en diversos estamentos del poder. En realidad, buscaba practicar un peronismo sin Perón. Consecuentemente con sus ideas, Lonardi ubicó a nacionalistas católicos en áreas clave del gobierno y estableció contacto con algunos peronistas como Atilio Bramuglia. A pesar del fracaso de estas negociaciones se nombró a Luis Cerruti Costa, ex funcionario peronista, como ministro de Trabajo, buscando captar a los sindicatos.

Pero Lonardi representaba el ala minoritaria del golpe antiperonista y no tenía apoyo suficiente para llevar adelante un proyecto de corte populista. Tanto el Ejército como la Marina, orientada por el contraalmirante Isaac Rojas, así como la mayoría de los partidos políticos opositores, deseaban impulsar una orientación liberal y de restitución de la actividad política, pero a costa de desperonizar totalmente al país. A tal efecto, estos grupos crearon la Junta Consultiva Nacional, conformada por representantes de todos los partidos no peronistas, dejando afuera a los nacionalistas. Debilitado políticamente, Lonardi renunció el 13 de noviembre de 1955 y fue reemplazado por el general Pedro Eugenio Aramburu ( 1903 - 1970 ). Lonardi fallecería de cáncer el 22 de marzo de 1956.

Aramburu se deshizo rápidamente de los funcionarios nacionalistas y populistas. Se adoptaron duras medidas contra el peronismo y sus partidarios, a quienes se persiguió al punto de prohibir cualquier mención vinculada al régimen anterior. Si el peronismo en el gobierno había contribuído a conformar una sociedad políticamente dual, los opositores devenidos en gobierno profundizaban esta línea.

El peronismo fue proscripto, condenado al ostracismo y a transitar la ilegalidad y la clandestinidad. Se intervino la CGT y se encarceló a sus dirigentes, se secuestró el cuerpo de Eva Perón, se prohibió mencionar en la prensa a Evita o a Perón y se llegó a fusilar, en junio de 1956, a un grupo de conspiradores encabezados por el general Juan José Valle. En diciembre de 1955 Perón decidió, desde el exilio, llamar " a todos los peronistas " a resistir a la dictadura con todos los medios a su alcance. De esta manera comenzaría formalmente la " resistencia peronista " que apelaría, ante la imposibilidad de la práctica política formal, durante un tiempo a formas de autodefensa violenta.

Nota:

El 22 de noviembre de 1955 el cadáver de Evita que se hallaba en la CGT es secuestrado por un comando de la autodenominada " Revolución Libertadora ", y el 23 de noviembre de 1957 es llevado secretamente a Europa. El 3 de septiembre de 1971 Perón recibe en España el cuerpo de Evita por una dictadura militar ( " Revolución Argentina " ) y el 17 de noviembre de 1974 el cadáver de Evita regresa definitivamente a la Argentina. Finalmente otra dictadura militar ( " Proceso de Reorganización Nacional " ) retira de la capilla de la residencia presidencial de Olivos el cuerpo de Evita y lo entrega el 22 de octubre de 1976 a sus familiares, los Duarte, quienes lo ubican definitivamente en el panteón familiar del Cementerio de la Recoleta.

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Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.

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