DOCUMENTOS SOBRE EVA DUARTE DE PERON 


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María Eva Duarte de Perón / Evita. Argentina 1919-1952

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HISTORIAS, ANECDOTAS y TESTIMONIOS 

Evita en el Hogar de Tránsito Nº 2, hoy Museo Evita, Lafinur 2988, Buenos Aires

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Del Dr. Fernando Enrique Barba, académico de número de la Academia Nacional de la Historia, doctor en Historia, profesor titular de Historia Argentina de la Facultad de Humanidades, investigador de la Universidad Nacional de La Plata, escritor:

La aparición del peronismo en la vida política nacional a mediados de la década de 1940 significó un fuerte impacto en la sociedad, en la medida en que promovió cambios sustanciales en ella. Estas transformaciones fueron de orden político, social, económico y cultural, por lo cual no podía quedar ajeno el quehacer educativo. Las reformas al sistema realizadas durante el primer gobierno del general Juan Domingo Perón se fundamentaron en los principios del Primer Plan Quinquenal ( 1947 - 1951 ). En su capítulo dedicado a la educación se destacaba la búsqueda de una filosofía educacional que equilibrara materialismo e idealismo, que entendiera el principio democratizador de la enseñanza como un patrimonio igual para todos, que se debe ofrecer a quien no tiene oportunidad de educación que otros poseen. Asimismo, se destacaba la preeminencia de las aptitudes y no de los medios de los cuales se dispone como determinante en las posibilidades de educación de la juventud argentina, y también el concepto de enseñanza práctica y profesional en el nivel medio.

En este contexto se planteaba como necesario inculcar a niños y jóvenes los valores de la nacionalidad. El presidente Perón lo planteó con toda claridad en un discurso pronunciado en el Teatro Colón el 4 de agosto de 1947; en él dijo que en " la orientación de la enseñanza, no es un secreto para ninguno que penetre este tema, que el enciclopedismo ha resultado como una consecuencia de la falta de orientación superior de la enseñanza. Con él se ha producido una serie de excesos y de desviaciones que ustedes conocen mucho más en detalle que nosotros ". Afirmaba la necesidad de una enseñanza donde la instrucción resultara una consecuencia de la realidad nacional, porque era imprescindible formar hombres para la Argentina, " para el medio en que viven, y para el momento en que viven ".

Lo expresado con anterioridad se plasmó en el decreto Nº 26.944 del 4 de septiembre de 1947, que estableció las orientaciones fundamentales para la enseñanza pública. En los considerandos del mismo se expresaba que correspondía al Estado, en cumplimiento de sus fines sociales y jurídicos, " orientar la enseñanza pública y procurar la armonizacíón cultural de la Nación ", pues era indiscutible que la enseñanza debía " contribuir a forjar y consolidar la unidad del pueblo en lo moral, lo económico, lo político y lo cultural, respetando y estimulando en el hombre el desenvolvimiento de sus propias posibilidades ".

Se especificaba que la enseñanza pública nacional habría de tener como principal propósito formar al hombre argentino " con plena conciencia de su linaje, auténtica visión de los grandes destinos de la nacionalidad y ferviente voluntad histórica para servir a la patria y a la humanidad ", también establecía el reajuste de los planes y programas teniendo en cuenta la conexión de los conocimientos entre los distintos ciclos, los cuales tendrían como principio básico organizador a materias " esencialmente formadoras de la conciencia histórica nacional ", tales eran Historia Argentina e idioma Castellano. En el artículo 3° se señalaba que la enseñanza pública en el país sería gratuita y democrática e " informada en un profundo sentido de justicia social ", comprometiéndose el Estado a la creación y sostenimiento de las escuelas. Finalmente, en el artículo 4°, se indicaban las normas para la enseñanza que se debía impartir en los niveles primario, medio y superior, señalándose que " la enseñanza media contribuirá a formar la conciencia nacional de los alumnos, despertando y fomentando el amor a la patria y el sentido de la propia responsabilidad ".

La organización de la enseñanza media debía abarcar dos ciclos: uno básico, eminentemente formativo y cultural, y otro superior, de cultura general y manualidades, de sentido práctico - profesional. El primero debía abarcar los medios para un desenvolvimiento de la personalidad juvenil con exclusión de todo objetivo profesional. En él, el adolescente, a través de innumerables vías culturales, haría su camino de humanización y descubriría los signos y señales de su propia personalidad. El segundo debía ampliar y reafirmar ese mundo cultural, a la vez que sumaría un adiestramiento y dirección de tendencias y capacidades hacia un núcleo de intereses que polarizarían la psicología de la pubertad: el del futuro rendimiento social.

Finalmente, además del referido al rescate de la nacionalidad, se mencionaban dos elementos constitutivos de la reforma educativa; uno de ellos se refería al contenido espiritual que debía poseer la enseñanza media y el otro, a la necesidad de promover el trabajo manual. La enseñanza religiosa en las escuelas públicas y el impulso a la enseñanza técnica fueron la respuesta a lo expresado.

El tema educativo volvió a ser abordado en 1953, esta vez en el Segundo Plan Quinquenal, en el cual se repetían los objetivos fundamentales del primero juntamente con los dos de la doctrina peronista, elevada por ley Nº 14.184 del 21 de diciembre de 1952 al rango de " Doctrina Nacional ", y se sostenía que " en materia de Educación, el objetivo fundamental de la Nación será realizar la formación moral, intelectual y física del Pueblo, sobre la base de los principios fundamentales de la Doctrina Peronista, que tiene como finalidad suprema alcanzar la felicidad del Pueblo y la grandeza de la Nación, mediante la Justicia Social, la Independencia Económica y la Soberanía Política, armonizando los valores materiales con los valores espirituales y los derechos del individuo con los derechos de la sociedad ".

Estos postulados dieron forma a un proceso de " peronización " de los contenidos curriculares de educación, que se produjo claramente en la segunda presidencia del general Perón. A modo de ejemplo, se tiene la incorporación, por ley, como texto en los programas de estudios de los niveles primario, secundario, normal, especial, técnico y superior, del libro La razón de mi vida, de María Eva Duarte de Perón.

 

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Del Lic. Martín Esteban Stawski, magíster en Ciencias Sociales, licenciado en Historia, docente , en el libro Asistencia social y buenos negocios - Política de la Fundación Eva Perón, 1948 - 1955, editorial Imago Mundi, Buenos Aires, 160 páginas, año 2009:

El camino recorrido por las políticas destinadas a la asistencia social en Argentina fue entre 1880 y 1952, largo y sinuoso.

El desentendimiento que la élite liberal conservadora tuvo durante los últimos años del siglo XIX, convivió de manera incómoda y conflictiva con las propuestas del liberalismo reformista que sólo se desarrollaron de manera parcial y asistemática. La llegada masiva de inmigrantes, esencial para el desarrollo del modelo económico - político de la élite, nutrió las filas del proletariado urbano bajo condiciones de vida al límite de la supervivencia. La pobreza pareció entonces un peligro omnipresente, avivando la necesidad de trascender los límites de la caridad filantrópica para desarrollar un verdadero sistema de asistencia social regulado por el propio Estado. Sin embargo, desde la perspectiva liberal - positivista, la élite asimiló la aparición de la pobreza, la marginalidad y el desamparo, como una amenaza para su visión del progreso nacional y terminó por imponer una lógica represiva para hacer frente a las demandas sociales que emanaban de los sectores asalariados.

Así las cosas, la dinámica de las políticas de asistencia social, debió desbrozar un extenso sendero para alcanzar algún resultado. El discurso liberal reformista, fue el primero en advertir la relación existente entre orden, producción y equilibrio social, e insistió en la necesidad de recurrir al conocimiento científico como estrategia de despenalización de la pobreza. Por este camino, impulsó con todos los medios a su alcance, el compromiso gubernamental en el terreno de la higiene pública, de la medicina social y la legislación laboral, promovidas desde instituciones como el Departamento Nacional de Higiene, el Departamento Nacional de Trabajo o la Asistencia Pública de la Capital. Lamentablemente, y a pesar de los esfuerzos realizados, los sectores dominantes continuaron respaldando los dispositivos caritativos - filantrópicos de la asistencia social hasta bien entrado el siglo XX. La crisis de 1930, sentaría las bases de nuevas transformaciones en el escenario socioeconómico argentino, permitiendo una lenta revisión de los esquemas de asistencia social desarrollados hasta entonces.

Pero fue durante el período iniciado con la llegada de Perón a la Secretaría de Trabajo y Previsión, que se concretó un nuevo modelo de intervención del Estado, que logró establecer con los sectores destinatarios de dicha asistencia, una relación menos conflictiva y de mayor protección, fortalecida además, por la nueva alianza que forjaron el Estado y los sindicatos. A partir de entonces, se recicló la intervención estatal, ya que se adoptaron modalidades novedosas efectivizando, por primera vez, la asistencia social en términos de derecho ciudadano y de deuda pública, donde se superó definitivamente la dualidad del pasado, consistente en otorgar caridad filantrópica a los incapaces y necesitados y una cierta atención del Estado a los pobres que integraban el mundo del trabajo. Al calor de la nueva relación Estado/sindicatos, y en vínculo directo con la creciente afiliación de trabajadores, las entidades sindicales multiplicaron su capacidad de recaudar aportes con destino a fondos sociales, para así convertirse en el engranaje principal de la protección social argentina durante buena parte de los años cuarenta.

Al mismo tiempo, el peronismo descubrió el enorme valor político que tenía el desarrollo de una asistencia social eficaz que supo diligenciar a través de la Fundación Eva Perón, donde ésta jugó el papel de una agencia paraestatal destinada a tal efecto. La Fundación Eva Perón realizó una acción en dos frentes: la ayuda social directa, distribuyendo bienes y dinero por diversos canales, y el mantenimiento de una infraestructura de instituciones asistenciales redistribuyendo recursos que obtenía a través del Estado y del aporte de los sectores asalariados de la sociedad.

La importancia histórica de la enorme obra emprendida por la Fundación Eva Perón, radica en que todas sus intervenciones reivindicaron y legitimaron el derecho a la asistencia social, como lo opuesto a la política de beneficencia del Estado liberal.

El combate decidido a la limosna, se verificó en una enorme cantidad de discursos de Eva Perón, pronunciados cada vez que asistía a la inauguración de alguna de las obras de la Fundación Eva Perón. En este punto, las semejanzas con varias de las propuestas de los liberales reformistas son innegables, aunque la magnitud y la envergadura de la obra emprendida por Juan Domingo Perón primero y por Eva Perón después, haya sobrepasado las ilusiones más optimistas de hombres como Joaquín Víctor González, José Matienzo o José María Ramos Mejía.

La responsabilidad del Estado en la provisión de los servicios de asistencia social, también fue una de las preocupaciones que podemos verificar tanto en el liberalismo reformista como en los líderes peronistas. Sin embargo, la originalidad del peronismo en tanto gobierno, y de la Fundación Eva Perón, en tanto apéndice político - asistencial del mismo, radicó en refundar la relación entre los trabajadores y el Estado, al combinar la consolidación de la idea de obligación universal del Estado en la atención a la pobreza, con el descubrimiento del potencial político - electoral de la asistencia social.

Con la llegada de Perón a las esferas del poder, el papel del Estado fue resignificado en la sanción de las políticas públicas, o al menos ése fue el objetivo. Al asumir las funciones al frente del Departamento Nacional de Trabajo, el entonces coronel demostró sus claras intenciones de otorgarle un lugar preponderante al organismo. Su rápida transformación en Secretaría, con facultades de ministerio, permitió un alcance considerablemente mayor en el accionar del Estado. No obstante, esto no iba a dejar satisfecho a Perón, y una vez que se produjeron los acontecimientos de octubre de 1945 que lo llevarían pocos meses después, a la presidencia de la Nación, observó la posibilidad de continuar ampliando el campo de acción de la Secretaría de Trabajo y Previsión a través de la Fundación Eva Perón. Es así que Eva Perón iba a ocupar, aún de manera virtual, el lugar previamente desempeñado por su esposo. Desde allí, y siempre bajo la mirada atenta de Perón, la imagen pública de Evita se acrecentó velozmente en la sociedad, e imprimió una nueva modalidad de hacer política. La aparición en la prensa y en los actos políticos hicieron que la primera dama se fuera transformando en el puente entre el Estado y los sectores previamente excluidos. Pero también fue más allá, al recrear la legitimidad carismática que el mismo Perón no pudo realizar desde la presidencia. Desde este lugar, los beneficiarios de las políticas estatales, no fueron solamente los sindicatos como en el pasado, sino las mujeres, los ancianos, los pobres y los niños, que se sumaron a los obreros en la conformación de la Nueva Argentina.

La vida de la Fundación Eva Perón alcanzó sólo siete años, y en ellos diferenciamos dos períodos en los que variaron considerablemente los objetivos.

Mientras Evita estuvo a la cabeza, la institución se dedicó fundamentalmente a la ayuda social, se realizaron las grandes obras y las incontables donaciones de diversos artículos destinados a los sectores necesitados. Las obras en el campo de la salud, el deporte, la educación, la asistencia social o el turismo sirvieron bajo su conducción ( 1948 - 1952 ), para incorporar a los sectores marginales.

La segunda etapa ( 1952 - 1955 ), estuvo caracterizada por la carencia de nuevos emprendimientos. Las obras realizadas fueron financiadas casi en su totalidad por aportes obreros, aunque paradójicamente muchas de ellas no iban destinadas a los trabajadores.

La institución obtuvo donaciones provenientes de empresarios. De ningún modo el capital que dispuso la Fundación Eva Perón llegó como un impuesto a la riqueza.

En la reestructuración producida en 1952, los departamentos de la Fundación Eva Perón eran similares a los ministerios de gobierno, desde donde Perón podía realizar las obras fuera del control parlamentario. La ley de creación de la institución y específicamente su estatuto, permitían un campo de acción ilimitado. Debido a esto, se desarrollaron actividades de competencia ministerial por un lado, y de orden privado por otro. En este sentido, la Fundación Eva Perón se garantizaba los beneficios políticos de su accionar sin compartirlos con las distintas esferas estatales, de modo que el gobierno podía puntualmente beneficiarse a través de la Fundación Eva Perón de su acción política, sin que ello quedase diluído en el marco de una repartición pública. Indudablemente, en la faz económica esto creaba una deslealtad comercial, ya que por momentos la Fundación Eva Perón tenía la ventaja de estar libre de cargas fiscales y por otros ejercía una función controlada por el Estado.

Por su parte, la estructura y su organización administrativa era frondosa. Es indudable que el elemento burocrático jugó un papel determinante. No había un verdadero control sobre bienes, capital o empleados. La función superpuesta de varios departamentos en un solo acto, demostraba esta idea imperante de burocracia. Muchas veces, estas fallas en la administración, provocaban grandes perjuicios a los propios intereses de la Fundación Eva Perón.

En relación al personal, es imposible calcular la cantidad, debido a que no existía una designación formal que hubiese permitido diferenciar entre un trabajador estatal de uno de la institución. Cualquier trabajador estatal, provincial o municipal, podía llegar a a formar parte del plantel de la Fundación Eva Perón. El traspaso de empleados del Estado a la Fundación Eva Perón suponemos que se daba sin  ningún tipo de examen ( idea diferente a lo que decía el Reglamento de personal de la propia institución ): los trabajadores mantenían los beneficios sociales, la sindicalización y su salario.

A partir de 1952, la Fundación Eva Perón se transformó en el " mayor ministerio del gobierno peronista ", donde si es necesario mostrar una vez más la relación con el Estado, basta mencionar que la mayoría de los integrantes del consejo eran ministros nacionales y la presidencia la ejercía el propio general Perón. Desde este momento, se hace cada vez más difícil definir si la Fundación Eva Perón era una institución pública, privada o semipública. Aunque la realidad demostraría que sus funciones eran más similares a un organismo público, que a una institución privada.

Por qué fue la Fundación Eva Perón la encargada de incorporar al sistema a sectores marginales de la sociedad y no el Estado, es un interrogante que difícilmente se pueda responder; no obstante fue allí desde donde se desprendió el funcionamiento de un aparato propagandístico de grandes dimensiones y una red asistencial pocas veces vista en la política argentina.

Es incuestionable la marca social que dejó la Fundación Eva Perón en la sociedad en sus cortos pero intensos siete años de vida. No obstante, detrás de la propaganda, las obras y el asistencialismo, funcionó una estructura económica de dimensiones formidables. El vínculo más que directo con el Estado permitió que la institución se beneficiara de ese doble status, ambiguo entre lo público y lo privado. La necesidad imperiosa de disponer de forma constante de bienes y capital, hicieron que la Fundación Eva Perón se comportase algunas veces como una fundación, otras como una empresa privada y otras como el mismo Estado ( éste mismo llegó a utilizar a la Fundación Eva Perón como instrumento de política económica ), para de esta manera, poder maximizar los beneficios.

En lo que respecta al capital, que alcanzó cifras verdaderamente descomunales, la línea en estos dos períodos parece ser más constante. Las donaciones fueron la fuente de ingresos más importante, con la salvedad de que al asumir el consejo, en 1952, se incorporaron otros medios como la venta de distintos productos, tal los casos del té o los automóviles. Este mecanismo enriqueció enormemente a la fundación, pero en el momento en que ya no se realizaban nuevas obras, surgió un nuevo destino para ese dinero: el Estado. Es decir, la Fundación Eva Perón no reinvirtió ya en la asistencia social, sino que incrementó sus recursos para proporcionarle fondos al Estado a través de la compra de títulos y/o bonos.

El dotamiento de una compleja red de herramientas económicas, permite diferenciar dos grupos de financiamiento. El primero o " tradicional ", estuvo vinculado a las donaciones del Estado, sindicatos y empresarios. La segunda forma de financiamiento o " extraordinaria ", presentó varios puntos oscuros relacionados con actos de corrupción y extorsión, maniobras coercitivas y negociados. Mediante el análisis de fuentes relacionadas a la Comisión Investigadora de la autodenominada Revolución Libertadora, encontramos denuncias de extorsión e irregularidades. Indudablemente, el odio visceral del antiperonismo hacia el peronismo luego de su caída en 1955, pudieron haber hecho que estas acusaciones tuvieran un alto grado de falsedad. No obstante, las mismas actas de la Fundación Eva Perón dejaron al descubierto irregularidades e incomprensibles manejos administrativos.

La intervención y liquidación por parte de la dictadura militar, consideró que el patrimonio de la Fundación Eva Perón provenía y pertenecía al Estado. El irónico nombre de refundación, Instituto de Acción Social, nos permite encontrar una última y acotada etapa.

El traspaso al Estado por la Revolución Libertadora no pudo borrar la ayuda que brindó a través de policlínicos, hogares de ancianos, institutos educacionales, vacacionales, hogares - escuelas y demás, ni negar la profunda marca dejada en la sociedad por Eva Perón y la Fundación Eva Perón. 

   

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De Ezequiel Abásolo, abogado, profesor en Historia, profesor titular de la Escuela Superior de Guerra, Alberto David Leiva, investigador del CONICET, docente, miembro fundador del Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho y María Rosa Pugliese, abogada y profesora en Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, en la magnífica Nueva Historia de la Nación Argentina, 10 tomos, editorial Planeta S.A.I.C, Buenos Aires, miles de páginas, con numerosas ilustraciones y fotografías, año 2001:

Con la llegada al poder de Juan Domingo Perón y hasta su caída, en 1955, sobrevino una nueva etapa al tribunal, que ofrece significativos cambios como resultado de la renovación de su elenco por efecto del juicio político que soportaron sus primitivos integrantes, en 1946, ante el conflicto institucional suscitado entre este órgano y el Poder Ejecutivo de facto. A ello se suma el pasaje de un sistema de partido gobernante a otro de partido dominante  -  en la terminología de Maurice Duverger  -. En este proceso, la Corte, pese a ofrecer cierta continuidad en las soluciones brindadas por su jurisprudencia en aspectos administrativos o financieros, puede jugar o no, con peligro para su independencia, y como ha señalado acertadamente Julio Oyhanarte, un indudable papel gubernamental, al convalidar las medidas del Poder Ejecutivo, o de control, oponiéndose a ellas. Entre éstas, cabe mencionar la pérdida significativa de derechos políticos para los opositores, los atentados a la libertad de prensa, de asociación y de reunión; el mantenimiento del estado de guerra interno, la ampliación de la jurisdicción militar, la injerencia económica del Estado, la modificación de la ley electoral y la tendencia corporativa.

Por otra parte, también es dable observar que el Estado, bajo la doctrina justicialista, corporizó la llamada justicia social, como expresión y ejecución del constitucionalismo social. Dos corrientes ideológicas disputaban las influencias en este terreno: la marxista,  a través de la Constitución rusa de 1918 y la cristiana, apoyada en la doctrina social de la Iglesia. Esta última versión fue adoptada por el régimen peronista y concretada en los principios de solidaridad y justicia social, desplazando definitivamente la clásica concepción individualista. Como expresión de esta pauta, el fallo " Martín contra Erazo ", de 1947, simbolizó la crisis de la libertad de contratación en las relaciones de trabajo, sacrificada en aras del bien común. La doctrina sentada en esa sentencia señalaba que, además de los fines tradicionales, el Estado debía asegurar la justicia distributiva, que era la " debida por los organismos rectores de la comunidad a cada uno de los miembros que la componen ". Un juez sobresale en este período: Tomás Casares, que impregnó de tomismo las sentencias y cuya destitución, el 4 de octubre de 1955, es considerada uno de los tantos errores históricos argentinos.

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De Nina Gerassi - Navarro, ensayista, docente y escritora, en el libro Evita - Mitos y representaciones, de Marysa Navarro, editorial Fondo de Cultura Económica S.A., 142 páginas, Buenos Aires, año 2002:

Dentro de las imágenes polarizadas de Eva Perón ( la Evita sexual y la Evita política ) que alimentan su mito, subyace el supuesto de que existe una verdadera Evita.

Y es aquí donde se ubican los documentales. Frente a la estructura narrativa de la ficción que construye un mundo cerrado y que busca establecer una identificación con el público, los documentales ofrecen una ilusión de verdad o, por lo menos, de historia. Por medio de imágenes monocromadas, fotos, clips, grabaciones de discursos, recortes periodísticos, entrevistas, todo ello a menudo gobernado por una voz omnisciente, supuestamente neutral que se posiciona fuera del retrato, el documental abre un espacio para la polifonía de voces con la pretensión de revelar un mundo complejo sin privilegiar necesariamente una mirada sobre otra.

Pero el documental también emplea estrategias narrativas que, al igual que el lenguaje, son también simbólicas. El documental, como la ficción, interpreta, ordena, manipula, y ofrece un punto de vista. Hay que decidir qué filmar y qué no filmar, qué editar, cómo iluminar el objeto o la persona, qué tipo de lente, dónde ubicarse, dónde posicionar los micrófonos, etcétera, y todos estos elementos van moldeando un tipo particular de retrato. Por ende, como afirma Ann Kaplan, todo filme inclusive el documental, es una forma de ficción. Sin embargo, para no caer en reduccionismos existen diferencias en cuanto a las estrategias narrativas, convenciones y modos de representación que le asignan al documental cierta jerarquía por encima de la obra de ficción, en lo que se refiere al modo en que expone la realidad. Una de las premisas fundamentales del documental es que sus imágenes y sonidos tienen una relación indicativa en relación con el mundo histórico, o sea que se documenta la " realidad " de una forma relativamente directa o mimética. Reconociendo las limitaciones de esta premisa, Bill Nichols identifica cuatro modos de representar la realidad en el documental: el expositivo, el observador, el interactivo y el reflexivo. Esta categorización está cronológicamente vinculada al desarrollo de las prácticas cinematográficas. El documental expositivo enfatiza la impresión de objetividad y de juicios cuidadosamente fundamentados, apelando a una voz totalizadora para transmitir la información, aun cuando ésta pueda resultar didáctica o moralizante. El acceso a nuevos equipos de grabación permite que el documental de tipo observador presente la realidad de una forma más natural y menos invasora  -  la gente por ejemplo, ya no se dirige explícitamente a la cámara  -. En el documental interactivo, la intervención y perspectiva del director son más evidentes, particularmente en el modo en que se realizan las entrevistas. Por último, el documental reflexivo, caso de cineastas como Raúl Ruiz y Dziga Vertov, expone las convenciones de la representación y, en cierta forma, desafía la impresión de realidad que los otros modos transmiten sin problematizar.

Evita: una tumba sin paz, dirigida por Tristán Bauer y basado en el libro de Miguel Bonasso, es un documental marcado por el modo interactivo. Este tipo de representación permite que la perspectiva del director moldee el relato. Los hechos pasados se presentan a través de un archivo fotográfico acompañado por una narración de testigos y expertos que el público también ve, evitando las recreaciones y los comentarios monolíticos de una voz autorizada, típica del modo expositivo. Pero en la forma en que este documental maneja los testigos y las opiniones divergentes se ve cómo va perdiendo ese afán de objetividad. La película comienza por delinear su propio espacio: " Hay una historia conocida de Evita y una historia secreta. Una historia de odio y profanación que comenzó después de su muerte y se mantuvo oculta durante más de cuarenta años ".

El aporte de este documental es develar, revelar, la historia secreta del cadáver de Evita. Antes de llegar a esa historia, se reconstruye la historia conocida, exponiendo hechos ampliamente difundidos a través de fotos, entrevistas, inclusive clips de noticieros de la época. Pero, en el momento de entrar en el tema, revelar qué ocurrió con el cuerpo, o sea revelar la historia secreta, la película recurre a la ficción, a la dramatización recreada. El producto final es un documental salpicado de recreaciones ficticias que van afirmando una observación particular de la realidad.

Si uno de los atractivos del documental es crear un espacio para múltiples voces, Evita: una tumba sin paz aparenta encarar su proyecto con cuidadoso esmero. Se incluyen numerosas entrevistas a las figuras que participaron en la historia tanto conocida como secreta. La primera parte está narrada fundamentalmente por Ana Macri, ex diputada nacional, quien ofrece un relato elogioso de Evita y sus logros. Las imágenes que acompañan la narración son de Evita trabajando en su Fundación y en el Ministerio de Trabajo, siempre rodeada por grandes masas de personas. La ex diputada concluye afirmando que " para mí, perdón si no piensa igual, era una santa ". Retoma la narración la voz omnisciente de autoridad afirmando que " para la oligarquía era una puta " estableciendo así el contraste entre las dos perspectivas. Pero, al introducir este segundo punto de vista, la voz de autoridad califica peyorativamente a la oposición como " los dueños de la Argentina ", " los señores feudales ", " los aristócratas que tanto la despreciaron " marcando claramente la posición ideológica desde donde se narra la historia.

La historia conocida es muy similar a la que retrata Juan Carlos Desanzo en su película Eva Perón. Son casi las mismas imágenes de Evita que se repiten: en el filme Eva Perón son actuadas mientras que en el documental son clips de la época. Vemos a Evita recorriendo el país en tren, el lanzamiento de su candidatura por la CGT, la sublevación del general Benjamín Menéndez, los mismos discursos, su hospitalización, el regocijo de la oligarquía con la pintada " Viva el cáncer ". Inclusive, su propuesta a la CGT de armar milicias obreras es sugerida en el documental mientras que es dramatizada en la película de Desanzo.

La historia secreta comienza después de su muerte, y ese secreto se funda en el cuerpo de Evita que " guarda las claves de su propio misterio ". Entonces, las declaraciones de los entrevistados comienzan a contradecirse, casi como prueba de objetividad de la reconstrucción y también comienzan las recreaciones dramáticas. El primer entrevistado es el coronel Héctor Cabanillas, quíen asumió el cuidado del cuerpo después del teniente coronel Carlos Moori Koenig quien, como jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército ( SIE ), había estado al cuidado del cadáver, pero debió ser relevado por haberse dejado llevar por su " obsesión sexual " con el cadáver. Se nos dice que Cabanillas es " una sombra olvidada que no hace declaraciones, aunque esta vez acepta hablar ". Este acceso a lo secreto con pruebas fidedignas legitima el relato. Cabanillas afirma que el cuerpo de Evita, luego de pasar catorce años en un cementerio de Milán, fue devuelto intacto. Como prueba, Cabanillas cita el infome del Dr. Pedro Ara. Pero a continuación, el documental incluye imágenes del cuerpo mutilado " jamás vistas anteriormente en público " que desdicen a Cabanillas. Una entrevista a Domingo Tellechea, el restaurador de museos que se encargó de recomponer el cuerpo de Evita una vez devuelta a la Argentina, corrobora la existencia de los daños. Las imágenes de las lesiones están acompañadas por la lectura del diario de una de las hermanas de Evita, lo cual dramatiza aún más el espectáculo: los pies cubiertos de brea, la nariz deformada, la mano mutilada, las marcas de un puntazo en la sien derecha y varios otros golpes. La camara recorre una a una las partes del cuerpo lacerado mientras se escucha la descripción del diario.

A pesar de que se presentan voces contradictorias, el documental estructura su material para autorizar una voz encima de la otra. La historia secreta que se reconstruye no es un relato abierto. Es un despliegue necrofílico que ratifica el mito de Evita porque asevera que, a pesar de la intrincada trayectoria que padece su cuerpo, Evita lo resiste todo. El documental termina en el presente, frente a la cripta del Cementerio de la Recoleta donde yace el cuerpo de Evita desde 1976, cuando fue entregado a los familiares por la Junta Militar bajo estrictas reglas. Allí, la sobrina nieta de Evita, Cristina Alvarez Rodríguez, afirma: " Quizás se creía que Eva iba a quedar enterrada definitivamente, que iba a ser olvidada. Pero la gente no olvida ". La cámara recorre los techos de Buenos Aires mientras se escucha la voz de Evita: " Yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria ". El documental confirma esta continuidad. El secreto, que ya ha dejado de serlo, desplaza la historia para que el mito, que resiste el transcurso del tiempo, se afirme recordándole al público que Evita aún sigue presente en las calles de Buenos Aires.

El documental de Eduardo Walger, Evita, una bandera, adopta otra estrategia para recrear el pasado, que es la de tratar de darle voz a Evita. La voz que narra, ordenando y decodificando las imágenes, es la de una mujer que lee fragmentos de su autobiografía. Lo interesante de este documental es que no pretende revelar la mujer detrás del mito, más bien, se encarga de explicar cómo se desarrolló el mito de Evita. Evocando las narraciones hagiográficas, la película intenta edificar al público a través de ejemplos. De allí que se nos expongan, unas tras otras, imágenes de sus logros como pruebas de verdad. Por eso, es la voz de Evita quien está a cargo del relato, ya sea a través de sus palabras leídas por otra ( caso de la autobiografía ), o a través de sus numerosos discursos reproducidos, cuyos fragmentos son atípicamente extensos en comparación con otros documentales. La realidad aparece simplemente observada y carece de las connotaciones morales que suelen calificar al documental expositivo. Pero, a la vez, es una realidad encasillada que sólo reproduce un punto de vista: el peronista. No hay oposición, no hay crítica; sólo hay Evita. Las imágenes presentadas son, en su mayoría cronológicas, y comienzan con su vocación artística, algunos clips de sus películas, y las ya difundidas publicidades de las revistas Sintonía, Guión y de Radio Belgrano. Luego la vemos en acción como abanderada del peronismo. Las imágenes son de Evita trabajando, recibiendo gente, repartiendo juguetes y comida entre los pobres, de su viaje por Europa, su campaña por el voto de la mujer y sus discursos en la Plaza de Mayo rebalsando de gente. Toma tras toma se ven las obras de la Fundación Eva Perón: hospitales, escuelas, viviendas, hogares de tránsito. Este collage consolida la imagen y el significado que se publicita del peronismo y coloca a Evita como su abanderada.

Llama la atención, sin embargo, la falta de imágenes de su infancia y familia ( sólo en una instancia se ve a la madre de Evita, Juana Ibarguren, en la comitiva de recepción al regresar de su viaje a Europa ). Evita es presentada como el emblema del peronismo y, por lo tanto, su historia se construye a partir de su vinculo con Perón. Por eso la ausencia de su pasado. siguiendo el relato autobiográfico, Evita presenta su unión con Perón como una unión de ideales, ideales que ella había sentido pero que en Perón y con él se volvieron realidad. En Perón, política y emoción se funden: " nos casamos porque nos quisimos y nos quisimos porque queríamos la misma cosa ... su promesa de amor estaba allí, en su pueblo, en mi pueblo, en nuestro pueblo ". Si la persona política nace con Perón, es lógico que no exista referencia ( verbal o visual ) a su pasado anterior anterior a él. La única mención de ese pasado tiene que ver con su sufrimiento ante la injusticia y la existencia de los pobres  -  y es allí donde comienza la película  -.

Cuidadosamete armado, este documental parece un panfleto peronista. El retrato de Evita reproduce la imagen pública que promovió el peronismo e inclusive Evita de sí misma y de su rol en este " movimiento revolucionario ". En conclusión, la imagen que se presenta es la del mito de Evita como bandera del peronismo.

El documental norteamericano, Evita Perón: The woman behind the mith, realizado como parte de la serie de biografías producidas para la televisión, ofrece cinematográficamente una reconstrucción más tradicional. Los numerosos clips se yustaponen con entrevistas a políticos, historiadores, admiradores, todo gobernado por una voz autorizada que relata la historia de esta " Cenicienta de América del Sur ". A pesar de intentar desencubrir la mujer detrás del mito, el documental se deja llevar por todos los estereotipos y la voz narradora despliega cierto desdén sensacionalista. Se nos informa que Evita, primero, " conquistó el corazón de un dictador y luego sedujo una nación ", y se la caracteriza como " salvajemente ambiciosa " y "despiadada en su persecución de poder ". El tono y la distancia, a pesar de entrevistas a figuras reconocidas como Félix Luna, Tomás Eloy Martínez y Marysa Navarro entre otras, repite bajo una máscara de objetividad y aparente legitimidad, la imagen superficial que promueve Alan Parker.

Lo que parecería justificar el interés por Evita es que su historia haya sido el tema de producciones teatrales de Broadway y de Hollywood ( de allí que se incluyan fotos de ella y se haga referencia a ambas producciones ). O sea que es el reconocimiento de la industria norteamericana lo que le otorga legitimidad. Por lo tanto, la reconstrucción que se nos presenta está marcada por un supuesto intento de shockear, de llamar la atención para asegurarse de su público. Y, por ello, casi todas las versiones que alguna vez circularon sobre Evita se encuentran aquí. Por otra parte, la película intenta posicionarse como objetiva en la medida en que simula ofrecer pruebas de los dos lados, como se nos informa al principio: " sus críticos la llamaron puta, pero las masas creyeron que era una santa ". pero una vez que comienzan las explicaciones, la objetividad se desvanece por completo. Por ejemplo, al reconstruir la relación entre Perón y Evita, Marysa Navarro opina que se enamoraron. Sin embargo, el narrador autorizado anula la opinión ( sin ofrecer una explicación ) y afirma categóricamente que " Evita finalmente encontró un hombre con suficiente poder que pudiera satisfacer su ambición desmesurada ". Este documental es puro sensacionalismo, en consecuencia, en lugar de develar cómo " llegó a ser una leyenda en vida ", termina por reafirmar su leyenda a través de imágenes cristalizadas en el imaginario público.

Los diferentes materiales que se incluyen en estos documentales forman parte de un corpus construido por la misma Evita, pues tienen que ver con su imagen pública: sus discursos y sus retratos. La verdadera Evita, si es que se puede hablar de ella, nunca aparece sino a través de la mirada de los otros. En todo caso, la multiplicidad de explicaciones confirma el éxito de su teatralización. Evita es consciente de las imágenes que construye de sí misma ; como actriz de teleteatro sabe cuál es el valor de la puesta en escena y lo usa para anclarse en el imaginario popular. Cada película intenta apropiarse de una imagen; pero estas imágenes están cuidadosamente armadas según una ideología particular. Este es su punto ciego. Al final sólo tenemos un rompecabezas con piezas intercambiables que van armándose y rearmándose, sin poder formar una versión definitiva ni ofrecer un retrato más completo.

Tanto los documentales como las películas de ficción sobre Evita comparten lo que Siegfried Kracauer definió como disposiciones psicológicas, aquellas capas profundas de pensamiento colectivo que subyacen bajo la conciencia. El poder del cine radica en el modo en que capta y recrea el sentimiento de un período que supera todo documento. Las películas no reflejan los hechos en sí, sino como fueron vividos. El cine logra crear una identidad cultural compartida, capaz de " transmutar la idea política de Nación en vivencia, en sentimiento y cotidianidad ". Es ésta su enorme seducción.

Los mitos tienen el poder de evocar el pasado y organizar el  mundo por medio de coordenadas simplistas y totalizadoras, y lógicamente este proceso elimina la complejidad de los actos humanos y del mundo que se construye. Por ello, estas producciones cinematográficas, en su afán por reconstruir y explicar un mito, caen justamente en la creación de un mundo en el que no existe nada más allá de lo inmediatamente visible del mismo mito. En lugar de partir de la historia para entender al mito, estas películas parten del mito  -  construido desde la historia  -  y vuelven a la histor¡a justamente para sostener el mito. En el fondo, las narraciones cinematográficas fallan en su incapacidad de trascender la poderosa iconografía mitológica ya grabada en el público y ofrecer otro relato de su vida. Y fallan porque vuelcan todo hacia la persona de Evita. En estas reconstrucciones, la Argentina de los años cuarenta y cincuenta importa poco; el surgimiento del peronismo y sus consecuencias tampoco tienen un lugar significativo, se mira solamente a Evita, como individuo; de allí que Hollywood se sienta atraído por su vida. Es la historia de una chica pobre que con un poco de desparpajo y mucha ambición casi llegó a ser vicepresidenta. El error de estos retratos radica en separar a Evita de la historia social y política del peronismo, de encontrar en su pasado un motivo personal que explique su transformación, como si éste fuera el modo de apropiársela, de domesticarla. Y así, entre la Evita prostituta y la Evita santa, el cuerpo de " esa mujer " que todos han tratado de poseer y domesticar, sigue escapándose; a pesar de estar ya enterrada, ella se resite al encarcelamiento. Quizás éste sea su mayor logro: poder seguir deslizándose por entre las fisuras de la historia alimentando su propio mito ...

Nota:

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Y para conocer Bibliografía sobre Evita, clickee aquí.

 

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Del libro Grandes Acontecimientos del Siglo XX, varios autores, editorial Selecciones del Reader´s Digest, México, profusamente ilustrado, con numerosas fotografías, año 1979:

Evita aportó al movimiento justicialista una mística y una inspiración social que la convertirían en figura legendaria.

Tras su muerte, ocurrida en 1952, el secuestro y peregrinaje de su cadáver embalsamado reforzaron el mito popular que rodeó en vida a la fiel colaboradora de Perón.

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Del Prof. Gerardo López Alonso, docente, periodista, vicedecano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral, colaborador en medios gráficos, radiales y televisivos, escritor, autor del libro titulado Cincuenta años de historia argentina, 1930 - 1980, editorial de Belgrano, Buenos Aires, 414 páginas, año 1982:

Eva Perón fue, sin duda, la mujer que tuvo más poder en la historia argentina, la que suscitó más adhesiones incondicionales y también la que despertó más odios entre sus adversarios.

Eva Perón fue la piedra angular del peronismo.

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Del Dr. Dardo Pérez Guilhou, académico de número de la Academia Nacional de la Historia, profesor de Derecho Constitucional de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo, doctor en Derecho, docente, escritor, en la excepcional obra titulada Nueva Historia de la Nación Argentina, diez tomos, editorial Planeta S.A., Buenos Aires, profusamente ilustrada, año 2001:

El espíritu de la redacción definitiva de la reforma de 1949 de la Constitución Argentina nació, preferentemente, del pensamiento y acción de Arturo Enrique Sampay, convencional entrerriano que representaba a la provincia de Buenos Aires y que se desempeñaba como fiscal de Estado de dicha provincia, y profesor de Derecho Político en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata. Era un brillante estudioso de amplia y profunda formación en la filosofía política y en el derecho público europeo, americano y argentino, con una predominante línea de ideas adscriptas al pensamiento tomista, actualizada con el acabado conocimiento del texto de las múltiples encíclicas y documentos papales y también influida singularmente por el derecho público alemán de tendencia estatista. La Comisión de Estudios del Anteproyecto de la Reforma estuvo a cargo de él, quien, oportunamente, sería el redactor final del documento base de la discusión, no sin antes haber oído y leído las diversas sugerencias y modificaciones propuestas por los más variados convencionales peronistas. Esto explica la gran coherencia que embarga a la doctrina y a la letra de la carta sancionada.

El peronismo sancionó la convocatoria por la Ley N° 13.233 pese a no haber alcanzado el número mínimo de dos tercios de votos de los miembros de la Cámara de Diputados exigidos para lograr, legalmente, la realización de la Convención Constituyente Reformadora. Ello significó la impugnación de su validez desde los primeros momentos, tanto durante el trámite en el Congreso de la Nación, como, posteriormente, en la misma Convención. Las fuerzas opositoras, con su posterior retiro de la asamblea, abrieron una discusión que perduró hasta el momento en que cayó Perón, cuando fue derogada la sanción cuestionada.

La atención contemporánea al trámite reformista y la discusión misma, tal como lo afirman Legón y Medrano, " no es desvinculable a la conformidad para la reelección: desde luego, prácticamente, ése fue el punto eje de la campaña y de la polémica ", y agregan con gran acierto que " desde el comienzo y sin paréntesis, pues, en pro o en contra, el personalismo se sobrepuso al doctrinarismo proyectista ".

El análisis del nuevo texto lleva a rechazar las dos visiones extremas sobre él. No es, como afirman los panegiristas, integramente novedoso y revolucionario, abriendo una nueva y completamente distinta etapa en el constitucionalismo argentino. Tampoco se la puede invalidar sosteniendo que su único fin fue la reelección de Perón, acompañada con un mero ropaje accesorio profuso para justificarla.

En general, se respetó la estructura de la Constitución de 1853. Para un mejor análisis conviene recurrir a la distinción entre la parte dogmática y la orgánica. En la primera, referente a los principios, declaraciones y garantías, el cambio fue muy importante, y puede afirmarse que rayó en lo revolucionario.

El techo ideológico fundado en los principios de la ética cristiana no cambiaron. Por el  contrario, las expresiones que alimentaron el debate parecieron afirmar esa nota y, en los discursos de Sampay, hubo una permanente e inequívoca referencia a la doctrina social cristiana. Sin embargo, no se puede decir categóricamente que se instaurara un régimen católico social. Fueron muchas las vertientes ideológicas que confluyeron, de ahí que al final se impuso una suerte de sincretismo muy propio de Perón y su movimiento. Pero lo que marcó, decididamente, la reforma fue el cambio del eje social. La fuerte prédica más antiindividualista que antiliberal, trasladó la célula social desde el individuo a la familia y, expresamente, se sancionaron cláusulas que fortalecían a ésta y condenaban los riesgos de los excesos de aquél. El artículo 37, II parte, estaba dedicado a sostener a la familia " como núcleo primario y fundamental de la sociedad ". Se protegían el matrimonio, la unidad económica familiar, el bien de familia y la atención y asistencia de la madre y el niño. Esta cláusula se complementaba con la primera parte del mismo artículo, que establecía el derecho del trabajador a " la protección de su familia " y con la cuarta parte, que disponía que " la educación y la instrucción corresponden a la familia ". Sin embargo, a pesar de las opiniones de pensadores y grupos católicos, no se implantó el matrimonio indisoluble.

La carga social se subrayó manifiestamente con los derechos " especiales " del artículo 37, que abarcó los derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la educación y la cultura, completada por el artículo 68, inciso 11, que disponía el dictado del Código de Derecho Social.

El antiindividualismo se perfiló con los artículos 15 y 35. Por el primero, se dispuso que " el Estado no reconoce libertad para atentar contra la libertad " y, por el segundo, si bien se reconocen los derechos individuales, se dispone que " los abusos de esos derechos que perjudiquen a la comunidad o que lleven a cualquier forma de explotación del hombre por el hombre, configuran delitos ".

Las limitaciones por el orden social y la fuerte carga nacionalista condujeron a consagrar el intervencionismo estatal, que se tradujo en tres importantes artículos. El primero de ellos, el 38, proclamó la " función social de la propiedad privada ". El segundo, el 39, estableció que " el capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principal objetivo el bienestar social ". Y el tercero, el 40, fijaba un " orden económico conforme a los principios de la justicia social "; el Estado " podía intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad "; la exportación e importación quedaban a cargo del Estado; los minerales, los yacimientos de petróleo, carbón y gas son " propiedades imprescriptibles e inalienables de la Nación y los servicios públicos pertenecen originariamente al Estado ". De esta manera se suprimía el " Estado neutral ".

La carga nacionalista, a tono con la prédica que había realizado anteriormente Carlos Ibarguren, se tradujo, además en la limitación de la " libre navegación de los ríos interiores de la Nación para todas las banderas "; ahora, se permitía " en cuanto no contraríe las exigencias de la defensa, la seguridad común o el bien general del Estado ". Se estableció el requisito de ser argentino para los cargos de senador, presidente, vicepresidente, ministro y miembro de la Corte Suprema de Justicia.

En la parte orgánica no se alteró mayormente el sistema político. Se puede decir que se democratizó más el poder al permitir la elección directa del presidente y por todo el pueblo de la Nación, lo que significaba que los ciudadanos de los diez territorios nacionales adquirían, en esta materia, la igualdad con los de las provincias. Por otro lado, se acentuaron los perfiles del liderazgo del Ejecutivo al permitírsele, además de las jefaturas que ya tenía de Estado, administación, Ejército y capital federal, las de declarar el " estado de prevención y alarma ", ejercer el veto parcial, la atribución de " hacer sellar moneda, fijar su valor y el de las extranjeras ".

Tratamiento aparte merece la pos¡bilidad de la reelección indefinida del presidente de la Nación. Corresponde señalar que el argumento principal no se apoyó en la soberanía o en la voluntad del pueblo, como comúnmente lo hacen los justificadores de las reelecciones presidenciales. Aquí se fundó en la necesidad de la conducción de la masa y los cuadros " por una personalidad política excepcional ... que conduce el país, con firmeza y claridad, hacia la superación del momento crucial que vive el mundo ". Sampay subraya: " este movimiento popular en torno al general Perón  -  porque cronológicamente lo primario fue el Jefe político, y la consecuente formación de los cuadros masivos que lo sostienen  -  se funda en una amplísima confianza en su virtud política y apunta a la realización revolucionaria de los más altos valores de la comunidad. Esta forma extraordinaria de gobierno es por su propia naturaleza de carácter personal y temporal ... se comprende que si la suerte de esta empresa argentina depende de la posibilidad constitucional de que el general Perón sea reelegido por el voto libre de sus conciudadanos, debe quitarse de la Constitución ese impedimento ".

Está claro que no se trataba de la reelección del presidente de la Nación sino de la reelección de Perón, tal como lo denunciaban los opositores. La reelección tenía " carácter personal y temporal ", lo que colocaba al régimen en la trampa de la finitud y precariedad de ambos aspectos.

Las leyes que en consecuencia de la Constitución se fueron dictando, afimaron la preeminencia absoluta del presidente Perón y del partido gobernante, lo que se puso de manifiesto a partir de fines de 1951. Luego del levantamiento militar encabezado por el general Benjamín Menéndez en septiembre de ese año, se declaró el " estado de guerra interno ", que se mantuvo mientras gobernó Perón. Este singular " estado " no previsto en la Constitución y que se impuso, primero, por un decreto, luego legalizado por la ley Nº 14.062 de octubre de 1951, dio facultades especiales al Poder Ejecutivo. La Corte Suprema de Justicia, en actitud " sumisa ", las convalidó en fallo recaído en el caso " Attias, Alberto ", del 24 de julio de 1952. Ponía éste los poderes presidenciales por encima de la Constitución y sus garantías. De ahí en más se sucedieron normas uniformadoras de corte totalitario que dieron una fisonomía opresora al régimen. El Segundo Plan Quinquenal, en su artículo 3º, declaró al justicialismo " doctrina nacional ". Ello trajo como consecuencia que todo empleado, desde la menor hasta la mayor escala, pasando por los docentes de todos los niveles, debió afiliarse al Partido Peronista y se impuso la enseñanza obligatoria de tal doctrina.

Se suele olvidar un aspecto muy importante en este proceso. Se trata del régimen electoral. Así como la Ley Sáenz Peña en 1912 produjo un cambio fundamental, democratizando el régimen político argentino, en 1951 se alteró uno de los principios claves del sistema republicano, cual es la real participación de las minorías en el poder. Por la nueva ley electoral Nº 14.032 se implantó el sistema " uninominal por circunscripciones ", y así como en los hechos la ley de 1912 aseguró la presencia de una minoría importante, equivalente a un tercio de la representaciín en la Cámara de Diputados, ahora, la oposición quedó, en la práctica, reducida a menos de una décima parte. Además, posteriormente se aseguró que esta ínfima presencia " perturbadora " no fuera aumentada, dictándose un decreto reglamentario, calificado como el de " las circunscripciones víboras " por el modo en que se las distribuía, entorpeciendo triunfo alguno de la oposición. Si se agrega a ello que la totalidad de las bancas del Senado pertenecían al Partido Justicialista, y no se ignora que en el acto electoral, el oficialismo, en realidad, no iba más allá de doblar a la oposición en votos, se puede comprender la desproporción representativa opresora que gobernaba la República.

Debe tenerse en cuenta, además, que la reforma constitucional de 1949 fue acompañada de varias cláusulas transitorias. Por una de ellas, la 4ª, se dispuso que todos los jueces de la Nación, los embajadores y ministros plenipotenciarios debían tener nuevo acuerdo del Senado, que era unánimemente justicialista.

Cabe agregar que la CGT, unificada y monopolizada por el ministerio del ramo, canalizaba políticamente su presencia a través del partido oficialista, que adjudicaba un tercio de las bancas de su representación parlamentaria a los gremios. Esta presencia fue fortalecida por la designación de delegados obreros en el servicio exterior, que llegó a incorporar sindicalistas en las embajadas.

Acallada la oposición política, disciplinada doctrinariamente la burocracia estatal, limitadas la reuniones públicas por la ley Nº 14.400 y controladas la información y la prensa, acompañado todo ello por la exaltación permanente del general Perón, la República perdió perfil. En síntesis, el régimen derivó en autoritarismo, que al tener dominio casi total de los medios de expresión, se liberó de la crítica y comenzó a padecer la " corrupción cortesana ".

En 1954, Perón y la Iglesia habían roto las amigables relaciones que se remontaban a 1943 cuando se estableció la enseñanza religiosa. Desde fines de 1954, la tirantez en las relaciones fue desde la supresión de la Dirección de la Enseñanza Religiosa hasta la abolición de la enseñanza religiosa, pasando por el retiro de las subvenciones de los colegios privados y la ley de profilaxis social que legalizaba los prostíbulos. La culminación fue la quema de algunos templos católicos realizada por " bandas armadas que actuaron impunemente " el 16 de junio de 1955, luego de que aviones de la Armada bombardearan y ametrallaran la Plaza de Mayo y la Casa de Gobierno.

Todo ello preparó el clima que dió fundamentos para " justificar " el golpe militar del 16 de septiembre de 1955 que derrocó a Perón.

Nota:

Para ver imágenes sobre el golpe militar de septiembre de 1955, usar el navegador mozilla firefox y clickear, por favor, aquí.

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De Jorge Colotto, Comisario ( R ) de la Policía Federal Argentina, custodio presidencial del general Juan Domingo Perón y de Evita, condecorado por los Gobiernos de Francia, Italia, Israel, Bolivia y Chile:

En el año 1943 ingresé como cadete en la Escuela de la Policía Federal Argentina " Coronel Ramón Falcón ", y en 1944 mi primer destino fue el Cuerpo de Guardia de Infantería.

Luego de cinco años pasé a ser custodio del presidente de la Nación Juan Domingo Perón y de su esposa Evita.

El general Perón era un hombre inteligentísimo, no he conocido a otro militar de la capacidad del general Perón. Perón no era un hombre de carácter fuerte, más bien un hombre que apaciguaba las cosas. En cambio, Evita era todo lo contrario. Evita era una mujer que si tenía que decirle algo a usted se lo decía.

Cuando ocurre, en septiembre de 1951, el levantamiento del general Benjamín Menéndez, Evita le dice a Perón: " Tiene que ser fusilado, así se van a terminar los golpes de Estado ". Perón le contestó: " No, es un camarada ". Entonces Evita respondió: " Vas a acordarte de mis palabras ". Vendrían luego los bombardeos a la Plaza de Mayo y el golpe de Estado de 1955.

Nota:

Para conocer más sobre la Policía Federal Argentina, clickear, por favor, aquí.

y también aquí

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De Enrique Santos Discépolo, " Discepolín " ( 1901 - 1951 ), compositor, músico, poeta, dramaturgo, actor de teatro y cine, en uno de sus breves monólogos por Radio Nacional, que le escribían primero Julio Porter y luego Abel Santa Cruz, en el que personificaba a un cabal y recto peronista que le hablaba a un imaginario personaje, " Mordisquito ", que representaba a un antiperonista, leído el día 10 de noviembre de 1951, un día antes de las elecciones que dieron el triunfo a la fórmula Perón - Quijano:

" Yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón, la milagrosa. Ellos nacieron como una reacción a los malos gobiernos.

Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón ni a su doctrina. Los trajo, en su defensa, un pueblo a quien vos y los tuyos habían enterrado en un largo camino de miseria.

Nacieron de vos, por vos y para vos. Esa es la verdad. Porque yo no lo inventé a Perón, ni a Eva Perón. Los trajo la ausencia total de leyes sociales que estuvieran en consonancia con la época. Los trajo tu tremendo desprecio por las clases pobres a las que masacraste, desde Santa Cruz hasta lo de Vasena, porque pedían un mínimo respeto a su dignidad de hombres y un salario que les permitiera salvar a los suyos del hambre. Sí, del hambre y de la terrible promiscuidad de sus viviendas en las que tenían que hacinar lo mismo que su asco.

No. Yo no lo inventé a Perón ni a Eva Perón. ¡ Vos lo creaste ! Con tu intolerancia. Con tu crueldad. Con la misma crueldad aquella del candidato a presidente que mataba peones en su ingenio porque le pisaban un poco fuerte las piedritas del camino a la hora de la siesta ".

Nota:

Para conocer más Bibliografía sobre Eva Perón, clickear, por favor, aquíy también aquí.

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Del Prof. Andrés Avellaneda, crítico, docente y escritor, en el libro Evita - Mitos y representaciones, compiladora Marysa Navarro, tomo número 622 de la colección Popular, editorial Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 141 páginas, año 2002:

En 1960 Jorge Luis Borges entra al corpus escrito de Eva con un breve vituperio, " El simulacro ", donde los muchos velatorios que hicieron las clases populares en 1952 con motivo de su muerte se compendian dentro de un humilde rancho en un villorio del Chaco. El funeral es aquí una farsa donde todo está falsificado - " El enlutado no era Perón y la muñeca rubia no era la mujer Eva Duarte " -, porque en todo caso " tampoco Perón era Perón ni Eva era Eva ", con lo cual se cierra la curva de sentido: el funeral no existe porque tampoco existió Eva ( doblemente negada en el texto al ser Eva Duarte, y no Eva Perón ). Independientemente de su intención central refutadora, al elegir el escenario del velatorio el texto de Borges legitima sobre todo el tópico de una Eva/cadáver que se ofrece como término, como cierre definitivo de una etapa. Y, si bien este texto es uno de sus muchos ejercicios sinecdóquicos ( Eva convertida aquí en una mera parte más del todo irrealidad de lo real ), por otro lado no es menos cierto que con " El simulacro " Borges da comienzo a una tradición textual sobre los restos, sobre lo que resta dentro de la muerte de Eva: una Eva pensada en la muerte, cerrada por dentro del marco de su muerte. Es en este dominio cadavérico donde circularán parejamente, y en incómoda cercania, tanto contenidos reprobatorios como contenidos laudatarios, tanto el texto de Borges como una novela celebratoria menemista - " La pasión según Eva " ( 1994 ), de Abel Posse -; un drama alegórico properonista - " Eva de América " ( 1995 ) de Osvaldo Guglielmino -, o el breve, inesperado relato " Ella " ( 1993 ), que Juan Carlos Onetti escribe sobre el velatorio desde una perspectiva simétricamente opuesta a " El simulacro " de Borges. Todos ellos, sin embargo, y a pesar de las diferencias ideológicas que los separan, resultan emparentados por la servidumbre semiológica a un cuerpo muerto de Evita pensado como cierre y clausura.

También parten de Eva cadáver otros dos breves relatos de David Viñas y de Rodolfo Walsh escritos y publicado poco después de " El simulacro ". Pero, tal como lo hace Germán Rozenmacher en " Cabecita negra " respecto de civilicación y barbarie, estos dos textos resignifican el topos del cadáver invirtiendo los códigos y las representaciones ideológicas: los atributos del cuerpo muerto de la versión borgeana - farsa, impostura - son vaciados de negatividad; desparece el sentido de clausura y surge el significado de fuerza vital en un cadáver - potencialmente - vivo. En el relato " La señora muerta " ( 1964 ), de David Viñas, la prostituta que el protagonista encuentra en la larga fila del velatorio es inscrita como " esa mujer " por el narrador y tiene la edad que tenía Eva cuando conoce a Perón en 1944, con lo que se materializa, desde la Evita real ( el cadáver que se está velando ), un traspaso semántico hacia una Eva vicaria y no muerta; desechándose así el clásico recurso de la resurrección mítico hagiográfica para trabajar un sentido de acción que se encarna en un cuerpo vivo, en una Evita que existe más allá de la muerte, que está viva en lo que es propio - de - ser - Evita al vampirizarse su sangre rebelde: una reencarnación, en suma, y no una resurrección. El texto de Viñas no proyecta un significado de prostitución sobre Eva, sino un sentido de orgullo combativo, de acción liberadora ( de clase, de persona ), desde Eva y a través de la prostituta, quien en el cuento se transforma eléctricamente cuando su cliente insulta a la muerta: " Ah, no ... Eso sí que no - murmuraba ( la prostituta ) hasta que encontró la manija y abrió la puerta -. Eso sí que no se lo permito ... - y se bajó ". En su relato " Esa mujer " ( 1961 - 1964 ), Walsh trabaja los significados de la misma manera: el coronel/villano, el representante del poder que elide a Eva Perón como cuerpo y como signo, es invertido en héroe que cuida celosamente el cuerpo y el signo; el cadáver borgeano - que es farsa e inexistencia -, se convierte a su vez en enigma movilizador, en fuerza que origina acción, resistencia ( peronista ).

Estas prácticas abren el camino a otros textos que escriben el cadáver hacia afuera de su condición de tal, más allá de su mortalidad definitoria. La novela cómico grotesca " A las 20.25 la señora entró en la inmortalidad ( 1981 ) de Mario Szichman narra dos historias de cadáveres, el insepulto miembro de una pobre familia de inmigrantes polaco - judíos ( Rifque ) que se está pudriendo mientras transcurre el gigantesco velatorio oficial de Evita; y otro de la misma familia ( Gladys ) que se había perdido diez años antes camino al cementerio. Uno y otro resignifican el cadáver de Eva, el primero afirmando su mortalidad y el segundo dudando sobre ella ( afirmando, de paso, su no - muerte, o sea su posible regreso a la vida ). Ambos cuerpos muertos no valen sin embargo por sí mismos sino por el juego de sentidos que convocan entre un pasado que se debe suprimir ( de inmigrante real, pero vergonzoso y molesto ), y un pasado que es necesario inventar ( de ciudadano nuevo, ficticio pero sancionado por la prosapia local ). Los desesperados inmigrantes - los humillados y ofendidos, los de abajo - se apropian agresivamente de la vitalidad ajena ajena vampirizando el cuerpo muerto, anulando la nación misma del cadáver: como Rifque o como Gladys, Eva es pero no es cuerpo muerto; Eva, como Rifque y como Gladys, es un espacio para reconstruir identidades, un vigor que se proyecta al futuro. Otro pariente directo de la inversión semántica trabajada por Walsh y Viñas a partir del texto borgeano es la novela " Santa Evita " ( 1995 ), de Tomás Eloy Martínez, donde las apasionantes peripecias del cadáver desaparecido a partir de misión Moori Koenig en 1955 palidecen ante la pesquisa de un narrador/detective que se plantea entender la entera historia del país al descifrar el destino del cadáver. El cuerpo muerto de Eva se convierte así en clave viviente, de modo que de la interpretación del destino - en - curso del cadáver dependa el de los seres vivos que pueblan Argentina; y si el cadáver mata, lleva a la perdición de muchos, también hace vivir, rescata a quienes, recreándolo, pueden vampirizarlo, como el narrador en su escritura.

Eva/cadáver, pero dadora de vida. Mito literario que circula en la propuesta política y combativa de los años sesenta: la pasión de cambiar al mundo por la escritura. Mito literario que reaparece, romo y amortiguado, en la versión de los noventa: la ambición de cambiar( se ) con la escritura. Treinta años después de " Esa mujer " de Walsh, Rodrigo Fresán, joven narrador de los noventa, lo reescribe en su cuento " El único privilegiado " ( reinscribiendo de esa manera el cadáver de Evita ). Mónica, muchacha de provincia, hija ilegítima de padre adinerado, objeto de deseo vergonzante, duplica la Evita/cadáver de Walsh en clave sardónica pero conserva la fuerza transformadora del original: el protagonista es avasallado por Eros que emana de esa piel carismática ( " No recuerdo el momento en que empecé a llorar pero sí puedo precisar la emoción que me cubrió como una ola cuando la abracé con brazos y piernas y cubrí su boca de besos " ). El narrador protagonista y el narrador escritor que lo escucha hacen " de lo inexistente un arte "; mienten, rehacen vidas y mitos, pero sobre todo hablan, escriben, crean porque " detrás de una mentira bien dicha se esconden las mejores verdades ": hacen verdad de la mentira. Evita - cadáver, entonces, también ánima, soplo del habla y la escritura: cadáver que no es cadáver, forma mentida de la muerte por la fuerza que inyecta más allá de la muerte.

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De Osvaldo Roberto Principi, periodista deportivo en medios gráficos, radiales y televisivos, especializado en boxeo, autor del interesante libro La vida es un ring - Boxeadores, artistas y escritores explican la pasión por los puños, ediciones Capital Intelectual, colección Pasión Celeste y Blanca, con fotografías, 136 páginas, año 2006:

Desde que el general Perón, en su condición de presidente de la Nación, pidió intervención oficial al Dr. Carlos Quiroz, embajador argentino en Tokio, para acelerar la llegada al país del japonés Yoshio Shirai, campeón de los moscas y eslabón imprescindible para que el mendocino Pascual Pérez se convierta en el primer campeón mundial en 1954, la política quedó definitivamente aliada a este deporte.

El boxeador representa un símbolo ideal del sacrificio y el esfuerzo a la hora de la consagración. Constituye una fórmula seductora, que a modo de apoyo real o figurativo, sentido o conveniente, acercó a los hombres del poder en los instantes cercanos a la gloria del obrero del ring. Aquellas salutaciones presidenciales que, sinceras y orgullosas, eran declamadas por divos del cuadrilátero, fueron cediendo lugar al ingreso organizativo de los sindicatos, junto con sus popes, de jornadas pugilísticas, ruidosas y populares.

El líder metalúrgico Lorenzo Miguel fue artífice de todo ello en 1974, cuando ideó y patrocinó el campeonato argentino de los trabajadores " José Ignacio Rucci ". Miguel, que además cobijó con puestos de trabajo a pugilistas " retirados en desgracia ", infló su pecho en aquel certamen en que Juan Domingo Suárez levantó las banderas de su gremio, la UOM ( Unión Obrera Metalúrgica ), y ganó el derecho a participar en el Mundial amateur de La Habana. Tras el retiro de Miguel, fue Hugo Curto, el caudillo de Tres de Febrero, quien revitalizó y jerarquizó el apoyo a la actividad. Curto fusionó los patrocinios de buenas reuniones con la construcción de gimnasios como un objetivo de contención social que va más allá del éxito deportivo.

A partir de allí, el político Mario Das Neves integró el boxeo al programa deportivo de Chubut, fiel a su máximo representante, el púgil Omar Andrés Narváez. ATILRA ( Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina ), el sindicato de los lecheros de Santa Fe, se hizo fuerte apoyando a Marcos Maidana y a Yésica Bopp, bajo la convicción de su secretario general Héctor Ponce. Hugo y Pablo Moyano pusieron en lo más alto el nombre del Sindicato de Camioneros, coronando a su afiliado, el boxeador Luis Lazarte, que aún continúa barriendo las calles de Mar del Plata. UPCN ( Unión del Personal Civil de la Nación ), en Santa Fe, reconoció la trayectoria del maestro de boxeadores Amilcar Brusa montándole un gimnasio modelo para " fabricar " un nuevo Carlos Monzón.

Los sindicatos están presentes en el boxeo nacional. Con sus colores, sus representantes y sus conveniencias.

Nota:

Para conocer otros datos sobre el boxeo y el peronismo, leer el material del antropólogo social y escritor Eduardo Archetti, clickear, por favor aquí.

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De la Lic. Laura Isola, escritora, docente y periodista:

La fotógrafa alemana Annemarie Heinrich ( 1912 - 2005 ), que formó parte de una generación que la Primera Guerra Mundial llevó a la muerte o al exilio, no sólo dirigió su lente a las muy conocidas Mirtha Legrand, Tita Merello, Libertad Lamarque, Zully Moreno, Lolita Torres, Evita Duarte ... también atravesó los pies y las manos de bailarinas, que demuestran el interés de su autora por el ballet y que se internó en un mundo menos conocido de su obra ( los desnudos y los paisajes ).

Parece imposible mirar las fotografías de Annemarie Heinrich ( que vivió en la Argentina desde 1926 ) sin pensar en Manuel Puig. Son las de las estrellas de los años dorados del cine argentino y las que " educaron " al escritor desde su infancia en General Villegas. Por lo tanto se puede proponer que el trabajo de la fotógrafa funciona como un campo de experimentación en la escena fotográfica y como iniciadora de otras pasiones; la literatura, por ejemplo.

Si el cielo está vedado para los fotógrafos que " hacen mentir " a sus imágenes, Heinrich dijo que el infierno es su destino:

" Seguramente no voy a ir al cielo porque durante la mayor parte de mi carrera se utilizaba mucho el retoque y no llevé la cuenta del número de mujeres gorditas que retraté como flacas ".

El retoque del negativo, bisabuelo del Photoshop, era la llave del éxito. Un poco más artesanal a la hora de disimular defectos. La idea de glamour no es otra cosa que un conjunto de reglas a seguir. Que para el mundo del espectáculo se traduce en los estándares de belleza de cada tiempo: caras de porcelana, labios húmedos y cabelleras brillantes.

Nota:

Para ver diversas fotografías artísticas de Evita Duarte, entre ellas la de la publicidad del programa " Hacia un futuro mejor " en LR 3 Radio Belgrano, que incluye un trabajo de la talentosa Annemarie Heinrich, usar el navegador mozilla firefox, y clickear, por favor, aquí.

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De la Dra. Alicia Poderti, docente, doctora en Ciencias Sociales y Humanidades, investigadora del CONICET, conferencista, escritora, autora del libro Diccionario del Peronismo, editorial Biblos, Buenos Aires, 252 páginas, año 2010:

Instalada la figura de Evita en el poder, Perón sería su primer admirador y su principal conductor, permitiendo que ejerciera cargos nunca antes ocupados por una mujer.

En julio de 1951, Perón diría:

" Cuando nuestros opositores critican la acción de la señora de Perón, yo sólo me limito a decir: ¿ y por qué de entre ellos no salen tres o cuatro mujeres que hagan lo mismo que Eva Perón ? Porque ella empezó su acción social con unas bolsas de azúcar que le regalaron en Tucumán, y entre nuestros opositores hay mujeres cargadas de millones y millones de pesos, que podrían hacer con mucha más ventaja lo que ella comenzó haciendo con unas bolsas de azúcar. De manera que si no lo hacen, es porque no quieren, o porque no pueden, o porque no son capaces ".

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De Irma Córdoba ( 1913 - 2008 ), actriz de teatro, cine y televisión, fue compañera en teatro de Evita Duarte:

A diferencia de las actrices del mundo del cine, las actrices de teatro debíamos costearnos nuestro vestuario. Eran tiempos difíciles, ahora es tan distinto ... No teníamos descanso, el trabajo era intenso, se hacía mucho esfuerzo.

Evita Duarte era una chica humilde. Jovencita y bonita. Ella vino a casa, año 1936 o 1935, para ver si yo podía venderle algunos vestidos. Recuerdo que me habían quedado algunos de la película El caballo del pueblo, dirigida por Manuel Romero. Se los vendí por poco, pero no se los regalé y Evita los pagó.

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Textos cortesía de Carlos Vitola Palermo de Rosario, Santa Fe, República Argentina.

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